Mossos: un cuerpo al descubierto
Día 02/06/2014 - 17.22h
La dimisión del director de Mossos en plena batalla okupa consuma su etapa más negra
Manel Prat (Córdoba, 1972) llegó a la Dirección General de la Policía de la Generalitat en 2010 de la mano del consejero de Interior, Felip Puig, antiguo jefe suyo en el departamento de Obras Públicas.
De entrada, se le recriminó su falta de experiencia en lides tan delicadas como la seguridad pública. Nada en su currículo. Cumplía el requisito de hombre de partido, de CDC, pero despertaba recelo entre los propios Mossos d’Esquadra, un cuerpo que ya venía marcado por la polémica durante el tripartito, cuando el entonces consejero de Interior, Joan Saura, de ICV, aireó sus miserias poniendo cámaras de vídeo en las comisarías y destapando casos de malos tratos a detenidos.
A pesar de los pesares, Prat no se achantó -tiene fama de arrojado-, tomo el mando de la policía catalana y en los casi tres años y medio que ha estado en el cargo ha conseguido... minar aún más la moral e imagen de los Mossos. Un triste mandato, plagado por numerosas peticiones de dimisión de la oposición a raíz de escándalos varios. Desde el desalojo en 2011 de los indignados de Plaza Cataluña, el caso Esther Quintana, la mujer que perdió un ojo por una pelota de goma de los antidisturbios, hasta la muerte del empresario Juan Andrés Benítez, tras ser detenido y apaleado por una decena de mossos. Encima lo ha rematado de la peor manera.
El pasado martes, un día después de que estallaran en el barrio de Sants de Barcelona los altercados por el desalojo del centro «okupa» de Can Vies, Prat convocó a la Prensa de urgencia. Para presentar su dimisión irrevocable. «Motivos estrictamente personales», alegó, pero nadie le creyó. Su marcha se producía en vísperas de que en el Parlamento catalán se votara una proposición para pedir su dimisión por el caso Esther Quintana, después de que el juez instructor concluyera que la mujer quedó tuerta por una pelota de goma de los Mossos -prohibidas a raíz de este suceso- , pese a que Prat siempre lo ha negado.
No era la primera vez que pedían su dimisión en el hemiciclo, pero, a diferencia de las anteriores, el socio de legislatura de CiU, ERC, estaba determinada a secundar la petición de que se fuera. El presidente Mas, hasta entonces su defensor, prefirió soltar lastre.
Prat se va y deja una hoja de servicios nada honrosa. El último capítulo más grave, aunque por en medio se registró su desafortunada cita con una periodista que venía de verse con el director de la agencia de detectives Método-3, Francisco Marco, ocurrió con la muerte de Juan Andrés Benítez. Un jurado deberá decidir si falleció por los golpes de los agentes, por las drogas o una enfermedad cardíaca que tenía. No obstante, a ojos de muchos, vistas las imágenes del suceso, los Mossos son culpables. Y Prat también; por acción u omisión de su deber.


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