Comandante Diavolo
Amedeo Guillet era un joven oficial de
caballería perteneciente a una familia de la baja aristocracia del Piamonte que
durante generaciones había estado al servicio de la Casa de Saboya. Era un
excelente jinete, y a finales de 1935 fue seleccionado para formar parte del equipo de hípica que iba a
representar a Italia en los Juegos Olímpicos de
Berlín. Sin embargo Amedeo renunció a los Juegos y utilizó sus
influencias familiares para conseguir que le destinasen a los Spahis de Libia
(tropas de caballería ligera bereber) y participar en la conquista italiana de
Etiopía. Sirviendo como oficial de caballería, tuvo una destacada actuación
durante la campaña africana. Más tarde se presentó voluntario para combatir en
la Guerra Civil Española con
la División Fiamme Nere. Cuando regresó a Italia se encontró con un ambiente
político que le desagradó mucho, con los fascistas rendidos a la influencia del
nazismo alemán (el gobierno de Mussolini acababa de decretar sus primeras leyes
raciales). Guillet rechazó un nuevo destino en Libia y solicitó un traslado al
África Oriental, donde podría cumplir con el juramento de fidelidad de su
familia a la Casa de Saboya, ya que para sustituir al inepto mariscal Graziani
había sido nombrado un nuevo virrey, Amadeo, Duque de Aosta, sobrino del rey
Víctor Manuel III y nieto del que fuera rey de España Amadeo I.
En el África Oriental Guillet participó en
operaciones militares contra los insurgentes etíopes que permanecían leales al
derrocado emperador Haile Selassie,
convirtiéndose en uno de los hombres de confianza del virrey. En 1940 éste le
encargó la creación de una nueva fuerza militar indígena. La unidad, denominada
oficialmente Gruppo Bande Amhara, estaba compuesta por unos dos mil quinientos
hombres reclutados en toda África Oriental Italiana. Todos los suboficiales eran
eritreos, estando la participación italiana limitada a seis oficiales. El núcleo
de la fuerza lo componían las unidades de caballería, aunque también incluía un
cuerpo de camellos y tropas de
infantería yemení. El duque nombró a Guillet comandante de la nueva unidad. Que
un joven teniente estuviese al mando de una fuerza militar equivalente a una
brigada era algo realmente extraordinario. Sin embargo, Guillet no tardó en
demostrar que era la persona ideal para ocupar el puesto.
Amedeo Guillet, apodado el "Comandante Diavolo", al frente de sus tropas:
A finales de 1940 el "Gruppo Bande a
Cavallo" o "Gruppo Bande Guillet", como se le conocía ya, tuvo que
enfrentarse a las fuerzas de la Commonwealth que atacaron las posesiones
italianas en el África Oriental desde el Sudán. Por medio de una larga serie de
combates y escaramuzas, sus tropas lograron ralentizar el avance aliado sobre
Eritrea y Etiopía. En una de aquellas batallas, en enero de 1941, Guillet y
doscientos cincuenta de sus hombres lanzaron un ataque a caballo contra una
columna de carros blindados para cubrir la retirada italiana del territorio de
Amba Alagi. La sorpresa permitió a los jinetes cruzar por vez primera entre los
tanques lanzando granadas. A continuación, los incrédulos tanquistas vieron cómo
los hombres de Guillet daban media vuelta y volvían a lanzarse en una nueva
carga casi suicida directamente contra sus cañones. Aquellas cargas de
caballería a sable desenvainado (las últimas a las que tuvo que enfrentarse el
ejército británico en toda su historia) y los ataques a las columnas mecanizadas
con cócteles molotov y granadas de mano convirtieron a Guillet en un personaje
de leyenda. Las crónicas británicas se referían a él como “un caballero de
otros tiempos” o “el Lawrence de Arabia italiano”.
El Gruppo Bande Guillet destacó siempre por su
trato respetuoso hacia las poblaciones de Eritrea y el norte de Etiopía. Eso les
permitió continuar la lucha a partir de marzo de 1941, cuando los aliados
completaron la ocupación de las colonias italianas. Durante los ocho meses
siguientes mantuvieron una guerra de guerrillas contra los británicos, saqueando
caravanas y atacando puestos militares aislados. Los hombres de Guillet, en su
mayor parte eritreos, pagaron un precio muy alto por su lealtad hacia un rey que
nunca conocieron y una nación de la que no sabían nada. Unos ochocientos de
ellos murieron en un año de combates. Como militar, Guillet sentía un profundo
respeto por aquellos guerreros. Con frecuencia expresaba su admiración
asegurando que "los eritreos son los prusianos de África sin los defectos de
los prusianos".
La bella Khadija, la amante etíope de Guillet:
Pero el “Comandante Diavolo” no podía
mantener por mucho tiempo una guerra de guerrillas sin ningún apoyo exterior. A
finales de 1941 los supervivientes del Gruppo Bande Amhara abandonaron la lucha
y se dispersaron. Después de muchas peripecias, Guillet logró burlar a sus
perseguidores británicos y huir a través del Mar Rojo hasta el neutral Yemen.
Allí estuvo cerca de un año entrenando a soldados y jinetes del ejército del
Imán Ahmed. En 1943, a pesar de los intentos del Imán por retenerle, regresó
disfrazado a Eritrea y consiguió embarcar de incógnito en el Giulio Cesare, un
barco de la Cruz Roja utilizado para repatriar a italianos heridos y enfermos.
Tan pronto como llegó a Italia, Guillet comenzó
a buscar financiación, reclutar hombres y conseguir armas para iniciar una nueva
campaña guerrillera en Eritrea. Pero entonces llegó el armisticio e Italia
cambió de bando. Guillet fue ascendido a mayor y asignado al SIM (Servizio
Informacioni Militare, la inteligencia militar italiana). En su nuevo
destino participó en arriesgadas misiones en territorio ocupado por los
alemanes. Irónicamente, tuvo que trabajar en estrecha colaboración con sus
antiguos enemigos británicos, incluyendo a algunos de los agentes que le habían
perseguido en África tratando de capturarle. Uno de ellos, el mayor Max Harrari,
se convertiría con el tiempo en uno de sus mejores amigos.
Al terminar la guerra en Italia se celebró un
plebiscito para elegir su forma de estado. Cuando ganaron los partidarios de la
república, Guillet comunicó al rey Humberto II, que se disponía a partir al
exilio, su intención de abandonar también el país. El rey se lo prohibió,
convenciéndole de que debía quedarse y servir a su patria fuese cual fuese la
forma de gobierno. En 1946 Guillet entró en el servicio diplomático. Gracias a
su familiaridad con la cultura árabe, pudo servir como embajador de Italia en
Egipto, Yemen, Jordania y Marruecos. Finalmente estuvo destinado en la India
hasta su retirada en 1975. Murió en Roma el 16 de junio de 2010, a los 101 años
de edad.
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