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sábado, 29 de enero de 2011
GAGOMILITARIA NOTICIAS.- MUBARAK, CESA A SU GOBIERNO, PERO NO CEDE
El presidente egipcio, Hosni Mubarak, ha asegurado en la primera intervención desde que comenzaron las manifestaciones en el país que él siempre ha estado "muy cerca de las peticiones de la gente" y que respeta lo que "los manifestantes piden".
Por eso, Mubarak no va a dimitir y lo que ha decidido es cesar a todo su Ejecutivo y nombrar a un nuevo Gobierno este mismo sábado.
El máximo dirigente egipcio terminaba así con todas las especulaciones que habían surgido durante la tarde sobre su futuro y el futuro del país. Mubarak ha lamentado la pérdida de "vidas de inocentes" durante las revueltas, más de una veintena en todo el país, según el último balance.
Pero ha pedido a los egipcios que no se dejen llevar por los "malos ejemplos dados por algunos", porque "hay una fina línea entre la libertad y el caos".
"Yo he estado muy cerca de las peticiones de la gente y respeto lo que los manifestantes están pidiendo. De hecho, sin libertad no se hubieran podido producir estas protestas", aclaraba el presidente egipcio durante su discurso.
Además, ha advertido de que no se van a permitir saqueos que podrían ir en contra de Egipto y ha llamado a "cada hombre y cada mujer a defender el bien público del país".
Con la intención de calmar la situación, Mubarak ha anunciado que se van a tomar nuevas medidas económicas para reducir el desempleo y mejorar la Sanidad y la Educación.
Ni Mubarak ni el toque de queda pueden con las protestas
Ni el toque de queda ni la promesa del presidente Hosni Mubarak de cambiar el Gobierno han sacado a los egipcios de las calles ni acallado su clamor para que haya un cambio total del régimen que está vigente desde hace 30 años.
informes médicos dieron cuenta de que las manifestaciones de este viernes han sido las más sangrientas desde que comenzaran las protestas de los últimos días, con una treintena de muertos, tanto en El Cairo como en la ciudad de Suez.
Esta noche, en El Cairo se veían menos policías que los que habitualmente están apostados en esta capital, con las calles a merced de los manifestantes y la vigilancia de los militares, colocados en lugares estratégicos.
La retirada parcial de la policía comenzó poco después de que Mubarak ordenara el toque de queda en el Gran Cairo, Alejandría y Suez, los principales focos de las protestas, y ordenara al Ejército que ayudara a la policía para garantizar la seguridad del país.
Lejos de lograr su propósito, el de calmar a la población para que volviera a casa, las palabras de Mubarak calentaron más los ánimos de los manifestantes que aún estaban en las calles, y también se ganaron las críticas de los grupos de la oposición.
"El discurso de Mubarak no cumple con las aspiraciones del pueblo", señaló en un comunicado la Asamblea Nacional para el Cambio, liderada por el premio nobel de la paz Mohamed el Baradei, que llegó anoche a El Cairo para sumarse a estas protestas.
Según esta organización, creada hace un año para impulsar reformas electorales y políticas en el país, los egipcios deben persistir en las protestas que protagonizan desde el martes pasado, "hasta que se vaya Mubarak".
La Asamblea Nacional para el Cambio también pidió la formación de un gobierno provisional "de salvamento nacional", la disolución del Parlamento, la anulación de la Ley de Emergencia vigente desde 1981 y la liberación de los detenidos políticos.
Otro partido de la oposición, el Ghad, liderado por el excandidato presidencial Ayman Nur, rechazó también el discurso y dijo que no se corresponde con las peticiones populares.
"Lamentamos que él no haya entendido estas peticiones por un cambio", agregó el grupo político.
Arde la sede del partido gobernante
Por su parte, Abdelmenam Abdelfatah, dirigente de los Hermanos Musulmanes, el principal grupo de la oposición, respondiendo al discurso de Mubarak, insistió en que el gobernante deje el poder y pidió la ayuda del Ejército para mantener la seguridad.
Mubarak ordenó el viernes al Ejército que asista a la Policía tras las protestas registradas en El Cairo y otras ciudades del país, y, cuando llegaron a las calles, los soldados fueron recibidos con muestras de júbilo por los ciudadanos.
Todo ello mientras la sede central del gobernante Partido Nacional Democrático (PND) era devorada por las llamas por un incendio que estalló durante las protestas, como señal de la clara descomposición del régimen que se vive desde las últimas horas.
Se desconoce cuáles serán los siguientes pasos si los anuncios de Mubarak no logran parar las revueltas.
"Sé que la gente no está contenta con el discurso", dijo a la cadena qatarí Al Yazira el parlamentario del PND Mustafa el Fiki.
Fuente Diario "EL MUNDO"
Mubarak hace caer al Gobierno para frenar la revuelta pero se aferra al poder
El presidente, acorralado por las protestas, anuncia la formación de un nuevo Gabinete y promete reformas en su primer mensaje a la nación desde que estalló la revuelta.- Al menos 29 muertos y un millar de heridos en los choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad
Egipto se hunde en el caos. Ciudades como El Cairo, Alejandría y Suez son desde ayer un campo de batalla. Centenares de miles de personas se enfrentan a la policía y al Ejército. Se contabilizan al menos 29 muertos y más de 1.000 heridos.
Los egipcios desafían una feroz exhibición de violencia policial para exigir la dimisión del presidente Hosni Mubarak. Han sido inútiles la declaración de un toque de queda desde las seis de la tarde y el gas lacrimógeno, las balas de goma y los disparos al aire. Ha sido inútil imponer un apagón de comunicaciones que inutilizó los móviles e Internet y sacar los tanques. El régimen de Hosni Mubarak está al borde del colapso.
El presidente egipcio se dirigió anoche a la nación por medio de un mensaje emitido por la cadena estatal Nile TV, en lo que supone la primera reacción del régimen a la oleada de protestas. Mubarak dejó claro que no tiene la menorintención de seguir el ejemplo de su homólogo tunecino Zine el Abidine Ben Ali,que dejó el poder el 14 de enero forzado por la contestación popular. El raisegipcio, que dijo haber asumido personalmente el control de la seguridadnacional, anunció la formación de un nuevo Gobierno, cuya composición seconocerá hoy, y aseguró entender las reclamaciones de libertad de losmanifestantes, siempre que se formulen de una manera pacífica y legal. "Estoyal lado de la libertad de cada ciudadano", dijo, pero "hay una delgada línea entrela libertad y el caos", informa Reuters.
"Trabajaré por la seguridad y por la libertad [de los egipcios]", así como por mejorar la economía del país, añadió el mandatario."Se darán nuevos pasos hacia la democracia y la libertad y para afrontar el desempleoy mejorar las condiciones de vida y servicios, así como para ayudar a los másnecesitados", dijo, en referencia a un futuro programa de reformas.
El mensaje del presidente egipcio ponía fin al peor día de protestas desde que la contestación popular contra el régimen prendió el pasado martes. Las palabras de Mubarak, sin embargo, no calmaron a la multitud que continúa la calle y asegura que no la abandonará hasta que Mubarak deje el poder, informa Nuria Tesón. Los pequeños comercios de comida abrieron sus puertas aprovechando la emisión del discurso por televisión. Los manifestantes se acercaron a repostar y seguir las palabras del mandatario. "Es lo mismo de siempre", protestaban, algunos de ellos llenos de golpes después de un día de disturbios. "No creemos en las reformas. Mubarak tiene que irse".
La oposición oficial tampoco dio demasiado crédito a las palabras del rais e insistieron en la necesidad de que el gobernante renuncie. "El discurso de Mubarak no cumple con las aspiraciones del pueblo", señaló un comunicado de la Asamblea Nacional para el Cambio, liderada por el Premio Nobel de la paz Mohamed el Baradei.
Ímpetu revolucionario
La multitud, joven y enardecida, está furiosa. Décadas de represión y miseria han estallado en una jornada de ira de ímpetu revolucionario. El país más importante y populoso del mundo árabe, el principal aliado de Estados Unidos (tras Israel) en Oriente Próximo, la sociedad que de alguna forma marca el patrón regional, está anoche en llamas. En El Cairo, el humo negro de las barricadas incendiadas se ha mezclado todo el día con el gas lacrimógeno y envuelve la ciudad en una nube de pesadilla y a la vez de euforia. Hay un precio: al menos 29 muertos en todo el país, según France Presse, y más de 1.000 heridos en la capital.
Los egipcios, siempre pacientes y bienhumorados, soportaron la opresión y la corrupción hasta que, sin previo aviso, estallaron. La protesta que surgió el martes en Internet, sin líderes, sin programa, sin otra ambición que romper cadenas, se amplió en unos días hasta abarcar a la población entera, o, al menos, a la enorme población urbana: solo en El Cairo viven más de 20 de los 80 millones de habitantes de Egipto. Los islamistas de los Hermanos Musulmanes se unieron a grupos cristianos, profesionales de clase media, muchachos frustrados, obreros, comerciantes, y salieron a la calle con un valor insospechado.
Represión brutal
La policía utilizó los recursos más brutales, pero también los más mezquinos del manual de la represión. Los antidisturbios lanzaron tanto gas lacrimógeno que se ahogaron a sí mismos. E intentaron encubrir su actuación atacando a periodistas (el número de incidentes en este ámbito es incontable y destaca entre ellos el cierre de la sede de la televisión Al Yazira), prohibiendo a los turistas que tomaran fotos desde sus hoteles y sometiendo al país a un "apagón" de telecomunicaciones. "No podemos enviarnos mensajes, pero sabemos dónde ir y qué hacer porque la calle es nuestra, no de ellos", explicó a gritos un joven embozado poco después de devolver a los antidisturbios un bote de gas.
Mohamed el Baradei, el ex director del Organismo Internacional de la Energía Atómica y Premio Nobel de la Paz que volvió el jueves a El Cairo desde su domicilio austriaco y se propone como alternativa presidencial a Mubarak, fue retenido por la mañana en la mezquita a la que acudió a rezar y luego fue sometido a arresto domiciliario, confirmaron ayer fuentes oficiales, para que no lanzara nuevos mensajes a la población. La medida no tuvo efecto alguno. La revuelta sin líderes, inspirada en la de Túnez pero muchísimo más voluminosa, tenía vida propia.
Una de las batallas más duras de la jornada se desarrolló sobre el céntrico puente del 6 de Octubre [VIDEO], que conduce a la simbólica plaza de Tahrir (Liberación) -tomada por blindados del Ejército a medianoche- y está próximo a varios edificios gubernamentales y al Museo Egipcio, amenazado anoche por un incendio cercano. Miles de manifestantes intentaron cruzarlo durante más de dos horas, en sucesivos asaltos masivos que fueron rechazados una y otra vez por policías antidisturbios y policías camuflados. El gas lacrimógeno, el agua a presión, las balas de goma y las granadas sónicas convirtieron el puente en un infierno. Del lado de Zamalek, donde se reagrupaban los manifestantes, había jóvenes sangrando o semiasfixiados. Algo parecido ocurría del lado de Tahrir, donde policías deshidratados se desmayaban en brazos de sus compañeros, sin fuerzas para despojarse del casco y el escudo. Cuando los muecines llamaban a la oración desde los minaretes el fragor se convertía en silencio: los manifestantes se arrodillaban para rezar y los policías reculaban. Luego se reanudaba el choque.
Cruzado el puente del 6 de Octubre, el foco de los enfrentamientos se desplazó a los alrededores del hotel Hilton, unos 100 metros al norte de la plaza de Tahrir. Decenas de manifestantes se cobijaron junto al hotel, atrayendo a los antidisturbios y aterrorizando a los turistas, que observaban los choques desde el otro lado de las cristaleras o desde los balcones. Bajo la presión policial, unas 100 personas acabaron derribando las puertas y entrando en el vestíbulo del hotel. Algunos sangraban. El establecimiento se llenó de inmediato de gas lacrimógeno. "Adiós, Mubarak", gritaban los chicos, a la vez que pedían disculpas a los clientes. El personal del hotel se ocupó de distribuir agua y toallas mojadas entre los refugiados, que al cabo de una hora fueron volviendo a la calle. En otros hoteles, como el Intercontinental Semíramis, la policía cerró las puertas con candados y prohibió entradas y salidas.
El aire de la ciudad era irrespirable. El quiosquero de la parada de autobuses cercana a Tahrir permanecía, sin embargo, en su puesto, con la boca cubierta por un pañuelo húmedo. Era la única persona impasible en pleno caos. "Alá me protege", dijo, cuando se le preguntó por qué desafiaba la tormenta a su alrededor.
Fuente Diario "EL PAIS"
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