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lunes, 4 de abril de 2011
GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LIBIA, LA OTAN INVESTIGA EL ERROR QUE ACABO CON LA VIDA DE 32 REBELDES
Al menos 32 muertos en la ciudad libia de Kotla, controlada por los rebeldes
Al menos 32 personas han muerto y varias decenas más han resultado heridas en las últimas horas, durante una ofensiva lanzada por las fuerzas leales a Gadafi en Kotla, una localidad situada al suroeste de Trípoli y controlada por los rebeldes, según ha informado la cadena de televisión Al Arabiya.
Las tropas de Gadafi continuaban esta mañana con el ataque que comenzaron el sábado, declaró un residente a la emisora árabe. Según el testigo, la ofensiva se lanzó desde el acceso este de la ciudad, utilizando artillería pesada y baterías de lanzamisiles Grad.
La pasada madrugada, los hombres de Gadafi atacaron desde la zona oeste y dispararon contra lo que se movía en distintos barrios, según la misma fuente.
Combates en Brega
Por otro lado, los combates prosiguen alrededor de la petrolera Brega, a 235 kilómetros al oeste de Bengasi, donde los rebeldes tuvieron que replegarse algunos kilómetros debido al empuje de las tropas de Muamar el Gadafi, según han asegurado fuentes de los sublevados.
Cerca de 400 combatientes insurgentes, que habían conseguido avanzar hacia Brega han tenido que retroceder en la carretera que une el enclave petrolífero con la estratégica ciudad de Ajadabiya, en poder de los rebeldes, indicaron las mismas fuentes.
Las tropas de Gadafi han recrudecido el fuego de artillería pesada sobre Brega, enclave en torno al que la línea del frente está situada desde hace cerca de tres días. Aviones de la coalición internacional, al mando de la OTAN, sobrevolaron esa localidad, aunque no se escucharon bombardeos, según las fuentes citadas.
El desertor libio Musa Kusa, acusado de suministrar explosivo al IRA
Musa Kusa, el ex ministro libio de Asuntos Exteriores que huyó al Reino Unido el pasado miércoles, es nombrado en documentos de los tribunales británicos como el hombre que supervisó en su día el suministro del explosivo Semtex al IRA.
Ese explosivo fue utilizado por los republicanos norirlandeses en actos terroristas cometidos en el Reino Unido y en los que murieron ocho personas, incluido un niño de tres años. Los documentos, vistos por el dominical 'The Sunday Times', incriminan a Kusa y a otros cinco libios en la "muerte deliberada" de esas y otras personas.
Según los papeles, Musa también aprobó el asesinato del periodista de la BBC Mohamed Ramadan a las puertas de la mezquita londinense de Regent's Park en 1980.
Acciones legales
Jonathan Ganesh, que resultó herido en uno de los atentados de IRA, y otros supervivientes de esas acciones han anunciado que se reunirán la semana que viene con sus abogados para ver la posibilidad de emitir una orden de detención contra Kusa, que se encuentra en lugar seguro y ha sido interrogado por funcionarios del espionaje británico.
Los acusadores denuncian que el ex colaborador de Muamar Gadafi supervisó el envío de Semtex en varios buques, entre ellos el 'Ekslund', que fue interceptado por la policía francesa. Los documentos, presentados en un tribunal de Washington DC en 2008, citan a Adrian Hopkins, el armador del mencionado barco, que dijo a la policía francesa que Naser Ali Ashur, lugarteniente de Kusa, asistió en persona al cargamento del 'Ekslund' en Trípoli, en 1987.
En el momento de ser interceptado por los franceses, el buque transportaba dos toneladas de Semtex, 50 lanzacohetes 'Sam-7' y 1.000 fusiles de asalto 'Kalashnikov AK-47'.
El caso Lockerbie
Kusa, durante treinta años uno de los miembros más influyentes del círculo de Gadafi, se encuentra actualmente en el sur de Inglaterra, donde las autoridades británicas le ha dado un teléfono para que convenza a 15 estrechos colaboradores de Gadafi para que abandonen al coronel.
El primer ministro británico, David Cameron, aseguró en el Parlamento la pasada semana que no se ha ofrecido inmunidad al ex ministro, pero fuentes del propio Gobierno niegan que haya cargos concretos contra el libio y dudan de que prosperen los intentos de procesarle en el Reino Unido por el atentado de Lockerbie.
Sin embargo, la fiscalía escocesa ha comunicado al Foreign Office británico su interés en interrogar a Kusa por ese atentado, que causó en 1988 la muerte de 270 personas. Según medios británicos, el ministro libio tuvo un papel importante en las negociaciones para la liberación de la única persona condenada por Lockerbie, su compatriota Abdul Baset Ali al-Megrahi.
Fuente Diario "El MUNDO"
Gadafi envía a Grecia a un emisario con un mensaje a Papandreu
Los enfrentamientos entre las fuerzas del dictador y los rebeldes se estancan en el este
Los canales diplomáticos empiezan a activarse en la crisis de Libia. El viceministro de Exteriores libio, Abdelati Obeidi, viajó este domingo a Atenas para entregar el mensaje del coronel Muamar el Gadafi el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, de que quiere una solución al conflicto y el fin de las hostilidades. Así lo confirmó el Gobierno griego, desmintiendo los rumores de que Obeidi había huido de Trípoli. Al mismo tiempo, una delegación británica llegó a Bengasi para entrevistarse con los líderes rebeldes, informó la agencia Reuters.
Por otro lado, hubo más elementos en la historia de los intentos de los hijos de Gadafi para dar un fin a la guerra por la vía de la negociación. Un diplomático citado por The New York Times asegura que Saif el Islam, uno de los hijos del dictador, trata de llegar a un acuerdo en el que su padre sería retirado del poder. No parece que el coronel esté por la labor. Estos movimientos abren la perspectiva de una salida a una guerra que parece estancada sobre el terreno.
Mientras toda la atención se dirige al frente del este y a la batalla diaria por controlar las estratégicas ciudades de Ras Lanuf y Brega, vitales para que los rebeldes avancen hacia Sirte, un grupo de combatientes libios resiste en las montañas al suroeste de Trípoli. Allí, las fuerzas de Gadafi llevan semanas asediando la ciudad de Zintan, a unos 160 kilómetros de la capital.
Este domingo, los soldados del coronel bombardearon a primera hora el lugar con carros de combate, según relató a la agencia Reuters un vecino identificado como Abdulraman. No muy lejos de allí, en Yafran, la cadena Al Arabiya informó de ataques que causaron dos muertos, según testigos.
No hay posibilidad de confirmar estos datos de forma independiente. En esa zona montañosa, los dos bandos llevan jugando al perro y el gato desde que empezó el conflicto, a mediados de febrero. Varios periodistas que quedaron atrapados allí a principios de marzo relataron que los enfrentamientos tienen lugar en los caminos secundarios, donde se producen emboscadas y donde los rebeldes se mueven sigilosamente para no ser cazados. En las últimas semanas, la situación parece haber cambiado y las fuerzas de Gadafi asedian las ciudades más importantes con artillería pesada.
En el este, a pesar de los bombardeos aéreos de los aliados occidentales, los rebeldes son incapaces de mantener las ciudades tomadas. Si hace una semana aseguraban estar a las puertas de Sirte, ahora luchan desesperadamente por avanzar hasta Brega. Varias explosiones y disparos de baterías antiaéreas se escucharon en la ciudad al tiempo que algunos aviones sobrevolaron la zona, aseguró la agencia Reuters. No estaba claro si los aviones habían lanzado bombas contra posiciones del Ejército de Gadafi. La ciudad sigue en poder de las tropas del coronel. De lo que sí se encargó de informar el Estado Mayor de la Defensa francesa fue de que sus fuerzas armadas destruyeron varios vehículos blindados del Ejército libio en la región de Ras Lanuf.
En cualquier caso, los rebeldes empiezan a organizarse mejor. Los combatientes más inexpertos fueron apartados del frente y los más experimentados desplegaron armas más pesadas. Los insurgentes constituyeron además un gabinete de crisis con la presencia el ex ministro de Interior para diseñar una estrategia más eficaz y lograr su objetivo de avanzar hacia el oeste. Si Sirte queda aún lejos, Trípoli está en otra galaxia.
¿Quiénes son los rebeldes?
El núcleo duro de los que luchan contra Gadafi son los 'shabab', los jóvenes, muchos de ellos universitarios, que iniciaron la revuelta libia en febrero. Se les han unido mecánicos, comerciantes, ingenieros y algunos soldados
Tres de los mayores ejércitos del mundo se han puesto de acuerdo para apoyar a un grupo de personas de las ciudades y los pueblos costeros de Libia a los que se da la vaga denominación de "los rebeldes". En febrero, Muamar el Gadafi, que reúne un sentido fantasmagórico de la realidad con una ilimitada capacidad de terror, apareció en televisión para decir que los rebeldes no eran más que extremistas de Al Qaeda, confundidos por culpa de unos alucinógenos que les habían introducido en la leche y el Nescafé. Obama, que se debate entre las obligaciones de salvar a los libios inocentes de una matanza y no caer en otra guerra prolongada, describió a esos mismos rebeldes de forma muy distinta: "Unas personas que buscan un modo de vida mejor".
Durante las semanas que llevo informando desde Bengasi y un frente caótico y cambiante, he pasado mucho tiempo con estos voluntarios. El núcleo duro de los combatientes han sido los shabab, los jóvenes cuyas protestas desencadenaron la revuelta a mediados de febrero. Son desde chicos callejeros hasta universitarios (muchos, estudiantes de informática, ingeniería o medicina), y a ellos se han unido jóvenes modernos en paro y mecánicos, comerciantes y tenderos de mediana edad. Hay un contingente de empleados de empresas extranjeras: ingenieros petrolíferos y navales, supervisores de obras, traductores. También antiguos soldados, con las culatas de sus armas pintadas de rojo, verde y negro, los colores que tenía la bandera libia antes de Gadafi y que ahora, de repente, vuelven a estar en todas partes.
Y también hay unos cuantos hombres religiosos, barbudos, más disciplinados que los demás, que parecen empeñados en luchar en punta, en los puestos más peligrosos. Sin embargo, no parece probable que estén aquí representando a Al Qaeda. Un día vi cómo celebraban el rezo en el frente de Ras Lanuf, pero los guerreros, en su mayoría no asistieron. Un luchador de aspecto fanático en Brega reconoció que era un yihadista, veterano de la guerra de Irak, pero dijo que agradecía la intervención de Estados Unidos en Libia, porque Gadafi era un kafir, un infiel.
En las afueras de Ajdabiya, un hombre llamado Ibrahim, uno de los numerosos emigrados que han vuelto, me dijo: "Los libios siempre han sido musulmanes, buenos musulmanes". Aquí la gente se considera decente y religiosa, un poco anticuada y pueblerina, pero no son islamistas radicales. Ibrahim tiene 57 años. Vive en Chicago, y traspasó su taller de mecánica y lavado de coches a un amigo para poder venir a luchar. Tenía su vida hecha en EE UU, dijo, pero su deber, como libio, era ayudar a acabar con Gadafi, "el monstruo".
En el último mes, hombres como Ibrahim se han lanzado al combate como si fuera una prolongación de las manifestaciones callejeras, espoleados por un espíritu audaz y rebelde pero apenas capaces de manejar un arma. Para muchos, las luchas consisten sobre todo en una representación -bailes, cánticos, disparos al aire- y en correr dando vueltas en vehículos de combate improvisados. El ritual se prolonga hasta que los proyectiles de Gadafi los dispersan. En los primeros días del contraataque del dictador, los jóvenes rebeldes sintieron asombro e indignación al ver que el enemigo disparaba artillería real contra ellos. Cientos de ellos han muerto.
La realidad del combate ha asustado a los rebeldes, pero también ha reforzado la determinación de quienes han perdido amigos o hermanos. Cerca de Ajdabiya conocí a Muhammad Saleh, un joven mecánico armado sólo con una bayoneta. Había visto morir a su hermano pequeño una o dos horas antes. Y pocos días después, me dijo que pensaba comprar armas en el mercado negro y, con un grupo de 10 amigos, volver al campo de batalla. Con entrenamiento y una dirección profesional (seguramente, procedente del extranjero), puede que los rebeldes acaben convirtiéndose en algo parecido a un ejército como es debido. Ahora bien, de momento, no disponen tal vez más que de 1.000 combatientes preparados, y tienen una terrible inferioridad en cuestión de armas. La semana pasada, un antiguo oficial del ejército me dijo: "No existe ejército. Sólo estamos nosotros: unos cuantos voluntarios como yo y los shabab".
Siguen pendientes preguntas importantes sobre los jefes de la rebelión: quiénes son, qué ideas políticas tienen y qué harían si cae Gadafi. En el palacio de justicia situado en el machacado paseo marítimo de Bengasi, que es la sede de facto de la revolución libia, un grupo de abogados, médicos y otros profesionales se han designado mutuamente para componer un batiburrillo de "consejos de dirección". Hay un consejo municipal de Bengasi y un Consejo Nacional de Transición, encabezado por un exministro de Justicia gris pero aparentemente honrado, Mustafá Abdel Jalil, que pasa su tiempo en Bayda, a 200 kilómetros de distancia. Otras ciudades tienen sus propios consejos. Sus miembros son intelectuales, antiguos disidentes y empresarios, muchos pertenecientes a viejas familias que eran importantes antes de que Gadafi llegase al poder. Lo que falta en todo esto es organización. La semana pasada se anunció en Bengasi otro gobierno en la sombra, el Consejo de Gestión de Crisis; no quedó nada claro de qué forma su líder, un antiguo estratega del gobierno llamado Mahmud Jibril, iba a coordinarse con Jalil, o si se trataba de que lo sustituyera.
Para contribuir a la confusión, hay dos jefes militares rivales. Uno es el general Abdel Fateh Yunis, que fue ministro del Interior de Gadafi y responsable de las fuerzas especiales hasta que "desertó" al bando rebelde. Yunis ha estado ausente de las apariciones públicas, y suscita desconfianza entre los shabab y muchos miembros del consejo. El otro jefe, el coronel Khalifa Heftir, es un héroe de la guerra con Chad en los años ochenta que posteriormente se volvió contra Gadafi y, hasta hace poco, vivía exiliado en EE UU. A diferencia de Yunis, en Bengasi todos le admiran, pero también él ha permanecido oculto, en un campamento secreto en el que está entrenando tropas de élite para el combate.
Mustafá Gheriani, empresario y portavoz de los rebeldes, tras reconocer los inconvenientes de esa mezcla de consejos revolucionarios, me instó a que no creyera las acusaciones de extremismo que lanza Gadafi. "Todos miran a Occidente, no a un sistema socialista ni extremista, eso es lo que teníamos antes", dijo. "Ahora bien, si se desilusionan con Occidente, pueden convertirse en presa fácil para los extremistas", añadió.
Antes de que las tropas de Gadafi llegaran a Bengasi, había mucha bravata revolucionaria; todos los libios odiaban a Gadafi, decían los rebeldes, y, si sus fuerzas intentaban tomar la ciudad, resistirían y lucharían. Sin embargo, cuando las primeras columnas de soldados llegaron a los límites de la ciudad, muchos miles de habitantes -incluidos algunos miembros del consejo municipal- huyeron hacia el este. De quienes se quedaron para luchar, murieron más de 30, y la situación se salvó sólo gracias a la llegada de los aviones franceses. Desde entonces, la retórica sobre la unidad ha cambido y ahora incluye comentarios desconfiados sobre las personas fieles a Gadafi.
Gheriani intentó asegurarme que el nuevo Estado que planean los rebeldes no van a dirigirlo muchedumbres confusas ni extremistas religiosos sino "intelectuales educados en Occidente" como él. No sé si era una más de las falsas ilusiones que tanto han abundado aquí en las últimas semanas. Después de 42 años de Muamar el Gadafi -con su crueldad, su convicción megalómana de que mandaba en África y el mundo árabe, sus peroratas de difícil interpretación-, los libios no saben qué es su país, ni mucho menos qué va a ser.
Pero hay algunas cosas claras. En Bengasi, un influyente empresario llamado Sami Bubtaina me expresó un sentimiento común: "Queremos democracia. Queremos buenas escuelas, queremos medios de comunicación libres, el fin de la corrupción, un sector privado que pueda ayudar a construir esta nación y un parlamento, para poder quitarnos de encima a quien queramos y cuando queramos". Son propósitos dignos de encomio. Pero creer que van a ser fáciles de lograr es negar el precio de decenios de locura, terror y la erradicación deliberada de la sociedad civil.
Jon Lee Anderson es periodista. © Condé Nast. Publicado originalmente en The New Yorker / www.newyorker.com. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Fuente Diario "EL PAÍS"
Al menos 32 muertos en una ofensiva gadafista sobre Kotla, en manos rebeldes
Al menos 32 personas han muerto y varias decenas más han resultado heridas en las últimas horas, durante una ofensiva lanzada por las fuerzas leales a Muamar al Gadafi en Kotla, localidad al suroeste de Trípoli controlada por los rebeldes, informó hoy la cadena de televisión Al Arabiya.
3 Abril 11 - Argel - Efe/Reuters/Ep
Las tropas gadafistas continuaban esta mañana con el ataque que comenzaron ayer, declaró un residente a la emisora árabe. Según el testigo, las fuerzas gubernamentales lanzaron la ofensiva desde el acceso este de la ciudad, utilizando artillería pesada y baterías de lanzamisiles Grad. Esta madrugada, los hombres de Gadafi atacaron desde la zona oeste, disparando de forma indiscriminada contra todo lo que se movía en varios residenciales, indicó la misma fuente.
Además, las fuerzas leales a Gadafi, y las milicias rebeldes continúan combatiendo este domingo por el control de la ciudad de Brega, en el centro del país. Los sublevados cuentan ahora con armamento de más peso y la aviación de la OTAN sobrevuela la zona para imponer la zona de exclusión aérea, pero el Ejército de Gadafi mantiene sus posiciones.
Un corresponsal de la agencia Reuters ha informado este domingo desde el límite oriental de la ciudad de que se podían escuchar las explosiones y el tableteo de las ametralladoras. Por el lugar pasaban cientos de vehículos que transportan a los milicianos rebeldes voluntarios tanto hacia la ciudad como hacia el oeste.
"Esos aviones que sobrevolaron anoche la zona no hicieron nada", se la mentaba uno de los combatientes insurgentes, Usama Abdulá, que insinuó que la toma del mando de la operación por parte de la OTAN es la causa. "Sarkozy es grande, pero la OTAN no", ha afirmado Abdulá en referencia al presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Brega, una concentración dispersa de población es escenario de combates desde hace cuatro días y los rebeldes, ahora con tropas mejor formadas, han logrado detener el contraataque de las fuerzas de Gadafi iniciado desde Sirte, ciudad natal de Gadafi, días después del inicio de los bombardeos de la coalición internacional.
Fuente Diario "LA RAZÓN"
La guerra de las pickup
JDABIYA. El Ejército rebelde se mueve gracias a las furgonetas pickup que Muamar Gadafi guardaba con celo en el puerto de Bengasi para entregarlas como regalo de cumpleaños a aquellos libios nacidos el 1 de septiembre, aniversario de su llegada al poder. Una excentricidad más de la larga lista de caprichos de un líder que intentaba ganarse el favor de los ciudadanos a base de promesas. Más de cuatro mil vehículos de color blanco cayeron en manos de la revolución tras el 17 de febrero y ahora forman la auténtica caballería de unas fuerzas que han adaptado los coches a las necesidades de la guerra. Yaser Abdulaziz nació el 9 de septiembre de 1977, así que por ocho días no estaba entre los afortunados a los que les correspondía una pickup, sin embargo la revuelta hizo que cayera en sus manos un ‘Grand Hiland Delux', modelo de este vehículo de fabricación china cuya marca nadie conoce y que responde al nombre de Zhongxing. Desde entonces conduce "al servicio de la guerra, en cuanto todo termine lo devolveré a las autoridades revolucionarias para que hagan lo que estimen oportuno". Como el resto de conductores, Yaser no tiene llaves y ha puenteado el arranque, también ha camuflado el coche echando aceite sobre la chapa para que la arena del desierto se le pegue "y así somos invisibles ante los ojos del enemigo". El último toque rebelde consiste en hacer pintadas a ambos lados del vehículo para distinguirse como "defensores de la revolución del 17".
Yaser lleva la parte trasera cargada de bidones de gasolina, comida y colchones de espuma, pero su auténtico objeto de deseo es una metralleta para la que ya ha preparado una estructura metálica que ha soldado en la batea, "en cuanto tenga la oportunidad coloco el arma y me voy a la primera línea", asegura este miliciano al que las nuevas reglas de combate, que impiden el acceso al frente a aquellos que no dispongan de armamento de gran alcance, le obligan a permanecer en retaguardia. Antes de este intento de poner orden en las filas rebeldes sí llegó a estar cara a cara con los hombres de Gadafi y pudo comprobar la potencia del motor al que puso "a 190 kilómetros por hora para huir de la lluvia de cohetes".
Con la gasolina casi regalada, a nadie le preocupa el consumo. Pero los rebeldes se quejan de los problemas mecánicos que empiezan a sufrir los vehículos chinos tras cinco semanas en el desierto. "No tienen nada que ver con las ‘Fox' (zorro, nombre que dan los libios a la mítica pickup de la marca Toyota que emplearon los talibanes en la toma de Kabul en los noventa y que aquí se usa en el desierto), son mucho más frágiles y tenemos problemas con los radiadores", lamentan algunos rebeldes que tienen que detenerse en la cuneta cada cierto tiempo para echar jabón en los radiadores y así hacer que la arena se pegue en la parte frontal.
Fuente Diario "ABC"
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