Putin declara la guerra al terrorismo islamista
- El presidente ruso recupera su retórica beligerante y promete la «aniquilación total» de los yihadistas
Cada Nochevieja, minutos antes de las doce de la noche, el presidente ruso ofrece un discurso en la televisión nacional. El de este año de Vladimir Putin estuvo marcado por los atentados de la ciudad norcaucásica de Volgogrado que han dejado 33 muertos. Un aviso del terrorismo islámico a menos de cinco semanas del comienzo de los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi. El presidente ruso, con un lenguaje especialmente agresivo, prometió mano dura contra los terroristas, la misma que durante toda su trayectoria política, una estrategia muy apreciada por el electorado ruso. «En 2013 nos enfrentamos a problemas y serios desafíos, en particular a los actos terroristas inhumanos en Volgogrado. Mostramos nuestro respeto ante las víctimas de estos terribles atentados y prometo que continuaremos con fuerza y sin pausa la lucha despiadada contra los terroristas hasta su aniquilación total», expresó Putin en una segunda versión de su discurso, la retransmitida a la mitad occidental del país, pues la primera, emitida en el extremo Oriente y grabada en diferido hacía días, no incluía referencias a los atentados.
Putin voló ayer Volgogrado, donde visitó en el hospital a los heridos en los ataques terroristas. Media docena de ellos se encuentra en estado muy grave, por lo que el número total de fallecidos podría aumentar en las próximas horas. «La vileza de los crímenes cometidos aquí no necesita comentarios. No importa lo que motive a los criminales, no puede haber justificación para los ataques contra civiles, particularmente contra mujeres y niños», declaró el presidente durante su visita, en la que prometió ayudas para las víctimas y sus familias, así como para la ciudad, para reparar los daños causados por las bombas, especialmente significativos en la estación de tren. En Volgogrado
comenzó, entre fuertes medidas de seguridad, el entierro de las víctimas de los atentados suicidas. Entre ellos, uno destacado, el del policía Serguei Nalibaiko, condecorado a título póstumo por detener al terrorista suicida junto al arco de seguridad en la estación de tren, evitando que accediese al hall principal y por tanto causase un mayor número de fallecidos. Fuentes policiales han filtrado en las últimas horas la identidad del principal sospechoso del ataque a la estación. Pese a que inicialmente se habló de una «viuda negra», al igual que en el ataque de octubre, las fuentes apuntan ahora a un varón, Pavel Pechonkin, perteneciente a un grupo islamista de Buinaksk, en la vecina Daguestán, región que en los dos últimos años ha superado a Chechenia como la más conflictiva del país por el terrorismo fundamentalista.
Al parecer, y según se puede ver en las imágenes de la cámara de seguridad de la estación, Pechonkin detonó una mochila cargada de explosivos. Se trataría, de confirmarse, de un caso sin precedentes, el de un terrorista suicida ruso de origen eslavo (nacido en Volzhsk, región de Mari-El), convertido posteriormente al islam. Según información de radio Eco de Moscú, Pechonkin habría trabajado hace algún tiempo como enfermero en la ciudad de Kazán, capital de la república Tatarstán, de mayoría musulmana. Fue en aquella época en la que despertó un sentimiento religioso y comenzó a coquetear con el extremismo. «Era un joven positivo, enérgico y bondadoso, pero de pronto se encerró en sí mismo, comenzó a visitar páginas web fundamentalistas y prácticamente no tenía vida social», relata Ilnur, un conocido de aquella época. Los padres de Pechonkin, que hacía tiempo habían perdido el contacto, se sometieron tras el atentado a controles de ADN para cotejarlos con los restos del terrorista suicida. Putin, que en Nochevieja hizo un viaje relámpago a Javarovsk, una región del extremo Oriente asolada en agosto por fuertes inundaciones, asistió ayer en Volgogrado a una reunión con los máximos responsables de seguridad tanto provinciales como nacionales, incluido el ministro del Interior, Vladimir Kolokotsev, y el jefe del Servicio Federal de Seguridad, Alexander Bortnikov.
Putin voló ayer Volgogrado, donde visitó en el hospital a los heridos en los ataques terroristas. Media docena de ellos se encuentra en estado muy grave, por lo que el número total de fallecidos podría aumentar en las próximas horas. «La vileza de los crímenes cometidos aquí no necesita comentarios. No importa lo que motive a los criminales, no puede haber justificación para los ataques contra civiles, particularmente contra mujeres y niños», declaró el presidente durante su visita, en la que prometió ayudas para las víctimas y sus familias, así como para la ciudad, para reparar los daños causados por las bombas, especialmente significativos en la estación de tren. En Volgogrado
comenzó, entre fuertes medidas de seguridad, el entierro de las víctimas de los atentados suicidas. Entre ellos, uno destacado, el del policía Serguei Nalibaiko, condecorado a título póstumo por detener al terrorista suicida junto al arco de seguridad en la estación de tren, evitando que accediese al hall principal y por tanto causase un mayor número de fallecidos. Fuentes policiales han filtrado en las últimas horas la identidad del principal sospechoso del ataque a la estación. Pese a que inicialmente se habló de una «viuda negra», al igual que en el ataque de octubre, las fuentes apuntan ahora a un varón, Pavel Pechonkin, perteneciente a un grupo islamista de Buinaksk, en la vecina Daguestán, región que en los dos últimos años ha superado a Chechenia como la más conflictiva del país por el terrorismo fundamentalista.
Al parecer, y según se puede ver en las imágenes de la cámara de seguridad de la estación, Pechonkin detonó una mochila cargada de explosivos. Se trataría, de confirmarse, de un caso sin precedentes, el de un terrorista suicida ruso de origen eslavo (nacido en Volzhsk, región de Mari-El), convertido posteriormente al islam. Según información de radio Eco de Moscú, Pechonkin habría trabajado hace algún tiempo como enfermero en la ciudad de Kazán, capital de la república Tatarstán, de mayoría musulmana. Fue en aquella época en la que despertó un sentimiento religioso y comenzó a coquetear con el extremismo. «Era un joven positivo, enérgico y bondadoso, pero de pronto se encerró en sí mismo, comenzó a visitar páginas web fundamentalistas y prácticamente no tenía vida social», relata Ilnur, un conocido de aquella época. Los padres de Pechonkin, que hacía tiempo habían perdido el contacto, se sometieron tras el atentado a controles de ADN para cotejarlos con los restos del terrorista suicida. Putin, que en Nochevieja hizo un viaje relámpago a Javarovsk, una región del extremo Oriente asolada en agosto por fuertes inundaciones, asistió ayer en Volgogrado a una reunión con los máximos responsables de seguridad tanto provinciales como nacionales, incluido el ministro del Interior, Vladimir Kolokotsev, y el jefe del Servicio Federal de Seguridad, Alexander Bortnikov.
En Volgogrado, por motivos de seguridad, la comisión antiterrorista anuló todos los festejos previstos por la llegada de año nuevo. Más de 3.000 policías y miembros de las fuerzas especiales se encuentran estos días desplegados en la ciudad, peinando las calles, donde se realizan numerosos controles de pasaporte y ya se han efectuado noventa detenciones. También se han registrado más de 4.500 viviendas, locales y sótanos. Crece la preocupación de la comunidad internacional por posibles abusos de autoridad.
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