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jueves, 9 de octubre de 2014

CUANDO UN POLICÍA VUELVE DEL CAMINO DE LA MUERTE

Dicen que cuando estas a punto de morir, pasa toda la vida por delante de tus ojos.
 

 
Hoy puedo decir que eso no es cierto.

 Únicamente pasó una imagen, la de mi hija.

Una imagen clara, nítida y constante. Por mas lágrimas que se desprendieran de mis ojos, esa imagen seguía ahí. Fija y perpetua.

 Minutos antes, un gran quemazón en el pecho. Ignoraba su procedencia. Pero al agarrarme el centro del pecho, pude observar cómo el uniforme tenía un único orificio, esférico, a mi me pareció de un redondo perfecto.

 Ni siquiera recuerdo haber oído la detonación que tuvo que hacer ese arma.

 Dos segundos después la quemazón se perdió y empecé a sentir humedad.

 El mismo uniforme que todos los días portaba con orgullo y decisión, hoy se impregnaba con el rojo de mi sangre.

 Quedé inmóvil. Sin reaccionar.

 Únicamente supe fijar la mirada en la salida de fluido. Fluido rojo, de intensidad negruzca.
 Mis piernas, esas que tantas ocasiones habían servido para dar caza a algún delincuente, esta vez flaqueaban. Dejaron de cumplir su misión y caí al suelo.

 Ante mi, la cara de Alfonso, compañero mío desde hacía 12 años. Compañero de patrulla, compañero de penas y alegrías. Compañero de la vida.

 Gritaba. Me hablaba pero no le entendía. Ya no le oía. Sus manos intentaban tapar aquel agujero en mi uniforme. Sus manos colapsadas de ese rojo de esencia de vida no daban a basto.
 Lo tenía claro. Me estaba muriendo...Mi hija.

 Lo que vino después no puedo relatarlo. Estaba ausente.

 A los días pude regresar.

 Abrí los ojos.

 Alguien decidió que aun no había llegado el momento...mi hija!!

 15 años en el cuerpo. 15 años como policía...15 años.

 Ahora ya no sé. Merece la pena?

 Nadie nunca reconoció mi entrega al cuerpo. Tampoco lo pedí. Nunca nadie apreció mi labor. Solo mi familia.

 Mi familia.

 Ellos no se merecen esto.

 Esta sociedad no se merece que mi hija se quede sin su padre.
 Desagradecidos. Diariamente. Desagradecidos.

 Ahora ya no puedo.

 Ahora ya no quiero.

 Soy policía. Si. Pero....

 Tengo que seguir meditando al respecto. Pero mientras lo hago, seguiré abrazado a mi amor, a mi hija. Es la única que sin criticarme demuestra una fé ciega hacia su padre.

 Debería aprender de ella la sociedad. Y ser mas respetuoso y confiar diariamente en su policía.
 No quiero perder mas tiempo. Pensaré si volver o no. Pero mientras lo hago, mientras, seguiré abrazado a quien realmente se lo merece.

 Mi hija.

 Va por ti. Cariño.

Historia novelada para facebook.com/PoliciasES

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