Golpe de Estado en Tailandia
Golpe de estado en Tailandia
El ejercitó tailandés ha anunciado que toma el control del país y suspende todos los derechos constitucionales. El jefe de las fuerzas armadas, Prayuth Chan-Ocha, se ha dirigido a la nación en un mensaje televisado para asegurar que la asonada es el camino "más rápido" para reestablecer la estabilidad. Su decisión llega dos días después de haber decretado la Ley Marcial y tras asegurar que no tenía intención de usurpar el poder civil.
El golpe de Estado ha sido ordenado minutos después de que fracasara una reunión promovida por los generales para forzar un acuerdo entre las facciones políticas que se han enfrentado en los últimos seis meses. Los generales han ordenado la detención de los negociadores de ambos bandos y han asegurado que serán ellos quienes lleven a cabo los cambios que necesita la nación. Su acción está destinada a "reformar la estructura política, la economía y la sociedad", según el general Prayuth.
Los militares tailandeses han derrocado otros 11 gobiernos desde el restablecimiento de la monarquía constitucional en 1932. La vez anterior fue en 2006, cuando destituyeron al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra en una acción que originó la actual crisis política e inició el pulso entre seguidores y opositores del magnate tailandés, hoy en el exilio. Los mismos bandos se encontraban esta mañana, ochos años después, manifestándose en diferentes partes de Bangkok.
Los militares han sido tradicionalmente favorables a los opositores que en los últimos seis meses han tratado de derrocar al gobierno y contrarios al clan político más poderoso del país, liderado en los últimos años por Yingluck Shinawatra, la hermana del primer ministro depuesto en 2006. La alianza antigubernamental incluye a la judicatura que semanas atrás destituyó a la líder del país y a Suthep Thaugsuban, un ex senador que desde octubre ha buscado paralizar el país con la toma de ministerios, instituciones y avenidas de Bangkok.
El golpe de Estado difícilmente pondrá fin a la división, complicada por el hecho de que los seguidores de Thaksin se han impuesto en todas las elecciones desde 2001 y siguen contando con un apoyo mayoritario. Las elites de Bangkok, que durante décadas han prosperado al abrigo de la monarquía, ven con recelo la emergencia de una conciencia política en clases sociales que solían aceptar que sus destinos fueran decididos en Bangkok. Thaksin Shinawatra fue, con sus medidas populistas, y a pesar de sus políticas autoritarias y las acusaciones de corrupción, el primer político que logró unir bajo un mismo movimiento a las capas más desfavorecidas.
La profunda fractura social de Tailandia se ha agravado en los últimos años al mezclarse con los intereses de los caciques políticos que dicen representar a cada bando. Thaksin Shinawatra se encuentra en el exilio para evitar cumplir una condena de prisión por corrupción. Su principal rival, Suthep Thaugsuban, ha organizado las manifestaciones de los últimos meses a pesar de que existía una orden de arresto contra él por su implicación en la muerte de decenas de manifestantes mientras ocupaba el cargo de viceprimer ministro, en 2010.
Los militares tailandeses no son conocidos por su paciencia con la democracia o sus instituciones. Aunque existen dudas de que pasados golpes hayan contribuido a mejorar la situación del país, todo indica que han sido beneficiosos para la institución castrense. Una de las primeras medidas del ejército tailandés tras su golpe de Estado de 2006, el decimoctavo desde 1932, fue sentar a sus mandos en los consejos de administración de las principales empresas púbicas del país. El presupuesto de Defensa fue doblado durante un año de gobierno que terminó ante la incapacidad de los generales para administrar la nación.
Al anochecer, las calles de Bangkok estaban en calma después de que los militares decretaran un toque de queda entre las 10 de la noche y las cinco de la mañana. Las reuniones políticas han sido prohibidas y los manifestantes que ocupaban las calles se han retirado a sus casas. "Pedimos al público que no se alarme y que siga con sus vidas con normalidad", ha dicho el general golpista Prayuth.
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El golpe de Estado ha sido ordenado minutos después de que fracasara una reunión promovida por los generales para forzar un acuerdo entre las facciones políticas que se han enfrentado en los últimos seis meses. Los generales han ordenado la detención de los negociadores de ambos bandos y han asegurado que serán ellos quienes lleven a cabo los cambios que necesita la nación. Su acción está destinada a "reformar la estructura política, la economía y la sociedad", según el general Prayuth.
Anuncio de la asonada.
Los militares tailandeses han derrocado otros 11 gobiernos desde el restablecimiento de la monarquía constitucional en 1932. La vez anterior fue en 2006, cuando destituyeron al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra en una acción que originó la actual crisis política e inició el pulso entre seguidores y opositores del magnate tailandés, hoy en el exilio. Los mismos bandos se encontraban esta mañana, ochos años después, manifestándose en diferentes partes de Bangkok.
Ocaso del rey Bhumibol
La nueva intervención del ejército llega en el ocaso del reinado del rey Bhumibol, debilitado por problemas de salud a sus 86 años, y en medio de una división social que enfrenta a las clases urbanas, las elites, los sectores monárquicos y la burocracia estatal frente a las poblaciones campesinas del norte y las clases trabajadoras de las ciudades. "Protegeremos a la monarquía", dijo el general golpista Prayuth al reiterar su lealtad a la corona.Los militares han sido tradicionalmente favorables a los opositores que en los últimos seis meses han tratado de derrocar al gobierno y contrarios al clan político más poderoso del país, liderado en los últimos años por Yingluck Shinawatra, la hermana del primer ministro depuesto en 2006. La alianza antigubernamental incluye a la judicatura que semanas atrás destituyó a la líder del país y a Suthep Thaugsuban, un ex senador que desde octubre ha buscado paralizar el país con la toma de ministerios, instituciones y avenidas de Bangkok.
El golpe de Estado difícilmente pondrá fin a la división, complicada por el hecho de que los seguidores de Thaksin se han impuesto en todas las elecciones desde 2001 y siguen contando con un apoyo mayoritario. Las elites de Bangkok, que durante décadas han prosperado al abrigo de la monarquía, ven con recelo la emergencia de una conciencia política en clases sociales que solían aceptar que sus destinos fueran decididos en Bangkok. Thaksin Shinawatra fue, con sus medidas populistas, y a pesar de sus políticas autoritarias y las acusaciones de corrupción, el primer político que logró unir bajo un mismo movimiento a las capas más desfavorecidas.
La profunda fractura social de Tailandia se ha agravado en los últimos años al mezclarse con los intereses de los caciques políticos que dicen representar a cada bando. Thaksin Shinawatra se encuentra en el exilio para evitar cumplir una condena de prisión por corrupción. Su principal rival, Suthep Thaugsuban, ha organizado las manifestaciones de los últimos meses a pesar de que existía una orden de arresto contra él por su implicación en la muerte de decenas de manifestantes mientras ocupaba el cargo de viceprimer ministro, en 2010.
Los militares tailandeses no son conocidos por su paciencia con la democracia o sus instituciones. Aunque existen dudas de que pasados golpes hayan contribuido a mejorar la situación del país, todo indica que han sido beneficiosos para la institución castrense. Una de las primeras medidas del ejército tailandés tras su golpe de Estado de 2006, el decimoctavo desde 1932, fue sentar a sus mandos en los consejos de administración de las principales empresas púbicas del país. El presupuesto de Defensa fue doblado durante un año de gobierno que terminó ante la incapacidad de los generales para administrar la nación.
Al anochecer, las calles de Bangkok estaban en calma después de que los militares decretaran un toque de queda entre las 10 de la noche y las cinco de la mañana. Las reuniones políticas han sido prohibidas y los manifestantes que ocupaban las calles se han retirado a sus casas. "Pedimos al público que no se alarme y que siga con sus vidas con normalidad", ha dicho el general golpista Prayuth.
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El jefe del Ejército tailandés será el nuevo primer ministro de forma interina
Día 22/05/2014 - 20.54h
Dos días después de declarar la ley marcial, los militares citan a los líderes «rojos» y «amarillos» para dialogar y los detienen. El general Prayuth Chan Ocha asume el poder
El jefe del Ejército tailandés, general Prayuth Chan Ocha, será el nuevo primer ministro del país de forma interina tras el golpe de Estado que se ha producido este jueves y hasta que se designe un nuevo jefe de Gobierno y un nuevo Ejecutivo, según informa el diario «The Nation». Así lo ha anunciado esta noche el Consejo Nacional para el Mantenimiento de la Paz y el Orden, nombre con el que los militares han bautizado a la junta que dirigirá desde ahora el país con el objetivo declarado de restaurar el orden tras meses de inestabilidad y para llevar a cabo reformas políticas.
A primera hora de la tarde, el general anunciaba a los tailandeses en un discurso televisado que el Ejército tomaba las riendas del país tras fracasar sus conversaciones con los representantes de las fuerzas políticas enfrentadas para buscar una salida a la crisis. «Para que el país vuelva a la normalidad rápidamente, el Comité Nacional para el Mantenimiento de la Paz, integrado por el Ejército, las Fuerzas Armadas tailandesas, y la Fuerza Aérea y la Policía tienen que tomar el poder desde las 16:30 horas del 22 de mayo», ha explicado el general en su intervención.
El Ejército de Tailandia ha dado este jueves un golpe de Estado para acabar con la inestabilidad política que vive este país del Sudeste Asiático, que lleva siete meses de protestas contra el Gobierno. Hace dos días, los militares decretaron la ley marcial para obligar a negociar a las dos facciones que se disputan el poder y mantiene retenidos a varios ministros del Gobierno, entre ellos al responsable de Justicia.
Por un lado están los «camisas amarillas», que pertenecen a la clase media urbana y han adoptado el color de venerado rey Bhumibol. Y, por el otro, los "camisas rojas", campesinos pobres del interior que apoyan al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, en el exilio tras su condena por corrupción. Su hermana Yingluck, que ganó las elecciones celebradas en julio de 2011, fue destituida como primera ministra hace tres semanas por orden del Tribunal Constitucional por abuso de poder para beneficiar a un familiar. [Puedes ver aquí todas las imágenes del golpe de Estado]
Tras citar a los líderes de ambos bandos para dialogar, el Ejército los ha detenido y ha anunciado en televisión que asume el control para restablecer el orden, protagonizando así el vigésimo golpe de Estado desde el fin del absolutismo en 1932, de los que doce tuvieron éxito. “Es necesario para el Mando para el Mantenimiento del Orden y la Paz, que incluye al Ejército, la Armada, las Fuerzas Aéreas y la Policía, tomar el control del Gobierno”, se justificó el general Prayuth Chan-ocha, rodeado de los jefes de los distintos Estados Mayores.
A continuación, los soldados rodearon el lugar donde se estaban reuniendo los políticos «amarillos» y «rojos» y detuvo a sus cabecillas. Entre ellos figura el jefe del Gobierno interino y cuatro ministros, así como el líder de los «camisas rojas», Jatuporn Prompan, y su rival de los “camisas amarillas”, Suthep Thaugsuban.
«Le pedimos al público que no tenga miedo y continúe con sus vidas normalmente», recomendó el general Prayuth, quien instó a “los funcionarios a seguir en cada ministerio encargándose de sus responsabilidades”.
Tailandia sufre una grave crisis política desde septiembre de 2006, cuando otro golpe de Estado derribó al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra. Desde entonces, y a pesar de su condena por corrupción, sus partidos han ganado todas las elecciones gracias al apoyo de los “camisas rojas”. Pero, al final, sus Gobiernos han caído por decisiones judiciales, masivas manifestaciones de los “camisas amarillas” o, como en este caso, por una asonada militar.
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