Tras terminar el libro “Stopped at Stalingrad” me entró curiosidad por el paradero de Friedrich Paulus, comandante del VI Ejército en Stalingrado. La historia es bien conocida. Esta formación, junto a otras, fue rodeada en Stalingrado y diezmada. En Febrero de 1942 los alemanes capitularon, y 91.000 prisioneros marcharon a Siberia. El lamentable estado de los prisioneros, las enfermedades, y las duras condiciones causaron la muerte de miles de ellos. Tan solo unos 5.000 volverían a Alemania.
Paulus sufrió mucho durante el cerco. Muchos oficiales le apremiaron a que lo rompiese por su cuenta, pero nunca quiso desobedecer la orden de Hitler. Sus esperanzas estaban puestas en Manstein, que intentó romper el cerco sin éxito.
Justo antes de la capitulación, Hitler ascendió a Paulus a Mariscal de Campo. Este era un regalo envenenado: ningún mariscal alemán había sido capturado y Hitler esperaba que se suicidase. Paulus no tenía intención de ello y se rindió a los soviéticos. Estos hicieron toda la propaganda posible sobre el reo, y hasta le añadieron el título “Von” para darle un origen aristocrático.
Inicialmente Paulus no colaboró con los soviéticos, pero tras el atentado del 20 de Julio comenzó a colaborar con el Comité Libre de Alemania. Las autoridades alemanas respondieron arrestando a algunos familiares y presionando sin éxito a su mujer para que cambiase el apellido.
Tras la guerra siguió en manos soviéticas, y participó en los juicios de Nuremberg, siendo llamado como testigo para las acusaciones de Goring, Jodl y Keitel de varios crímenes. Aquí ocurrió uno de los capítulos más polémicos de su vida. Un periodista le preguntó que tal estaban los soldados que habían sido capturados en Stalingrado. Paulus respondió que le dijese a sus mujeres e hijos que estaban bien. El por qué de esta respuesta probablemente no se sabrá del todo. Es probable que los soviéticos le mantuviesen aislado, pero no era difícil averiguar cual iba a ser el destino de esos soldados.
En este periodo también pasó una temporada en Yalta (Crimea) con el permiso de Stalin, donde se verificó que no tenía tuberculosis activa en los pulmones. En 1953, tras la muerte del dictador soviético los prisioneros alemanes pudieron volver a casa. Paulus eligió volver a Alemania del Este ya que le preocupada la crítica hacia él en Occidente.
Las autoridades de la RDA le ofrecieron protección y unas excelentes condiciones. A su llegada, el 26 de Octubre de 1953, había una delegación del ministerio de defensa junto a antiguos oficiales del VI Ejército. Paulus pasó a vivir en una mansión en Dresden, y se le asignó un coche y un adjunto, el capitán Heinz Beutel. También se puso a su disposición a la asistenta que su familia tenía durante la guerra. Merece la pena recordar que no abandonó a su mujer en la RFA, ya que esta falleció antes de su regreso a Alemania. Su familia tenía autorización a visitarle con libertad, y pasó con ella las Navidades de 1953.
Paulus hablando en una conferencia, 1954 (Bundesarchiv).
En verano de 1954 dio una conferencia de prensa como parte del comité “Ausschuss für deutsche Einheit” (Contra la integración de la RFA en Occidente). También dio algunas clases en la academia de oficiales en Dresden. Posteriormente se le nombró jefe investigador para asuntos militares de la KVP (Kasernierten Volkspolizei) en Dresde, aunque en realidad no tenía que hacer, ya que el puesto había sido creado expresamente para él.
En 1955 participa en dos conferencias organizadas para antiguos oficiales del ejército. En ellas Paulus proponía una Alemania unidad y sin alianzas. Esta posición le convertía casi en un extraterrestre en las Alemanias de posguerra. Estaba claro que había demasiados intereses como para permitir eso y a esas alturas todos los antiguos oficiales se habían posicionado. A pesar de su vida acomododa, permaneció bajo vigilancia de la Stasi durante el resto de su vida.
La publicación de las memorias de Von Manstein (Victorias perdidas) le irrita mucho. En esta obra Von Manstein afirma que Paulus debería haber roto el cerco por su cuenta. Esto causó consternación entre muchos oficiales del VI Ejército –no sólo Paulus- porque en ese periodo el VI dependía de Manstein, que nunca dio la orden de romper el cerco. Paulus afirmó:
”Lo tienes que leer tu mismo. Según lo que está escrito aquí, Manstein no tiene absolutamente ninguna responsabilidad en la destrucción del VI Ejército. Miente deliberadamente. Echa toda la culpa a Hitler y a mí. Tú estabas en todas las conferencias que tuve con él por radio. Sabes que escondió la situación real del frente, y cómo bloqueó mis movimientos. Y este antiguo comandante de ejércitos falsifica los hechos y esconde la verdadera razón de esta catastrofe militar. ¡Con todo el respeto que le tenía! Mientras viva lucharé todos sus intentos de lavarse las manos."
A finales de 1955 se le diagnosticó una esclerosis incurable, a pesar de los esfuerzos de médicos alemanes y soviéticos. Paulus falleció el 1 de Febrero de 1957. Sus restos reposan en Baden-Baden, junto a los de su esposa, fallecida en 1949.
Paulus sufrió mucho durante el cerco. Muchos oficiales le apremiaron a que lo rompiese por su cuenta, pero nunca quiso desobedecer la orden de Hitler. Sus esperanzas estaban puestas en Manstein, que intentó romper el cerco sin éxito.
Justo antes de la capitulación, Hitler ascendió a Paulus a Mariscal de Campo. Este era un regalo envenenado: ningún mariscal alemán había sido capturado y Hitler esperaba que se suicidase. Paulus no tenía intención de ello y se rindió a los soviéticos. Estos hicieron toda la propaganda posible sobre el reo, y hasta le añadieron el título “Von” para darle un origen aristocrático.
Inicialmente Paulus no colaboró con los soviéticos, pero tras el atentado del 20 de Julio comenzó a colaborar con el Comité Libre de Alemania. Las autoridades alemanas respondieron arrestando a algunos familiares y presionando sin éxito a su mujer para que cambiase el apellido.
Tras la guerra siguió en manos soviéticas, y participó en los juicios de Nuremberg, siendo llamado como testigo para las acusaciones de Goring, Jodl y Keitel de varios crímenes. Aquí ocurrió uno de los capítulos más polémicos de su vida. Un periodista le preguntó que tal estaban los soldados que habían sido capturados en Stalingrado. Paulus respondió que le dijese a sus mujeres e hijos que estaban bien. El por qué de esta respuesta probablemente no se sabrá del todo. Es probable que los soviéticos le mantuviesen aislado, pero no era difícil averiguar cual iba a ser el destino de esos soldados.
En este periodo también pasó una temporada en Yalta (Crimea) con el permiso de Stalin, donde se verificó que no tenía tuberculosis activa en los pulmones. En 1953, tras la muerte del dictador soviético los prisioneros alemanes pudieron volver a casa. Paulus eligió volver a Alemania del Este ya que le preocupada la crítica hacia él en Occidente.
Las autoridades de la RDA le ofrecieron protección y unas excelentes condiciones. A su llegada, el 26 de Octubre de 1953, había una delegación del ministerio de defensa junto a antiguos oficiales del VI Ejército. Paulus pasó a vivir en una mansión en Dresden, y se le asignó un coche y un adjunto, el capitán Heinz Beutel. También se puso a su disposición a la asistenta que su familia tenía durante la guerra. Merece la pena recordar que no abandonó a su mujer en la RFA, ya que esta falleció antes de su regreso a Alemania. Su familia tenía autorización a visitarle con libertad, y pasó con ella las Navidades de 1953.
Paulus hablando en una conferencia, 1954 (Bundesarchiv).
En verano de 1954 dio una conferencia de prensa como parte del comité “Ausschuss für deutsche Einheit” (Contra la integración de la RFA en Occidente). También dio algunas clases en la academia de oficiales en Dresden. Posteriormente se le nombró jefe investigador para asuntos militares de la KVP (Kasernierten Volkspolizei) en Dresde, aunque en realidad no tenía que hacer, ya que el puesto había sido creado expresamente para él.
En 1955 participa en dos conferencias organizadas para antiguos oficiales del ejército. En ellas Paulus proponía una Alemania unidad y sin alianzas. Esta posición le convertía casi en un extraterrestre en las Alemanias de posguerra. Estaba claro que había demasiados intereses como para permitir eso y a esas alturas todos los antiguos oficiales se habían posicionado. A pesar de su vida acomododa, permaneció bajo vigilancia de la Stasi durante el resto de su vida.
La publicación de las memorias de Von Manstein (Victorias perdidas) le irrita mucho. En esta obra Von Manstein afirma que Paulus debería haber roto el cerco por su cuenta. Esto causó consternación entre muchos oficiales del VI Ejército –no sólo Paulus- porque en ese periodo el VI dependía de Manstein, que nunca dio la orden de romper el cerco. Paulus afirmó:
”Lo tienes que leer tu mismo. Según lo que está escrito aquí, Manstein no tiene absolutamente ninguna responsabilidad en la destrucción del VI Ejército. Miente deliberadamente. Echa toda la culpa a Hitler y a mí. Tú estabas en todas las conferencias que tuve con él por radio. Sabes que escondió la situación real del frente, y cómo bloqueó mis movimientos. Y este antiguo comandante de ejércitos falsifica los hechos y esconde la verdadera razón de esta catastrofe militar. ¡Con todo el respeto que le tenía! Mientras viva lucharé todos sus intentos de lavarse las manos."
A finales de 1955 se le diagnosticó una esclerosis incurable, a pesar de los esfuerzos de médicos alemanes y soviéticos. Paulus falleció el 1 de Febrero de 1957. Sus restos reposan en Baden-Baden, junto a los de su esposa, fallecida en 1949.
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