La Casa Cuartel de la Guardia Civil en Qala i Naw echa el cierre
- El Instituto Armado pone fin a su misión en la principal base española de Afganistán después de tres años y medio
Después de tres años y medio en Qala i Naw (Afganistán), la Guardia Civil ha echado definitivamente el cierre de la que ha sido su última Casa Cuartel en la base española de la provincia de Badghis. En todo este tiempo, los efectivos del Instituto Armado han formado parte del Equipo de Asesores Policiales (PAT) -instruyendo a la débil Policía afgana- o de la Unidad de Policía Militar -vigilando por el correcto y seguro funcionamiento de la base-. Sus boinas azules y verdes los distinguían del resto de efectivos desplegados allí. Los primeros, los asesores, son quienes han trabajado codo con codo con los agentes del país, consiguiendo que fuesen capaces de planear y ejecutar operaciones por su cuenta. Una misión difícil que dio sus frutos el pasado año, cuando se situaron en un segundo plano y únicamente aconsejaban a los generales y altos mandos afganos.
De esta forma, con el deber cumplido y en medio del repliegue de una base que antes de que acabe el mes pasará a manos del Ejército afgano, los 16 guardias civiles (junto a 4 tiradores de Infantería) han vaciado sus dependencias, cerrado el cuartel y quitado el cartel que decoraba la entrada: una bandera de España en la que se leía "Casa Cuartel de la Guardia Civil".
Hace apenas un mes, LA RAZÓN acompañó a estos hombres -que forman parte del contingente ASPFOR XXXIII- durante una de sus salidas por Qala i Naw. A bordo de sus RG-31 y con casco en lugar de tricornio, visitaron uno de los puestos de control de la Policía afgana y una comisaría. Unas instalaciones simples y arcaicas que los agentes españoles han ayudado a reformar y que han permitido que las Fuerzas del país comiencen a desarrollarse. Con el tiempo se han ganado su confianza y consiguen sacar una sonrisa a unos hombres serios y tranquilos, pero sobre todo duros. Y pese a que acaba de cumplirse tres años de la muerte de dos de sus compañeros a manos de un Policía afgano, en ningún momento se plantearon abandonar su misión. "Por ellos trabajamos", aseguraba días antes de este negro aniversario el comandante Ramón Clemente Castejón, jefe del equipo de asesores.
Para él, la misión "ha sido una experiencia que recordaré siempre" y, sin titubear afirmaba que se marchaba de Qala i Naw "con buen sabor de boca".
Una opinión la suya muy similar a la de su compañero el cabo primero José Ángel Manchado, quien destacaba que «hemos aprendido mucho, sobre todo porque es una cultura diferente a la nuestra y ves cómo aquí viven y son felices con nada, no como nosotros». Y, como sus compañeros, considera que "hemos hecho un buen trabajo. Hemos conseguido que los afganos se crean que son capaces".
Pero no todos cruzaban los infranqueables muros de la base para cumplir con su tarea. Es el caso de los agentes de la Unidad de Policía Militar, que desde el interior proporcionaban seguridad y orden a sus compañeros. Uno de ellos, el cabo primero Cardeñas, aseguraba que "ha sido una buena experiencia". Con la certeza de que "hemos intentado hacer las cosas lo mejor posible para que esta gente tenga un futuro", prefería ser más prudente y apuntaba que "cuando nos vayamos veremos si se ha hecho bien".
De esta forma, con el deber cumplido y en medio del repliegue de una base que antes de que acabe el mes pasará a manos del Ejército afgano, los 16 guardias civiles (junto a 4 tiradores de Infantería) han vaciado sus dependencias, cerrado el cuartel y quitado el cartel que decoraba la entrada: una bandera de España en la que se leía "Casa Cuartel de la Guardia Civil".
Hace apenas un mes, LA RAZÓN acompañó a estos hombres -que forman parte del contingente ASPFOR XXXIII- durante una de sus salidas por Qala i Naw. A bordo de sus RG-31 y con casco en lugar de tricornio, visitaron uno de los puestos de control de la Policía afgana y una comisaría. Unas instalaciones simples y arcaicas que los agentes españoles han ayudado a reformar y que han permitido que las Fuerzas del país comiencen a desarrollarse. Con el tiempo se han ganado su confianza y consiguen sacar una sonrisa a unos hombres serios y tranquilos, pero sobre todo duros. Y pese a que acaba de cumplirse tres años de la muerte de dos de sus compañeros a manos de un Policía afgano, en ningún momento se plantearon abandonar su misión. "Por ellos trabajamos", aseguraba días antes de este negro aniversario el comandante Ramón Clemente Castejón, jefe del equipo de asesores.
Para él, la misión "ha sido una experiencia que recordaré siempre" y, sin titubear afirmaba que se marchaba de Qala i Naw "con buen sabor de boca".
Una opinión la suya muy similar a la de su compañero el cabo primero José Ángel Manchado, quien destacaba que «hemos aprendido mucho, sobre todo porque es una cultura diferente a la nuestra y ves cómo aquí viven y son felices con nada, no como nosotros». Y, como sus compañeros, considera que "hemos hecho un buen trabajo. Hemos conseguido que los afganos se crean que son capaces".
Pero no todos cruzaban los infranqueables muros de la base para cumplir con su tarea. Es el caso de los agentes de la Unidad de Policía Militar, que desde el interior proporcionaban seguridad y orden a sus compañeros. Uno de ellos, el cabo primero Cardeñas, aseguraba que "ha sido una buena experiencia". Con la certeza de que "hemos intentado hacer las cosas lo mejor posible para que esta gente tenga un futuro", prefería ser más prudente y apuntaba que "cuando nos vayamos veremos si se ha hecho bien".
Con un acto sencillo en el que formaron, cantaron su himno, recordaron a los caídos y arriaron la bandera, su presencia en suelo afgano llegaba a su fin. Tocaba volver a España. Y lo hicieron junto a otros 114 militares que también abandonaban el país tras finalizar su misión. Poco a poco, en la base de Qala i Naw quedan menos habitantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario