El Ejército blinda con tanques el acceso al centro de Damasco
Las tropas de Bashar al-Assad mantienen el cerco a los barrios opositores, cuyas calles son ya territorio del Ejército Libre Sirio
Una
furgoneta repleta de ancianos, mujeres y niños cruza una de las calles de Arbin,
distrito rural situado a diez kilómetros de Damasco. Los civiles huyen de los
combates en los barrios del este que enfrentan a las fuerzas de seguridad sirias
con el Ejército Libre Sirio (ELS), el heterogéneo brazo armado de la
oposición. Los accesos los controla el Ejército, que mantiene acordonada
la zona, y se pueden ver tanques y vehículos blindados en los principales
puestos de control, algunos a menos de quince minutos en coche del centro de la
capital. Mientras los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Reino Unido
se preparan para respaldar la resolución de la Liga Árabe en el Consejo de
Seguridad de la ONU en las próximas horas, en las calles de la capital se
empieza a sentir muy cerca el peso de una revuelta seguida hasta ahora solo por
televisión.
El
hospital militar de Tishrin es el más cercano a la línea del frente y su
director informa que en las últimas 24 horas han recibido 21 muertos y 46
heridos, «una situación horrible», lamenta. Desde
las plantas más altas del centro se divisan las columnas de humo elevándose
sobre el cielo grisáceo de la periferia de la capital.
Al
concluir la visita el funcionario del ministerio de Información se despide de
los periodistas, aquí concluye su trabajo por hoy. No hay más que alejarse unos
kilómetros para entrar en zona opositora. Las calles desiertas, el olor a goma
quemada de las ruedas ardiendo en las barricadas y los grupos de ciudadanos en cada esquina mirando con desconfianza cada
coche y echándose a correr cada vez que empiezan a silbar balas indican
que uno ha cruzado la frontera invisible entre las dos sirias. «Los soldados y
los tanques han salido de las calles, ahora nos vigilan desde afuera. En 48
horas hemos logrado echarles, pero si vuelven aquí nos encontrarán», asegura uno
de los encapuchados que pide a los periodistas que le sigan por la zona para
mostrar los efectos de la artillería en las casas del barrio. Poco a poco una
nube de ciudadanos rodea a los recién llegados, todos quieren hablar, todos
quieren contar su historia «para que se sepa la verdad», repiten mientras los
mandos del ESL piden tranquilidad y reclaman que se disuelvan.
El
estallido de la revuelta en la capital ha acelerado las vías diplomáticas. Rusia
se ofrece como sede para un encuentro entre régimen y oposición que los
primeros aceptan, y los segundos, representados por el Consejo Nacional Sirio (CNS), rechazan de forma tajante porque
«no hemos recibido ninguna oferta de ese tipo oficialmente y creo que, si tal
oferta existe, no será más que un intento de influir al Consejo de Seguridad»,
declaró Abdel Baset Seda, miembro del comité ejecutivo del CNS, a Reuters.
La
falta de diálogo a nivel político contrasta con el «pacto oficioso de no
agresión alcanzado entre mandos del Ejército y el ELS por el que ellos se retiran a cambio de que dejemos de
llevar armas en las calles. Somos una fuerza de defensa, no de
ataque, nuestro objetivo es defender a los civiles que quieren
manifestarse, no podemos permitir que se siga disparando sobre las
manifestaciones», asegura uno de los encapuchados que denuncia las condiciones
de vida en una zona con las comunicaciones cortadas, sin agua ni electricidad
durante los últimos cinco días. Pactos de este tipo también están vigentes en
localidades como Zabadani, a treinta kilómetros de la capital, pero los
opositores saben que son frágiles y en cualquier momento se pueden romper debido
a la tensión del momento y a la clara superioridad de las fuerzas del
régimen.
Importancia de Damasco
En los rostros que no van tapados se advierte el terror en los
ojos. Piden no ser fotografiados. Saben lo que ocurre en Homs, Hama e Idlib, admiten que el
régimen no está empleando toda la fuerza —ni militar, ni de inteligencia— de la
que dispone para aplastar la revuelta y saben que «nuestra protección es
Damasco, no pueden hacer aquí lo mismo que en las otras ciudades porque eso
podría hacerse levantar a los habitantes de la capital que hasta ahora han
vivido de espaldas a todo lo que sacudía al país, aislados», admite un activista
de Arbin que está orgulloso de la resistencia ofrecida en los últimos días.
Los
militares usan este argumento de forma inversa y afirman que «si no nos
empleamos a fondo es porque hay civiles en las casas y ellos los usan como
escudos humanos. Nuestra única orden es proteger a los civiles», según el
soldado del Ejército sirio Mohamed Bilal, de 27 años, y herido el domingo en el
tobillo.Hay que moverse rápido. De fondo se escuchan disparos y explosiones.
«Son los 'grupos armados', ellos están en la primera línea en Arbin», indica el
responsable del ESL, que antes de hablar y dejarse fotografiar se tapa hasta los
ojos. La diferencia matizada por los mandos del ELS entre ellos y los «grupos
armados» haría alusión a la presencia de grupos islamistas que operarían de
forma independiente.
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