Minas en el sudeste de Ucrania, los "regalos del Ejército"
Publicado: 6 oct 2014 | 14:12 GMT Última actualización: 6 oct 2014 | 15:23 GMT
Como consecuencia del conflicto ucraniano, en el este del país hay numerosos artefactos explosivos sin detonar. La población vive con el miedo constante de ser víctima de lo que llaman con amargura "los regalos del Ejército".
El conflicto ucraniano se ha cobrado la vida de más de 3.000 personas, según estimaciones de la ONU. Sin embargo, en realidad este número podría ser mucho más elevado si se incluyeran las víctimas halladas en fosas y todas aquellas cuya identidad aún no ha sido esclarecida.
Aunque se presume que estos cuerpos son de víctimas de ambos lados del conflicto, hay casos que parecieran indicar que se tratan en su mayoría de civiles. Como el lamentable caso de una anciana que pisó una mina. Existe un riesgo constante de toparse, en diferentes lugares del este del país, con este tipo de artefactos sin detonar.
"Paseábamos con el perro y encontramos un proyectil", cuenta Zhenia.
Cuando la ciudad natal de Zhenia y Roma fue bombardeada, tuvieron que irse corriendo del lugar. Ahora han vuelto, pero el temor los acompaña a diario. "Tememos que pueda explotar de repente. Nos fijamos al pisar para no ser víctimas de un proyectil", dice Roma.
Es imposible precisar a quién pertenecen, pero lo que sí se sabe es que son muchos. Alexánder, un ingeniero de combate cuyo nombre real pidió mantener en el anonimato, los desactiva. Tiene mucho trabajo por hacer.
Aunque se presume que estos cuerpos son de víctimas de ambos lados del conflicto, hay casos que parecieran indicar que se tratan en su mayoría de civiles. Como el lamentable caso de una anciana que pisó una mina. Existe un riesgo constante de toparse, en diferentes lugares del este del país, con este tipo de artefactos sin detonar.
"Paseábamos con el perro y encontramos un proyectil", cuenta Zhenia.
Cuando la ciudad natal de Zhenia y Roma fue bombardeada, tuvieron que irse corriendo del lugar. Ahora han vuelto, pero el temor los acompaña a diario. "Tememos que pueda explotar de repente. Nos fijamos al pisar para no ser víctimas de un proyectil", dice Roma.
Es imposible precisar a quién pertenecen, pero lo que sí se sabe es que son muchos. Alexánder, un ingeniero de combate cuyo nombre real pidió mantener en el anonimato, los desactiva. Tiene mucho trabajo por hacer.
"Esto es algo terrible. Material como este es suficiente para quemar un tanque. Imagínese cómo arden las casas", señala Alexánder.
Alexánder está seguro de que aún quedan muchos dispositivos explosivos por encontrar. "Allí no había tropas, y los tiroteaban con estos proyectiles: comenzando con los proyectiles contra tanques, bombas incendiarias y de metralla y, claro, los misiles lanzados con sistemas Grad", continúa.
El ingeniero asegura que si se tocan, podrían explotar. "Hubo un caso en el que una chica estaba durmiendo en una habitación y en la otra estábamos desarmando un proyectil sin explotar. Y cuando lo estaba sacando, me preguntó si ya podía dormir tranquila. Cualquiera no puede lidiar con esto", explica.
Aún parece demasiado pronto para que los ciudadanos puedan permitirse el lujo de respirar aliviados. Los regalos del Ejército, como ellos han bautizado estos proyectiles, aguardan en silencio a sus víctimas
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