Trenes blindados de la Guerra Civil Americana
Al pensar en los trenes blindados, me vienen a la cabeza dos ideas fundamentales. Por un lado, su aspecto jurásico: grandes, pesados, acorazados… casi parecen estegosaurios militares; por otro, su limitación al trazado del ferrocarril, eternos prisioneros de un camino de hierro vulnerable en mil sitios y de mil maneras, que parece equilibrar esa sensación de fuerza impávida que desprenden. Una vez hechas estas reflexiones, cuando hablamos de su uso militar solemos referirnos a engendros como el Zaamurets de la guerra civil rusa, o a los grandes panzerzug alemanes, con sus impresionantes cañones, y olvidamos que los trenes blindados, la idea de montar un cañón sobre un ferrocarril, es bastante anterior… nadie se acuerda del maquinista de la “General”.
Y lo cierto, es que la Guerra Civil Americana, pionera en el uso del ferrocarril como elemento bélico, también fue innovadora en lo que a los trenes blindados se refiere. En esta entrada hablaremos de algunos de ellos, centrándonos en los que actuaron como trenes, es decir, basaron sus operaciones en la movilidad, yendo pues más allá de la mera (aunque importante) artillería sobre ferrocarril.
El primer tren blindado que entró en batalla bien pudo haber sido el llamado Dry Land Merrimack, que como su nombre deja adivinar, fue concebido por John Mercer Brooke, el inventor del acorazado del mismo nombre que sembró el pánico entre los buques nordistas anclados en Hampton Roads. El origen del artilugio se remonta a la Campaña de la Península de 1862, cuando los nordistas ocultaron un tramo de la vía que la recorría y los sudistas, temiendo lo que pudieran estar haciendo, decidieron contraatacar colocando un cañón sobre una plataforma provista de una pared delantera inclinada y blindada con dos capas de hierro. El chisme entraría en acción el 29 de junio de 1862, en la batalla de Savage’s Station, cuando el general John B. Magruder lo puso en cabeza de sus tropas para abrirse paso por las posiciones federales destruyendo sus piezas de campaña con su cañón de 32 libras. Con todo éxito.
Así pues, no resulta extraño que cuando Magruder fue enviado a Texas la idea viajara con él, y cuando el 1 de enero de 1863 lanzó un ataque para recuperar Galveston, un tren blindado iba en cabeza. Esta batería sobre raíles de Galveston, como acabó siendo conocida, había sido construida con muchos menos medios, y en vez de hierro estaba blindada con algodón, grandes balas de 227 Kg de peso, que si bien eran muy útiles para detener los tiros de fusil o las esquirlas de los grandes obuses, eran incapaces de soportar un impacto directo, como se demostró cuando el buque nordista USS Harriet Lane dio al traste con el invento.
Otro candidato a “primer tren blindado” fue el Rail Road Monitor, que parece haber empezado a circular ya en 1861. El nombre es sin duda un equivalente al del Merrimack de tierra firme, y su concepto era parecido al de Monitor nordista, el otro acorazado que combatió en Hampton Roads. En este caso se trató de un diseño igualmente sencillo, un vagón blindado armado con un cañón de 12 libras y equipado con troneras para poder también disparar fusiles desde su interior. Encargado por la Philadelphia, Wilmington & Baltimore Railroad, su misión era proteger a los trabajadores que reparaban las vías de eventuales raids de la caballería sudista, y es poco probable que llegara a entrar en combate.
Mucho más cerca del frente circularon los Ironclad Car del Baltimore & Ohio Railroald, que fue una de las líneas logísticas principales de la unión ya que comunicaba el frente del este con el del oeste. En este caso seguimos con el blindaje de hierro, pero se trata de un trabajo más rudimentario, ya que el objetivo se consigue atornillando raíles a los vagones de madera. Estos vagones, también equipados con troneras para los fusiles y armados, en general, con piezas de artillería más ligeras, serán empleados a menudo formando parte de trenes, y nuevamente con los raids de caballería sudista como objetivo.
Dicho esto, hay que recordar que todos estos engendros tuvieron un elemento tan débil como fundamental: la locomotora, sobre todo en el caso del norte, que empleó el modelo Camelback, en el que los maquinistas solían estar muy a la vista, y en consecuencia muy expuestos al fuego enemigo, y que su blindaje no era capaz de resistirlo todo, pero por otro lado, y salvo excepciones, nunca fueron diseñados para entrar en batalla.
GEHM
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