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viernes, 25 de febrero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.- LIBIA.....EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD.....EL PUEBLO LUCHA POR SU LIBERTAD






París y Londres piden juzgar por crímenes contra la humanidad a Gadafi

La ministra francesa de Asuntos Exteriores, Michele Alliot-Marie, ha asegurado que un borrador franco-británico para una resolución en Naciones Unidas pide un embargo de armas, sanciones financieras y una petición al Tribunal Penal Internacional para que los líderes libios sean juzgados por crímenes contra la Humanidad.

A su vez, desde Hungría, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha realizado un llamamiento a una reunión de urgencia de los aliados. El tema a consultar es la crisis en Libia y el encuentro, según Rasmussen, tendrá lugar hoy mismo.

Desde París, Alliot-Marie expresó que su Gobierno desea una "resolución fuerte" del Consejo de Seguridad de la ONU, que se reúne hoy para abordar la delicada situación del país norteafricano.

Preguntada sobre la posibilidad de prohibir los vuelos en el espacio aéreo libio para que Muamar Gadafi no pueda utilizar los aviones para bombardear a sus opositores, la ministra francesa se mostró prudente -"primero hay que ver las condiciones"- porque antes hay que proceder a las evacuaciones de extranjeros que todavía se llevan a cabo. "Luego se verá", añadió.

La titular francesa de Exteriores justificó el recurso al Tribunal Penal Internacional porque "la situación es particularmente dramática", en particular tras "los llamamientos al asesinato" lanzados por Gadafi.

Además, apostilló que aunque las informaciones llegan con dificultad "todo indica que hay varios cientos" de muertos a causa de la represión de las protestas contra el régimen del líder libio.

Los opositores cercan a Gadafi en Trípoli y se preparan para tomar el control

Muamar Gadafi prefiere morir matando que abandonar el poder que regenta desde hace 40 años. Atrincherado en Trípoli ha realizado un llamamiento a la población para combatir a los rebeldes que, después de haber reforzado el control sobre una parte del país, se encuentran ya a las puertas de la capital libia.

Cercado por la fuerza del pueblo libio que ya controla las principales ciudades del este como Bengasi, Tobruk o Misruata, el dictador ha hecho un llamamiento a la desesperada a sus leales para que aplasten las revueltas.

"Salid a las calles, capturarlos y detened a sus jefes", ha recomendado a sus compatriotas el líder libio, quien ha afirmado en un mensaje radiofónico que su país "avanza hacia la guerra civil, la catástrofe".

Sin aparecer físicamente como en el discurso del pasado martes, Gadafi, que decía dirigirse a los habitantes de la localidad de Zaouiya, ha vuelto a insistir en que no dimitirá, ya que él no ostenta el poder en Libia.

"No tengo un puesto oficial para dimitir, soy el jefe de la revolución. Cedí el poder en 1977 y ahora no tengo más que un poder moral. El poder está en manos del pueblo y de sus comités y no soy responsable de las muertes y las destrucciones", sostuvo Gadafi en su intervención, que duró 15 minutos.

Varios testigos señalaron que las fuerzas de Gadafi atacaron este jueves a decenas de manifestantes que se agolpaban a 50 kilómetros de Trípoli, asesinando a 16 personas e hiriendo a 45.

Sin embargo, y pese a la violenta represión del dictador, los opositores no muestran intención de rendirse. De hecho, hoy es el día clave. El día en el que el pueblo libio prepara una protesta masiva, similar a la que acabó con Hosni Mubarak en Egipto, con el objetivo de acabar con Gadafi.

Entretanto, los sangrientos ataques contra los manifestantes prosiguen, mientras la rebelión se ha propagado al oeste y al sur del país donde nuevas ciudades han caído en manos de los que se oponen al régimen de Trípoli.

Y mientras las pequeñas y grandes ciudades libias caen como fichas de dominó bajo dominio de los rebeldes, el movimiento de deserción en el seno de las fuerzas armadas se ha acelerado sensiblemente.

Como un resumen de la situación en este momento en Libia, el ministro de Justicia dimisionario ha afirmado que a partir de ahora "las cosas se encuentran en manos del pueblo y Gadafi acabará por suicidarse como Hitler".

Mientras tanto, la crisis de Libia ha puesto en jaque a Occidente. EEUU, Italia, Francia y Reino Unido han endurecido su postura y han exigido "el cese inmediato del uso de la fuerza" en el país.

Obama, Berlusconi, Sarkozy y Cameron expresaron "su firme apoyo a los derechos universales del pueblo libio, incluido el derecho de reunión pacífica, la libertad de expresión y la capacidad de decidir su propio destino"


La revuelta contra el dictador árabe más veterano


Tras la caída de los mandatarios de Túnez y Egipto, la revuelta ha estallado en Libia, el país que separa a ambas naciones. Este es un repaso a los sucesos desde el inicio de las protestas contra el régimen del coronel Muamar el Gadafi, en el poder desde hace casi 42 años.

24 de febrero

Gadafi vuelve a dirigirse a la población libia. En una intervención telefónica emitida por la televisión estatal, dice que los manifestantes están "drogados" y sirven a los intereses de Al Qaeda. "Quítenles las armas a quienes se manifiestan contra mí. Están locos".

Las milicias antigubernamentales se acercan a Trípoli: la ciudad de Zuara (123 km al oeste de la capital) también está en manos de los opositores, según varios testigos.

Según la Organización Internacional para las migraciones, más de 30.000 tunecinos y egipcios han huido del país desde el lunes.

23 de febrero

Gadafi se acantona en la capital mientras pierde el control de la región oriental, rica en petróleo. En el este, generales y coroneles se han sumado a la revuelta.

Miles de libios se dirigen hacia las fronteras con Egipto y Túnez, según Naciones Unidas. También numerosos ciudadanos extranjeros huyen del país, mientras varios grupos petroleros suspenden sus actividades.

EEUU y la Unión europea sopesan sanciones contra Gadafi. El presidente estadounidense, Barack Obama, comparece por primera vez para hablar de la crisis libia y considera "escandaloso" el baño de sangre.

La Federación Internacional de Ligas de los Derechos Humanos habla de, al menos, 640 muertos en las revueltas, entre ellos 275 en Trípoli y 230 en Bengasi. Es decir, más del doble del balance oficial de 300 muertos.

22 de febrero

En un iracundo discurso televisivo, el coronel Gadafi asegura que luchará hasta la muerte e insta a sus partidarios a expresarle su apoyo. El dictador amenaza con perseguir "casa por casa" a las "ratas que siembran la revolución". El régimen facilita las primeras cifras oficiales de víctimas mortales: reconoce 300 muertos.

En un tibio comunicado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se dice "preocupado por la situación en Libia" y exige el "fin inmediato" de la violencia. El representante permanente adjunto de Libia, Ibrahim Dabbashi, que se ha posicionado como opositor a Gadafi en los últimos días, critica la declaración señaló que la declaración del Consejo "no es lo suficientemente fuerte, aunque sí en un buen mensaje al régimen libio para que pare el derramamiento de sangre".

El hasta ahora número dos de Gadafi, el ministro del Interior y general del Ejército Abdul Fatah Yuni, anuncia que se suma a la revolución. "Le rogué a Gadafi que no enviara aviones. Lo llamé. Por supuesto que ahora no hablamos, me he sumado a la revolución", asegura a Al Yazira. Según el ministro egipcio de Exteriores, aviones militares bombardean el aeropuerto de Bengasi.

21 de febrero

Trípoli sufre bombardeos aéreos, según la cadena Al Yazira, que habla de centenares de muertos en la capital. Algunos altos responsables libios (diplomáticos, el ministro de Justicia) empiezan a dan la espalda al régimen por la brutal represión.

Naciones Unidas y la Unión Europea exigen que cese la violencia, aunque los ministros de exteriores de la UE eluden hablar de sanciones por el momento.

20 de febrero

Las protestas se avivan en el país tras cinco días de brutal represión. Los testigos hablan de "masacre" y disparos con artillería pesada en Bengasi. También se producen enfrentamientos sangrientos en Al Bayda. En Trípoli, varios edificios públicos son incendiados.

El hijo mayor del coronel Gadafi, Seif Al Islam, amenaza en televisión con un baño de sangre y promete reformas. Achaca las revueltas a un "complot internacional".

19 de febrero

Gadafi parece decidido a cortar las protestas con dureza. En Bengasi, el ejército dispara balas reales contra los manifestantes que atacaban un cuartel. Sangrientos enfrentamientos en Misurata (este de Trípoli). Según los testigos, mercenarios subsaharianos disparan a la multitud.

18 de febrero

Las cifras son confusas, pero organizaciones internacionales y testigos comienzan a hablar de casi un centenar de muertos en la revuelta libia, según HRW. Una treintena han fallecido en Bengasi, la segunda ciudad del país. También se producen enfrentamientos en Al Bayda, donde hay al menos una decena de fallecidos.

17 de febrero

Se lanza a través de Facebook el 'Día de la ira'. Mueren seis personas en Bengasi y dos en Al Bayda (también en el este). Se producen arrestos en Zenten (suroeste de Trípoli). Allí, varias comisarías de policía y un edificio público son incendiados.
15-16 de febrero

La policía dispersa por la fuerza una sentada contra el poder en Bengasi (este de Libia), la segunda ciudad del país y bastión de la oposición.


Fuente Diario "EL MUNDO"

Gadafi acumula tropas en Trípoli para la batalla final

El régimen lanza un desesperado contraataque para someter a dos ciudades cercanas a la capital - Las fuerzas de seguridad y los mercenarios disparan con ametralladoras

Muamar el Gadafi ha perdido el control del este de Libia, una vez esfumados, detenidos o muertos los soldados y mercenarios que sembraron el terror durante días. Los leales al tirano contraatacaron ayer en una ciudad del oeste cercana a la frontera con Túnez, y en Musratha, ciudad a un centenar de kilómetros al este de Trípoli que a última hora del jueves Reuters aseguraba que había caído del lado de los rebeldes. La del Gobierno "es una acción desesperada", comentaban algunos rebeldes en Libia oriental, una zona liberada ya de la presencia del régimen. Pero Gadafi -también los dictadores tunecino y egipcio se aferraban al poder antes de su fuga o dimisión- parece dispuesto a no rendirse y acumula tropas y congrega a sus matones en la capital. Los enfrentamientos armados en el occidente del país entre los recién constituidos consejos populares y las fuerzas del coronel sirvieron ayer de preludio para lo que se aventura como el episodio final del dictador: la batalla de Trípoli. El enfrentamiento decisivo puede comenzar hoy mismo, viernes, el día santo del Islam, la jornada en la que invariablemente la oposición egipcia golpeó con más fuerza al régimen de Hosni Mubarak. Las protestas en la capital libia a partir de esta mañana ya se han anunciado.

Los 200 kilómetros de carretera que conducen hasta Trípoli desde la frontera con Túnez siguen controlados por soldados y brigadas especiales del Gobierno libio, según los testimonios de los refugiados que salen del país por el paso fronterizo de Ras el Ajdir. Sin embargo, varios pueblos y ciudades -entre ellas, Zuara, Sabratah y Zauiya- continúan desde el miércoles tomadas por los ciudadanos. Aun así, esta última ciudad recibió ayer un duro castigo por su rebelión. Fuerzas especiales de Gadafi y los mercenarios africanos del casco amarillo -ya célebres entre los libios por su crueldad- atacaron sin piedad a los habitantes de Zauiya, a 50 kilómetros de Trípoli y último punto en el mapa antes de llegar a Trípoli, donde se esconde Gadafi. Algunos testigos hablaban de que los matones dispararon con ametralladoras pesadas y lanzaron granadas. Los ataques dejaron 100 muertos, según el canal de televisión catarí Al Yazira.

De los acontecimientos en la capital, poco se sabe. Inaccesible para los medios de comunicación, lo que ocurre en Trípoli solo llega a través del teléfono a los familiares y amigos que permanecen en zonas controladas por los rebeldes. Desde la principal ciudad del país, Baha explica que están aterrorizados y que apenas se atreven a salir de casa por miedo a recibir un disparo de los esbirros de Gadafi. Los testimonios que se han podido acumular sobre la represión describen Trípoli como una zona de guerra con barricadas, disparos y razzias asesinas.

Un dictador encerrado en sí mismo

El dictador, cada vez más encerrado en sí mismo y en su verborrea, hizo ayer otra declaración por teléfono en la televisión pública, la tercera desde que empezaron las protestas el 15 de febrero. Gadafi abandonó el gesto duro que había protagonizado su discurso del miércoles y lo sustituyó por uno paternalista, más conciliador, pero que rozó lo demencial. "Son jóvenes de 17 años a los que les dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, o el Nescafé", dijo el gobernante libio refiriéndose a los ciudadanos que protagonizan la revuelta. Gadafi llamó "hijos de Libia" a los muertos que está dejando la revolución, aseguró que Bin Laden estaba detrás de la revuelta y pidió calma. Así despachó la semana en la que su país se ha levantado contra su tiranía. "Quien rinda las armas y muestre arrepentimiento no será perseguido legalmente. Los comités de la revolución [uno de los baluartes del régimen] llaman a cooperar a los ciudadanos y que informen sobre aquellos que han dirigido a los jóvenes o les han dado dinero, equipos, o los han intoxicado con píldoras alucinógenas", clamó Gadafi, quien todavía habla como si los alzados fueran un grupo que obedece consignas de turbias manos negras. El sátrapa negó que fuera posible ver en Libia lo que se ha visto en Túnez y Egipto, y apeló a su coletilla habitual de que "el poder está en manos del pueblo". "Bin Laden, ese es el enemigo que está manipulando a la gente".

En Shahat, en el este de Libia, los ciudadanos recibieron sus palabras con indignación y gritos de "carnicero" y "asesino". Muchos de los rebeldes libios que controlan el este del país protestaban contra lo que consideran una intoxicación para confundir a los países occidentales y especialmente a Estados Unidos. "Nosotros no somos terroristas, somos hombres que queremos libertad y una vida digna", señalaba Moafer, un ingeniero eléctrico de 24 años de Darna.

En la radio local, un grupo de hombres y algunas mujeres emiten cada día los avances de los revolucionarios en la zona. "Hasta hace unos días todo estaba bajo el control del Estado, no podíamos hablar de democracia, ni de nada que no fuera la vieja revolución de Gadafi y de él mismo. ¿Y ahora dice que somos de Al Qaeda? Míranos, ¿parecemos terroristas?", interpelaba el hombre.

El avance de los rebeldes

El creciente asedio a Gadafi, no obstante, no se ha completado todavía. Según varios medios, en Sirte, ciudad natal del dictador, el Gobierno mantiene el control. Pero las cruciales instalaciones petroleras de Ras Lanuf y Marsa el Brega, en las cercanías de Bengasi, ya están en manos rebeldes. En cualquier caso, el negocio del crudo ha comenzado a resentirse del efecto de los enfrentamientos: la extracción en el país magrebí ha descendido a menos de la mitad de los 1,6 millones de barriles diarios que bombeaba antes de la crisis, según cálculos de analistas del Barclays Capital o Goldman Sachs.

Las noticias que llegan desde Trípoli hasta la frontera siguen siendo confusas, pero todas apuntan a la creciente soledad de Gadafi, recluido en palacio. Un tunecino que llegó a Ras el Ajdir relató así la situación que se vivía en la capital: "Hay tiroteos y muchos muertos en las calles. Gadafi ya no tiene soldados. Los únicos que están con él son los mercenarios africanos y sus brigadas". La bandera verde del régimen de Gadafi ondea ya solo en los lugares que sus tropas controlan, y el conflicto parece haber asumido ya irremediablemente un cariz tribal, con lealtades basadas en la procedencia regional y lazos de sangre (por ejemplo, a Gadafi le apoyan principalmente los miembros de los clanes Gadafa y Magarha, mientras que le da la espalda el resto del país, una heterodoxa mezcla social dentro de la que destaca la tribu Warfallah). Allá donde los rebeldes han conseguido hacerse con el poder, la antigua enseña tricolor -ornada con la media luna y la estrella- ondea al viento. El rojo, el verde y el negro son el emblema predominante en el este, casi completamente controlado por los rebeldes, a pesar de que en la región permanecen simpatizantes del régimen y la alerta no disminuye en los puestos de control de carretera.

Algunos bancos de Tobruk abrieron ayer después de que durante la madrugada llegara dinero desde Bengasi, ciudad totalmente en poder de los alzados. "Aunque no se puedan pagar los salarios, vamos a intentar asegurar unos 200 dinares por persona para que la gente pueda seguir comprando comida", explicaba Mohamed Saleh, uno de los líderes del comité ciudadano que controla Tobruk. Pero incluso en las zonas rebeldes, donde se intenta mantener cierto orden, sigue habiendo "elementos incontrolados", explicaba Saleh.

Tal como sucedió en Túnez durante el alzamiento, en enero, contra el dictador Zine el Abidine Ben Ali, estos comités de ciudadanos improvisan para tratar de organizar la vida cotidiana en las ciudades, aunque su principal cometido es garantizar un mínimo de seguridad en las calles.

Preocupación internacional

En el resto del mundo crece la preocupación por la deriva del conflicto. A nadie le interesa que el país termine enredándose en una cruenta guerra civil. Obama llamó ayer a Sarkozy y Cameron para analizar una actuación conjunta y "posibles medidas multilaterales". Especialmente preocupada está la UE. Bruselas vivió una jornada de compás de espera en la que Hungría, como presidencia de turno, reveló que para evitar un hipotético éxodo de refugiados hacia Europa, la UE potenciará todos los medios para atender a quienes huyen a través de las fronteras con Túnez y Egipto. Para empezar, la UE habilitará centros de acogida de refugiados.

Mientras tanto, la última ocurrencia de la familia Gadafi, en este caso del hijo del tirano Saif el Islam, fue invitar a los medios de comunicación a una especie de tour, no se sabe si en avión o por tierra, para que vean por sí mismos que todas las imágenes que están llegando del conflicto son falsas. "Que vengan, que vengan y vean que aquí no está pasando nada", dijo negando lo evidente. Este periódico habló ayer por teléfono con un libio que se identificó como periodista y que aseguró que el Gobierno está elaborando una lista de medios para dejarles entrar en el país.

Pero el aparente aperturismo de Saif al Islam casa mal con las interferencias que padecen los satélites de la compañía Thuraya, que ayer aseguró que emprenderá acciones legales contra Libia por impedir la prestación del servicio.


Mercenarios de 15 años


Jóvenes de Chad, capturados por los rebeldes, fueron trasladados a Libia con promesas de empleo y después armados para "matar terroristas"

Dahara Aissa tiene 15 años y nunca había cogido un arma. Hasta que llegó a Libia hace apenas una semana con su primo Hagar, de 18. Subieron a un avión en Chad y aterrizaron en Trípoli. Envueltos en mantas en un centro de detención rebelde en Shahat, a 300 kilómetros de la frontera con Egipto, cuentan cómo les ofrecieron volar gratis al país con una oferta de trabajo bajo el brazo. Después les dieron un fusil a cada uno y los subieron a Labrak a "matar terroristas".

Tanto Dahara como Hagar, así como algunos de los 130 prisioneros del Ejército de Muamar el Gadafi que atraparon los revolucionarios, se negaron a disparar. Por eso siguen con vida. "Una facción del Ejército libio se nutre de mercenarios chadianos, nigerianos o malienses que residen en Libia desde hace años y a los que han dado casas, mucho dinero y una vida cómoda", explica Hassan, uno de los responsables, mostrando un fajo de identificaciones libias con datos de ciudadanos de esos países.

Titubea ante la petición de ver a los prisioneros africanos, los murtashika, los mercenarios. Discute con sus compañeros, muchos de ellos armados con "ametralladoras confiscadas". Después se dirige hacia las celdas, aulas de una escuela, donde reposan los capturados con la mirada vencida. Apenas Dahara, su primo y una veintena más de centroafricanos se mezclan con los libios. Al final Hassan admite: "Todos estaban con Gadafi y gritaban consignas por la vieja revolución, así que los matamos".

Antes de eso, muchos habían caído en el aeropuerto de Labrak, cinco kilómetros antes de Shahat. A medio camino entre las dos poblaciones se libró una de las muchas batallas que estos días han mantenido los revolucionarios y los hombres del régimen. "Hubo más de un centenar de muertos", cuenta Bilal, un soldado de 39 años que se pasó a los rebeldes nada más iniciarse la revuelta. Con una gorrilla y un chaleco fluorescente vigila el paso de vehículos en las inmediaciones del aeródromo.

Entre la tierra sembrada de conchas marinas que recuerdan que Labrak mira al Mediterráneo, varios zapatos manchados de sangre y barro yacen sin pareja ni pie en el que calzarse. Bilal asegura que tenían "armas especiales que nunca había visto". Durante dos días, el 17 y el 18 de febrero, los murtashika tuvieron el control del aeropuerto. "Aterrizaron mientras un helicóptero nos disparaba", cuenta Bilal.

El día 16 habían estado manifestándose en Shahat, así como en el resto de localidades de la zona. El 17 por la mañana empezaron los disparos con armamento pesado y llegaron los mercenarios. Aguantaron dos días más en el aeropuerto, detalla Bilal, mientras recorrían el pueblo disparando a todo el que se movía desde sus tanques y vehículos. "Mataron al menos a 10 personas y violaron a algunas mujeres en El Beidan", detalla Idris, un ingeniero de Shahat. "Entre todos los pueblos pudimos juntar casi 2.500 y nos lanzamos a recuperar el aeropuerto", añade el soldado Bilal.

Poco a poco los rebeldes fueron ganando terrero en el aeropuerto gracias a las armas que los soldados que se habían unido a ellos trajeron consigo. El 21 de febrero, el aeródromo, donde aún pueden verse vainas de proyectiles de 20 milímetros y enormes agujeros, cayó en manos de los revolucionarios.

"Atrapamos a 50 de ellos en Shahat y a otros tantos en Labrak", asegura Bilal. Los mercenarios no tenían provisiones y los refuerzos rebeldes no cesaban de llegar de distintos puntos de la región. "Tratamos de negociar con ellos el abandono de las armas y algunos se rindieron", afirma.

En el improvisado centro de detención, decenas de hombres armados van y vienen mientras otros son atendidos por un par de chavales con un chaleco de la Media Luna Roja. Algunos revolucionarios creen que podrán hacer un intercambio de prisioneros en algún momento si las cosas no van bien. Les han dado comida y agua. La tensión puede olerse de sala en sala mientras intentan asegurar las ventanas tras las que se oyen ráfagas constantes. "El este está en nuestras manos, pero aún hay simpatizantes de Gadafi en la zona", asegura uno de ellos.

Nuri Yusef se levanta del rincón que comparte con un par de niños negros y dice que le dieron "un palo" y lo mandaron al aeropuerto con ropa de paisano. Es de Trípoli, tiene 36 años y ha sido soldado la mitad de su vida.

Fuente Diario "EL PAIS"

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