Las mujeres ya pueden servir en los submarinos. No, no es un titular del
siglo pasado. Es una noticia actual. Tan actual como que con el nuevo año,
24 mujeres se integrarán por primera vez en ocho tripulaciones de cuatro
submarinos lanzamisiles balísticos de Estados Unidos: los USS Wyoming y
USS Georgia, en la base de Kings Bay, en Georgia, y los USS Maine y USS Ohio, en
Bangor, Washington. Han pasado 111 años desde que el Departamento de Defensa
norteamericano comenzara a utilizar submarinos. Y 111 años no han sido
suficientes como para que el cambio se implementara de forma fácil y
callada.
Hay una razón por la que los soldados que prestan servicio en submarinos se refieren a su labor como “el servicio silencioso”. Pueden pasar sumergidos periodos de 90 días, en misiones ultrasecretas, de las que sólo los mandos militares saben. Los soldados aguantan las penurias con estoicismo: los dormitorios son minúsculos; los baños son muy reducidos; en los pasillos no caben dos personas a la vez. No hay privacidad. No hay espacio personal.
Las mujeres comienzan a servir en lo que se conoce como submarinos lanzamisiles balísticos (SSBN) que son más grandes que los submarinos de ataque (SSN). Los modelos SSBN miden 170 metros de largo y 12 metros de ancho. Los tripulan, normalmente, una quincena de oficiales y no más de 130 soldados alistados. Calcula la Marina que cada persona, para su cama y sus enseres, dispone de 1’3 metros cuadrados. En estos sumergibles se comparte de todo: duchas, retretes, armarios y literas.
Son testimonios residuales, no se preocupen. La batalla está ganada. El
debate de permitir a las mujeres servir en los submarinos ha acabado. Se les ha
autorizado. Llevaba sobre la mesa desde 1994, el mismo año en que se les
autorizó a las mujeres a servir en buques de guerra. Se ha desarrollado
de forma paralela a otra gran cuestión en las fuerzas armadas norteamericanas:
¿Se debería permitir a las mujeres tomar parte en operaciones de combate? Al fin
y al cabo son un 15% de las tropas (en la Marina son 52.446 de 330.700 soldados)
y hasta la fecha no pueden tomar parte en operaciones de infantería ni en
misiones de ataque o defensa.
Hay una razón por la que los soldados que prestan servicio en submarinos se refieren a su labor como “el servicio silencioso”. Pueden pasar sumergidos periodos de 90 días, en misiones ultrasecretas, de las que sólo los mandos militares saben. Los soldados aguantan las penurias con estoicismo: los dormitorios son minúsculos; los baños son muy reducidos; en los pasillos no caben dos personas a la vez. No hay privacidad. No hay espacio personal.
Las mujeres comienzan a servir en lo que se conoce como submarinos lanzamisiles balísticos (SSBN) que son más grandes que los submarinos de ataque (SSN). Los modelos SSBN miden 170 metros de largo y 12 metros de ancho. Los tripulan, normalmente, una quincena de oficiales y no más de 130 soldados alistados. Calcula la Marina que cada persona, para su cama y sus enseres, dispone de 1’3 metros cuadrados. En estos sumergibles se comparte de todo: duchas, retretes, armarios y literas.
El 19 de febrero de 2010, un mes después de que
Barack Obama tomara posesión de su cargo, el entonces Secretario de Defensa
Robert Gates envió una carta al Congreso en la que comunicaba el final de la
prohibición. El 29 de abril, el secretario de la Marina, Ray Mabus, anunció formalmente el cambio, que entra en vigor con el nuevo
año:
Hay mujeres extremadamente capaces en la Marina que tienen el talento y el deseo de triunfar en la flota de submarinos... Permitirles servir en la comunidad de submarinos es lo mejor para esta fuerza y para la Marina. Literalmente, no podríamos hacer funcionar la Marina sin las mujeres.
No crean que esos argumentos han convencido a todo el mundo. Los defensores
del ‘status quo’ se han puesto manos a la obra. Un suboficial de Marina con 17
años de servicio y experiencia en cuatro submarinos, John Mason, ha organizado
una recogida de firmas por Internet que tiene más de 600 votos a favor. Quiere
que el Pentágono de marcha atrás por los graves riesgos que la presencia de las
mujeres supone en los sumergibles. Tiene una página web dedicada al asunto, en la que da razones como
ésta:
Algunas de las conductas de los hombres incluyen darse algunas palmaditas en el trasero; contacto físico directo, incluidos abrazos, y fiestas nocturnas; son cosas aceptables y toleradas para aliviar el estrés y la falta de contacto con las familias, algo que un miembro de la tripulación pierde cuando se sumerge durante meses. Servir en un submarino no es algo que se deba hacer si uno es tímido o tiene dudas sobre su sexualidad... en ellos el contacto físico directo entre miembros de la tripulación es inevitable y no es algo inesperado.Esas fiestas nocturnas parecen muy animadas, por lo que se ve en las fotos del sitio web de Mason, en este enlace, y otras páginas dedicadas a la camaradería en otros submarinos, como ésta. (Fíjense en la tendencia de algunos tripulantes a vestirse de mujeres). En ese sentido, las reticencias de Mason y de otros veteranos es análoga a las que expresarían caballeros opuestos a la presencia de damas en clubes sociales masculinos en el siglo XIX. “¿Cómo vamos a tener nosotros a una mujer aquí?”, parecen pensar. Mason se ha dedicado, además, a recabar testimonios de otras personas opuestas a semejante ofensa. Esto es lo que dicen:
La privacidad y la limitación de espacio hacen que lad demandas de acoso sexual, reales o imaginarias, se hagan más probables. Imagínese que una mujer al salir de la ducha se encuentra con un hombre que necesita hacer sus necesidades. O el caso contrario, un hombre que sale de la ducha y ve entrar a una mujer.
Como exesposa de un militar, he vivido de primera mano la destrucción en las familias que las mujeres y los hombres en el ejército pueden provocar. Mi exmarido pasó unos cuatro años en submarinos antes de ser transferido a un buque. Me contaba historias de cómo las chicas se tiran encima de los hombres, sin importarles si están casados o no.
Las mujeres deben quedarse donde les corresponde... no en los submarinos... La situación ya es lo suficientemente dura para los chicos como es ahora... las mujeres son demasiado emocionales.
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