El ataque a Siria, pendiente de una justificación contundente
Estados Unidos ha anunciado que dispone de las pruebas que demuestran que El Asad ha utilizado armas químicas en contra de población civil
Antonio Caño Washington 28 AGO 2013 - 20:18 CET813
Un ataque sobre Siria, que ya puede considerarse como un hecho inevitable, parece condicionado únicamente por la necesidad de exponer pruebas contundentes sobre el uso de armas químicas con objeto de otorgar la mayor legitimidad posible a una intervención que no va a contar con el visto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estados Unidos, que junto al Reino Unido y Francia encabezará la operación, dice que dispone de esas pruebas y que las pondrá en conocimiento del mundo en breve.
La sombra de la guerra de Irak, que se justificó por la falsedad de la existencia de armas de destrucción masiva en ese país, está ejerciendo una presión considerable sobre los principales actores de este episodio en las horas previas al lanzamiento de los primeros misiles. Ninguno de los tres gobiernos que ejercen el liderazgo quiere repetir los errores pasados, y buscan las mayores garantías de que la acción será lo más limpia posible, desde el punto de vista militar, y lo más justificada posible, desde el punto de vista político.
Con ese propósito se están identificado los objetivos militares y con ese propósito el Gobierno británico presentó este miércoles en el Consejo de Seguridad una propuesta de resolución en la que se solicita autorización por “el uso de todos los medios necesarios” para proteger a la población civil en Siria, copiando el modelo que se utilizó en 2011 con Libia.
La resolución parece condenada al fracaso, puesto que Rusia, que tiene derecho de veto, ha dejado muy claro que no la va a respaldar. Pero en el debate se intentará dejar claro que las potencias occidentales han hecho todo lo posible para que el organismo que mejor representa la voluntad de la comunidad internacional se implique en esta crisis, aunque los tres países más involucrados han advertido claramente que no creen necesaria una resolución de la ONU para actuar.
Es incierto cuánto puede ese último esfuerzo diplomático retrasar el inicio de la actividad militar, que se preveía para antes del final de esta semana. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido a Washington y sus aliados unos días más. “Dejen que los inspectores concluyan sus cuatro días de trabajo, y entonces tendremos que analizar científicamente las pruebas y después supongo que tendremos que informar al Consejo de Seguridad para que tome las acciones pertinentes”, declaró Ban en La Haya. Teniendo en cuenta que los inspectores han cumplido hoy su segunda jornada de actividad en Siria, habría que esperar aún varios días antes de poder proceder a un voto en el Consejo.
A juzgar por los comentarios de los miembros de la Administración norteamericana, no parece probable que se tenga tanta paciencia. "Nosotros vamos a tomar nuestras propias decisiones de acuerdo a nuestro propio calendario”, ha manifestado la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf. Washington asegura que dispone de datos obtenidos por sus servicios de inteligencia que demuestran el empleo de gases venenosos fuera de toda duda. Se trata de fotos, filmaciones y grabaciones de comunicaciones entre funcionarios sirios que se le mostraron a Obama el pasado fin de semana y que lo convencieron plenamente de la necesidad de actuar cuanto antes. Esas pruebas o parte de ellas se darán a conocer previamente al ataque, quizá este mismo jueves.
A partir de ese momento, habrá otros factores que considerar antes de empezar los bombardeos. Posiblemente, habrá que esperar a que los inspectores salgan de Damasco, donde podrían ser objeto de represalias si su estancia coincide con el ataque. Es necesario también dejar que se pronuncie el Parlamento británico, que ha sido convocado este jueves. Obama no necesita una autorización expresa del Congreso, pero es posible que la Casa Blanca atienda la reclamación de algunos congresistas de disponer de más datos sobre los planes militares y sus motivos.
Todo eso puede hacerse, desde luego, con cierta rapidez. El jueves por la noche pueden estar cumplidos esos trámites. Funcionarios norteamericanos han transmitido a la prensa cierta precipitación para intervenir antes de que el Gobierno de Bachar el Asad pueda utilizar de nuevo armas químicas o de que se desalojen o protejan los objetivos militares más importantes, sobre lo que hay noticias de que ya ha empezado a ocurrir.
Este aspecto de las prioridades estrictamente militares es, por razones obvias, el que menos ha trascendido. La Administración norteamericana ha explicado hasta ahora que el propósito del ataque será el de impedir que el régimen haga uso de su arsenal de gases venenoso. Para ello, no se pretende destruir los depósitos de esos gases, que podría causar una catástrofe, sino los sistemas de proyectiles que se utilizan para su transporte, así como las unidades militares que se encargan de ello. Es decir, se atacarían centros militares y algunas infraestructuras, como aeropuertos.
La sombra de la guerra de Irak, que se justificó por la falsedad de la existencia de armas de destrucción masiva en ese país, está ejerciendo una presión considerable sobre los principales actores de este episodio en las horas previas al lanzamiento de los primeros misiles. Ninguno de los tres gobiernos que ejercen el liderazgo quiere repetir los errores pasados, y buscan las mayores garantías de que la acción será lo más limpia posible, desde el punto de vista militar, y lo más justificada posible, desde el punto de vista político.
Con ese propósito se están identificado los objetivos militares y con ese propósito el Gobierno británico presentó este miércoles en el Consejo de Seguridad una propuesta de resolución en la que se solicita autorización por “el uso de todos los medios necesarios” para proteger a la población civil en Siria, copiando el modelo que se utilizó en 2011 con Libia.
La resolución parece condenada al fracaso, puesto que Rusia, que tiene derecho de veto, ha dejado muy claro que no la va a respaldar. Pero en el debate se intentará dejar claro que las potencias occidentales han hecho todo lo posible para que el organismo que mejor representa la voluntad de la comunidad internacional se implique en esta crisis, aunque los tres países más involucrados han advertido claramente que no creen necesaria una resolución de la ONU para actuar.
Es incierto cuánto puede ese último esfuerzo diplomático retrasar el inicio de la actividad militar, que se preveía para antes del final de esta semana. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido a Washington y sus aliados unos días más. “Dejen que los inspectores concluyan sus cuatro días de trabajo, y entonces tendremos que analizar científicamente las pruebas y después supongo que tendremos que informar al Consejo de Seguridad para que tome las acciones pertinentes”, declaró Ban en La Haya. Teniendo en cuenta que los inspectores han cumplido hoy su segunda jornada de actividad en Siria, habría que esperar aún varios días antes de poder proceder a un voto en el Consejo.
A juzgar por los comentarios de los miembros de la Administración norteamericana, no parece probable que se tenga tanta paciencia. "Nosotros vamos a tomar nuestras propias decisiones de acuerdo a nuestro propio calendario”, ha manifestado la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf. Washington asegura que dispone de datos obtenidos por sus servicios de inteligencia que demuestran el empleo de gases venenosos fuera de toda duda. Se trata de fotos, filmaciones y grabaciones de comunicaciones entre funcionarios sirios que se le mostraron a Obama el pasado fin de semana y que lo convencieron plenamente de la necesidad de actuar cuanto antes. Esas pruebas o parte de ellas se darán a conocer previamente al ataque, quizá este mismo jueves.
A partir de ese momento, habrá otros factores que considerar antes de empezar los bombardeos. Posiblemente, habrá que esperar a que los inspectores salgan de Damasco, donde podrían ser objeto de represalias si su estancia coincide con el ataque. Es necesario también dejar que se pronuncie el Parlamento británico, que ha sido convocado este jueves. Obama no necesita una autorización expresa del Congreso, pero es posible que la Casa Blanca atienda la reclamación de algunos congresistas de disponer de más datos sobre los planes militares y sus motivos.
Todo eso puede hacerse, desde luego, con cierta rapidez. El jueves por la noche pueden estar cumplidos esos trámites. Funcionarios norteamericanos han transmitido a la prensa cierta precipitación para intervenir antes de que el Gobierno de Bachar el Asad pueda utilizar de nuevo armas químicas o de que se desalojen o protejan los objetivos militares más importantes, sobre lo que hay noticias de que ya ha empezado a ocurrir.
Este aspecto de las prioridades estrictamente militares es, por razones obvias, el que menos ha trascendido. La Administración norteamericana ha explicado hasta ahora que el propósito del ataque será el de impedir que el régimen haga uso de su arsenal de gases venenoso. Para ello, no se pretende destruir los depósitos de esos gases, que podría causar una catástrofe, sino los sistemas de proyectiles que se utilizan para su transporte, así como las unidades militares que se encargan de ello. Es decir, se atacarían centros militares y algunas infraestructuras, como aeropuertos.
--O--
El espionaje de Israel interceptó una llamada de cargos sirios sobre el ataque
La Inteligencia israelí interceptó una charla de funcionarios sirios que confirma la implicación del régimen en el ataque químico
Netanyahu llama a filas a reservistas ante una eventual agresión de Damasco
Carmen Rengel Jerusalén 28 AGO 2013 - 16:03 CET
El espionaje de Israel ha proporcionado a Estados Unidos la prueba clave en la que se basa para acusar al Gobierno sirio de atacar con armas químicas en las afueras de Damasco con un balance de muertos que los opositores elevan a 1.400. La unidad 8200 israelí, encargada de la vigilancia de las comunicaciones enemigas, interceptó el 21 de agosto, el mismo día del bombardeo, una conversación en la que un alto mando del Ministerio de Defensa sirio pedía respuestas sobre el uso de gases tóxicos a un mando de la división de armas químicas. La información ha sido desvelada por un exagente del Mosad (los servicios secretos israelíes) a la revista alemana Focus.
Esta grabación fue entregada de inmediato a EE UU. La revista Foreign Policy ha corroborado la existencia de la conversación y añade que el tono entre los funcionarios era de “pánico”. La pregunta ahora, resalta, es si el ataque fue obra de una orden directa del Gobierno o un mando militar intermedio se extralimitó en sus funciones.
El Ejército israelí lleva semanas asegurando que unidades como la 8200 tienen una “muy buena información, de amplia confianza” sobre lo que está ocurriendo en Siria, tanto de los pasos del Gobierno como de la oposición, que preocupa a Israel por su deriva islamista. “EE UU sabe que somos de fiar”, decía hace unos días una fuente militar.
El Canal 2 israelí también ha informado, sin citar fuentes, de que el ataque químico de Ghuta fue ejecutado por la brigada 155 de la Cuarta División de Bachar el Asad, que comanda su hermano Maher, conocido por su carácter sanguinario. Los proyectiles cargados con gas tóxico se habrían lanzado desde las montañas del este de la capital.
Tras las amenazas de Siria e Irán de atacar a Israel, su enemigo histórico, en caso de agresión occidental, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha dado orden de desplegar sus defensas de misiles en el norte del país, en la zona de Galilea y el Golán, y estudia hacerlo también en el centro, donde más población se concentra. Están en alerta los tres sistemas esenciales de blindaje (la Cúpula de Hierro, los misiles Patriot y el sistema Flecha II) para dar cobertura a misiles de corto, medio y largo alcance. Los Patriot ya interceptaron en 1991 misiles Scud lanzados por Sadam Husein.
El gabinete de seguridad israelí, reunido de urgencia, aprobó además una llamada a filas “limitada” de reservistas. Podrán ser movilizados “varios miles” en los próximos días pero de momento solo se ha llamado a algo menos de mil, informan fuentes militares. Apuntalarán unidades de la Fuerza Aérea, el espionaje y el Comando de Defensa Civil. En el norte ya hay un intenso movimiento de material.
A una semana del año nuevo judío (Rosh Hashana), cuando la población estaba más centrada en la vuelta al colegio, esta alerta está empezando a calar en el ánimo de los israelíes. Han crecido un 300% las peticiones de máscaras antigás, que hoy cubren solo al 60% de la población, como ha alertado una subcomisión de la Knesset (Parlamento). Hay colas en los centros de distribución de material y en las fábricas, donde se buscan repuestos para los filtros o la dosis de atropina que reduce los efectos de los gases, en el caso de quien ya dispone de máscara. Todas las viviendas construidas desde la primera guerra del Golfo cuentan ya con un búnker integrado.
El ministro de Defensa, Moshe Yaalon, reconoció ayer que “lo más probable” es que El Asad no ordene atacar Israel en respuesta a una operación militar contra su régimen. “Nuestras fronteras son estables a pesar de las anomalías momentáneas”, señaló. Israel sostiene que la represalia que podría infligir a Damasco sería tan “grave” que le impedirá intentar siquiera un ataque. “Su precio es demasiado alto”, insisten. “El riesgo es entre bajo y muy bajo, pero siempre es posible”, matiza una fuente militar.
Más se teme la reacción de la milicia chií Hezbolá desde el sur del Líbano o la de grupos armados apoyados por Irán en Gaza. Netanyahu y todos sus mandos militares insisten en que responderán “con fuerza” si son agredidos. “Si nos atacan se entenderá como casus belli”, insisten los militares. Yaalon ha recordado que se enfrentan al “eje del mal que comienza en Teherán, prosigue en Damasco y se está consolidando en Beirut”. En Israel esta eventual ofensiva se entiende en clave iraní, y como una prueba de su grado de implicación con Siria y también de la “valentía o vacilación” de EE UU al defender a su aliado israelí.
Desde principios de año Israel ha atacado al menos en tres ocasiones convoyes de armas o silos en Siria, acciones no reconocidas oficialmente pero confirmadas por los servicios de espionaje de EE UU. Han sido golpes puntuales para impedir el supuesto cambio de manos de armas sofisticadas —misiles de precisión, sobre todo— desde el Gobierno sirio hasta Hezbolá. Damasco nunca ha respondido.
Esta grabación fue entregada de inmediato a EE UU. La revista Foreign Policy ha corroborado la existencia de la conversación y añade que el tono entre los funcionarios era de “pánico”. La pregunta ahora, resalta, es si el ataque fue obra de una orden directa del Gobierno o un mando militar intermedio se extralimitó en sus funciones.
El Ejército israelí lleva semanas asegurando que unidades como la 8200 tienen una “muy buena información, de amplia confianza” sobre lo que está ocurriendo en Siria, tanto de los pasos del Gobierno como de la oposición, que preocupa a Israel por su deriva islamista. “EE UU sabe que somos de fiar”, decía hace unos días una fuente militar.
El Canal 2 israelí también ha informado, sin citar fuentes, de que el ataque químico de Ghuta fue ejecutado por la brigada 155 de la Cuarta División de Bachar el Asad, que comanda su hermano Maher, conocido por su carácter sanguinario. Los proyectiles cargados con gas tóxico se habrían lanzado desde las montañas del este de la capital.
Tras las amenazas de Siria e Irán de atacar a Israel, su enemigo histórico, en caso de agresión occidental, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha dado orden de desplegar sus defensas de misiles en el norte del país, en la zona de Galilea y el Golán, y estudia hacerlo también en el centro, donde más población se concentra. Están en alerta los tres sistemas esenciales de blindaje (la Cúpula de Hierro, los misiles Patriot y el sistema Flecha II) para dar cobertura a misiles de corto, medio y largo alcance. Los Patriot ya interceptaron en 1991 misiles Scud lanzados por Sadam Husein.
El gabinete de seguridad israelí, reunido de urgencia, aprobó además una llamada a filas “limitada” de reservistas. Podrán ser movilizados “varios miles” en los próximos días pero de momento solo se ha llamado a algo menos de mil, informan fuentes militares. Apuntalarán unidades de la Fuerza Aérea, el espionaje y el Comando de Defensa Civil. En el norte ya hay un intenso movimiento de material.
A una semana del año nuevo judío (Rosh Hashana), cuando la población estaba más centrada en la vuelta al colegio, esta alerta está empezando a calar en el ánimo de los israelíes. Han crecido un 300% las peticiones de máscaras antigás, que hoy cubren solo al 60% de la población, como ha alertado una subcomisión de la Knesset (Parlamento). Hay colas en los centros de distribución de material y en las fábricas, donde se buscan repuestos para los filtros o la dosis de atropina que reduce los efectos de los gases, en el caso de quien ya dispone de máscara. Todas las viviendas construidas desde la primera guerra del Golfo cuentan ya con un búnker integrado.
El ministro de Defensa, Moshe Yaalon, reconoció ayer que “lo más probable” es que El Asad no ordene atacar Israel en respuesta a una operación militar contra su régimen. “Nuestras fronteras son estables a pesar de las anomalías momentáneas”, señaló. Israel sostiene que la represalia que podría infligir a Damasco sería tan “grave” que le impedirá intentar siquiera un ataque. “Su precio es demasiado alto”, insisten. “El riesgo es entre bajo y muy bajo, pero siempre es posible”, matiza una fuente militar.
Más se teme la reacción de la milicia chií Hezbolá desde el sur del Líbano o la de grupos armados apoyados por Irán en Gaza. Netanyahu y todos sus mandos militares insisten en que responderán “con fuerza” si son agredidos. “Si nos atacan se entenderá como casus belli”, insisten los militares. Yaalon ha recordado que se enfrentan al “eje del mal que comienza en Teherán, prosigue en Damasco y se está consolidando en Beirut”. En Israel esta eventual ofensiva se entiende en clave iraní, y como una prueba de su grado de implicación con Siria y también de la “valentía o vacilación” de EE UU al defender a su aliado israelí.
Desde principios de año Israel ha atacado al menos en tres ocasiones convoyes de armas o silos en Siria, acciones no reconocidas oficialmente pero confirmadas por los servicios de espionaje de EE UU. Han sido golpes puntuales para impedir el supuesto cambio de manos de armas sofisticadas —misiles de precisión, sobre todo— desde el Gobierno sirio hasta Hezbolá. Damasco nunca ha respondido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario