Día 12/09/2013 - 17.21h
La milicia somalí ejecuta a dos de sus lugartenientes históricos
Dos de los históricos lugartenientes de la milicia islamista Al Shabab han sido ejecutados a manos del propio grupo radical, según aseguran testigos presenciales citados por medios somalíes.
El estadounidense Omar Hammami, conocido como «Al Amriki», y el británico Osama «al Britani», perdieron la vida a primera hora del jueves en un enfrentamiento con milicianos de Al Shabab en la región de Gedo, suroeste de Somalia.
Oriundo de Daphne (EE.UU.), Hammami comenzó a fraguar su fama en los foros islamistas en 2006, fecha en la que se mudó a Somalia para incorporarse a la lucha armada de Al Shabab.
El ascenso dentro del grupo no pudo ser más excelso, al encargársele a los pocos meses la misión de capitanear a los combatientes extranjeros. ¿Entre las principales acciones que se le atribuyen? La orquestación, en octubre de 2008, de un atentado simultáneo ocurrido en las localidades de Bosaso y Hargeisa donde fallecieron 30 personas.
Un currículum de sangre que, cuatro años después, servía para que su cabeza fuera incluida en la lista de los más buscados del FBI, a un precio de cinco millones de dólares.
Pese a ello, es en la faceta musical donde el líder islamista parece haber ganado más adeptos. Ya en 2010 y bajo el nombre de guerra de «Abu Mansour al Amriki», Hammami publicaba la canción «Vamos a golpear a Estados Unidos hasta que se arrodille». Al año siguiente, le seguirían otros dos éxitos dentro de los foros islamistas: «Envíame una bomba de crucero» y «Haz la yihad conmigo».
Tres canciones que le valieron el apelativo del «yihadista rapero» dentro de la organización.
Caída en desgracia
No obstante, a mediados de marzo de 2012, al Amriki aseguraba en un vídeo temer por su vida ante las desavenencias con la cúpula militar sobre la interpretación de la ley islámica. Aunque la veracidad de la emisión fue desmentida por Al Shabab, en diciembre, el grupo denunciaba la «narcisista búsqueda de fama» del miliciano.
De igual modo, en abril, Hammami reconocía haber sobrevivido a un intento de acabar con su vida por parte del grupo islamista, acrecentando así su leyenda negra dentro de la organización.
El ataque, denunciado por la víctima en su perfil de Twitter, tuvo lugar en la ciudad de Raamo Cadeey, al sur del país africano, donde fue tiroteado hasta tres veces por un sicario.
«Más barato que un drone (avión no tripulado), pero caro para la credibilidad de Al Shabab. El tirador ha sido identificado como un asesino del grupo», aseguraba Hammami, al poco de sufrir en carnes propias la ira de sus antiguos compañeros.
Sin embargo, no es la primera vez que la milicia islamista «devora» a sus hijos.
A finales de junio pasado, Al Shabab confirmaba la ejecución de Haji Jama Mead, conocido como «Al Afghani», y Abul Hamid Hashi Olhayi, ambos cofundadores de la milicia.
Días antes, el clérigo radical Hassan Dahir Aweys, considerado uno de los principales líderes espirituales de Al Shabab, se había entregado a las autoridades de la región de Himan y Heeb, en un serio revés para su tropa.
Los desencuentros venían desde mucho antes. A comienzos de 2012, Aweys atacaba duramente al actual líder del grupo, Ahmed Abdi Godane, y al resto de la cúpula de Al Shabab, acusándolos de haber monopolizado la «yihad» en función de sus intereses, así como de intentar internacionalizar el conflicto de Somalia matando a inocentes.
Quizá por ello, esta semana, cerca de 160 líderes religiosos somalíes anunciaban una «fatwua» en la que denunciaban al grupo islamista al asegurar que sus actividades «no tiene cabida en el islam».
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