Tropas estadounidenses y afganas han empezado este domingo, por fin, una gran ofensiva militar en la provincia de Kandahar, el bastión de los talibán en el sur de Afganistán, según anunció el general de brigada Josef Blotz, portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF). Esta operación se llevaba anunciando desde primavera, pero se había ido retrasando sin justificación oficial alguna. Muchos creen que EEUU la había suspendido de forma temporal dado el fracaso registrado en el enclave de Marjah, en la provincia vecina de Helmand.
En Marjah los marines estadounidenses iniciaron en febrero una gran operación que inicialmente se presentó como la panacea, y el paradigma de la nueva estrategia del presidente norteamericano, Barack Obama, en Afganistán. En mayo, sin embargo, las tropas norteamericanas aún continuaban registrando bajas y seguían sin poder controlar totalmente Marjah, a pesar de que es un territorio relativamente reducido y que en la ofensiva se dijo que habían participado diez mil efectivos.
Esta vez, en la operación de Kandahar, se ha evitado dar cifras exactas de tropas, pero el portavoz de la ISAF ha asegurado que la ofensiva implica a un gran número de efectivos, con apoyo aéreo incluido. Asimismo ha afirmado que, por primera vez en una gran operación, se han desplegado sobre el terreno más fuerzas afganas que internacionales.
La ofensiva se ha bautizado con el nombre Ataque del Dragón, y pretende limpiar de insurgentes tres distritos claves de Kandahar, considerados tradicionalmente zona de los talibán. Se trata de los distritos de Arghandab, Zhari y Panyuai, situados al oeste y sur de la ciudad de Kandahar. "Esperamos duros combates", aseguró el general de brigada Blotz, que también añadió que con la ofensiva se destruirán posiciones de combate de los talibán "de manera que no tendrán ningún sitio donde esconderse".
Desde principio de año, EEUU ha multiplicado de forma importante sus efectivos en Kandahar. De hecho, un número significativo de las 30.000 fuerzas suplementarias norteamericanas que se han desplegado en Afganistán durante los últimos meses, han ido a parar allí.
Como consecuencia de ello, la seguridad en la provincia se ha deteriorado muchísimo, y también porque el anuncio de la ofensiva en primavera �que, de facto, ha empezado ahora- llevó a los talibán a iniciar, por su parte, una campaña de asesinatos contra trabajadores del Gobierno afgano o todo aquél que tuviera relación con extranjeros. Eso generó una auténtica psicosis entre la población civil, por miedo de convertirse en blanco de los talibán en cualquier momento. Asimismo, los insurgentes plantaron artefactos explosivos en buena parte de los caminos de la provincia, y el número de heridos por mina antipersona aumentó considerablemente. La situación en el hospital de Kandahar, en los últimos meses, era desoladora.
Si eso ya ocurría antes del inicio formal de la operación, no se sabe ahora qué puede pasar. De momento, no se tiene noticias sobre la situación de la población civil.
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