CON 17 AÑOS, EL CAPITÁN MAS JOVEN FALLECIDO.
30 de julio de 1938.
Los republicanos de la XV Brigada asaltan el Puy de Aliaga (cota 481 en
Gandesa, Tarragona). Tras pasar el Ebro, sorprendiendo a las avanzadas
nacionales, por primera vez en mucho tiempo tienen fe en la victoria. Frente a
ellos, al otro lado de la loma, la VI Bandera de la Legión combate cuerpo a
cuerpo sin ceder lo más mínimo. Como último recurso, el general Yagüe ha
llamado a los legionarios, quienes deberán sacrificarse para evitar que el
frente se derrumbe.
Los camilleros de la
Bandera legionaria no dan abasto a recoger heridos. Desde la cima donde se
lucha acercan a los soldados que aún respiran a un pequeño barranco donde el
médico les hace las primeras curas: oficiales, soldados, sargentos,
legionarios...Todos son lo mismo, hombres anónimos que están a punto de
morir.De repente, una voz se alza entre los heridos y señalan a uno de los
cuerpos sin vida: «¡Le han dado a Goded!, ¡le han dado al joven Goded!»,
exclama. La noticia de esa muerte, una entre miles de esos días, recorrerá el
frente en todas direcciones: las trincheras, el mando, la retaguardia, los
periodistas...«¡Ha muerto el joven Goded!», exclamarán.
¿Pero quién era este
joven cuya muerte fue tan señalada? ¿A qué se debía su fama? ¿Qué lo distinguía
de los otros soldados que en esos mismos momentos caían como moscas en el
frente del Ebro? Se llamaba Enrique Goded Alonso, tenía 14 años en 1936 y,
apenas dos años más tarde, recién cumplidos los 17, recibiría en la tumba su ascenso
a capitán de Infantería. Era el oficial más joven de la guerra.
Enrique era hijo del
general Manuel Goded, ejecutado por el Gobierno Republicano el 12 de Agosto de
1936 tras fracasar en la sublevación de Barcelona. Nada más conocer la suerte
del general, el pequeño de la familia se intentó alistar para combatir a los
que habían fusilado a su padre. Su ingreso en la escuela de oficiales de Lluch
(Mallorca), en junio de 1937, no fue fácil. Con 16 años no cumplía los
requisitos de la convocatoria (bachiller superior, 20 años cumplidos, luego
18...). Para solventar este inconveniente se recurría a una declaración jurada
donde se falseaban los datos que interesaban. También pesó en la decisión de
admitirle la postrera influencia de su padre, que había dado su vida por la
sublevación. Rápidamente el nuevo y joven Alférez fue trasladado a la península
donde se incorporó a una unidad de choque, la Legión. Tras varios traslados,
acabaría en la VI Bandera de la Legión, una de las más fogueadas, donde combatiría
en primera fila desde su llegada. Goded actuaría siempre en la vanguardia de su
agrupación y en los combates más duros de la guerra. Primero en la durísima
batalla de Teruel, después en el cruce del río Alfambra y los altos de Celadas.
Más tarde iniciaron la Campaña de Aragón que habría de llevar a las fuerzas
nacionales hasta el Mediterráneo, dividiendo en dos la zona republicana.
Rápidamente vendría la toma de Lérida, hasta que el 25 de Julio el Ejército de
la República contraatacó dando lugar al inicio de la Batalla del Ebro.
Cuando a finales de
julio de 1937 los republicanos pasan el Ebro, es la Bandera de Goded la
encargada de frenar la avalancha. En uno de estos fortísimos combates en el Puy
de Aliaga, en las inmediaciones de Gandesa, el joven y recién ascendido
teniente encontrará la muerte. Su Bandera sufrió más del 50% de bajas.Dada su
juventud y el apellido que ostentaba, la muerte de Enrique Goded no pasó
desapercibida en la retaguardia. Todos los periódicos la recogieron. «Hemos
enterrado a Goded de la VI Bandera de la Legión », escribió el famoso cronista
Tebib Arrumi. «¡Quince años como aquel capitán de la novela de Julio Verne!
Ideal para leer libros de hazañas y aventuras, y soñar que algún día podrá
realizarlas y vivirlas Un personaje hasta ayer ficticio (el capitán de 15 años)
existe hoy en España», firmó Jeromin un artículo muy comentado en El Heraldo de
Aragón. La prensa nacional lo honró publicando una esquela a a finales de
agosto.
Goded no fue el único
niño que combatió en la guerra civil. Aunque el límite de edad de los 18 años
para enrolarse era más o menos respetado, entre los tres millones de españoles
que vistieron uniforme hubo numerosos niños en uno y otro bando. Si había algún
impedimento burocrático, se falsificaban fechas de nacimiento o lo que hiciera
falta. Leonardo Lobato tenía 14 años cuando se alistó en el Banderín de
Enganche de la Legión de Zaragoza y participó con 15 recién cumplidos en la
batalla del Ebro. Fue herido en dos ocasiones. Manuel Fernando García, alistado
a los 15 años, falleció siendo sargento del requeté carlista del Tercio de
«Nuestra Señora del Pilar». Quizás sea en el requeté donde se encuentren los
voluntarios más jóvenes de la guerra. Entre ellos destacan con sólo 14 años
José Luis Hidalgo y José María Zabala. Angelina y Carmen Rodríguez, de 15 y 16
años respectivamente, eran modista y vendedora antes de la guerra. Encuadradas
en el batallón Aida Lafuente, cayeron prisioneras en Talavera. La lista podría
continuar: Carlos Etayo (15 años), Emilio Herrera (15 años), Antonio García
Barón (14 años...).
Ninguno alcanzó la
fama de Enrique Goded, ascendido a teniente por su destacado valor en los
combates de la Batalla del Ebro. En la Galería Militar Contemporánea del
Servicio Histórico Militar, su nombre, foto y méritos son evocados como Enrique
Goded Alonso capitán de Infantería. Fue elevado al cargo tras su muerte. Con 17
años, es el capitán más joven de la Guerra Civil.
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