La CIA no volverá a usar campañas de vacunación como tapadera en el espionaje
La Casa Blanca acepta las quejas de un grupo de decanos y da marcha atrás
Yolanda Monge Washington 20 MAY 2014 - 18:51 CET20
En contadas ocasiones la Administración norteamericana discute o explica temas que tengan que ver con el espionaje que su país realiza en el exterior –o interior- de EE UU, lo que hace todavía más relevante el hecho de que la Casa Blanca haya anunciado su compromiso de no volver a usar nunca una campaña de vacunación como tapadera en una operación de inteligencia.
Dieciseis meses después de que una docena de rectores de institutos de salud pública de EE UU escribieran al presidente Barack Obama en enero de 2013 protestando por el caso Afridi, la Casa Blanca, aunque no reconoce haber cometido ningún error sobre su decisión de usar un programa de vacunación de hepatitis en Abbottabad (Pakistán), donde se escondía Osama Bin Laden, para lograr muestras de ADN que permitieran saber que allí estaba el líder de Al Qaeda, sí da marcha atrás.
“Este caso es único y requería un análisis a fondo y una profunda revisión por nuestra parte antes de hacer cualquier tipo de anuncio público”, declaró un alto cargo de la Administración Obama en respuesta a por qué se ha tardado casi año y medio en responder a la queja de los rectores.
Pero sin reconocer el error, la Casa Blanca corrige su método y garantiza que no utilizará el material genético obtenido a través de esas falsas campañas de vacunación, además de que no volverá a usarlas en sus operaciones de espionaje. Un portavoz de la CIA aseguraba que el director de la Agencia, John Brennan, “se ha tomado muy en serio las preocupaciones expresadas por la comunidad de salud pública”.
Anterior a la muerte de Osama Bin Laden a manos de un grupo de Navy Seals en mayo de 2011 en su guarida de Abbottabad, la agencia de inteligencia utilizó al médico paquistaní Shakil Afridi en una operación de vacunación encubierta en las cercanías del recinto en el que se refugiaba el líder de Al Qaeda, para en realidad tomar muestras de ADN que permitieran establecer que había familiares de Bin Laden en la zona y ratificar sus sospechas de que el cerebro de los ataques del 11-S vivía en aquel pueblo de Pakistán.
Sin entrar en detalles –la CIA no los aporta-, la operación con Afridi fracasó y el médico fue condenado a más de 30 años de cárcel en Pakistán por traición. Su sentencia fue revocada y ahora Afridi espera entre rejas un nuevo juicio.
Pero más allá de la vida truncada del doctor-espía, la falsa campaña de vacunación llevó a que se extendiera la desconfianza hacia cualquier grupo de médicos o enfermeros que pretendían programas de inmunización, tales como la polio, enfermedad sobre la que la OMS declaró a principios de este mes alerta mundial ante el aumento de casos de un mal que se creía erradicado.
El fraude que representaba el doctor Afridi fue revelado en 2011, tras la muerte de Bin Laden, por un periódico británico y confirmado por el entonces director de la CIA Leon Panetta. La exposición a la luz pública de la estratagema llevó a que varios grupos de aldeanos de las zonas tribales en la frontera afgana y grupos de talibanes dieran por abierta la veda contra los trabajadores sociales que llevaban a cabo auténticas campañas de vacunación, acusándolos de espías. En su momento, la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoció que la treta de la Agencia de Inteligencia norteamericana había sido sin duda un duro revés para los esfuerzos de sus campañas.
El anuncio de la CIA de que no camuflará sus misiones en otras sanitarias es un respiro en la lucha para erradicar la poliomielitis en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó ese reto en 1988, y se dio puso como objetivo para cumplirlo el año 2000. Obviamente no se ha cumplido. Fue un alarde de optimismo después de que en 1980 se declarara al mundo libre de viruela, otra enfermedad infecciosa y que compartía con la polio la existencia de una vacuna sencilla de administrar.
Aunque ha habido una sustancial reducción de los casos de polio desde que se empezaron las campañas de vacunación masivas (de más de 350.000 en 1988 a 223 casos notificados en 2012), en los últimos dos años ha habido un repunte. En 2013, la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio registró 416 casos. En los primeros cinco meses de 2014 ha habido un repunte de la enfermedad que ha llevado a la OMS a declarar una alerta internacional. En números absolutos, en lo que va de año la lleva registrados 77 casos en 10 países, frente a 33 en el mismo periodo del año anterior. Pero en términos relativos el aumento es del 133%, lo que resulta preocupante.
El uso de espías camuflados en misiones sanitarias ha sido un obstáculo importante para conseguir llevar la vacuna a algunas zonas de países como Afganistán, Pakistán o Nigeria, los tres que se consideran endémicos para la enfermedad. De hecho, tras extenderse el rumor —nunca oficialmente confirmado— de que así se había localizado el escondrijo de Bin Laden hubo varios ataques a partidas de personal sanitario en Pakistán y Nigeria, con un par de decenas de muertes entre los voluntarios.
El recelo a estas campañas [occidentales] no es nuevo. También en referencia a la polio, hace 10 años hubo un parón en las actividades de vacunación al norte de Nigeria. Entonces los grupos islamistas que dominan esos territorios extendieron el rumor de que los fármacos producían esterilidad en la población, lo que se interpretó como un intento de las potencias occidentales para reducir el auge demográfico del país —que ya es la primera economía del continente—, se supone que con fines de dominio imperialista.
Dieciseis meses después de que una docena de rectores de institutos de salud pública de EE UU escribieran al presidente Barack Obama en enero de 2013 protestando por el caso Afridi, la Casa Blanca, aunque no reconoce haber cometido ningún error sobre su decisión de usar un programa de vacunación de hepatitis en Abbottabad (Pakistán), donde se escondía Osama Bin Laden, para lograr muestras de ADN que permitieran saber que allí estaba el líder de Al Qaeda, sí da marcha atrás.
“Este caso es único y requería un análisis a fondo y una profunda revisión por nuestra parte antes de hacer cualquier tipo de anuncio público”, declaró un alto cargo de la Administración Obama en respuesta a por qué se ha tardado casi año y medio en responder a la queja de los rectores.
Anterior a la muerte de Osama Bin Laden, la CIA utilizó una operación de vacunación encubierta en las cercanías del recinto en el que se refugiaba el líder de Al Qaeda.
Anterior a la muerte de Osama Bin Laden a manos de un grupo de Navy Seals en mayo de 2011 en su guarida de Abbottabad, la agencia de inteligencia utilizó al médico paquistaní Shakil Afridi en una operación de vacunación encubierta en las cercanías del recinto en el que se refugiaba el líder de Al Qaeda, para en realidad tomar muestras de ADN que permitieran establecer que había familiares de Bin Laden en la zona y ratificar sus sospechas de que el cerebro de los ataques del 11-S vivía en aquel pueblo de Pakistán.
Sin entrar en detalles –la CIA no los aporta-, la operación con Afridi fracasó y el médico fue condenado a más de 30 años de cárcel en Pakistán por traición. Su sentencia fue revocada y ahora Afridi espera entre rejas un nuevo juicio.
Pero más allá de la vida truncada del doctor-espía, la falsa campaña de vacunación llevó a que se extendiera la desconfianza hacia cualquier grupo de médicos o enfermeros que pretendían programas de inmunización, tales como la polio, enfermedad sobre la que la OMS declaró a principios de este mes alerta mundial ante el aumento de casos de un mal que se creía erradicado.
El fraude que representaba el doctor Afridi fue revelado en 2011, tras la muerte de Bin Laden, por un periódico británico y confirmado por el entonces director de la CIA Leon Panetta. La exposición a la luz pública de la estratagema llevó a que varios grupos de aldeanos de las zonas tribales en la frontera afgana y grupos de talibanes dieran por abierta la veda contra los trabajadores sociales que llevaban a cabo auténticas campañas de vacunación, acusándolos de espías. En su momento, la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoció que la treta de la Agencia de Inteligencia norteamericana había sido sin duda un duro revés para los esfuerzos de sus campañas.
Una erradicación en peligro
EMILIO DE BENITO
Aunque ha habido una sustancial reducción de los casos de polio desde que se empezaron las campañas de vacunación masivas (de más de 350.000 en 1988 a 223 casos notificados en 2012), en los últimos dos años ha habido un repunte. En 2013, la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio registró 416 casos. En los primeros cinco meses de 2014 ha habido un repunte de la enfermedad que ha llevado a la OMS a declarar una alerta internacional. En números absolutos, en lo que va de año la lleva registrados 77 casos en 10 países, frente a 33 en el mismo periodo del año anterior. Pero en términos relativos el aumento es del 133%, lo que resulta preocupante.
El uso de espías camuflados en misiones sanitarias ha sido un obstáculo importante para conseguir llevar la vacuna a algunas zonas de países como Afganistán, Pakistán o Nigeria, los tres que se consideran endémicos para la enfermedad. De hecho, tras extenderse el rumor —nunca oficialmente confirmado— de que así se había localizado el escondrijo de Bin Laden hubo varios ataques a partidas de personal sanitario en Pakistán y Nigeria, con un par de decenas de muertes entre los voluntarios.
El recelo a estas campañas [occidentales] no es nuevo. También en referencia a la polio, hace 10 años hubo un parón en las actividades de vacunación al norte de Nigeria. Entonces los grupos islamistas que dominan esos territorios extendieron el rumor de que los fármacos producían esterilidad en la población, lo que se interpretó como un intento de las potencias occidentales para reducir el auge demográfico del país —que ya es la primera economía del continente—, se supone que con fines de dominio imperialista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario