La Defensa del Alcázar de Toledo
Grandes Batallas de la historia, La Defensa del
Alcázar de Toledo. España se ha roto, se avecinan malos tiempos para el
país, el general Emilio Mola se ha sublevado contra el gobierno de la Republica
Española y aunque no ha conseguido dar un golpe de estado exitoso ha conseguido
dividir al ejercito español. Generales y comandantes de toda España se suman al
lado de los sublevados al igual que muchos otros se mantienen fieles a la
Republica. Los combates entre rebeldes y las tropas fieles bien apoyados por las
masas de milicianos del Frente Popular, compuestos en su mayoría por miembros de
la CNT, UGT, comienzan a florecer en todas las ciudades españolas con distintos
resultados. Concretamente en Toledo, el Coronel José Moscardó se suma al golpe con 1028 hombres a su mando, la mayoría
de ellos de la Guardia Civil con el objetivo de convertir a Toledo en una ciudad
fuera del control de la Republica.
Guerra:
Guerra Civil Española.
Batalla: La defensa del Alcázar de
Toledo.
Fecha: 21 de julio de 1936 – 27 de septiembre de
1936.
Lugar:
Toledo, España.
Resultado: Victoria de las fuerzas
sublevadas.
Clave:
Resisitencia de los sitiados, refuerzos llegados desde el sur.
Fuerzas republicanas
Las fuerzas republicanas asentadas en Toledo consistían aproximadamente en 5.000 milicianos de la CNT-FAI y la UGT, además de Guardias de Asalto. Tenían varias piezas de artillería, unos pocos vehículos blindados y 2 ó 3 tanquetas. Las Fuerzas Aéreas de la República realizaron tareas de reconocimiento, apoyados por la artillería y bombardearon el Alcázar en 35 ocasiones.
Fuerzas sublevadas
Los defensores del Alcázar eran 800 hombres de la Guardia Civil,[5] 8 cadetes de la Academia de Infantería, 1 de la de Artillería y 110 civiles. Las armas de las que disponían eran según el relato de Moscardó:
- Se contaba con el armamento de la Guardia Civil, Academia, Escuela de Gimnasia y Guardias de Asalto y Seguridad;
- 800.000 cartuchos de fusil y ametralladora (procedentes de las Fábricas de Armas);
- 1.200 fusiles Mauser y mosquetones;
- 200 petardos pequeños de trilita;
- 50 granadas rompedoras de 7 cm;
- 50 granadas de mortero Valero de 51 cm;
- 50 disparos de rompedora;
- 13 ametralladoras Hotckiss de 7 mm;
- 13 fusiles ametralladores, de la misma marca y calibre, todo en uso por los alumnos en sus prácticas;
- 4 cajas de granadas de mano Laffite —ofensivas, 200—;
- 2 piezas de montaña de 7 cm;
- 1 explosivo eléctrico;
- 1 mortero de 50 mm;
- 1 caja de granadas de mano —incendiarias, 25—. Pero los oficiales y la Guardia Civil habían logrado traer munición abundante.
Aproximadamente 670 civiles (500 mujeres y 50 niños ) vivieron en el Alcázar durante el asedio. Muchos de éstos eran familiares de los miembros de la Guardia Civil mientras que otros se habían refugiado allí desde diversas partes de la ciudad para salvar sus vidas de los milicianos anarquistas y socialistas. Las mujeres no participaron en la defensa del Alcázar, por su seguridad no se les permitía ni siquiera cocinar o curar a enfermos y heridos. Sin embargo, su presencia en el Alcázar elevó el valor de los hombres para continuar en la defensa. Los civiles que se encontraban dentro del Alcázar estuvieron a salvo de los ataques de las tropas gubernamentales, excepción hecha de los rehenes que los sitiados tomaron en sus salidas del Alcázar y que no salvaron la vida. Las cinco muertes de civiles afines a los sublevados que hubo fueron por causas naturales. Hubo dos nacimientos durante el sitio.
Bajas:
Republica española: desconocidas, en cualquier caso
elevadas.
Fuerzas
sublevadas: 48 muertos, 438 heridos y 22 desaparecidos.
Las
fuerzas sublevadas de Toledo eligen el Alcázar como cuartel general donde se
alojarían tanto militares como civiles en su mayoría familiares de estos. El
primer paso dado por las fuerzas sublevadas fue tomar posiciones clave por toda
la ciudad, en especial la fábrica de armas, donde llenaron camiones de material
bélico destinados a proveer al Alcázar de medios defensivos. Desde Madrid el
gobierno envió inmediatamente una columna de 2.500 hombres al mando del general
Riquelme y también movilizo a la aviación. La llegada de esta columna facilitó
el desalojo de los sublevados de las posiciones tomadas y les hizo retirarse
poco a poco hasta el Alcázar de Toledo el cual quedaría sitiado en la noche del
22 de Julio.
Viendo el panorama las tropas fieles a la República
trataron de negociar con el coronel Moscardó la
rendición utilizando la vida de su hijo al cual habían detenido. El coronel se
negó a rendirse y a pesar de que su hijo no fue ejecutado en ese momento, si
seria fusilado un mes mas tarde cuando milicianos asaltaron la prisión donde
este se encontraba. Otra técnica utilizada por los republicanos fue anunciar por
radio que los hombres del Alcazar se habían rendido para evitar que el general
Mola mandase refuerzos aunque esta estrategia no dio sus frutos. También el
Alcázar fue bombardeado constantemente con piezas de artillería pesadas llegadas
desde Madrid.
Milicianos junto a un
transporte de evacuacion de heridos
La situación pronto comenzó a ser desesperante dentro del
Alcázar, para primeros de Agosto la comida ya escaseaba, el agua estaba
racionada y eran frecuentes casos de deserción e incluso suicidio. Aun así los
defensores no se rendían y mantenían la esperanza de un milagro que les
permitiese salir de aquel entuerto con vida. Durante las siguientes semanas
hasta mediados de Septiembre se sucedieron los bombardeos con artillería,
bastante bien asimilados por la dura estructura del edificio, tan solo la parte
norte del Alcázar presentaba daños graves. La casa del gobierno militar situada
a 40
metros del Alcazar fue atacada en varias ocasiones, pero
todos los ataques fueron repelidos. El 18 de Septiembre las fuerzas republicanas
tratarían de dar un golpe de gracia que acabase de una vez por todas con la
resistencia. El plan consistía en cavar dos boquetes, depositar dos minas en
ellas y inmediatamente lanzar un gran ataque que acabe con los
sitiados.
Las minas estallaron, y la parte suroeste quedó reducida
a ruinas pero la ofensiva fracasó. Los sitiados respondieron con una gran
cortina de fuego que impidió a los milicianos en su mayoría con poca formación
militar acercarse a la fortaleza. La moral de los defensores, comenzaba a ser
cada vez mas alta, y muchos de ellos confiaban en la llegada de refuerzos que
posibilitase la liberación del Alcázar de Toledo. Lo que en un principio
parecía una meta inalcanzable ahora parecía ser un objetivo viable. Aun así la
escasez dentro del complejo seguía siendo alarmante y tras el ataque republicano
fallido los bombardeos continuaron. Las tropas republicanas eran conscientes de
que fuerzas sublevadas se aproximaban alarmantemente a Toledo por el sur por lo
que debían apresurarse en acabar con los sitiados que ya no controlaban ningún
edificio exterior al Alcazar.
Un nuevo asalto tuvo lugar el día 23 por la zona norte
del Alcázar de Toledo la cual era la más castigada por los bombardeos, y los
milicianos se abrieron paso a base de dinamita, granadas y fuego de fusil,
siempre apoyados por una notable superioridad numérica los republicanos
presionaron a los sublevados. En las ruinas de la fortaleza se libraron salvajes
combates, los sitiados usaron las propias ruinas de la fortaleza como parapetos
lo que les permitía infringir altas bajas entre su enemigo. Aun así los
milicianos poco a poco fueron ganando terreno y sufriendo bajas hasta llegar al
patio interior del Alcazar donde los sublevados ya entre la espada y la pared
lanzan un contraataque sin nada que perder y consiguen recuperar todo el
territorio perdido haciendo que el ataque fuese un
fracaso.
Al día siguiente el Ejercito de África comandado por José
Enrique Varela llegaba a Toledo para auxiliar a los sitiados, tras su llegada a
las afueras los milicianos huyeron hacia posiciones mas cercanas a Madrid
principalmente a Aranjuez ante el temor de
ser rodeados, no sin antes librar multitud de combates callejeros contra los
refuerzos nacionales. El sitio del Alcázar fue levantado el 27 de Septiembre,
milagrosamente
La toma de Toledo por las columnas de Franco había sido espectacular, pero nadie hubiera podido pedir entonces, ni las pidió, responsabilidades a un Gobierno que acababa de asumir sus funciones. Aparte de una fábrica de armas, Toledo era una ciudad sin importancia militar para ninguno de los dos bandos. Las fuerzas nacionales estaban aisladas, mal equipadas y sin condiciones para conducir una operación ofensiva. Aun así, los republicanos se obcecaron en conquistar el Alcázar con hombres, artillería y armas que podían haber sido usados para parar el avance de los nacionales en el frente. El Gobierno republicano pensaba que al estar la guarnición del Alcázar 70 km al sudoeste de Madrid y sin ayuda de otras fuerzas sublevadas, al conquistarlo, sería una fácil propaganda victoriosa. La prensa fue invitada por el Gobierno para ver la explosión de las minas en el Alcázar, el 18 de septiembre, pero hasta el 29 de ese mes no entró en el Alcázar, ya con la invitación de los rebeldes.
La liberación
La decisión de Franco de rescatar a los defensores del Alcázar fue muy controvertida. La ofensiva de Juan Yagüe apuntaba hacia Madrid, pero ocupó antes el valle del Tajo. El día siguiente a la caída de Talavera los nacionales tomaron Irún, después de un cerco muy duro, lo que impedía todo contacto con Francia de la zona vasca leal a la República. El 8 de septiembre se unieron a las tropas de África las de las montañas de Gredos. Todo parecía inclinarse en favor del Movimiento.
Franco no forzó la marcha hacia Madrid aprovechando el ímpetu del ataque y la inadecuada defensa que entonces oponía la ciudad. En vez de ello, hizo girar las tropas hacia Toledo para acudir en auxilio de los sitiados del Alcázar. Como Yagüe protestó (enfadado) contra esta decisión, Franco le sustituyó por Varela, que acababa de tomar la localidad malagueña de Ronda el 18 de septiembre. La ambición política llevó a Franco, entonces un primus inter pares, a convertirse en «el salvador del Alcázar» y jefe indiscutible del Movimiento. Se ha dicho que podía conseguirlo también con la toma de Madrid, pero Toledo suponía un riesgo muchísimo menor..
Con posterioridad, Franco reconoció a un periodista portugués: «Cometimos un error militar y lo cometimos deliberadamente» Prefirió salvar las vidas de sus compañeros sublevados y elevar la moral de su bando con tal golpe de efecto propagandístico. Al día siguiente, el alto mando afín a Franco se reunió en el aeródromo de Salamanca, le confirmó en su condición de Generalísimo y le confirió el cargo de Jefe de Estado. Como resultado de su decisión, las operaciones bélicas se detuvieron desde el 21 de septiembre (toma de Maqueda) hasta el 7 de octubre (reinicio de la marcha sobre Madrid).
Himmeler visitando las ruinas del Alcazar de Toledo
Franco convirtió la liberación de Toledo en un valioso golpe de efecto internacional, llegando a recrearlo, recorriendo los escombros, para las cámaras de los noticiarios que se proyectaron en salas de cine de todo el mundo. Toledo es un lugar de enorme importancia simbólica y patriótica desde la Reconquista.
La liberación
La decisión de Franco de rescatar a los defensores del Alcázar fue muy controvertida. La ofensiva de Juan Yagüe apuntaba hacia Madrid, pero ocupó antes el valle del Tajo. El día siguiente a la caída de Talavera los nacionales tomaron Irún, después de un cerco muy duro, lo que impedía todo contacto con Francia de la zona vasca leal a la República. El 8 de septiembre se unieron a las tropas de África las de las montañas de Gredos. Todo parecía inclinarse en favor del Movimiento.
Franco no forzó la marcha hacia Madrid aprovechando el ímpetu del ataque y la inadecuada defensa que entonces oponía la ciudad. En vez de ello, hizo girar las tropas hacia Toledo para acudir en auxilio de los sitiados del Alcázar. Como Yagüe protestó (enfadado) contra esta decisión, Franco le sustituyó por Varela, que acababa de tomar la localidad malagueña de Ronda el 18 de septiembre. La ambición política llevó a Franco, entonces un primus inter pares, a convertirse en «el salvador del Alcázar» y jefe indiscutible del Movimiento. Se ha dicho que podía conseguirlo también con la toma de Madrid, pero Toledo suponía un riesgo muchísimo menor..
Con posterioridad, Franco reconoció a un periodista portugués: «Cometimos un error militar y lo cometimos deliberadamente» Prefirió salvar las vidas de sus compañeros sublevados y elevar la moral de su bando con tal golpe de efecto propagandístico. Al día siguiente, el alto mando afín a Franco se reunió en el aeródromo de Salamanca, le confirmó en su condición de Generalísimo y le confirió el cargo de Jefe de Estado. Como resultado de su decisión, las operaciones bélicas se detuvieron desde el 21 de septiembre (toma de Maqueda) hasta el 7 de octubre (reinicio de la marcha sobre Madrid).
Himmeler visitando las ruinas del Alcazar de Toledo
Franco convirtió la liberación de Toledo en un valioso golpe de efecto internacional, llegando a recrearlo, recorriendo los escombros, para las cámaras de los noticiarios que se proyectaron en salas de cine de todo el mundo. Toledo es un lugar de enorme importancia simbólica y patriótica desde la Reconquista.
La batalla en si careció de ningún beneficio estratégico
más allá del numero de hombres liberados, pero si supuso una gran inyección de
moral para el bando sublevado, y la lucha seria tomada como ejemplo en arengas y
discursos a lo largo de toda la guerra.
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