Dos periodistas extranjeros mueren en la 'capital' de la revuelta siria
- Las víctimas de los bombardeos son Marie Colvin y Remi Ochlik
- Otros dos informadores resultan heridos en el centro de prensa
Destrozos en Homs. | J. Espinosa
La periodista estadounidense Marie Colvin, del 'Sunday Times', y el fotógrafo francés Remi Ochlik murieron este miércoles en un bombardeo contra el centro de prensa en la ciudad siria de Homs, 'capital' de la revuelta contra la dictadura de Bashar Asad.
El enviado especial de EL MUNDO a Homs, Javier Espinosa, confirmó el ataque del régimen y señaló que otros dos informadores resultaron heridos.
Colvin y Ochlik se encontraban en el centro de prensa instalado por activistas en Baba Amro, el barrio asediado desde hace tres semanas por las tropas de Asad.
El pasado enero, el periodista francés Gilles Jacquier murió en Homs tras ser alcanzado por un proyectil durante una manifestación.
Nueva ofensiva del régimen de Asad
La oposición siria denuncia 101 muertos en otro día de represión
- Denuncian, entre otras, 40 víctimas en Homs y otras 55 en Idleb
- Según los disidentes, más de 8.500 personas han fallecido desde marzo
Al menos 100 personas han fallecido este martes en Siria, la mayoría en el bombardeo lanzado por las tropas del régimen de Bashar Asad contra la ciudad central de Homs y la provincia septentrional de Idleb, según denunció un grupo opositor.
Los Comités de Coordinación Local (CCL) informaron en un comunicado de la muerte de 40 civiles en Homs y de 55 en Idleb, los principales bastiones de la oposición a Asad.
La ciudad de Homs, que sufre un asedio desde hace 18 días, fue de nuevo la más castigada por los bombardeos, en especial el barrio de Bab Amro, donde los CCL documentaron la muerte de tres menores y tres mujeres entre las víctimas.
El grupo opositor también denunció una masacre en la zona de Yabal al Zauya de Idleb, fronteriza con Turquía, objeto de frecuentes ofensivas del régimen por ser refugio de militares desertores.
En esa zona, las fuerzas leales a Asad bombardearon e irrumpieron con tanques en las localidades de Ibdita y Eblin, donde fallecieron 16 de las 17 víctimas mortales registradas en la provincia.
Casas destruidas, calles desiertas
Una decena de viviendas han sido destruidas en la campaña militar contra estas localidades, cuyas calles permanecen desiertas debido a los intensos disparos.En Ibdita, los CCL señalaron que siete hombres, miembros de una misma familia, fueron detenidos, torturados y encerrados en una especie de cueva, que a continuación fue incendiada por las fuerzas de seguridad.
Aparte de los bombardeos contra Homs e Idleb, las acciones represoras de las tropas del régimen causaron dos muertos en poblaciones de los alrededores de Damasco y uno en Alepo (norte).
Estas informaciones no han podido ser verificadas de forma independiente debido a las restricciones impuestas por las autoridades sirias a los periodistas para trabajar.
Los opositores calculan que más de 8.500 personas han perdido la vida por la represión gubernamental desde el inicio de las protestas en Siria a mediados de marzo pasado, frente a las 5.000 contabilizadas por la ONU, que en enero pasado dejó de actualizar la cifra por la dificultad para recabar la información.
Fuente Diario "EL MUNDO"
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Dos periodistas occidentales fallecen en un bombardeo en Homs
Las víctimas son Marie Colvin, del 'Sunday Times', y el fotógrafo Remi Ochlik, según activistas
Un grupo de la oposición siria asegura que dos periodistas occidentales, la estadounidense Marie Colvin, del Sunday Times, y el francés Remi Ochlik, ganador de un World Press Photo por sus imágenes de Libia, han muerto en los bombarderos en el distrito de Bab Amro, en Homs, informa la agencia France Presse. La Comisión de la Revolución Siria asegura que hay otro puñado de reporteros extranjeros heridos. La víspera un centenar de personas murieron en esta ciudad asediada desde principios de mes. Un periodista de una tevisión francesa falleció en Homs en enero.
La casa en la que los reporteros fallecidos este martes estaban alojados fue alcanzada por un bombardeo y ambos fallecieron cuando intentaban huir, según activistas y testigos. Colvin habló de la situación en Homs con la BBC en una conversación que la cadena británica emitió este lunes. La periodista fue esposa de Juan Carlos Gumucio, veterano corresponsal de EL PAÍS que falleció en Bolivia hace una década. Ella solía usar un parche porque perdió un ojo en Sri Lanka.
Poco antes, otro grupo de la oposición siria, la Red Siria de Derechos Humanos, ha acusado a tropas del Ejército y de las milicias leales al régimen de Bachar al Asad de haber ejecutado a 27 varones jóvenes, todos civiles, en tres aldeas del norte de Siria, según denunció este miércoles el grupo con sede en Londres.
La mayoría de los jóvenes murieron, según la Red, por disparos en la cabeza o en el pecho en sus propias casas o en las calles de las aldeas de Idita, Iblin y Balshon, en la provincia de Idlib, cerca de la frontera con Turquía, según la Red, con sede en Londres.
"Las fuerzas militares cazaron a los civiles en esas aldeas, los detuvieron y los ejecutaron sin vacilación. Se centraron en los jóvenes varones y los que pudieron escapar fueron asesinados", añade la organización en un comunicado. "La responsabilidad de esta masacre recae en el general en jefe del Ejército y de las Fuerzas Armadas, Bachar el Asad", añadió la Red, que precisó que solo un joven pudo sobrevivir a la matanza.
Varios vídeos difundidos a través de YouTube por activistas locales de Idlib, cuya autenticidad no ha podido confirmarse por fuentes independientes, han mostrado los cadáveres de hombres con heridas de bala tendidos en calles y viviendas.
En la morgue de la revolución
No hay refugio seguro en la provincia de Homs frente a la brutal represión del régimen de El Asad
Mayte Carrasco Al Qusayr21 FEB 2012 - 20:15 CET
Cinco cadáveres yacen en un frigorífico para manzanas, convertido en la morgue de la revolución. Entre ellos hay dos niños de unos 13 y 10 años, Ismael y Ahmed Masharkeh, dos hermanos de una misma familia. Son las doce de la mañana y un mortero les ha sorprendido en el interior de su casa, en Al Qusayr, una localidad de la provincia de Homs. El padre llora, arrodillado, tratando de identificar el rostro desfigurado del más pequeño, envuelto en una manta marrón. Un corro de hombres se arremolina alrededor, rezando y gritando consignas contra Bachar el Asad. "Esto es lo que hace a nuestro pueblo, ¿por qué, por qué?", se pregunta uno de ellos, entre lamentos, para terminar gritando un onmipresente ¡Allah u Akbar! (Alá es grande), respondido al unísono por todos los presentes.
El funeral transcurre a toda prisa, hoy es un día peligroso. El pasado lunes el Jeish al Hor (Ejército Libre) capturó un tanque a las tropas de El Asad en las inmediaciones de la ciudad y como represalia el régimen ha iniciado un bombardeo contra la zona controlada por los rebeldes, dos tercios de la ciudad. Llevados en volandas en una corta procesión desde la mezquita hasta el nuevo cementerio construido para los shaheed (mártires), a salvo de las balas de los francotiradores, el cortejo casi corre hacia las tumbas, cavadas solo una hora antes.
Rodeados cientos de personas, los sepultureros entierran los cuerpos en apenas diez minutos. Dos hermanas tratan de llegar a los pies de la tumba de Ahmed e Ismail, entre lágrimas, pero ha sido todo tan rápido que ni siquiera les ha dado tiempo de darles su último adiós. "¿Cuántos muertos más necesita Bachar para irse, cuántos?", exclama una de ellas.
Se oyen algunos tiros. Las tropas de El Asad, apostadas en las azoteas del hospital y del ayuntamiento, disparan a los altavoces de la mezquita, que emite el sonido de los rezos musulmanes para el funeral.
Hoy no ha habido canciones, ni reunión multitudinaria, ni el discurso habitual de un miembro del Jeish Al Hor a las multitudes. Los reclutas del ejército tienen otros menesteres y están atareados esperando la supuesta llegada de tanques del régimen, que han reforzado sus posiciones en esta zona, cercana a la frontera con Líbano, y tienen la rodeada la ciudad con artillería pesada, 17 controles y un número indeterminado de vehículos armados.
En solo dos días han muerto ocho personas en esta localidad a causa de explosiones de mortero, disparos de francotiradores en el centro o ataques de soldados del Ejército sirio a coches circulando de noche en una de las carreteras de acceso y en las inmediaciones de un puesto de control del régimen. La población está sufriendo continuos cortes de electricidad y el diesel, que ha doblado su precio, escasea.
El lunes decenas de personas hacían cola en una gasolinera controlada por el Jeish al Hor para poder hacerse con unos litros para sus calderas, sufriendo temperaturas bajo cero. "¡Yo paso primero o vengo con mi arma!", gritaba un anciano con dos garrafas vacías y el brazo en alto, mientras tres hombres del Jeish al Hor intervenían para calmar a la algarabía de mujeres que protestaban y pedían protección. La mayoría de la población está armada y es usual ver a los hombres con armas cortas o kalashnikov, guardados en los maleteros de los coches o en casa, en la entrada.
Pero la situación es especialmente dramática en la ciudad de Homs, donde no hay apenas suministros y la población está sometida a un intenso bombardeo sin descanso que se ha cobrado cientos de vidas en solo quince días, sin que el Ejército Libre haya podido hacer nada para evitar la lluvia mortal de morteros, lanzados desde la distancia.
El Jeish al Hor está compuesto en su mayoría por desertores y solo aceptan a aquellos que hayan realizado el servicio militar, de modo que es un ejército tan experimentado como pobre. Solo cuentan con fusiles, RPGs y una pobre infraestructura en cuestión de vehículos y medios para comunicarse, obstáculos que impiden en estos momentos un equilibrio de fuerzas a corto plazo, dada la fortaleza de las tropas de El Asad, que están mucho mejor pagadas, equipadas y cuentan con tanques y artillería pesada.
Fuente Diario "EL PAÍS"
El funeral transcurre a toda prisa, hoy es un día peligroso. El pasado lunes el Jeish al Hor (Ejército Libre) capturó un tanque a las tropas de El Asad en las inmediaciones de la ciudad y como represalia el régimen ha iniciado un bombardeo contra la zona controlada por los rebeldes, dos tercios de la ciudad. Llevados en volandas en una corta procesión desde la mezquita hasta el nuevo cementerio construido para los shaheed (mártires), a salvo de las balas de los francotiradores, el cortejo casi corre hacia las tumbas, cavadas solo una hora antes.
Rodeados cientos de personas, los sepultureros entierran los cuerpos en apenas diez minutos. Dos hermanas tratan de llegar a los pies de la tumba de Ahmed e Ismail, entre lágrimas, pero ha sido todo tan rápido que ni siquiera les ha dado tiempo de darles su último adiós. "¿Cuántos muertos más necesita Bachar para irse, cuántos?", exclama una de ellas.
Se oyen algunos tiros. Las tropas de El Asad, apostadas en las azoteas del hospital y del ayuntamiento, disparan a los altavoces de la mezquita, que emite el sonido de los rezos musulmanes para el funeral.
Hoy no ha habido canciones, ni reunión multitudinaria, ni el discurso habitual de un miembro del Jeish Al Hor a las multitudes. Los reclutas del ejército tienen otros menesteres y están atareados esperando la supuesta llegada de tanques del régimen, que han reforzado sus posiciones en esta zona, cercana a la frontera con Líbano, y tienen la rodeada la ciudad con artillería pesada, 17 controles y un número indeterminado de vehículos armados.
En solo dos días han muerto ocho personas en esta localidad a causa de explosiones de mortero, disparos de francotiradores en el centro o ataques de soldados del Ejército sirio a coches circulando de noche en una de las carreteras de acceso y en las inmediaciones de un puesto de control del régimen. La población está sufriendo continuos cortes de electricidad y el diesel, que ha doblado su precio, escasea.
El lunes decenas de personas hacían cola en una gasolinera controlada por el Jeish al Hor para poder hacerse con unos litros para sus calderas, sufriendo temperaturas bajo cero. "¡Yo paso primero o vengo con mi arma!", gritaba un anciano con dos garrafas vacías y el brazo en alto, mientras tres hombres del Jeish al Hor intervenían para calmar a la algarabía de mujeres que protestaban y pedían protección. La mayoría de la población está armada y es usual ver a los hombres con armas cortas o kalashnikov, guardados en los maleteros de los coches o en casa, en la entrada.
Pero la situación es especialmente dramática en la ciudad de Homs, donde no hay apenas suministros y la población está sometida a un intenso bombardeo sin descanso que se ha cobrado cientos de vidas en solo quince días, sin que el Ejército Libre haya podido hacer nada para evitar la lluvia mortal de morteros, lanzados desde la distancia.
El Jeish al Hor está compuesto en su mayoría por desertores y solo aceptan a aquellos que hayan realizado el servicio militar, de modo que es un ejército tan experimentado como pobre. Solo cuentan con fusiles, RPGs y una pobre infraestructura en cuestión de vehículos y medios para comunicarse, obstáculos que impiden en estos momentos un equilibrio de fuerzas a corto plazo, dada la fortaleza de las tropas de El Asad, que están mucho mejor pagadas, equipadas y cuentan con tanques y artillería pesada.
Fuente Diario "EL PAÍS"
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