Un ataque talibán causa un centenar de muertos en una base militar afgana
Los insurgentes han asumido la autoría del atentado, perpetrado a solo 50 kilómetros de Kabul
Al menos un centenar de miembros de las fuerzas de seguridad afganas
han muerto este lunes en un ataque talibán contra un centro de
entrenamiento en la provincia de Wardak, a 50 kilómetros de Kabul.
Se trata de la segunda operación de envergadura que los insurgentes se
atribuyen en 24 horas. Sin embargo, poco después del atentado el
portavoz talibán anunciaba que una delegación del grupo se había reunido
con representantes de EE. UU. este mismo lunes en Qatar, y que
volverían a hacerlo el martes. Hace sólo una semana amenazaban con
interrumpir las conversaciones.
Un suicida ha hecho estallar un coche bomba a las siete de la mañana
en las proximidades del centro de entrenamiento de la Dirección Nacional
de Seguridad (NSD, por sus siglas inglesas) a las afueras de Maidan
Shahr, la capital de Wardak, ha informado ToloNews. Según testigos
citados por esa cadena de televisión afgana, cuatro hombres armados y
con uniformes de la NSD han atacado entonces a los soldados. El tiroteo
se ha prolongado durante cinco horas.
Las cifras iniciales hablaban de 12 muertos y numerosos heridos, pero según ha avanzado el día, varias fuentes oficiales han reconocido a la agencia Reuters que las víctimas mortales superaban el centenar.
“Hasta donde sabemos 126 personas han perecido el asalto a la base”, ha asegurado un alto cargo de Defensa desde el anonimato. También un funcionario provincial ha hablado de más de cien muertos. Según el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, han causado “90 muertos y más de cien heridos”. Oficialmente, nadie admite más de 50 muertos, al margen de los atacantes.
Aunque no está claro cuántos de los fallecidos son miembros de la NSD
o reclutas de la milicia local a la que entrenaban, se trata de un
doble golpe para el Gobierno de Kabul. Además del elevado número de
víctimas, el objetivo elegido añade sal a la herida. La NDS es el
principal servicio de inteligencia afgano y el ataque es el más grave
que ha sufrido en sus 17 años de existencia.
El comunicado en el que los talibanes se han responsabilizado del atentado identifica al conductor del vehículo como Abdul Hadi Helmandi, aunque sólo cita a dos atacantes más. La víspera, otro coche bomba tuvo como objetivo al gobernador y al jefe del NDS de la provincia de Logar (al sur de Kabul); salieron ilesos, pero al menos ocho miembros de su equipo de protección murieron y otros diez quedaron heridos. Los analistas señalan que junto a su proximidad a la capital, Wardak y Logar tienen en común una importante presencia de la red Haqqani, un grupo asociado con los talibanes cuyo cabecilla, Sirajuddin Haqqani, es uno de los lugartenientes del líder talibán.
En los últimos meses la guerrilla ha aumentado sus operaciones contra las fuerzas de seguridad y las sedes gubernamentales, a lo que las fuerzas estadounidenses han respondido atacando a sus jefes militares sobre el terreno. Ese refuerzo de las hostilidades parece un intento de ganar bazas ante las negociaciones que el enviado especial de Estados Unidos para reconciliación afgana, Zalmay Khalilzad, lleva explorando varios meses con los representantes talibanes en Doha (Qatar).
Hasta la sorpresiva reunión de este lunes, las dos partes se habían visto al menos tres veces en la capital catarí y otra en Abu Dhabi (EAU), sin que por ahora estos encuentros se hayan traducido en una reducción de los ataques. Además, los talibanes siguen negándose a hablar con el Gobierno de Kabul, al que consideran una marioneta de Occidente.
Khalilzad les insistió la semana pasada sobre este punto y les advirtió de que "si quieren hablar, se puede hablar, y si quieren luchar, se puede luchar". Apenas un día antes, los insurgentes amenazaron con "retrasar" las conversaciones de paz si Washington no aborda "de forma sincera" su exigencia sobre la retirada de las tropas internacionales de Afganistán. Algunos observadores opinan que la filtración de que el presidente de EE. UU., Donald Trump, quiere retirar a sus soldados está dañando las gestiones de su enviado.
Las cifras iniciales hablaban de 12 muertos y numerosos heridos, pero según ha avanzado el día, varias fuentes oficiales han reconocido a la agencia Reuters que las víctimas mortales superaban el centenar.
“Hasta donde sabemos 126 personas han perecido el asalto a la base”, ha asegurado un alto cargo de Defensa desde el anonimato. También un funcionario provincial ha hablado de más de cien muertos. Según el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, han causado “90 muertos y más de cien heridos”. Oficialmente, nadie admite más de 50 muertos, al margen de los atacantes.
El comunicado en el que los talibanes se han responsabilizado del atentado identifica al conductor del vehículo como Abdul Hadi Helmandi, aunque sólo cita a dos atacantes más. La víspera, otro coche bomba tuvo como objetivo al gobernador y al jefe del NDS de la provincia de Logar (al sur de Kabul); salieron ilesos, pero al menos ocho miembros de su equipo de protección murieron y otros diez quedaron heridos. Los analistas señalan que junto a su proximidad a la capital, Wardak y Logar tienen en común una importante presencia de la red Haqqani, un grupo asociado con los talibanes cuyo cabecilla, Sirajuddin Haqqani, es uno de los lugartenientes del líder talibán.
En los últimos meses la guerrilla ha aumentado sus operaciones contra las fuerzas de seguridad y las sedes gubernamentales, a lo que las fuerzas estadounidenses han respondido atacando a sus jefes militares sobre el terreno. Ese refuerzo de las hostilidades parece un intento de ganar bazas ante las negociaciones que el enviado especial de Estados Unidos para reconciliación afgana, Zalmay Khalilzad, lleva explorando varios meses con los representantes talibanes en Doha (Qatar).
Hasta la sorpresiva reunión de este lunes, las dos partes se habían visto al menos tres veces en la capital catarí y otra en Abu Dhabi (EAU), sin que por ahora estos encuentros se hayan traducido en una reducción de los ataques. Además, los talibanes siguen negándose a hablar con el Gobierno de Kabul, al que consideran una marioneta de Occidente.
Khalilzad les insistió la semana pasada sobre este punto y les advirtió de que "si quieren hablar, se puede hablar, y si quieren luchar, se puede luchar". Apenas un día antes, los insurgentes amenazaron con "retrasar" las conversaciones de paz si Washington no aborda "de forma sincera" su exigencia sobre la retirada de las tropas internacionales de Afganistán. Algunos observadores opinan que la filtración de que el presidente de EE. UU., Donald Trump, quiere retirar a sus soldados está dañando las gestiones de su enviado.
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