A los rehenes de los yihadistas los torturaron antes de decapitarlos
Día 27/10/2014 - 12.33h
Compañeros de cautiverio liberados describen el sadismo de los terroristas del Estado Islámico
Rutinariamente golpeados y sometidos a ahogamientos simulados; sujetos a régimen de hambre y amenazados de ejecución… El calvario vivido por el grupo de rehenes occidentales retenido por el Estado Islámico (EI) –periodistas y cooperantes, cuyas ejecuciones han conmovido al mundo– ha sido documentado por «The New York Times», a partir de testimonios de algunos prisioneros liberados y fuentes locales de Siria. Tres de ellos siguen en manos terroristas.
El relato, publicado este domingo, se centra en los veintitrés cautivos que, secuestrados por diferentes células en distintos tiempos y lugares, fueron finalmente reunidos en un mismo grupo, alojado en Raqqa, la ciudad siria convertida por el EI en cuartel general.
Entre otras torturas, los colgaban cabeza abajo o los ataban a otro rehén
A continuación hubo negociaciones con otros países europeos, y sucesivamente fueron liberados cuatro periodistas franceses, uno danés, un cooperante italiano y un ciudadano alemán. Rusia, en cambio, se negó a cualquier trato, de manera que los yihadistas asesinaron al ingeniero Serguei Gorbunov. Su ejecución fue filmada y mostrada al resto de cautivos. Del grupo de veintitrés prisioneros, al final el EI solo se quedó con quienes tenían nacionalidad británica y de EE.UU.
Presión moral
La reconstrucción del diario neoyorquino sigue especialmente las vicisitudes de James Foley, el periodista estadounidense que en agosto fue la primera víctima que abrió la serie de decapitaciones filmadas y subidas a internet que en los últimos meses ha llevado a cabo los yihadistas. Foley y el periodista británico John Cantlie fueron los primeros en caer en manos de los islamistas, secuestrados juntos en noviembre de 2012. Después de Foley, otros tres han sido degollados (el estadounidense Steven Sotloff y los británicos David Haines y Alan Henning).
«The New York Times» hace referencia a diferentes torturas, como el ahogamiento simulado («waterboarding») y el encadenamiento de los pies del prisionero para colgarlo cabeza abajo. También hubo momentos en que cada prisionero estaba atado a otro.
Crudos interrogatorios
Los secuestrados sufrieron crudos interrogatorios en el momento de su detención, tratados a veces como espías o enemigos cuando entre los archivos digitales aparecían imágenes de la guerra de Irak o Afganistán, cuando en realidad obedecían a trabajos anteriores de los periodistas o al servicio militar previo de algún cooperante. Junto a la agresión física, también existía la presión moral. Los guardianes jugaban en ocasiones con las esperanzas de los prisioneros sobre una pronta liberación o podían sugerir conversiones al islam que algunos siguieron, como Foley, sin que ello supusiera ningún mejor trato.
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