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sábado, 28 de marzo de 2015

BATALLA DE TEUTOBURGO

BATALLA DE TEUTOBURGO
    BATALLA DE TEUTOBURGO POR: FIGUERAS

    La pérdida de tres legiones enteras, en septiembre del año 9 d.C., bajo el mando de Publius Quintilius Varus, fue uno de los mayores desastres militares de la historia de Roma y significó que el imperio nunca más intentó la anexión de las tierras al este del Rin. Creyendo que iba a poner fin a una pequeña rebelión, Varus se internó en los bosques del norte de Germania y cayó en una trampa preparada por el caudillo germánico Arminio, que provocó la pérdida de unos 20.000 soldados. Los romanos lo llamaron clades uariana, el”desastre de Varus”.

    GERMANIA Y ROMA HACIA EL AÑO I

    La conquista de la Galia por parte de Cayo Julio César dejó el Rin (Rhenus) como frontera del poder romano, y así permaneció durante unas cuantas décadas, mientras se sucedían las guerras civiles del final de la República. No fue hasta después de la batalla de Actium y el establecimiento del principado de Cayo Julio César Octaviano (más conocido por Augusto), con los problemas internos solucionados, que Roma volvió a interesarse por sus vecinos en diversas fronteras del imperio.
    Julio César ya había atravesado el Rin, durante la guerra de las Galias, para hacer operaciones de castigo contra algunas tribus germánicas (recordemos que la intervención de César en la Galia se inició precisamente como respuesta a una petición de ayuda por parte de comunidades galas que estaban siendo presionadas por movimientos de tribus germánicas}, pero no había intentado ninguna conquista más allá del río. Augusto, con una Galia ya prácticamente integrada en el imperio, decidió ampliar el radio de influencia romano más allá del Rin, seguramente a causa de las continuas incursiones de diversas tribus germánicas y de la derrota de Marcus Lollius ante algunas de estas tribus el año 16 a.C. En una serie de campañas entre el 16 a.C. y el 9 d.C. el objetivo casi se cumplió.

    La derrota de Lollius estuvo seguida de exitosas campañas que llevaron efectivamente la frontera del imperio hasta el Elba (Albis). Druso y Tiberio (el futuro emperador) fueron en buena parte los responsables militares de estas campañas. Entre el 12 a.C. y el 9 a.C. Druso fue internándose cada vez más profundamente en territorio germánico hasta llegar al Elba. Druso murió el mismo 9 a.C. por un accidente con su caballo y el mando de las tropas fue asignado a Tiberio. Tiberio continuó el proceso de establecimiento de un poder romano efectivo en la zona, e incluso fundó el santuario nombrado ara ubiorum (altar de los ubios) en Colonia, que tenía que constituir un centro político-religioso de la nueva Germania romana (de una manera parecida a cómo se había creado el santuario de las tres Galias en Lugdunum como centro político-religiós de los pueblos de las Galias). Durante el año 5 a.C. Tiberio llegó nuevamente hasta el Elba y, en una operación conjunta con la flota, llegó a explorar el sur de la península de Jutlàndia.

    En definitiva, hacia el año 1 d.C. buena parte de la Germania Magna estaba efectivamente bajo control romano, especialmente la zona entre el Rin y el Weser (Visurgis). De hecho ya se habían empezado a crear algunos campamentos militares y establecimientos romano-germánicos relativamente lejos del Rin y bastante hacia el interior de Germania, por ejemplo en el valle del Lahm, como Waldgirmes y Dorlar, o en el valle del Lippe (Lupia) como Oberaden o Anreppen, la mayoría abandonados después de la derrota de Varus. El caso de Waldgirmes es especialmente significativo y ofrece diversas pistas para entender la situación de Germania antes del desastre de Varus. Las excavaciones realizadas a partir de 1997 muestran que Waldgirmes no era sólo un campamento militar como se había pensado inicialmente, sino una verdadera colonia de reciente fundación (se han encontrado no sólo diversas casas, sino también los cimientos de piedra de un gran edificio que tendría las funciones de foro, así como restos de una estatua ecuestre, quizás de Augusto). Aparentemente los romanos empezaron a establecer un centro administrativo a partir del cual se organizaría la provincia de Germania (o como mínimo una parte), acabada de conquistar.
    En otras palabras, todo aquello que ya se había experimentado en el establecimiento de la Galia como nueva provincia se repetía ahora en Germania. La provincia había ya empezado el camino hacia la romanización y todos los indicios apuntan a que este proceso tendría continuidad. No parece haber ninguna indicación de que los romanos tuvieran dudas sobre la viabilidad de Germania como nueva provincia.

    LA LLEGADA DE VARUS Y DE ARMINIO A GERMANIA

    En esta situación, en algún momento antes del año 7 d.C. Augusto nombró a Publius Quintilius Varus gobernador de Germania (legatus augusti pro praetore), en sustitución de Marcus Vinicius. Varus había sido cónsul el año 13 a.C. junto con Tiberio y después gobernador de Siria, donde había llevado a cabo con éxito algunas campañas militares. La persona de Varus es difícil de analizar. Las fuentes antiguas son unánimemente hostiles con él (ved por ejemplo Casio Dión y sobre todo Veleyo Patérculo), lo hacen culpable de la derrota y lo presentan casi como uno aprovechado que utilizó su proconsulado en Siria para enriquecerse. Al fin y al cabo, para los romanos, presentar a Varus como un general mediocre y como una persona de bajas cualidades morales les suministraba una excusa conveniente para explicar la derrota. En cualquier caso es posible que Varus se comportara de forma arbitraria e incluso brutal en su nueva provincia y provocara efectivamente la revuelta que estallaría poco después. Casio Dión afirma explícitamente que Varus ”aceleró” el ritmo de la política de romanización y la lenta y gradual asimilación de la provincia y que lo hizo así porque no llegó a captar correctamente la situación que tenía entre manos. La política seguida hasta entonces había funcionado más o menos correctamente, pero parece que Varus la quiso llevar demasiado lejos.

    Más o menos por la misma época en que Varus llegaba a Germania llegaba también el otro protagonista de la historia: Arminius. Arminius (*Erminameraz) era el hijo de Segimerus (*Sigimeriz), caudillo de los cherusci, tribu germánica asentada en la zona del actual Hannover, y había servido en el ejército romano, junto con su hermano Flavus, como prefecto (praefectus) de alguna unidad de caballería (y posiblemente había sido educado en la cultura romana desde pequeño). Su carrera militar se había visto coronada con la concesión del rango de caballero (eques). Hacia el año 7 d.C. volvió a su tierra y se encontró con la situación creada por el nuevo gobernador, especialmente dura para su pueblo. Parece que poco a poco se fue convenciendo de que, a pesar de los beneficios de la dominación romana, a veces estar bajo su poder no era tan agradable como había pensado inicialmente y, en especial, bajo gobernadores como Varus. Las fuentes antiguas son contradictorias con respecto a la figura de Arminius, tan pronto lo presentan como un noble germánico luchando por su libertad o como un traidor a los romanos. Una buena descripción sería quizás la de un hombre a caballo entre dos culturas.

    Por otra parte también hay que advertir que la figura de Arminius ha sido utilizada por la historiografía romántica primero y por los excesos nacionalsocialistas después, y lo han presentado como uno (el primero) luchador de la libertad de la nación germánica, imagen que ha tenido un considerable éxito, y todavía lo tiene hoy en día. Se ha dicho que Arminius fue el primer nacionalista germánico formando una alianza pan-germánica, se ha dicho que el desastre de Varus fue el comienzo del final del imperio romano, se ha llamado que el pueblo de Arminius se convirtió posteriormente en los sajones y, por lo tanto, que Arminius fue el primer inglés. Se han dicho, en definitiva, un montón de tonterías sobre Arminius y la batalla.

    NOTA: Arminius es un nombre latinizado, y el verdadero nombre nos es desconocido. A pesar de todo, hay dos posibilidades; en primer lugar puede ser un nombre totalmente latino, adoptado por Arminius cuando sirvió en el ejército romano, de la misma manera que su hermano adoptó el nombre Flavus. La otra opción es que sea una latinización de su nombre original germánico; en este caso su nombre real podría haber sido *Erminameraz o *Erminaz, reconstrucciones del proto-germano occidental (el asterisco indica que es una palabra reconstruida, no confirmada). Aquí adoptamos esta opción en los diversos nombres germánicos. El nombre Hermann que a veces se usa por Arminius es una invención romántica moderna y es totalmente incorrecto.

    LA REVUELTA

    En algún momento del año 9 d.C. Arminius decidió sublevarse contra el proceso ya iniciado de incorporación de Germania al imperio. El proceso que llevó a la revuelta fue lento, y se llevó a cabo, parece, contra la opinión de su padre. Arminius se fue convenciendo a él mismo y fue convenciendo poco a poco a buena parte de su tribu y a otras, así como, seguramente, a muchos de los germanos que, como él, servían como auxiliares en el ejército romano. En cualquier caso, cuando se pasó a la acción había inicialmente tres tribus involucradas en la revuelta: los cherusci, los chaucii y los marsi, pero cuando la batalla se volvió contraria a los romanos otras tribus se unieron al ataque. El número exacto de hombres y tribus involucradas no se conoce, pero sí sabemos que, como mínimo una tribu, los marcommani, permanecieron neutrales durante la lucha.

    Parece que Arminius diseñó un plan para alejar a los romanos de sus fortificaciones y llevarlos hacia una zona que favoreciera claramente el ataque de los germanos. Al mismo tiempo los campamentos romanos en el norte del Rin serían atacados. Se envió a Varus un informe según el cual una tribu más o menos lejana del norte se había sublevado, de manera que se viera obligado salir del campamento donde estaba estacionado con sus legiones para pasar el invierno, y tuviera que cubrir una larga distancia a través de lo que aparentemente era territorio amigo. La ruta lo haría atravesar el bosque de Teutoburg (un área de aproximadamente 100 km de longitud entre las actuales localidades de Osnabruck y Paderborn). La zona estaba cubierta de un bosque muy frondoso, un sotobosque muy denso y muchos pantanales y pequeñas quebradas difíciles de atravesar. La orografía del terreno dificultaría enormemente el despliegue de las legiones de forma efectiva y permitiría ataques rápidos y posteriores retiradas de los germanos.

    En cualquier caso lo que es un hecho es que Varus se puso en marcha con las tres legiones desde el campamento de Aliso (en el Lippe, en la actual Westphalia) en dirección en el norte. En total Varus se llevó a unos 20.000 soldados. Curiosamente Varus fue advertido sobre el posible ataque por Segestes (*Seugastiz), suegro de Arminius y opuesto a la revuelta. Hay que decir que Segestes era también un importante caudillo de la tribu y un fuerte oponente político de Arminius y Segimerus; además, su hija Thusnelda (*Thurazhilda) se había casado con Arminius contra su voluntad, hecho que, o bien fue la causa o bien reforzó la enemistad entre los dos caudillos. Esta oposición jugó una parte importante en la caída de Arminius años más tarde. El hecho clave en este punto, sin embargo, es que Varus optó por ignorar el aviso de Segestes.

    LOS TRES DÍAS DE BATALLA

    La salida de Aliso y el primer ataque

    Los romanos no esperaban ningún ataque y por lo tanto se pusieron en marcha con un número considerable de no combatientes (mujeres, criaturas, sirvientes) repartidos a lo largo de la columna. El número de estos acompañantes ha sido estimado entre 5.000 y 10.000. Ello no debe sorprender, en la antigüedad y en la edad media era bastante normal que un ejército en marcha fuera acompañado por un número considerable de civiles. Era sin duda cosa normal para un ejército en marcha, pero no para un ejército dirigiéndose a una batalla. El hecho, pues, de este acompañamiento civil indica que los romanos no sospechaban en absoluto que un poco más adelante les esperaba una emboscada.
    La columna de marcha debió estar precedida por los ingenieros, que tenían que desbrozar el terreno, ensanchar el camino y construir puentes y pasos a través de los pantanales y quebradas. Es muy probable que hubieran trabajado justo para hacer pasar una sola carreta de anchura; ensanchar más el camino hubiera enlentecido exageradamente la marcha. Esto puede dar una idea de la estrechez del camino por donde marchaban (esto es lo que se desprende de las fuentes, pero ¿no sería posible que marcharan por una ruta conocida hacia el norte y por lo tanto ya más o menos desbrozada?). De esta forma la columna, formada por unas 30.000 personas, se alargaba bastantes kilómetros. Los soldados, por su parte, debieron ir cargados con sus propias herramientas y equipaje. Seguramente no llevaban la armadura puesta, sino que la tendrían que cargar, y es posible que muchos no tuvieran las armas preparadas para un eventual uso. Mucha de la carga, además, iba a lomos de diversas mulas.

    Mientras tanto los germanos se quedaron escondidos en el bosque, vigilando la columna romana, esperando el momento adecuado para atacar. Y decidieron hacerlo durante una violenta tormenta; la sorpresa debió ser total. No sólo las formaciones romanas estaban desorganizadas a causa de la tormenta, sino que además todos los civiles estaban mezclados más o menos aleatoriamente dentro de las formaciones e impedían a las tropas agruparse y contraatacar. Los germanos se acercaron cada vez más y la lucha se convirtió en cuerpo en cuerpo. Con la lluvia, hombres y caballos resbalaban o quedaban inmovilizados dentro del barro, haciendo más difícil todavía un contraataque organizado.
    Después de un rato los romanos consiguieron salir parcialmente de la emboscada y pudieron situarse en un terreno lo bastante abierto como para montar un campamento con unas improvisadas fortificaciones. Los ingenieros y los soldados levantaron un terraplén, tal como era habitual en el ejército romano para la defensa. Dentro de los límites de esta barrera se fue formando el campamento mientras iba llegando el resto de la columna. En este punto la única cosa que se podía hacer era esperar la noche.

    El segundo día

    Después de una noche con incursiones puntuales de los germanos, las fuerzas romanas levantaron el campo. Los romanos esperaban que los germanos se les enfrentarían en combate abierto en el lugar del primer campamento. Desgraciadamente para ellos, los germanos no fueron tan amables y se mantuvieron dentro del bosque, donde tenían las mayores ventajas. Así, los romanos no tuvieron otra opción que ponerse en marcha y adentrarse nuevamente en los bosques. Varus decidió quemar o abandonar el tren de equipajes y continuó sólo con lo que era absolutamente necesario. Los muertos seguramente habían sido enterrados y las legiones y los civiles que quedaban formaron para ponerse en marcha. Pero la cuestión era: ¿hacia dónde? ¿Tenían que seguir hacia el norte o intentar retornar a alguna de las fortalezas del valle del Lippe? No sabemos quién tomó la decisión final, si Varus o sus oficiales, pero lo cierto es que la columna siguió adelante, adentrándose más en territorio germánico y hacia el bosque de Teutoburgo. Aunque esta decisión pueda parecer arriesgada en exceso, no podemos saber si la alternativa de volver hacia el sur hubiera sido más acertada y menos expuesta a nuevas emboscadas, probablemente no, y el resultado final hubiera sido muy similar. El camino fue duro tanto para los hombres como para los caballos, a causa del barro de la tormenta del día anterior y posiblemente por una lluvia persistente. Durante todo el día estuvieron sometidos a un ataque continuo y fue en este segundo día cuando se produjeron la mayoría de bajas. Eventualmente se decidió abandonar la marcha hacia el norte y retirarse hacia el Lippe.

    Los romanos entonces dieron media vuelta y poco después tuvieron un encuentro en campo abierto con los germanos, del cual salieron bastante bien parados y les causaron algunas bajas. Pero con eso no había bastante; estaba oscureciendo y buscaron un lugar adecuado para montar el campamento y pasar la segunda noche. Varus hizo planes para poder escapar a la mañana siguiente. Por su parte, a pesar de las bajas sufridas en el encuentro en campo abierto, los germanos habían aumentado sus efectivos a medida que más tribus se unieron a la revuelta.

    El tercer día y el final de la batalla

    Al amanecer los restos del ejército romano se prepararon para la marcha e hicieron una rápida retirada hacia el Lippe. La situación era desesperada, pero no estaban dispuestos a abandonar. Los germanos prepararon una trampa y se retiraron, dejando que Varus y sus hombres abandonaran el campo. Los romanos consiguieron abrirse camino hasta que se encontraron con una barricada de tierra y árboles caídos preparada por los hombres de Arminius. Habían llegado al punto final de la batalla, totalmente rodeados de germanos (quizás el lugar actual de Kalkriese).

    Los romanos hicieron a toda prisa un foso y un terraplén mientras se preparaban para el asalto final. A medida que los germanos superaban las defensas las fuerzas romanas se iban rompiendo en grupos aislados más y más pequeños. Varus, herido y dándose cuenta de que la situación no tenía escapatoria, se suicidó dejándose caerse sobre su espada. El prefecto Eggius se mantuvo luchando hasta el final con sus hombres, mientras que su colega Ceionius prefirió rendirse y esperó la clemencia de los germanos. En este punto el comandante de caballería Numonius Vala intentó huir y escapó de la trampa, dejando a la infantería a su suerte. El intento, sin embargo, no le salió bien.
    Uno por uno los pequeños grupos de soldados iban siendo vencidos o forzados a rendirse. Un cuerpo de veteranos formó un punto fuerte sobre una pequeña colina y se mantuvo ahí hasta el final del día.

     Dos de las tres águilas, el símbolo de las legiones, fueron capturadas. Según Publius Annus Florus (que se basa en Livio) un soldado desconocido que llevaba la tercera águila prefirió morir que permitir que fuera capturada: a medida que los germanos se acercaban corrió hacia un pantanal próximo y se hundió con el águila. Poco después la batalla terminó. Los vencedores acabaron de matar los que todavía estaban vivos. Los oficiales fueron quemados vivos, algunos soldados clavados en los árboles.

    Muchos cuerpos se quedaron allí donde estaban, sin enterrar o sin quemar. Se dijo que Arminius lo mandó así para dar una muestra de su capacidad y poder a las otras tribus y como un aviso para los romanos. El cuerpo de Varus, que aparentemente fue enterrado por sus hombres durante el ataque, fue desenterrado y su cabeza enviado a Marobodus, el líder de los marcomanni. Como éstos habían permanecido neutrales durante la revuelta, este gesto podía ser una amenaza de Arminius y a la vez una invitación a sumarse a la revuelta. Lo cierto, sin embargo, es que los marcomanni siguieron siendo neutrales y Marobodus devolvió más tarde la cabeza a Roma.

    Muy pocos romanos sobrevivieron a los tres días de batalla. Algunas fuentes dan la cifra de 12 o menos, soldados y civiles. Estas cifras quizás están exageradas, pero todas las fuentes afirman que las bajas fueron muy elevadas. Tan importante fue la derrota que los números de las legiones (XVII, XVIII, XIX) no se volvieron a utilizar. Los supervivientes, fueran cuántos fueran, se tuvieron que enfrentar a más problemas todavía. Sin ellos saberlo, todas las guarniciones y campamentos romanos del norte de Germania estaban siendo atacadas, y todas, excepto una, habían sido quemadas o saqueadas cuando la batalla había acabado.

    ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE LA BATALLA

    Las fuentes presentan Varus como el principal responsable de la derrota, como un general incapaz y poco previsor. La descripción puede ser correcta en parte, pero lo cierto es que una vez que la emboscada había empezado, pocos generales habrían tenido muchas posibilidades, dadas las circunstancias. Varus creyó a Arminius y marchó por lo que consideraba territorio amigo, hecho por lo que ha sido criticado, así como por no explorar más esmeradamente el terreno, pero es muy posible que los exploradores fueran auxilia germanos, los mismos que momentos después se le girarían en su contra. La clave de su derrota radica en la forma en que Arminius lo llevó hacia la trampa. Una vez dentro, sólo era cuestión de atacar a los romanos con bastante fuerza y durante bastante tiempo. Por otra parte se ha dicho también que Varus era más un administrador y un político que un militar, pero hay que recordar que los magistrados romanos eran al mismo tiempo políticos y militares y que cuando llegaban a una magistratura superior acostumbraban a haber servido durante diversas campañas en el ejército. Varus seguramente no era un militar brillante, pero tampoco le debió faltar experiencia. Además él no era el unico comandante romano. Muchos de sus oficiales tenían años de experiencia en Germania y un buen conocimiento del terreno. Las fuentes también acostumbran a despreciar la habilidad de Arminius como general, pero fue la trampa que él preparó, la forma en que tomó ventaja de las condiciones meteorológicas y del terreno y su habilidad para maniobrar lo que le hizo ganar la batalla. Decir simplemente que Varus era un general mediocre (cosa que probablemente era) no lo explica todo. Hay que añadir que Arminius sí era un general brillante que utilizó sus recursos extremadamente bien.

    LA SITUACIÓN TRAS LA BATALLA

    A menudo se dice que después de la derrota los romanos abandonaron cualquier intento de incorporar Germania al imperio, pero lo cierto es que siguieron haciendo incursiones durante los años siguientes y la zona entre el Rin y el Danubio (los agri decumates) fue finalmente conquistada hacia el 75 d.C. Según Suetonio, Augusto, en su cama de muerte, avisó a Tiberio de no intentar más conquistas en Germania, pero aunque eso fuera cierto (cosa dudosa), parece que Tiberio y sus sucesores no le hicieron mucho caso. Después del desastre de Varus los romanos se retiraron a la orilla izquierda del Rin, efectivamente, pero eso no quiere decir que abandonaran la esperanza de reconquistar el área entre el Rin y el Elba en algún otro momento.

    El año 15 d.C. Germánico, el hijo adoptado de Tiberio, hizo una nueva expedición de castigo más allá del Rin con ocho legiones. Un destacamento comandado por Lucius Stertinius recuperó el águila de la XIX legión después de una batalla contra los bructeri. Una segunda águila (no sabemos de qué legión) fue recuperada por el propio Germánico. En esta campaña Germánico también encontró el lugar de la última batalla de las tropas de Varus. El año siguiente los romanos obtuvieron una victoria importante contra los cherusci en una batalla a campo abierto. Parece claro que el objetivo de todas estas operaciones era restablecer el control romano en la zona, pero a pesar de los éxitos parciales de Germánico los resultados no fueron lo bastante espectaculares como para invertir más esfuerzos, de manera que el año 17 d.C. Tiberio ordenó acabar las campañas y mantener el Rin como frontera. Durante los años siguientes se organizaron las nuevas provincias de la Germania superior y la Germania inferior, que tenían su límite en el Rin.

    En las acciones germánicas contra estas nuevas campañas romanas se volvió a destacar Arminius, que en aquellos años, y gracias a sus éxitos, había conseguido bastante poder e influencia sobre diversas tribus, aparte de la suya. Precisamente este creciente poder provocó que varios nobles germánicos lo empezaran a mirar con malos ojos y finalmente fue asesinado por miembros de su propia tribu.

    A partir de este momento no hubo más intentos de colonización y las tropas que hacían campaña más allá del Rin volvían siempre al Rin para pasar el invierno. Sólo a partir del año 73 d.C. los romanos volvieron a intentar anexionar tierras al este del río, esta vez con éxito; el territorio, situado entre el Rin y el Danubio y nombrado agri decumates, se incorporó a la provincia de la Germania superior.

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