G.R.S. (GUARDIA CIVIL): 25 AÑOS.
La sección más 'trepidante' de la Guardia Civil celebra sus 25 años
El Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) asume intervenciones rápidas y de riesgo. La unidad de Zaragoza, con base en Casetas, fue la pionera con Madrid
F.. Mantecón
Pocas veces el lema de un grupo ha sido tan acertado. Res trepidae, circunstancias cambiantes, adversas, imprevistas... Es lo que afrontan los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil, con una preparación constante para ello. Desde acudir a organizar y colaborar en una catástrofe humanitaria, a apoyar a los efectivos del instituto armado a la hora de controlar a una multitud, pasando por un viaje urgente de escolta a un ministro en un país extranjero... Este año, sus efectivos están de celebración, cumplen 25 años, y Zaragoza es, junto con Madrid, la base que realmente puede presumir de esta longevidad.
Dentro de la agrupación, con base en Casetas, su actual líder, el comandante jefe Benito Sebastián es de los más veteranos, y puede presumir de haber visto la evolución del grupo desde su implantación, hasta llegar a comandarlo. Su mano derecha, el capitán de compañía José Luis Marín, no le va a la zaga. Ambos mantienen la maquinaria --humana y técnica-- engrasada para intervenir en cualquier requerimiento de su zona de influencia, que en principio abarca Aragón, Soria, La Rioja, Navarra y el condado de Treviño; aunque, en realidad, pueden ser requeridos para actuar en cualquier lugar del mundo. Literalmente.
Según enumera el comandante Sebastián, las atribuciones del grupo son básicamente cuatro: refuerzo de la seguridad para personalidades --vacaciones de la familia real o del presidente del Gobierno, entre otras--; garantía de orden y seguridad en concentraciones de masas --violentas o no--; refuerzo puntual de unidades territoriales --por ejemplo, en un operativo especial contra los robos en el ámbito rural-- y la participación en misiones internacionales, a menudo para adiestrar tropas.
Para ello cuentan con ocho grupos, repartidos por diversas bases españolas, además de una sección de caballería en Madrid, donde también está destinado el grupo de reconocimiento del subsuelo. En Zaragoza, el GRS cuenta con casi 180 efectivos en total --incluyendo la plana mayor, el equipo médico, etc.--, la mayoría de ellos divividos en tres grupos operativos con capacidad de activación prácticamente inmediata.
Dentro de los cuatro grandes objetivos, sin embargo, hay muchas especialidades, y si algo caracteriza al GRS es, según su comandante, la versatilidad. "Todos tienen que saber hacer de todo, porque teniendo en cuenta permisos o bajas, a la hora de acudir a una emergencia no podemos depender de si falta un especialista en algo". Para hacer esto posible, las prácticas de todas las actividades que puede asumir el grupo se repiten machaconamente, hasta convertir el asalto a una vivienda llena de delincuentes armados en una rutina.
Entre otras prácticas, los agentes del GRS ensayan la intercepción de un vehículo a la fuga, descensos de rápel, vigilancia y escolta de personalidades --con huída del lugar de un atentado incluída-- e incluso la protección y rescate de víctimas en un escenario contaminado. Para ello, cuentan con trajes NRBQ --de protección nuclear, radioactiva, biológica y química--, y un tren de descontaminación y atención de heridos. "Por fortuna", apunta el comandante Sebastián, "no hemos tenido que utilizarlos nunca". Pero estuvieron a punto, en la reciente tragedia de Fukushima en Japón. Anularon la orden de despliegue prácticamente a última hora.
Las capacidades de los integrantes del operativo no solo han de ser físicas, sino que los requisitos incluyen una amplia preparación psicológica. En una concentración violenta, por ejemplo, lo ideal es no tener que llegar a intervenir. "Hay que saber abstraerse del ambiente, ser muy frío, y comprender que el que te está insultando en realidad no va contra ti, sino contra el sistema", explica el jefe.
Con esta preparación, el currículum de la unidad a lo largo de estos 25 años --la orden para crearla se dictó el 21 de junio de 1988-- es ciertamente extenso. Entre otros escenarios, efectivos con base en Aragón han intervenido en la tragedia del cámping de Biescas, en la protección de visitas papales, en inundaciones del Ebro, en un motín carcelario en Daroca en 1992, dando seguridad al circuito de Alcañiz, a cumbres europeas, a conciertos, a la Expo... Además de participar en misiones internacionales en la Antigua Yugoslavia, Afganistán o formando a la Policía guatemalteca.
LA INTERVENCIÓN EN EL CÁMPING LAS NIEVES
La tragedia repentina
El GRS fue de los primeros en acudir a auxiliar en la tragedia de Biescas de 1996. Uno de sus integrantes recuerda la experiencia y la frialdad necesaria para desempeñar la tarea
Entre los cientos de misiones en las que han intervenido los efectivos del GRS con base en Casetas, la tragedia del cámping de Biescas es un cercano y perfecto ejemplo de las capacidades de rapidez, coordinación y apoyo a grupos y preparación psicológica inherentes al grupo. El guardia civil Chaín, enfundado en un traje minutos antes de una práctica de escolta a VIP, recordaba para este diario cómo vivió aquellos días de agosto de 1996.
"Recuerdo la noche perfectamente. Estábamos viendo las noticias en casa y oímos lo que había pasado. Llamamos al cuartel y nos convocaron. A las cuatro de la mañana ya estábamos en Biescas. Al llegar, en unos minutos nos coordinamos con el Ejército y nos repartimos el río por zonas para comenzar el rastreo", explicó.
Comenzaban 24 horas sin dormir, realizando una de las tareas más penosas que recuerda. "Nada más salir el sol --no tenía sentido buscar a oscuras--, comenzamos a llegar con los todoterrenos, y a acarrear cadáveres para llevarlos al colegio de Escuer (de allí se llevarían a Jaca), donde los compañeros de la Judicial pudieran identificarlos con fotos y huellas. Recuerdo un montón de horas recogiendo cadáveres y enseres, y mucha cantidad de dinero. De hecho, hubo cuatro detenidos la primera noche que se habían acercado a la zona a robar", explica.
Así continuaron, "a las doce de la noche a Zaragoza, al alba allí", durante cuatro días. "Al cuarto día aún había tres personas desaparecias, dos de ellas niños. Al tercero nunca lo encontramos, pero a uno de los niños finalmente lo encontraron bajo unos arbustos, cubierto de lodo. El otro había quedado bajo una carretera que el agua movió y volvió a poner en su lugar, sepultándolo. Un perro de la Policía tuvo que marcar el lugar", continúa narrando.
Chaín admite que la preparación física y psicológica fue vital para la tarea. "Al día siguiente de terminar estuve con fiebre todo el día, de puro agotamiento. Cuanto llegas y lo primero que te encuentras es el cadáver de una niña de 14 años, desnudo, en el fango...", expone. "Influye aún más la preparación psicológica que la física, estás trasladando cadáveres y encima, cuando cres que has terminado, te faltan dos niños", rememora.
Segundos después, se monta en el coche y ejerce de escolta para un simulado VIP, al que extraen de una emboscada terrorista disparando a los asaltantes. Igual podría bajar el edificio contiguo de nueve plantas haciendo rápel, o asaltar el edificio de al lado reduciendo a los ladrones armados que se ocultan en él. Y podría hacerlo en cualquier lugar del mundo donde le requiriesen, en horas. Es lo que significa formar parte del GRS.
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