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viernes, 4 de febrero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-EGIPTO , PREPARANDO LA SALIDA DE MUBARAK







Estados Unidos negocia con funcionarios egipcios varias opciones para que el presidente del país, Hosni Mubarak, abandone el poder de forma inmediata y lo traspase a un Gobierno de transición que estaría dirigido por el actual vicepresidente, Omar Suleiman.

A pesar de que Mubarak ha confesado en una entrevista en la ABC que no dejará su cargo porque si dimitiera "sólo habría caos", responsables de la Casa Blanca y del Ejecutivo de El Cairo reflexionan sobre un escenario en el que Suleiman, apoyado por el Ejército, se comprometería a iniciar un proceso de reforma constitucional, según informa 'The New York Times', citando fuentes de la Administración Obama y de la diplomacia árabe.

De acuerdo con la publicación, este plan estaría supeditado a conseguir el apoyo de los militares egipcios. De ser así, la idea sería formar un Gobierno de transición en el que participarían los grupos de la oposición, incluidos los ilegalizados Hermanos Musulmanes, hasta el mes de septiembre, cuando se celebrarían elecciones libres y justas.

Funcionarios de alto rango del Gobierno estadounidense han explicado que la propuesta es una de las opciones que están discutiendo con funcionarios egipcios de alto nivel cercanos a Mubarak, aunque no directamente con el presidente, en un esfuerzo por convencerlo para que renuncie.
'El día de la partida'

Los oficiales de El Cairo han advertido de que el resultado depende de varios factores, entre ellos la evolución de las manifestaciones en las calles de la capital y otras ciudades del país. Algunas de las fuentes consultadas por el diario insistieron en que no existen pruebas de que ni Suleiman ni las Fuerzas Armadas estén dispuestos a abandonar a Mubarak.

Tras una noche de calma a pesar de la "tensa atmósfera", según lo ha descrito un corresponsal de la emisora Al Yazira, las protestas podrían intensificarse este viernes, en un día bautizado por los opositores al régimen de Mubarak como "el día de la partida", ya que está previsto que los detractores del mandatario se manifiesten ante el palacio presidencial para exigir su marcha.

Se prevé que los enfrentamientos violentos vuelvan a las calles de la capital, después de varias jornadas en las que se han vivido auténticas ballatas campales, con lanzamientos de piedras, cócteles molotov y todo tipo de objetos, entre los defensores de Mubarak y los opositores que se encuentran concentrados en la Plaza Tahrir.

Mubarak: 'Si dimito, sólo habría caos'

"No me importa lo que la gente dice de mí. Ahora mismo pienso sólo en mi país, y en lo que puedo hacer por él". Con estas palabras el presidente egipcio, Hosni Mubarak, remata su 'compromiso' con Egipto, y su determinación de quedarse en el periodo clave que vive la nación.

"Si dimitiera hoy sólo habría caos", insiste el mandatario en una entrevista con la ABC. Asegura que está "cansado" de ser presidente, y que le encantaría dejar el cargo, pero teme que el país quedaría en la absoluta miseria si se produjera su dimisión.

Mubarak dice que siente "tristeza" cuando piensa en los duros enfrentamientos que se han vivido en la Plaza de Tahrir durante los últimos dos días, pero insiste en que la violencia ha sido llevado a cabo por la Hermandad Musulmana y no sus seguidores. "Me duele ver este tipo de situación desarrollarse. Yo no quiero ver a los egipcios enfrentados, peleados".

Desde el Palacio Presidencial, donde Mubarak se refugia con su hijo, Gamal, protegidos por un fuerte despliegue del Ejército, el presidente evitó condenar a Estados Unidos por pedir el fin de su régimen. Tras asegurar que Barack Obama es "un muy buen hombre", Mubarak se limitó a opinar que el estadounidense "no entiende la cultura egipcia, y lo que pasaría si yo dejara el cargo".

Fuente Diario "EL MUNDO"


El Cairo se prepara para el día en el que los opositores esperan la salida de Mubarak

El vicepresidente responde con la promesa de reformas y agradece a los jóvenes por encender la revolución. -El ministro de Sanidad confirma 13 fallecidos y 1.200 heridos

Los disturbios han continuado toda la madrugada en El Cairo, aunque la mañana vuelve a traer la tensa calma a la plaza de la Liberación, epicentro de las protestas contra Mubarak desde hace una semana. Los disparos suenan esporádicamente al arrancar un día que la oposición ha fijado como ultimátum para que el presidente dimita. Los fieles a Mubarak cantan "vamos a liberar el país", mientras que los manifestantes contra el presidente confían en que hoy, tras los rezos de mediodía, lleve a las calles una nueva riada humana que quiebre de una vez el espinazo del régimen. Todo apunta a que Egipto se apresta a vivir el día más áspero e incierto desde el inicio de la revuelta. El ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, ha llegado a la plaza de la Liberación fuertemente escoltado por soldados, pasar comprobar la situación. "Egipto es un país fuerte. La situación está bajo control", ha dicho en declaraciones a los periodistas. En cualquier caso, el ministro ha tratado de rebajar importancia a las protestas. "No todo el país es la plaza de la Liberación", ha añadido.

La plaza de la Liberación se convirtió de nuevo ayer en el escenario de una batalla campal a pesar de que por la tarde los militares optaron por disparar al aire con el objetivo de disolver a la multitud enzarzada. A medida que crece la tensión, los círculos de poder más próximos a Mubarak temen que la dimisión del presidente no sea suficiente. Por eso no ha sorprendido que anoche el diario The New York Times filtrara que la Casa Blanca negocia con oficiales egipcios un plan para que Hosni Mubarak abandone el poder inmediatamente. El vicepresidente Omar Suleimán, exjefe de los servicios secretos y mano derecha dl presidente, lideraría el Gobierno de transición con apoyo del Ejército.

En una entrevista concedida a la corresponsal Christiane Amanpour, de ABC News, Hosni Mubarak , aseguró que la única manera de que no se instale el caos en la ciudad es su permanencia en el poder. "Me dio mucha pena ver a egipcios peleando entre ellos. Me hubiera ido, pero todo sería un caos", recalcó el presidente. "No me importa lo que la gente diga sobre mí. Me importa mi país, me importa Egipto", insistió.

Poco después el vicepresidente Omar Suleimán, hombre clave en la crisis, apareció en televisión para calmar los ánimos. No lo consiguió. Primero, porque es difícil calmar desde la pantalla a dos multitudes que se pegan con todo lo que tienen a mano, y porque la mayor violencia provenía justamente del bando gubernamental, que fomentaba el furor de sus fieles, armados en algunos casos con armas de fuego. Los muertos, según el Ministerio de Sanidad, llegan a 13 (una cifra destinada a crecer mucho cuando se conozcan datos reales), con miles de heridos. Segundo, porque no se pueden emitir mensajes contradictorios con la esperanza de que alguno funcione.

Conversaciones con la oposición

Suleimán tendió la mano a todos los grupos de oposición, ofreció diálogo a los Hermanos Musulmanes y elogió a las fuerzas del 25 de Enero (como se conoce a los jóvenes y profesionales que convocaron para esa fecha la primera gran manifestación), y a la vez defendió los logros del régimen y expresó una rotunda voluntad de continuismo a pesar de que descartó que Gamal, el hijo de Mubarak, compita por la presidencia en las próximas elecciones. Por otra parte,

Suleimán rogó paciencia para aplicar reformas, sugirió que las elecciones presidenciales de septiembre podrían adelantarse a agosto y habló continuamente del "marco constitucional". Ese marco, hecho a medida de Mubarak con sus 30 años de estado de excepción y sus elecciones amañadas sin supervisión judicial, es precisamente lo que rechazaba el movimiento del 25 de Enero.

No hacía falta investigar demasiado para descubrir que desde el viernes, cuando manifestantes y antidisturbios se enfrentaron con tremenda dureza, se había abierto un periodo de relativa calma y ánimo festivo, combinado con graves saqueos nocturnos, hasta que el miércoles el Gobierno lanzó a sus fieles y a sus matones (armados, organizados, muy peligrosos) contra la gente del 25 de Enero y contra los periodistas extranjeros. A partir de ese momento, el centro de El Cairo se convirtió en el infierno.

Esa localización reducida del conflicto constituye un elemento muy importante de la crisis. Unos y otros han elegido la plaza de la Liberación y sus alrededores como campo de batalla. El resto de la ciudad y el país es otra cosa: grupos de matones, controles improvisados por ciudadanos-vigilantes organizados contra los saqueos, paralización, ansiedad, calles desiertas y comercios cerrados. La gran mayoría de los egipcios, afligidos por el desabastecimiento (el toque de queda y los controles hacen casi imposible el suministro de mercancías), el alza de precios, el cierre de los centros de trabajo y la desaparición del turismo, una de las grandes fuentes de ingresos del país, desean sobre todo un desenlace rápido.


La Casa Blanca prepara la salida inmediata de Mubarak


El Ejecutivo de Obama negocia con altos mandos egipcios una transición pilotada por los militares

La Casa Blanca negocia con oficiales egipcios un plan para que Hosni Mubarak abandone el poder inmediatamente, según informa The New York Times. El vicepresidente Omar Suleimán lideraría el Gobierno de transición con apoyo del Ejército.

En concreto, representarían a la institución, junto a Suleimán -exjefe de los servicios secretos y mano derecha del presidente-, Sami Enan, el jefe de las fuerzas armadas, y el ministro de Defensa, el militar Mohamed Tantawi. Su labor principal sería lanzar una reforma constitucional. El plan de transición incluiría también la creación de un panel de miembros de la oposición, incluidos los islamistas Hermanos Musulmanes, encargado de modificar el sistema electoral y asegurar unos comicios limpios en septiembre.

Negociaciones con el Ejército

Las fuentes consultadas por el diario, que incluyen miembros de la administración estadounidense y diplomáticos árabes, aseguran que las autoridades de EE UU están discutiendo la salida de Mubarak con altos oficiales egipcios, pero no con el mismo presidente. ¿Incluye este proyecto la referencia a un germen de golpe de Estado? No queda nada claro.

A medida que crece la tensión en las calles de El Cairo, los círculos de poder más próximos a Mubarak temen que la dimisión del presidente no sea suficiente para calmar a la exacerbada oposición. De ahí que el plan de una salida inmediata gane partidarios en el Ejército. "Lo que le preocupa ahora a Mubarak es que, si acepta, haya más peticiones", explica a The New York Times, Leslie H. Gelb, presidente emérito del Consejo de asuntos exteriores. "Visto que no está negociando con una entidad legal, sino con las masas, ¿cómo sabe que no le van a exigir algo más mañana?".

Los funcionarios advirtieron de que el resultado de las operaciones dependerá de varios factores, entre ellos la evolución de las manifestaciones en las calles de El Cairo, que deberían recrudecerse hoy viernes.

Suleimán, el nuevo hombre de EE UU

En los últimos días se había especulado con la posibilidad de que EE UU intentara forzar la salida del que hasta hace poco era uno de sus hombres de confianza en Oriente Medio. Las últimas revelaciones confirman que la Administración Obama tenía activados planes en esta dirección, también arroja luz sobre los movimientos de los últimos días. Tras reuniones con líderes políticos y especialistas en política egipcia, los enviados estadounidenses han confirmado su primera opinión: que el vicepresidente, Suleimán, es la figura que más garantías ofrecen para una transición ordenada. Con su ascensión el poder no se alejaría del Ejército, la institución omnipotente en Egipto en el último siglo -todos los jefes de Estado desde Nasser salieron de sus filas-, y quedaría fuera del alcance de los Hermanos Musulmanes, quienes, en tanto que islamistas, representan el hombre del saco para los EE UU.

Sin embargo, algunas de las fuentes consultadas por el diario insistieron en que no existen pruebas de que ni Suleimán ni las Fuerzas Armadas estén dispuestos a abandonar a Mubarak.

Fuente Diario "EL PAIS"

Los anti-Mubarak desafían el miedo y se concentran desde la madrugada en la plaza Tahrir

Tensa espera ante la manifestación masiva con una redoblada presencia militar en las calles el día del ultimátum dado por la oposición al presidente egipcio para que se vaya

Centenares de egipcios contrarios al régimen de Hosni Mubarak ocupan desde las 7,30 de la madrugada hora local la Plaza de Tahrir en el centro de El Cairo. Parece que la estrategia del miedo no ha funcionado con ellos, que los intentos durante dos días seguidos de lincharlos no les han vencido, y hoy tienen hasta música por megafonía para acompañar este «viernes de la salvación», como lo han dado en llamar. Es también el viernes del ultimátum dado al presidente por el comité de fuerzas opositoras para que se marche.

Los partidarios del presidente, -muchos de ellos a sueldo- era pequeño al amanecer. Han estado calmados toda la noche. Puede, simplemente que se hayan ido a coger fuerzas o se hayan repartido por otros barrios de la capital.
Redoblada presencia militar

Lo que sí se ve hoy es una redoblada presencia militar en el corazón de El Cairo. Son sobre todo soldados a pie, en filas, controlando las carreteras y puentes que desembocan en Tahrir. Son, por primera vez, las fuerzas especiales, los paracaidistas, la élite militar que Mubarak ha tenido estos días atrás vigilando exclusivamente ministerios e instituciones. Se ven, por el contrario, menos tanques.

El Ejército está siendo el agente más imprevisible y más inquietante sobre el terreno de esta crisis. Sería imaginable que su papel hoy es estar en las calles para tratar de frenar a posibles alborotadores y no para detener a quienes llegan a manifestarse pacíficamente contra el régimen. El recién nombrado primer ministro, Ahmed Rafiq, se disculpó por televisión ante sus ciudadanos el jueves por el «error de seguridad» que había permitido los gravísimos disturbios del día anterior en El Cairo y anunció su determinación de que no se volvieran a repetir.

Vienen heridos a navajazos»

Alia ha dejado a un lado su misión de observadora en Alejandría para asistir a los agredidos en Tahrir

Alia Mossallam sigue en primera persona los sucesos en la plaza de Tahrir. Junto a un grupo de amigos forma parte del núcleo duro que resiste el asedio de los seguidores de Mubarak. Desde la tarde del miércoles, éstos imponen su ley en las calles de El Cairo con total impunidad y tratan de hacerse con el control de la plaza. Ahora está en la capital, pero su trabajo como observadora de la organización Human Rights Watch le llevó a cubrir el estallido de la revuelta en Alejandría, segunda ciudad más importante, a 225 kilómetros al norte de El Cairo.

Allí realizó un informe sobre «la respuesta de las fuerzas de la seguridad ante las protestas», un trabajo que no puede realizar en Tahrir porque «aquí me dedico a atender a los heridos, están llegando muchos, sobre todo por piedras y navajas».

A sus 29 años, ha hecho un paréntesis en su doctorado (sobre la canción protesta en Egipto en los años 50 y 60 en la London School of Economics) para vivir «unos sucesos históricos» para el país. La misma decisión que han tomado miles de jóvenes egipcios en el extranjero, que han volado de vuelta a sus hogares para unirse a la revuelta. «Las protestas en El Cairo y Alejandría son diferentes debido al tamaño de las ciudades, allí todo ocurre más rápido. Aquí todo el mundo tiene que llegar hasta la plaza de Tahrir, pero en Alejandría la revolución empieza en cada calle», asegura Alia. En su informe recogió «los disparos de armas de fuego contra la multitud por parte de la Policía» y la «capacidad de los hospitales para convertirse inmediatamente en salas de emergencia para tratar al gran número de víctimas».

Tras la salida de los seguidores de Hosni Mubarak a las calles, la protesta pacífica de la oposición se ha convertido en una batalla campal que se ha cobrado al menos diez muertos y miles de heridos. «Es su forma de jugar, un intento de reventar lo que estaba siendo una protesta masiva y tranquila para pedir la dimisión del presidente, pero no lo conseguirán», augura esta joven activista. Lamenta además los ataques contra extranjeros —periodistas o no— y los enmarca dentro de «una política de silencio informativo» por parte de unas autoridades que «no quieren que el mundo vea lo que está pasando».

Fuente Diario "ABC"

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