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jueves, 24 de febrero de 2011
GAGOMILITARIA NOTICIAS.- GADAFI SE ATRINCHERA EN TRIPOLI.....MIENTRAS EL PUEBLO PREPARA MARCHAS Y CONCENTRACIONES TIPO EGIPTO
El pueblo libio prepara una protesta este viernes en Trípoli imitando el 'modelo egipcio'
El dictador libio, Muamar Gadafi, está perdiendo el control de parte del país y parece decidido a mantener a toda costa el control de la capital. Desde la frontera con Egipto hasta la segunda ciudad de Libia, Bengasi, los comités populares se han hecho dueños de la situación. Mientras, cientos de milicianos y mercenarios subsaharianos se dirigían a Trípoli, según el 'New York Times', para reforzar el baluarte del mandatario.
En Bengasi no hay presencia de las tropas leales al general Gadafi.
Los manifestantes han combatido durante cuatro días contra las fuerzas especiales. En el cuartel de la ciudad se ven los restos dejados por las excavadoras usadas por la población para derribar los muros. Las armas de la población eran principalmente cócteles molotov que tiraban contra los muros del cuartel mientras que el ejército libio utilizaba morteros antiaéreos.
En el centro de la ciudad de Bengasi, a diferencia de lo que ocurrió en Egipto, no se ven milicias populares. Estas milicias sí están en los accesos de la ciudad y están formadas principalmente por chavales jóvenes. Los ciudadanos han creado además Comités populares organizados en diferentes sectores: sector legal, económico, de seguridad, etc.
De vez en cuando se escuchan tiroteos de celebración en la plaza principal de la ciudad.
La situación en Trípoli y el resto del país
En las calles de Trípoli sólo se ve a policías, militares y milicianos subsaharianos. Los hombres de Gadafi deambulan armados por las desiertas calles, según la BBC. Según testigos citados por el NYT, en Trípoli reina el terror y se oyen constantes disparos.
En las ciudades del este, sin embargo, no se ve un solo militar. Mejor dicho, un solo uniforme, ya que muchos soldados se han despojado de su vestimenta oficial y ayudan a controlar el territorio libio vestidos de civil y fuertemente armados con kalashnikov.
El dictador ha perdido el control de Bengasi (la segunda ciudad del país), Derna o Tobruk. Incluso desde Misurata, apenas 200 kilómetros al este de la capital, llegan noticias de que la oposición se ha hecho con el control de la zona.
En Trípoli, los opositores al régimen preparan su primera protesta organizada para este viernes. Al parecer, el iracundo discurso de este martes -en el que Gadafi amenazó con perseguir "casa por casa" a las "ratas que siembran la revolución"- no ha hecho sino incrementar la determinación de los manifestantes.
"Llega un mensaje a cada teléfono móvil sobre una protesta general el viernes en Trípoli", decía un vecino al diario neoyorquino. Mientras tanto, las autoridades libias enviaban otro mensaje a los funcionarios y otros trabajadores para que vuelvan a sus puestos.
En otro aviso amenazante, el viceministro libio de Asuntos Exteriores, Khaled Kaïm, ha advertido que los periodistas que han entrado "ilegalmente" en Libia serán considerados "como colaboradores de Al Qaeda y como forajidos"
'No nos rendiremos'
Los habitantes libios de la 'zona liberada' enarbolan banderas anteriores al régimen de Gadafi y corean consignas a favor de una monarquía, ligándola a la ansiada libertad.
En la ciudad de Tobruk, cientos de personas se manifestaban esta mañana a favor de la democracia y en contra del dictador. En la localidad hubo tres días de revueltas, en las que murieron cuatro personas. Donde sigue habiendo muertos en las calles es en la ciudad de Bengasi.
"El único miedo que tenemos es que Gadafi envíe más mercenarios para retomar el control", decía Alá Faddala, miembro de uno de los comités populares que 'gobiernan' Tobruk. "Pero incluso así, no nos rendiríamos", añadía.
La situación copia el esquema de la revolución egipcia, al más puro 'estilo Tahrir', la plaza de El Cairo donde se gestó y triunfó la revuelta. Los comités populares se encargan de gestionar y organizar todo, el día a día, la seguridad en las calles, en las carreteras (fuertemente vigiladas por civiles armados), la limpieza, el reparto de comidas...
Desde el inicio de las revueltas, al menos 300 personas han fallecido, según único balance oficial facilitado hasta el momento. La Federación Internacional de las Ligas del Derechos Humanos habla ya de al menos 640 muertos. Un médico francés llegado de Bengasi dice, sin embargo, que sólo en esa ciudad hay "más de 2.000 muertos".
Dos pilotos se tiran en paracaídas de un avión para evitar bombardear a civiles
Un avión militar se estrelló hoy después de que sus dos pilotos saltasen en paracaídas tras rechazar bombardear la ciudad de Bengasi y otra localidad, en el este del país, controlada por los participantes en las revueltas contra el régimen de Gadafi, según el diario libio 'Quryna'.
Según el diario, que cita a un coronel del Ejército en la base militar de Bnina, el avión era un Sukhoi 22 de construcción rusa y se estrelló al oeste de la localidad de Jedebia, a cerca de 160 kilómetros al suroeste de Bengasi.
El piloto y el copiloto, identificados como Abdelslam Atya y Ali Omar Gadafi, rechazaron bombardear la segunda ciudad libia y otra localidad de la zona, por lo que decidieron saltar en paracaídas, indicó Quryna, cuya redacción central se encuentra en Bengasi.
Esta información fue recogida también por la cadena Al Yazira, que citó al general del Ejército y jefe militar de la región de Tobruk, Suleiman Mahmud.
El general dijo que uno de los pilotos que se lanzó en paracaídas era un coronel.
Quryna publicó además hoy el mensaje íntegro de la dimisión del ex ministro de Interior libio, Abdul Fatah Yunis.
En ese mensaje, el ministro -que dimitió en protesta contra la actuación violenta del régimen- asegura que Gadafi le informó de su intención de bombardear Bengasi desde el aire y que él le suplicó que no llevase a cabo esa acción.
Fuente Diario "EL MUNDO"
Gadafi se atrinchera en Trípoli tras perder ciudades al este y al oeste
El sabor de la libertad recuperada es intenso y contagioso y las ciudades del oeste de Libia también parecen querer experimentarlo. Hasta el martes, la revuelta solo llegaba hasta el este, a lugares como Bengasi y Tobruk, donde miles de personas han tomado el control. Sus compatriotas del oeste se les unieron ayer, según los testimonios de los que huyen de los enfrentamientos y se refugian en Túnez.
La revuelta libia mantiene el vigor pese a las amenazas pronunciadas el martes por Muamar el Gadafi, el dictador que dirige el país desde hace 42 años. En el oeste, donde se están produciendo fuertes combates, según testigos que llegan a la frontera con Túnez. La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia han sido ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios en poder de los rebeldes de la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de la capital, según fuentes libias relacionadas con el Ejército, informa Ignacio Cembrero. El diario Quryna -perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi- informa de que un avión militar se ha estrellado a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, han saltado en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.
Los informes de los refugiados que cruzan la frontera hacia Libia informan de que los combates son muy intensos tanto en las ciudades como en las carreteras. De confirmarse los informes, Gadafi prácticamente no controlaría más que el sur de Trípoli. Esos informes dicen que los 200 kilómetros que separan el puesto fronterizo de Ras el Adjir de Trípoli están llenos de retenes controlados por soldados libios, todavía seguidores del dictador. Sin embargo, en al menos tres ciudades de ese trayecto, Zuara, Zauiya y Sabratha, así como Musratha, más al este de la capital, los rebeldes han conseguido vencer. Otras fuentes señalan que solo van camino de ello. Los rebeldes en esa zona entre la carretera que bordea la costa y las montañas son tres tribus que parecen haberse hecho con el control: nawayel, loregim y jewailed.
En cualquier caso, lo que parece claro es que la estrategia de dejar el este en manos de la revuelta y concentrar sus fuerzas en la parte occidental del país no está teniendo los resultados que esperaba Muamar el Gadafi, cada vez más arrinconado en la capital y cuya única fuerza son los soldados que aún le siguen y las milicias de mercenarios africanos, que han sembrado el pánico en Trípoli.
Todos los testimonios que llegan hasta la frontera desde allí les describen como hombres temibles armados que disparan y matan a todo aquel que encuentran a su paso. Ellos, según cuentan los refugiados, han convertido la capital del país en una ciudad fantasma. El aeropuerto de Trípoli, según contó una pasajera a la agencia Associated Press, era ayer "asediado" por miles de personas que pretendían salir del país y se había convertido en un "caos total".
El número de muertos sigue siendo todavía una incógnita y oscila entre los 300 declarados por el régimen, los 1.000 considerados verosímiles por el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y los 10.000 que señala la cadena Al Arabiya.
En ese escenario, Gadafi se ha convertido en un hombre ensimismado por sus propios y largos discursos que pierde apoyos según pasan las horas. A las dimisiones de los ministros de Justicia y Emigración, se ha sumado la del ministro del Interior y antiguo compañero de armas, el general Abdulá Yunis, que anunció su adhesión a la denominada Revolución del 17 de Febrero, que reclama la salida del dictador. El ministro pidió al Ejército que se sume a los manifestantes y respalde sus demandas "legítimas". El exministro de Justicia Mustafá Abud al Jeleil ha asegurado que tiene "pruebas" de que Gadafi ordenó el atentado de Lockerbie, en el que 270 personas fallecieron en 1988.
Las autoridades de Malta negaron ayer permiso de aterrizaje para un avión libio a bordo del cual supuestamente viajaba Aisha Gadafi, hija del dictador, según informó Al Yazira. Ella misma desmintió poco después en una televisión estatal libia que hubiera abandonado el país, informa France Presse.
"Perderá y tendrá que irse o morirá en Trípoli, pero nada podrá evitar que el pueblo acabe con él", dice en el puesto fronterizo de Ras el Adjir un libio que se envuelve con la antigua bandera tricolor del reino de Libia (1951-1969) en lugar de la actual, de color verde, adoptada en 1977. Esa bandera todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia y todavía inaccesible. El puesto fronterizo es el punto de encuentro de periodistas, ONG y ciudadanos tunecinos que se acercan a ver la llegada de los refugiados, unos 10.000 en los dos últimos días, la mayoría tunecinos o de otras nacionalidades que trabajaban en Libia. A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Ben Ali. "Dégage, dégage... [lárgate]. Lo gritamos entonces contra él y lo dijeron también los egipcios con Mubarak. Es el momento de los libios", comenta un habitante de la ciudad tunecina de Ben Gardan, a 35 kilómetros de la frontera, que se había desplazado hasta la aduana para dar la bienvenida a los refugiados.
Algunos de ellos mostraban pruebas de las medidas que el régimen está aplicando a los extranjeros. Un joven se quitó la camiseta delante de los periodistas y enseñó la espalda llena de marcas de haber recibido palos hasta la extenuación. "Soy tunecino y la policía de allí nos odia porque conseguimos lo que queríamos en Túnez, echar al dictador. Eso nos convierte en objetivo", explicaba.
Las informaciones que proceden de todo el país siguen sin estar confirmadas, pero poco a poco las imágenes van llegando, pese a los esfuerzos del régimen por desconectar a los libios, ya sea confiscando tarjetas de móvil o impidiendo el uso de Internet. La revolución libia se parece a la vivida por tunecinos y egipcios. La marea de informaciones desde las redes sociales o el portal de vídeos Youtube es imparable.
El Gobierno libio ha respondido con nuevas amenazas, señalando que una de las regiones orientales está bajo control de Al Qaeda y que los reporteros internacionales que han cruzado la frontera son considerados "colaboradores de Al Qaeda". El régimen, como hizo Gadafi en su discurso, sigue vinculando las revueltas con supuestos elementos terroristas para intentar legitimar así el desmedido uso de la fuerza que ha empleado en la represión. Mientras, la presión internacional sigue en aumento. Bruselas ha encargado ya una lista de posibles sanciones, una medida que también está estudiando Washington.
Peor en Bengasi, la segunda ciudad del país y principal bastión de la protesta, los manifestantes ya han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. La situación es similar a la del resto de ciudades. Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país por Egipto confirman que la ciudad fronteriza de Musaid está también en manos de los manifestantes. Lo mismo pasa, avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto. Los militares decidieron apoyar allí las protestas y este miércoles, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti-Gadafi porque han entrado televisiones internacionales.
Las fortunas de la cleptocracia
Los Gadafi, como los Ben Ali y los Mubarak, controlaban los principales sectores económicos de sus países
Las revoluciones que están haciendo caer como fichas de dominó a las dictaduras árabes tienen como efecto inevitable la fiscalización de las fortunas amasadas por los autócratas y sus allegados. Ahora le toca el turno a Muamar el Gadafi, cuyos negocios familiares, particularmente opacos, tienen su fuente principal en el petróleo. Los expertos no dan cifras, pero no dudan de que el expolio perpetrado por el clan Gadafi a las arcas libias asciende a "miles de millones de dólares", a tenor de los faltantes anuales entre los ingresos estatales y el gasto público. Y sospechan de la existencia de abultadas cuentas secretas en Dubái, el sudeste asiático y varios países del Golfo.
Según los cables de la diplomacia estadounidense filtrados por Wikileaks, la familia del dictador ha perpetrado una constante sangría de ingresos en la Compañía Nacional de Petróleo. Sus tentáculos alcanzan también los sectores de las telecomunicaciones, la construcción y la hostelería. Los despachos diplomáticos dan cuenta de comportamientos poco edificantes de los hijos de Gadafi, como las disputas entre tres de ellos por la franquicia de Coca-Cola, o la exigencia de Mutasim, el cuarto de sus vástagos, de 880 millones de euros a la petrolera estatal para establecer su propia milicia. Mutasim, consejero de seguridad de su padre, es famoso por contratar en sus fiestas privadas a celebridades como Mariah Carey o Beyoncé.
Además, el Estado libio como tal ha invertido en el extranjero cerca de 70.000 millones de euros a través de la Autoridad Libia de Inversiones. Según el diario The Guardian, el portafolio de este fondo soberano, creado en 2006, incluye varias empresas estratégicas italianas -desde la petrolera ENI a la industria aeroespacial- y un centro comercial en Londres. Claro que, como siempre, las fronteras entre "el Estado" libio y los bolsillos de los Gadafi son difusas. De las inversiones privadas de la familia se conocen dos hoteles de lujo y dos plantas embotelladoras de agua en Italia.
En realidad, el patrón de enriquecimiento de los Gadafi es el habitual en los regímenes autoritarios, y no solo en Oriente Próximo: el líder se mantiene aparentemente al margen, pero permite que su familia y allegados manejen el país como su feudo, de forma más o menos ostentosa. O incluso grotesca. Tal es el caso de Leila Trabelsi, esposa del derrocado presidente tunecino Zine Ben Ali, cabeza de una auténtica cleptocracia que, según Transparencia Internacional, controlaba entre el 30% y el 40% de la economía de Túnez, y que en su precipitada huida aún tuvo tiempo de pasarse por el Banco Central para llevarse 1,5 toneladas de oro en lingotes.
En el caso del egipcio Hosni Mubarak, algunos expertos creen que las cifras aventuradas sobre su fortuna (entre 40.000 y 70.000 millones de dólares) son exageradas. "Sobran uno o dos ceros", declaraba recientemente a la emisora France 24 Jean-Noël Ferrié, director del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. Los Mubarak participaron en negocios, recibieron comisiones y acumulan bienes raíces en EE UU y Reino Unido. Pero mientras en Túnez el clan Trabelsi y sus amigos controlaban toda la riqueza, en Egipto, explica Ferrié, "la corrupción salpicaba a toda la sociedad", siguiendo un esquema clientelista. Mubarak, como hizo su antecesor Sadat, permitía que amplios sectores (militares, funcionarios) sacaran tajada para garantizarse su apoyo al régimen.
Fuente Diario "EL PAIS"
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