El recelo contra China crece en Asia
Los ataques a fábricas y trabajadores chinos se recrudecen en Vietnam
Filipinas solicita más ayuda naval de EE UU por las disputas marítimas
Los recelos hacia China crecen entre sus vecinos. Vietnam vive un brote de violencia contra el gigante. Fábricas extranjeras incendiadas, cientos de compañías dañadas o saqueadas, 21 muertos y un centenar de heridos —según fuentes médicas citadas por la agencia Reuters— y cientos de chinos que han regresado a su país o han cruzado a la vecina Camboya huyendo de la violencia. Es el balance, de momento, del creciente estallido de violencia que vive Vietnam esta semana, en la peor ola de protestas y disturbios contra China registrados en el país en décadas.
El estallido, que afecta a un tercio de las provincias del país, es la consecuencia de un incidente naval ocurrido el pasado día 1 de mayo en aguas del mar del Sur de China que se disputan los dos países de régimen comunista. El incidente se suma a las recientes fricciones entre Pekín y Tokio por el control del archipiélago Senkaku/Diayou, y la ola de tensión ante las reivindicaciones territoriales chinas se propaga por la región más allá de Vietnam. Filipinas declaró ayer su disposición a ofrecer a las fuerzas estadounidenses el uso de una base naval infrautilizada cercana a una zona cuyo control reclama también Pekín. Manila y Washington acaban de sellar un pacto para desarrollar su cooperación militar. Las autoridades japonesas también mostraron su preocupación, mientras Washington pidió contención a las partes implicadas.
La agencia estatal china Xinhua asegura que al menos dos ciudadanos chinos han sido asesinados en las revueltas en Vietnam, más de 100 han sido hospitalizados y hay 10 desparecidos. Según las fuentes citadas por Reuters, 16 de las 21 víctimas serían ciudadanos chinos. Por su parte, las autoridades vietnamitas reconocen solo una víctima mortal.
El rechazo a China no es algo nuevo en Vietnam. Los dos países mantuvieron una breve guerra en 1979, y no normalizaron las relaciones hasta 1991. La historia vietnamita se ha caracterizado durante los últimos 2.000 años por las incursiones chinas en el actual Vietnam, y muchas calles de sus ciudades llevan el nombre de los héroes de aquellos conflictos. Pero el sentimiento contra el poderoso vecino del norte ha rebrotado con fuerza inesperada después de que Pekín trasladara una plataforma petrolífera cerca de las islas Paracelso, en aguas del mar del Sur de China que se disputan los dos países. Hanoi mostró su enojo por el movimiento, que calificó de violación de su soberanía y envió una flotilla de barcos a la zona, que sufrieron encontronazos con los barcos que había desplazado Pekín para proteger la plataforma. Con gran enfado, Hanoi ha pedido a China que la retire.
El Gobierno vietnamita ha enviado fuerzas antidisturbios a los lugares afectados por la violencia. Pero muchos ciudadanos chinos tienen miedo por su seguridad y han huido del país en avión y por tierra. La policía de inmigración de Camboya ha informado de que 600 chinos cruzaron la frontera terrestre en el Sur de Vietnam el miércoles, y que el flujo ha continuado este jueves. La aerolínea taiwanesa China Airlines ha añadido dos vuelos chárter adicionales desde Ciudad Ho Chi Minh, según la agencia taiwanesa Central News.
La portavoz de Exteriores en Pekín, Hua Chunying, ha asegurado que China está “impactada y preocupada” por lo ocurrido, y ha pedido al Gobierno vietnamita que “llegue al fondo del incidente, castigue con dureza a los criminales y pague compensaciones económicas”. Hua ha acusado a Hanoi de “indulgencia y connivencia en los últimos días con algunas fuerzas antichinas” en Vietnam.
Trabajadores vietnamitas y chinos de una acería en construcción en la provincia central de Ha Tinh —a unos 350 kilómetros al sur de Hanoi— se enfrentaron el miércoles, y, como consecuencia, un obrero chino resultó muerto y 90, heridos, según informó ayer la compañía propietaria de la planta siderúrgica, Formosa Plastics, que emplea a 1.000 ciudadanos chinos en la instalación. El conglomerado taiwanés es uno de los principales inversores extranjeros en Vietnam.
El representante diplomático de Taiwán en Vietnam, Huang Chih-peng, ha afirmado que los asaltantes prendieron fuego a varios edificios y persiguieron a los trabajadores chinos, pero no fueron contra los directivos taiwaneses.
El ministro de Planificación e Inversión, Bui Quang Vinh, ha declarado que 400 fábricas han sido dañadas desde que comenzaron las movilizaciones violentas, y que ha habido protestas de trabajadores en 22 de las 63 provincias del país. Según el Ministerio, los ataques han sido obra de “extremistas”.
La propagación de la violencia supone un serio desafío para el régimen vietnamita, ya que está dañando la reputación del país como destino de inversión extranjera y podría tener consecuencias políticas sobre su sistema autoritario. De cara a sus ciudadanos, se encuentra en una posición delicada. Y el problema tiene difícil solución.
Si Hanoi acepta que la plataforma petrolífera se quede donde la ha situado China, eso supondría reconocer que ha sido incapaz de defender la soberanía del país. Si Pekín da marcha atrás y la retira, sería China quien perdería fuerza en sus reivindicaciones territoriales o, cuando menos, significaría que acepta que el problema necesita ser negociado.
El estallido, que afecta a un tercio de las provincias del país, es la consecuencia de un incidente naval ocurrido el pasado día 1 de mayo en aguas del mar del Sur de China que se disputan los dos países de régimen comunista. El incidente se suma a las recientes fricciones entre Pekín y Tokio por el control del archipiélago Senkaku/Diayou, y la ola de tensión ante las reivindicaciones territoriales chinas se propaga por la región más allá de Vietnam. Filipinas declaró ayer su disposición a ofrecer a las fuerzas estadounidenses el uso de una base naval infrautilizada cercana a una zona cuyo control reclama también Pekín. Manila y Washington acaban de sellar un pacto para desarrollar su cooperación militar. Las autoridades japonesas también mostraron su preocupación, mientras Washington pidió contención a las partes implicadas.
La agencia estatal china Xinhua asegura que al menos dos ciudadanos chinos han sido asesinados en las revueltas en Vietnam, más de 100 han sido hospitalizados y hay 10 desparecidos. Según las fuentes citadas por Reuters, 16 de las 21 víctimas serían ciudadanos chinos. Por su parte, las autoridades vietnamitas reconocen solo una víctima mortal.
Vietnam en cifras
- Población: el país cuenta con 88,76 millonesde habitantes, según datos de 2012 del Fondo Monetario Internacional (FMI). La esperanza de vida es de 76 años (Banco Mundial).
- Tasa de desempleo: en 2010, (último dato que ofrece el FMI) fue del 4,3%.
- Tasa de incidencia de la pobreza: en 2012, alcanzó al 17,2%de la población, según el Banco Mundial.
- PIB per cápita: en 2012, fue de 1.752,62 dólares(1.277,67 euros), según el FMI.
- Tasa de crecimiento anual del PIB: fue del 5,2%en 2012, según el Banco Mundial.
El Gobierno vietnamita ha enviado fuerzas antidisturbios a los lugares afectados por la violencia. Pero muchos ciudadanos chinos tienen miedo por su seguridad y han huido del país en avión y por tierra. La policía de inmigración de Camboya ha informado de que 600 chinos cruzaron la frontera terrestre en el Sur de Vietnam el miércoles, y que el flujo ha continuado este jueves. La aerolínea taiwanesa China Airlines ha añadido dos vuelos chárter adicionales desde Ciudad Ho Chi Minh, según la agencia taiwanesa Central News.
La portavoz de Exteriores en Pekín, Hua Chunying, ha asegurado que China está “impactada y preocupada” por lo ocurrido, y ha pedido al Gobierno vietnamita que “llegue al fondo del incidente, castigue con dureza a los criminales y pague compensaciones económicas”. Hua ha acusado a Hanoi de “indulgencia y connivencia en los últimos días con algunas fuerzas antichinas” en Vietnam.
Trabajadores vietnamitas y chinos de una acería en construcción en la provincia central de Ha Tinh —a unos 350 kilómetros al sur de Hanoi— se enfrentaron el miércoles, y, como consecuencia, un obrero chino resultó muerto y 90, heridos, según informó ayer la compañía propietaria de la planta siderúrgica, Formosa Plastics, que emplea a 1.000 ciudadanos chinos en la instalación. El conglomerado taiwanés es uno de los principales inversores extranjeros en Vietnam.
El representante diplomático de Taiwán en Vietnam, Huang Chih-peng, ha afirmado que los asaltantes prendieron fuego a varios edificios y persiguieron a los trabajadores chinos, pero no fueron contra los directivos taiwaneses.
El ministro de Planificación e Inversión, Bui Quang Vinh, ha declarado que 400 fábricas han sido dañadas desde que comenzaron las movilizaciones violentas, y que ha habido protestas de trabajadores en 22 de las 63 provincias del país. Según el Ministerio, los ataques han sido obra de “extremistas”.
La propagación de la violencia supone un serio desafío para el régimen vietnamita, ya que está dañando la reputación del país como destino de inversión extranjera y podría tener consecuencias políticas sobre su sistema autoritario. De cara a sus ciudadanos, se encuentra en una posición delicada. Y el problema tiene difícil solución.
Si Hanoi acepta que la plataforma petrolífera se quede donde la ha situado China, eso supondría reconocer que ha sido incapaz de defender la soberanía del país. Si Pekín da marcha atrás y la retira, sería China quien perdería fuerza en sus reivindicaciones territoriales o, cuando menos, significaría que acepta que el problema necesita ser negociado.
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