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lunes, 13 de mayo de 2013

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LA GUARDIA CIVIL ES LA INSTITUCIÓN MEJOR VALORADA POR LOS ESPAÑOLES

Guardia Civil, los primeros de la «clase»

 

Día 13/05/2013 - 12.47h

 

Su historia, su sacrificio y su lucha contra ETA les ha convertido en la institución mejor valorada por los españoles

 


El generalizado descrédito institucional no ha rozado siquiera a la Guardia Civil; todo lo contrario. El último barómetro del CIS (abril) avala el trabajo de este Cuerpo hasta el punto de ser la institución mejor valorada por los españoles (5,71), un dato que se fortalece, si se tiene en cuenta que solo tres instituciones aprueban: la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y las Fuerzas Armadas.
 
Las claves de esta posición son varias, según las fuentes consultadas, que coinciden en algunos puntos: la profesionalidad, demostrada a lo largo de sus 169 años de historia (pese a los episodios oscuros); el doble componente policial y militar, que les confiere una diferencia respecto al resto de Cuerpos; su espíritu de sacrificio y el papel fundamental que muchos españoles le atribuyen (las cifras lo confirman) en la derrota de la banda terrorista ETA.
«A ETA la hemos vencido nosotros, con nuestro sudor y nuestra sangre. También la de nuestros hijos. Pese a que salgan políticos atribuyéndose el éxito, la gente sabe la verdad», reflexiona un comandante del Cuerpo.

Sin corrupción

El CIS evidencia, cada vez más, el disgusto de los ciudanos con la corrupción y los hombres de verde han logrado, de momento, mantenerse en una posición neutral. «Sobre todo en Cataluña somos el único cuerpo policial que no está implicado en casos extraños. No estamos tan politizados como los Mossos y no nos prestamos a ciertos juegos como la Policía en campaña electoral», recalca otro miembro del Cuerpo.
 
Muchos guardias sostienen en público y en privado que la suya es una labor callada y cercana y eso lo perciben los españoles. La proximidad geográfica, su presencia en los pueblos, es un elemento que siempre les ha favorecido. Vivir donde trabajan, acabar el turno y seguir con el vecino de al lado. «Saben que siempre pueden contar con nosotros. No hacemos menos por cobrar poco. Hay mucha y firme vocación en esta Casa».
 
Pablo González Pola, director de la Cátedra CEU de Cultura de Defensa aporta más argumentos: «Están dando un ejemplo a la democracia, pese a sus sueldos que bajan, el riesgo que asumen, no hay apenas protestas». A su juicio, el reconocimiento a toda una trayectoria se lo han ganado a pulso y la gente lo demuestra cada vez que hay un acto público o un desfile.
Pola señala que la Guardia Civil ha quedado al margen de la corrupción. «No es baladí ni casual que tanto este Cuerpo como la Policía y las Fuerzas Armadas encabecen esa lista de valoración. Son un ejemplo de garantes de que se cumpla la ley, en unos tiempos donde muchos la están vulnerando».

Servicios humanitarios

El escritor Lorenzo Silva, creador de una saga de novelas protagonizadas por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro y que mantiene una estrecha relación con el Cuerpo, amplía los motivos: «Son los mejor valorados porque son profesionales, sacrificados, trabajadores, serios y rigurosos. Y lo transmiten con solo verlos. También porque frente a lo que hacen otros, ellos mismos se ocupan de limpiar sus propias manzanas podridas, y lo hacen sin miramientos. Quienes los conocen saben que nada de lo anterior les impide ser humanos y tener corazón».
«Jueces y fiscales confían en nosotros por nuestra rigurosidad. Tenemos fama de hacer las mejores instrucciones», concluye un capitán de Policía Judicial. Otro mando añade: «No tratamos a nadie, ni siquiera a los detenidos, como si fuéramos más que ellos. Respetamos a todos y somos conscientes que somos aquella parte de la ciudadanía a la que han confiado la seguridad. Somos ciudadanos».
 
Esto es así, al menos sobre el papel, desde sus inicios hace 169 años. El artículo sexto de la famosa Cartilla del Guardia Civil lo resalta: «El Guardia Civil no debe ser temido sino de los malhechores, ni temible sino a los enemigos del orden. Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido, y que a su presentación el que se creía cercado de asesinos, se vea libre de ellos; el que tenía su casa presa de las llamas, considere el incendio apagado; el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último, siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos».
 
La nómina de factores sigue, pero no se puede olvidar uno fundamental: su carácter humanitario. Han pasado de asistir a quienes se extraviaban en los caminos a rescatar a miles de inmigrantes. Cuando una patera está en apuros, no es infrecuente que la llamada de auxilio la reciba la propia Guardia Civil, y frente a otras imágenes no están tan lejos los años en que eran los agentes los que proporcionaban sus mantas y su comida a quienes llegaban ateridos y asustados a las costas canarias, cuando apenas había recursos para esa atención.
 
Ahora el CIS, los españoles les premian con su reconocimiento. Atrás quedaron los años de plomo y los ataúdes con los muertos de uniforme sacados de las iglesias con el único amparo de la clandestinidad.
 
 
 
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A esos hombres de verde

Sin duda que José Antonio y tantos y tantos españoles, no dejarán nunca de tener un recuerdo diario para aquellos hombres, aquellos trabajadores, aquellos enamorados de su oficio, cuya profesionalidad les ha hecho seguir viviendo. La prueba de lo que es un guardia civil, un hombre convencido de su trabajo fue el 'curro' que llevaron a cabo los agentes del dispositivo para liberar a José Antonio Ortega Lara de aquel zulo, de aquel ataúd en el que ETA le tuvo enterrado en vida durante 532 días.

Cuando otros empezaban ya a tirar la toalla, a dudar de que estuviera en aquella nave industrial de Mondragón, y a apuntar el fin de la operación de búsqueda, 'los hombres de verde' se empecinaron, se pusieron cabezones y perseveraron. 'Está aquí, sin duda que está aquí', se decían. Y allí estaba.


Agentes de la Guardia Civil, junto a Ortega Lara, poco después de haberle encontrado en el zulo de Mondragón. Efe

¿Y diréis? ¡Lázaro! ¡Que esto es viejo!, ¡que ya nos lo sabemos! Y es verdad. Lleváis razón. Muchos de vosotros-nosotros nos acordamos con detalle. Es más, seguimos contando cómo no cejan en su acoso a los terroristas (esta misma semana, otros seis etarras, del aparato logístico, detenidos en Francia por la información del Cuerpo español). Pero vienen por detrás generaciones que, afortunadamente, empiezan a vivir con algo más de tranquilidad, que no tienen que leer o escuchar o ver todos los días los efectos de los coches bomba o los tiros en la nuca. Y son generaciones a las que hay que CONTARLES lo que ha sido ETA y lo que ha sido la Guardia Civil en el trabajo contra el terrorismo.

Pero la Guardia Civil es algo más que la lucha contra ETA. Es un Cuerpo cercano. Es el cuartelillo del pueblo. Es el agente que tienes cerca de tu casa, en esos pequeños pueblos de España, y que vigila tu tranquilidad. Es ese agente que investiga también grandes tramas de delincuencia organizada. Es ese agente que dedica más horas que las que le pagan, que se deja, de forma general, la piel en su trabajo. Son esos miles y miles de guardias que vigilan la tranquilidad de las carreteras. Que sí, que yo también soy crítico (no sabéis cuánto) con la presión fiscal encubierta vía multas. Pero eso es una cosa y otra, la garantía, la asistencia, la ayuda que ofrecen estos agentes en las pistas españolas. Y son esos agentes, que son capaces de desmantelar y descubrir una trama que se dedicaba al tráfico de bebés desde Marruecos hasta España y que actuó durante los años 70 y 80. Y esos agentes que a diario golpean contra las tramas de hachís.



Hombres y mujeres de la Guardia Civil, durante uno de sus actos institucionales. Vicent Bosch


Son hombres (perdón, también mujeres) perseverantes y, en la mayoría de los casos, enamorados de sus uniformes. Un cuerpo con sus luces y sombras a lo largo de la historia, sin duda. Con sus actuaciones polémicas (son hombres, muchos, y entre todos siempre hay quien rompe el paisaje). Y es un Cuerpo policial que se ha acoplado a las necesidades de la sociedad, aunque quizá en algunas ocasiones a un ritmo demasiado cansino.

Llevo conociendo desde el prisma periodístico a la Guardia Civil en detalle, a sus integrantes (la institución existe y es porque hay hombres y mujeres que la sujetan) más de 20 años (¡jo, como pasa el tiempo!). Y las sensaciones generales han sido no buenas, buenísimas. Conocer el día a día de los agentes es siempre impresionante. Porque, como pasa en la Policía Nacional, son profesionales que tienen que enfrentarse a lo más duro y peligroso y con unos sueldos manifiestamente mejorables; sobre todo cuando se comparan con sueldos de agentes autonómicos municipales. Es una deuda histórica del Estado. Y la ciudadanía se la reconoce: solo hay que mirar la última encuesta del CIS para conocer como valoran los españoles a la Guardia Civil y a la Policía Nacional.

Pero también he conocido personajes que no han estado a la altura el uniforme que vestían, agentes (tanto guardias como jefes) que se han extralimitado en sus funciones, guardias que han cruzado sin decoro la frontera de la legalidad y del Estado de Derecho. Y cuando hemos detectado esas figuras, desde EL MUNDO, las hemos denunciado. Y yo he puesto en ello mi firma en muchas ocasiones. Pero han sido las menos, porque donde más he puesto mi firma (y confío en seguir haciéndolo durante muchos años) ha sido y es en contar los grandes servicios de los integrantes del Instituto Armado.

Y aún os estáis preguntando a qué viene este artículo, este blog sobre la Guardia Civil. La 'culpa' la tiene la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco. Si, una condecoración. ¿Qué qué tiene que ver? Pues que la Guardia Civil me ha destacado con esta distinción. Sí. A mí. Y tengo que reconocer que cuando me llamó el director general para comunicármelo, primero, me sorprendió. Después, cuando ya asimilé la noticia, me llenó de orgullo. Dudé mucho de hacerlo público. Temí que muchos interpretárais que era un acto de chulería, de soberbia. Nada más lejos. Le di una pensada y llegué a la conclusión de que debía contarlo, porque era un orgullo para mí como periodista, para mi trabajo y para el diario en el que desempeño mi labor desde que se fundó: EL MUNDO.

Siempre he tenido un gran respeto por este Cuerpo. Y por ello, cuando encontraba garbanzos negros, no dudaba en tratar, desde mi trinchera periodística de apartarlos. A veces me costaba explicar entre los propios agentes que no eran nunca ataques a la Guardia Civil, que se censuraba el comportamiento de presuntos delincuentes, no de la Institución. Y mi intención es seguir haciéndolo. Sin duda. Trataré siempre de destacar las grandes actuaciones, la sensibilidad laboral que existe en este Cuerpo, las necesidades de evolución en muchos aspectos, y, por supuesto, los garbanzos negros que sigan apareciendo.

No es que esté contento con esta distinción, es que estoy tremendamente orgulloso. Es gratificante, sin duda. Y por eso quería compartirlo con todas/os vosotros.

Ya sabéis que me podéis seguir también (en lo poco o mucho que os pueda aportar) en @lazaroelmundo.

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