Calma tensa en Gaza
Hamas trata de vender como una victoria política el cese de las hostilidades con Israel. La población israelí se pregunta hasta cuándo durará la tregua con los islamistas
JERUSALÉN- Una tensa calma se sintió ayer en el sur de Israel en el primer día de cese de las hostilidades, mientras en la franja de Gaza el movimiento islamista declaraba «fiesta nacional» por lo que presentaba como «victoria» sobre el Estado hebreo. A media mañana cundió la preocupación en algunas localidades aledañas a la frontera con Gaza, cuando comenzaron a sonar las alarmas en Netiv Haasara y Shaar Hanegev. Tres misiles habían impactado la noche anterior, pese a la firma del acto el fuego. La población corrió a sus refugios, pero poco después se confirmó que se trataba de una falsa alarma.
En las ciudades y pueblos del sur de Israel se intenta recuperar gradualmente la normalidad, tras ocho días en los que fueron blanco de aproximadamente 1.500 cohetes y misiles lanzados desde Gaza. Salieron de los cuartos blindados, no sin cierto escepticismo y aún con gran temor, preguntándose sobre todo «¿si esta tregua era definitiva?».
Las autoridades israelíes aseguraron ayer que «los objetivos del operativo fueron alcanzados», pero la opinión pública en general, no sólo en el sur, se empieza a cuestionar los resultados de la operación militar, aunque tampoco se seguía con mucho entusiasmo la posibilidad de una incursión terrestre en Gaza. En las redes sociales se difundieron caricaturas y otras originales formas de protesta contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por no haber llevado hasta el final la operación «Columna Defensiva». Una de las fotos mostraba a soldados israelíes –supuestamente reservistas–que acostados sobre el suelo, componían las palabras en hebreo: «Bibi luzer», cuyo significado podría traducirse en «Bibi, perdedor» o algo más fuerte, «quien no sabe ganar». Netanyahu se enfrenta a unas elecciones el próximo enero en las que la población le juzgará por su actuación en la ofensiva en Gaza. «Sé que hay ciudadanos que esperaban una respuesta más dura», dijo el «premier» durante su rueda de prensa el jueves, aclarando que esa opción, en un futuro, podría concretarse dependiendo de cómo se desarrolle la situación en el terreno. El ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, con el que Nentanyahu concurrirá a las elecciones en una lista conjunta, introdujo en el acuerdo para firmar la paz una cláusula que pide «derribar el régimen de Hamas», aclaró que eso, como objetivo, sigue en pie, pero no ahora. «Un liderazgo responsable se mide también en su capacidad de contenerse», aseguró.
La cuestión de fondo que se plantea una parte de la sociedad israelí es si lo que el Gobierno ve como una seria y responsable toma de decisiones, sin actuar visceralmente, es visto por los radicales palestinos –o al menos así presentado– como una victoria. Hamas sostiene que Israel no hizo la incursión terrestre en Gaza por temor a la respuesta de su Ejército de hombres y su primer ministro, Ismail Haniye, se refirió a la «intervención de Alá» para darles como ganadores en esta contienda.
Khalil el-Khaia, una de las figuras de Hamas en Gaza, aseguró en una ceremonia multitudinaria que «esto ha abierto el camino de la resistencia a Jerusalén, comprobando que es la única forma de recuperar nuestra tierra». A su lado estaba en el estrado el doctor Nabil Shaath, una de las principales figuras de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), originario de Gaza, que se trasladó a la franja durante el operativo israelí, enviado por el presidente de la ANP, Mahmud Abás, y aseguró que «la tierra se libera con la resistencia armada, con la batalla política en las Naciones Unidas». El próximo 29 de noviembre se votará en la ONU la asignación del estatus de Estado observador a Palestina dentro del organismo internacional. Frente a la pregunta de quién ha ganado en esta enésima confrontación, expertos y altos oficiales militares israelíes señalan que «las pérdidas de Hamas fueron tan grandes, que ellos mismos aún no la entienden».
Además, sostienen varios expertos, los terroristas islamistas tienen que hallar una forma de derivar la atención de la opinión pública, al no poder explicar de qué valía el sufrimiento, si acaso había tenido sentido disparar tantos misiles hacia Israel. El jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, el teniente general Beni Gantz, aseguró ayer que durante el operativo se había atacado todo blanco terrorista posible en Gaza. «Atacamos todo lo que se movía, en términos de terrorismo, o sea infraestructura terrorista, túneles, escondites de armas, sitios de lanzamiento de cohetes e instalaciones estratégicas». Según un resumen preliminar publicado por el portavoz del Ejército, durante los ocho días de operativo fueron atacados 1.500 blancos terroristas, entre ellos 19 figuras de los mandos altos e intermedios, 30 figuras jefes, cientos de lanzamisiles ocultos bajo tierra, 140 túneles por los cuales introducen armas a Gaza y mucho más. Casi 1.600 cohetes y misiles fueron disparados hacia Israel, aterrizando varias decenas en zonas habitadas, pero siendo interceptados la mayoría de los que estaban dirigidos a las ciudades. Una vez superada no sin dificultades la primera fase de la tregua, las partes se preparan para abordar el segundo punto de la propuesta egipcia que incluye el levantamiento del bloqueo y una mayor libertad de movimientos para Gaza. Una cuestión que levanta ampollas dentro de Israel y que no parece todavía resuelta dentro del Gabinete de Benjamin Netanyahu.
La próxima batalla en la ONU
El próximo día 29, la Asamblea General de la ONU votará la propuesta de Mahmud Abás para el reconocimiento de Palestina como Estado observador. El «sí» de la asamblea se da casi por descontado, a diferencia del año pasado, cuando se rechazo esta demanda. Palestina obtendría un estatus similar al del Vaticano, permitiéndole el acceso a varias agencias de la ONU y a tribunales internacionales como la Corte Penal Internacional. Israel estudia diversas medidas de represalia en caso de que los palestinos acudan a la ONU.
En las ciudades y pueblos del sur de Israel se intenta recuperar gradualmente la normalidad, tras ocho días en los que fueron blanco de aproximadamente 1.500 cohetes y misiles lanzados desde Gaza. Salieron de los cuartos blindados, no sin cierto escepticismo y aún con gran temor, preguntándose sobre todo «¿si esta tregua era definitiva?».
Las autoridades israelíes aseguraron ayer que «los objetivos del operativo fueron alcanzados», pero la opinión pública en general, no sólo en el sur, se empieza a cuestionar los resultados de la operación militar, aunque tampoco se seguía con mucho entusiasmo la posibilidad de una incursión terrestre en Gaza. En las redes sociales se difundieron caricaturas y otras originales formas de protesta contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por no haber llevado hasta el final la operación «Columna Defensiva». Una de las fotos mostraba a soldados israelíes –supuestamente reservistas–que acostados sobre el suelo, componían las palabras en hebreo: «Bibi luzer», cuyo significado podría traducirse en «Bibi, perdedor» o algo más fuerte, «quien no sabe ganar». Netanyahu se enfrenta a unas elecciones el próximo enero en las que la población le juzgará por su actuación en la ofensiva en Gaza. «Sé que hay ciudadanos que esperaban una respuesta más dura», dijo el «premier» durante su rueda de prensa el jueves, aclarando que esa opción, en un futuro, podría concretarse dependiendo de cómo se desarrolle la situación en el terreno. El ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, con el que Nentanyahu concurrirá a las elecciones en una lista conjunta, introdujo en el acuerdo para firmar la paz una cláusula que pide «derribar el régimen de Hamas», aclaró que eso, como objetivo, sigue en pie, pero no ahora. «Un liderazgo responsable se mide también en su capacidad de contenerse», aseguró.
La cuestión de fondo que se plantea una parte de la sociedad israelí es si lo que el Gobierno ve como una seria y responsable toma de decisiones, sin actuar visceralmente, es visto por los radicales palestinos –o al menos así presentado– como una victoria. Hamas sostiene que Israel no hizo la incursión terrestre en Gaza por temor a la respuesta de su Ejército de hombres y su primer ministro, Ismail Haniye, se refirió a la «intervención de Alá» para darles como ganadores en esta contienda.
Khalil el-Khaia, una de las figuras de Hamas en Gaza, aseguró en una ceremonia multitudinaria que «esto ha abierto el camino de la resistencia a Jerusalén, comprobando que es la única forma de recuperar nuestra tierra». A su lado estaba en el estrado el doctor Nabil Shaath, una de las principales figuras de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), originario de Gaza, que se trasladó a la franja durante el operativo israelí, enviado por el presidente de la ANP, Mahmud Abás, y aseguró que «la tierra se libera con la resistencia armada, con la batalla política en las Naciones Unidas». El próximo 29 de noviembre se votará en la ONU la asignación del estatus de Estado observador a Palestina dentro del organismo internacional. Frente a la pregunta de quién ha ganado en esta enésima confrontación, expertos y altos oficiales militares israelíes señalan que «las pérdidas de Hamas fueron tan grandes, que ellos mismos aún no la entienden».
Además, sostienen varios expertos, los terroristas islamistas tienen que hallar una forma de derivar la atención de la opinión pública, al no poder explicar de qué valía el sufrimiento, si acaso había tenido sentido disparar tantos misiles hacia Israel. El jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, el teniente general Beni Gantz, aseguró ayer que durante el operativo se había atacado todo blanco terrorista posible en Gaza. «Atacamos todo lo que se movía, en términos de terrorismo, o sea infraestructura terrorista, túneles, escondites de armas, sitios de lanzamiento de cohetes e instalaciones estratégicas». Según un resumen preliminar publicado por el portavoz del Ejército, durante los ocho días de operativo fueron atacados 1.500 blancos terroristas, entre ellos 19 figuras de los mandos altos e intermedios, 30 figuras jefes, cientos de lanzamisiles ocultos bajo tierra, 140 túneles por los cuales introducen armas a Gaza y mucho más. Casi 1.600 cohetes y misiles fueron disparados hacia Israel, aterrizando varias decenas en zonas habitadas, pero siendo interceptados la mayoría de los que estaban dirigidos a las ciudades. Una vez superada no sin dificultades la primera fase de la tregua, las partes se preparan para abordar el segundo punto de la propuesta egipcia que incluye el levantamiento del bloqueo y una mayor libertad de movimientos para Gaza. Una cuestión que levanta ampollas dentro de Israel y que no parece todavía resuelta dentro del Gabinete de Benjamin Netanyahu.
La próxima batalla en la ONU
El próximo día 29, la Asamblea General de la ONU votará la propuesta de Mahmud Abás para el reconocimiento de Palestina como Estado observador. El «sí» de la asamblea se da casi por descontado, a diferencia del año pasado, cuando se rechazo esta demanda. Palestina obtendría un estatus similar al del Vaticano, permitiéndole el acceso a varias agencias de la ONU y a tribunales internacionales como la Corte Penal Internacional. Israel estudia diversas medidas de represalia en caso de que los palestinos acudan a la ONU.
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Entrevista con un Oficial de la reserva israelí
Zvika Fogel: «Hamas acapara todavía un gran arsenal de misiles»
JERUSALÉN.- Fue número dos en el Comando Sur del Ejército israelí, con jurisdicción sobre la Franja de Gaza, en los tres primeros años de la Intifada palestina entre 2000 y 2003. Estos días fue reclutado como oficial de reserva para la operación «Columna Defensivo» y ayer pudo regresar a su casa.
-¿Quién ha ganado está campaña militar?
–Hamas diga lo que diga ha sido consciente de que la realidad es mucho peor que sus peores pesadillas. Tras la operación militar han perdido conocimientos acumulados acumulados en los últimos años, infraestructuras que construyeron para atacar a la población de Israel. Deberán ahora iniciar un proceso de reflexión profunda y preguntarse cómo los israelíes han obtenido tanta información precisa sobre sus arsenales como se ha comprobado.
-La Inteligencia fue uno de los puntos más fuertes del operativo israelí..
–Por supuesto. Y para ellos es más que frustrante.
-La población israelí se pregunta estos días cómo se dice que se ha reducido la capacidad militar dee Hamas mientras han podido lanzar misiles a Jerusalén y Tel Aviv ¿Eran los últimos misiles que les quedaban?
–No, todavía tienen miles de misiles. No me hago ilusiones al respecto. La gente puede decir también que nosotros atacamos a casi 1.600 blancos en Gaza pero que Hamas y los otros grupos dispararon 1.600 cohetes y misiles hacia Israel. Pero ello debe ser analizado de otra forma. De los 1.600 que dispararon, algunas decenas impactaron en territorio habitado. Nosotros dimos a 1.600 blancos, y casi no murieron civiles no involucrados sino únicamente golpeamos a Hamas, sus infraestructuras y poderío armamentístico. Nosotros buscamos calidad, matar a terroristas y reducir su capacidad, pero ellos buscaban matar habitantes de Israel, civiles. El operativo fue lo que quisimos, y aseguro que, durante todo el tiempo ha durado, Hamas estaba deseando que terminase el fuego.
-Eso no es lo que transmitían, no daban la sensación de que necesitaban un alto el fuego...
–Eso se podrá decir en su favor, que supieron presentar ante los medios esa imagen. Y en nuestra crítica deberá decirse que no logramos presentar los logros ante la opinión pública. Yo, durante el tiempo que ha durado la operación, preferí no no ver la televisión ni leer los diarios. Justo después de terminar hoy (por ayer) el servicio de reserva, lo hice. Y me parece que los analistas y comentaristas por un lado, y yo y el Ejército por otro, estábamos en dos guerras diferentes. Parece que no entienden qué es lo que hicimos allí.
- ¿Puede detallar alguno de los objetivos que conseguió el Ejército israelí en esta misión?
-Fuimos a esta operación militar para dejar claro al movimiento islamista que sabemos dónde están, sabemos dónde se escondén y siempre que huyan y se escondan en sitios en los que podamos alcanzaros sin matar civiles no involucrados, lo haremos.
- ¿Ve también logros políticos para Israel?
–Por supuesto. Hace un tiempo el presidente de Egipto, Mohamed Mursi, estudiaba el apéndice militar del acuerdo de paz con Israel y muchos israelíes pensábamos que casi quiere salir a una guerra. Y ahora, lo vemos firmando la garantía personal de que en Gaza actuarán de otra forma de ahora en adelante. O sea que ahora tenemos la oportunidad de una vez por todas, de mantener el orden en la Franja de Gaza y no ser responsables de lo que ocurra ahí. Los islamistas de Hamas, lo único que tienen que entender, es que estamos aquí, que de esta zona no nos vamos, y que no se puede lanzar misiles hacia el patio del vecino y pensar que el vecino mantendrá relaciones de buena vecindad. Así no funciona.
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-¿Quién ha ganado está campaña militar?
–Hamas diga lo que diga ha sido consciente de que la realidad es mucho peor que sus peores pesadillas. Tras la operación militar han perdido conocimientos acumulados acumulados en los últimos años, infraestructuras que construyeron para atacar a la población de Israel. Deberán ahora iniciar un proceso de reflexión profunda y preguntarse cómo los israelíes han obtenido tanta información precisa sobre sus arsenales como se ha comprobado.
-La Inteligencia fue uno de los puntos más fuertes del operativo israelí..
–Por supuesto. Y para ellos es más que frustrante.
-La población israelí se pregunta estos días cómo se dice que se ha reducido la capacidad militar dee Hamas mientras han podido lanzar misiles a Jerusalén y Tel Aviv ¿Eran los últimos misiles que les quedaban?
–No, todavía tienen miles de misiles. No me hago ilusiones al respecto. La gente puede decir también que nosotros atacamos a casi 1.600 blancos en Gaza pero que Hamas y los otros grupos dispararon 1.600 cohetes y misiles hacia Israel. Pero ello debe ser analizado de otra forma. De los 1.600 que dispararon, algunas decenas impactaron en territorio habitado. Nosotros dimos a 1.600 blancos, y casi no murieron civiles no involucrados sino únicamente golpeamos a Hamas, sus infraestructuras y poderío armamentístico. Nosotros buscamos calidad, matar a terroristas y reducir su capacidad, pero ellos buscaban matar habitantes de Israel, civiles. El operativo fue lo que quisimos, y aseguro que, durante todo el tiempo ha durado, Hamas estaba deseando que terminase el fuego.
-Eso no es lo que transmitían, no daban la sensación de que necesitaban un alto el fuego...
–Eso se podrá decir en su favor, que supieron presentar ante los medios esa imagen. Y en nuestra crítica deberá decirse que no logramos presentar los logros ante la opinión pública. Yo, durante el tiempo que ha durado la operación, preferí no no ver la televisión ni leer los diarios. Justo después de terminar hoy (por ayer) el servicio de reserva, lo hice. Y me parece que los analistas y comentaristas por un lado, y yo y el Ejército por otro, estábamos en dos guerras diferentes. Parece que no entienden qué es lo que hicimos allí.
- ¿Puede detallar alguno de los objetivos que conseguió el Ejército israelí en esta misión?
-Fuimos a esta operación militar para dejar claro al movimiento islamista que sabemos dónde están, sabemos dónde se escondén y siempre que huyan y se escondan en sitios en los que podamos alcanzaros sin matar civiles no involucrados, lo haremos.
- ¿Ve también logros políticos para Israel?
–Por supuesto. Hace un tiempo el presidente de Egipto, Mohamed Mursi, estudiaba el apéndice militar del acuerdo de paz con Israel y muchos israelíes pensábamos que casi quiere salir a una guerra. Y ahora, lo vemos firmando la garantía personal de que en Gaza actuarán de otra forma de ahora en adelante. O sea que ahora tenemos la oportunidad de una vez por todas, de mantener el orden en la Franja de Gaza y no ser responsables de lo que ocurra ahí. Los islamistas de Hamas, lo único que tienen que entender, es que estamos aquí, que de esta zona no nos vamos, y que no se puede lanzar misiles hacia el patio del vecino y pensar que el vecino mantendrá relaciones de buena vecindad. Así no funciona.
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Hamás sacó pecho en Gaza e invitó a sus rivales de Fatah a celebrar lo que en la Franja todos saludan como una victoria ante Israel. El apoyo al movimiento islamista, erosionado en los últimos tiempos, ha subido enteros entre la población tras ocho días de ataques en los que sus proyectiles han llegado a Tel Aviv y Jerusalén. Hacía cinco años —desde la miniguerra civil palestina tras el triunfo de Hamás en las elecciones— que no se veían tantas banderas amarillas (el color del partido laico que lidera el veterano Mahmud Abbas) por las calles del enclave gobernado por los islamistas. Los seguidores de Fatah se unieron a los de Hamás (con sus enseñas verde islam) y a los de Yihad Islámica (banderas negras) en un mitin para saludar el alto el fuego en vigor desde la víspera. “Parece que cada vez que Hamás sufre un golpe sale fortalecida”, decía antes del acto Ayub al Shubaki, médico de 57 años, y fiel seguidor de Hamás.
La Franja retomó la vida cotidiana —abrieron los comercios, volvieron los atascos y los carros tirados por burros que venden fruta por los barrios— tras una noche en la que miles de personas se echaron a la calle a celebrar la tregua. Festejos que no hubo tras la guerra de 2008-2009. Los islamistas se sienten fuertes por el alcance de sus armas, pero también por el apoyo mostrado por Gobiernos árabes y musulmanes. Nada que ver con hace cuatro años. Frente a las protestas con la boca pequeña de entonces (el turco Recep Tayyip Erdogan fue el único gobernante que de verdad alzó la voz), ministros de un buen puñado de países, incluidos Egipto, Catar y Turquía, acudieron raudos a la Franja en solidaridad mientras caían bombas.
Las autoridades de Gaza disfrutan de creciente respaldo diplomático —aunque sus oficinas gubernamentales son enormes montones de escombros— y financiero de Catar mientras las de Ramala luchan por mitigar en lo posible el recorte de fondos que reciben desde Occidente.
El acuerdo de alto el fuego establece que las partes empezarían 24 horas después (es decir, anoche) a negociar “la apertura de los pasos [fronterizos], la flexibilización del movimiento de personas y de mercancías”, según Reuters. Los gazatíes no confían en el levantamiento total del bloqueo, pero sí esperan poder importar y exportar a Egipto aunque por ahora se apañan con los túneles y el contrabando. El pacto que puso fin a la guerra hace cuatro años es muy similar a este, según el diario Haaretz. El líder político de Hamás, Jaled Meshal, recibió la tregua con tono triunfalista: “La destrucción dejada por Israel no modifica el hecho de que la resistencia ha ganado”. Da la impresión de que esta vez sus detractores coinciden con esa postura. “Incluso yo, demócrata, laico, liberal, que les he criticado [a Hamás] por su postura hacia la reconciliación [entre los palestinos], su programa social —el hiyab, intentar introducir la religión en la legislación…—, sus prácticas no democráticas con la sociedad civil y los medios de comunicación, hoy les admiro. Debo tener presentes mis críticas pero aparcarlas momentáneamente porque han arrinconado a Israel”, aseguraba el analista político Talal Okal.
Mientras la apuesta de Fatah para que la ONU vote el 29 de noviembre si acepta a Palestina como Estado no miembro es recibida con enorme desinterés en Gaza, el analista Okal sostiene que esa medida “es objetivamente un paso hacia un conflicto con Israel, incluso si no es lo que [el presidente Mahmud] Abbas pretende”. Ramsi el Geren, que iba hacia el mitin con sus dos hijos y una bandera amarilla de Fatah, se decía partidario de combinar las dos vías que caracterizan a las dos grandes facciones palestinas: “El rifle con la política puede lograr más que solo el rifle o solo la política”.
El escenario del mitin en el que se mezclaban banderas verdes, amarillas y negras tenía también su simbolismo: los terrenos donde se alzó la sede del Parlamento, que Israel destruyó en 2009. Aquella Cámara legislativa celebraba sesión por videoconferencia con otra en Ramala. La división física se convirtió en ruptura total cuando Hamás expulsó a las fuerzas de seguridad de Fatah, en 2007, de la Franja. Desde entonces los palestinos están políticamente divididos en dos grandes mitades, la Gaza de Hamás y la Cisjordania de Fatah. Todas las negociaciones para restablecer la unidad palestina han fracasado. “Ahora el ambiente es propicio para la reconciliación”, sostiene el analista Okal. Una unidad que los palestinos de a pie ansían
La Franja retomó la vida cotidiana —abrieron los comercios, volvieron los atascos y los carros tirados por burros que venden fruta por los barrios— tras una noche en la que miles de personas se echaron a la calle a celebrar la tregua. Festejos que no hubo tras la guerra de 2008-2009. Los islamistas se sienten fuertes por el alcance de sus armas, pero también por el apoyo mostrado por Gobiernos árabes y musulmanes. Nada que ver con hace cuatro años. Frente a las protestas con la boca pequeña de entonces (el turco Recep Tayyip Erdogan fue el único gobernante que de verdad alzó la voz), ministros de un buen puñado de países, incluidos Egipto, Catar y Turquía, acudieron raudos a la Franja en solidaridad mientras caían bombas.
Las autoridades de Gaza disfrutan de creciente respaldo diplomático —aunque sus oficinas gubernamentales son enormes montones de escombros— y financiero de Catar mientras las de Ramala luchan por mitigar en lo posible el recorte de fondos que reciben desde Occidente.
El acuerdo de alto el fuego establece que las partes empezarían 24 horas después (es decir, anoche) a negociar “la apertura de los pasos [fronterizos], la flexibilización del movimiento de personas y de mercancías”, según Reuters. Los gazatíes no confían en el levantamiento total del bloqueo, pero sí esperan poder importar y exportar a Egipto aunque por ahora se apañan con los túneles y el contrabando. El pacto que puso fin a la guerra hace cuatro años es muy similar a este, según el diario Haaretz. El líder político de Hamás, Jaled Meshal, recibió la tregua con tono triunfalista: “La destrucción dejada por Israel no modifica el hecho de que la resistencia ha ganado”. Da la impresión de que esta vez sus detractores coinciden con esa postura. “Incluso yo, demócrata, laico, liberal, que les he criticado [a Hamás] por su postura hacia la reconciliación [entre los palestinos], su programa social —el hiyab, intentar introducir la religión en la legislación…—, sus prácticas no democráticas con la sociedad civil y los medios de comunicación, hoy les admiro. Debo tener presentes mis críticas pero aparcarlas momentáneamente porque han arrinconado a Israel”, aseguraba el analista político Talal Okal.
Mientras la apuesta de Fatah para que la ONU vote el 29 de noviembre si acepta a Palestina como Estado no miembro es recibida con enorme desinterés en Gaza, el analista Okal sostiene que esa medida “es objetivamente un paso hacia un conflicto con Israel, incluso si no es lo que [el presidente Mahmud] Abbas pretende”. Ramsi el Geren, que iba hacia el mitin con sus dos hijos y una bandera amarilla de Fatah, se decía partidario de combinar las dos vías que caracterizan a las dos grandes facciones palestinas: “El rifle con la política puede lograr más que solo el rifle o solo la política”.
El escenario del mitin en el que se mezclaban banderas verdes, amarillas y negras tenía también su simbolismo: los terrenos donde se alzó la sede del Parlamento, que Israel destruyó en 2009. Aquella Cámara legislativa celebraba sesión por videoconferencia con otra en Ramala. La división física se convirtió en ruptura total cuando Hamás expulsó a las fuerzas de seguridad de Fatah, en 2007, de la Franja. Desde entonces los palestinos están políticamente divididos en dos grandes mitades, la Gaza de Hamás y la Cisjordania de Fatah. Todas las negociaciones para restablecer la unidad palestina han fracasado. “Ahora el ambiente es propicio para la reconciliación”, sostiene el analista Okal. Una unidad que los palestinos de a pie ansían
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El Ejército israelí asegura que ha cumplido sus objetivos en Gaza
Netanyahu amenaza con acciones militares si se vulnera el alto el fuego
Ana Carbajosa Jerusalén22 NOV 2012 - 19:13 CET
Barack Obama se lo pidió y Benjamín Netanyahu, sin excesivo convencimiento, dijo “sí” al alto el fuego con los grupos armados de Gaza. El primer ministro aseguró haber aceptado “dar una oportunidad al alto el fuego”, pero lo hizo con la boca pequeña. Se guardó además varios ases en la manga. El principal, la capacidad de ignorar el pacto con los islamistas de Gaza e invadir por tierra al mínimo exceso por parte de las milicias. Otra de las cartas que se ha reservado el Gobierno israelí es la ambigüedad que rodea a la llamada segunda fase del acuerdo, en la que en teoría Israel se compromete a aliviar el bloqueo sobre Gaza; algo que Hamás da por descontado. “De momento, nos hemos comprometido a dejar de disparar, lo demás se decidirá más adelante”, explican fuentes oficiales israelíes.
En las últimas horas, desde el Gobierno y el Ejército se han esforzado por resaltar los logros de la operación y la conveniencia de un alto el fuego, del que recelan no pocos israelíes a los que la victoria les sabe a poco. Benny Gantz, el jefe de Estado mayor del Ejército, afirmó que Israel “ha cumplido todos los objetivos de la operación Pilar Defensivo” al atacar “túneles, armas, arsenales, lanzaderas, infraestructuras terroristas…”. Mientras, el ministro de Defensa, Ehud Barak reiteró que si la tregua no aguanta, “nosotros evidentemente consideraremos la posibilidad de retomar nuestras actividades militares”.
La idea que trasciende de las declaraciones de los dirigentes israelíes es que en un momento de tensión de las relaciones con Washington parecía conveniente intentar el alto el fuego y dejar claro al mundo que un futuro fracaso no es responsabilidad israelí. “Si Hamás no ha aprendido la lección, tenemos todas las opciones en nuestras manos, ahora ya con la legitimidad de que lo hemos intentado [el alto el fuego]”, explicó Dan Meridor, viceprimer ministro, a un grupo de periodistas internacionales en Jerusalén.
En la operación Plomo fundido de 2008 murieron 1.400 palestinos y le costó a Israel una lluvia de condenas internacionales. El Ejecutivo de Netanyahu aspira a que la próxima ofensiva a gran escala cuente con el respaldo de la comunidad internacional. El actual alto el fuego cimenta preventivamente ese apoyo. Netanyahu dice que el presidente Barack Obama apoyaría una eventual respuesta israelí, además de haberle prometido a cambio de su “sí” al alto el fuego una cuantiosa financiación para ampliar la cúpula de hierro —el exitoso sistema antimisiles— y para frenar el contrabando de armas.
En la calle, no todo el mundo ha entendido un alto el fuego que interpretan como una concesión innecesaria a “los terroristas”. El primer ministro es consciente de que ha decepcionado a muchos a los que les hubiera gustado que el Ejército “llegara hasta el final”, es decir, que los tanques entraran en Gaza y sembraran la destrucción a su paso para asegurarse de que los grupos armados no volverán a lanzar cohetes. “Me doy cuenta de que hay ciudadanos que esperaban una operación militar más dura y tal vez necesitemos llevarla a cabo. Pero ahora lo correcto para el Estado de Israel es apurar esta posibilidad de alcanzar un alto el fuego duradero”, dijo Netanyahu tras sellarse el acuerdo.
Al margen de amenazas, cautelas y cálculos políticos, Israel ha conseguido, al menos de momento, llevar la paz al sur del país. Las milicias palestinas se han comprometido a dejar de lanzar cohetes y a poner fin a los ataques en la frontera a soldados israelíes, algo que considera crucial Israel. Terminar con la lluvia de proyectiles era para los israelíes la causa última de la de la ofensiva bautizada Pilar Defensivo. En ese sentido, si termina por mantenerse la tregua, habrán ganado.
La evaluación militar de la ofensiva ha pesado también evidentemente a la hora de decidir el alto el fuego. Israel considera que en los ocho días de intensos bombardeos han destruido la mayor parte del arsenal de Gaza. “Hemos destrozado la mayoría de los misiles importados de Irán y de Libia y almacenados durante los últimos cuatro años, y muchos de los otros cohetes [con un alcance de hasta 40 kilómetros] y sus lanzaderas”, asegura un alto mando militar israelí bajo el anonimato. Israel ha matado además en una semana hasta a 50 milicianos y miembros de Hamás de la franja, entre ellos Ahmed Yabari, el jefe militar del brazo armado de los islamistas.
Las fuerzas de seguridad israelíes detuvieron el jueves a decenas de personas en Cisjordania. Los servicios secretos aseguran que algunas de ellas están vinculadas a Hamás y Yihad Islámica y participaron en la preparación del atentado contra un autobús en Tel Aviv el miércoles, en el que resultaron heridas una veintena de personas, según informa el diario Haaretz.
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En las últimas horas, desde el Gobierno y el Ejército se han esforzado por resaltar los logros de la operación y la conveniencia de un alto el fuego, del que recelan no pocos israelíes a los que la victoria les sabe a poco. Benny Gantz, el jefe de Estado mayor del Ejército, afirmó que Israel “ha cumplido todos los objetivos de la operación Pilar Defensivo” al atacar “túneles, armas, arsenales, lanzaderas, infraestructuras terroristas…”. Mientras, el ministro de Defensa, Ehud Barak reiteró que si la tregua no aguanta, “nosotros evidentemente consideraremos la posibilidad de retomar nuestras actividades militares”.
La idea que trasciende de las declaraciones de los dirigentes israelíes es que en un momento de tensión de las relaciones con Washington parecía conveniente intentar el alto el fuego y dejar claro al mundo que un futuro fracaso no es responsabilidad israelí. “Si Hamás no ha aprendido la lección, tenemos todas las opciones en nuestras manos, ahora ya con la legitimidad de que lo hemos intentado [el alto el fuego]”, explicó Dan Meridor, viceprimer ministro, a un grupo de periodistas internacionales en Jerusalén.
En la operación Plomo fundido de 2008 murieron 1.400 palestinos y le costó a Israel una lluvia de condenas internacionales. El Ejecutivo de Netanyahu aspira a que la próxima ofensiva a gran escala cuente con el respaldo de la comunidad internacional. El actual alto el fuego cimenta preventivamente ese apoyo. Netanyahu dice que el presidente Barack Obama apoyaría una eventual respuesta israelí, además de haberle prometido a cambio de su “sí” al alto el fuego una cuantiosa financiación para ampliar la cúpula de hierro —el exitoso sistema antimisiles— y para frenar el contrabando de armas.
En la calle, no todo el mundo ha entendido un alto el fuego que interpretan como una concesión innecesaria a “los terroristas”. El primer ministro es consciente de que ha decepcionado a muchos a los que les hubiera gustado que el Ejército “llegara hasta el final”, es decir, que los tanques entraran en Gaza y sembraran la destrucción a su paso para asegurarse de que los grupos armados no volverán a lanzar cohetes. “Me doy cuenta de que hay ciudadanos que esperaban una operación militar más dura y tal vez necesitemos llevarla a cabo. Pero ahora lo correcto para el Estado de Israel es apurar esta posibilidad de alcanzar un alto el fuego duradero”, dijo Netanyahu tras sellarse el acuerdo.
Al margen de amenazas, cautelas y cálculos políticos, Israel ha conseguido, al menos de momento, llevar la paz al sur del país. Las milicias palestinas se han comprometido a dejar de lanzar cohetes y a poner fin a los ataques en la frontera a soldados israelíes, algo que considera crucial Israel. Terminar con la lluvia de proyectiles era para los israelíes la causa última de la de la ofensiva bautizada Pilar Defensivo. En ese sentido, si termina por mantenerse la tregua, habrán ganado.
La evaluación militar de la ofensiva ha pesado también evidentemente a la hora de decidir el alto el fuego. Israel considera que en los ocho días de intensos bombardeos han destruido la mayor parte del arsenal de Gaza. “Hemos destrozado la mayoría de los misiles importados de Irán y de Libia y almacenados durante los últimos cuatro años, y muchos de los otros cohetes [con un alcance de hasta 40 kilómetros] y sus lanzaderas”, asegura un alto mando militar israelí bajo el anonimato. Israel ha matado además en una semana hasta a 50 milicianos y miembros de Hamás de la franja, entre ellos Ahmed Yabari, el jefe militar del brazo armado de los islamistas.
Las fuerzas de seguridad israelíes detuvieron el jueves a decenas de personas en Cisjordania. Los servicios secretos aseguran que algunas de ellas están vinculadas a Hamás y Yihad Islámica y participaron en la preparación del atentado contra un autobús en Tel Aviv el miércoles, en el que resultaron heridas una veintena de personas, según informa el diario Haaretz.
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Gaza atribuye su «éxito» a las armas enviadas por Irán
Hamás y Yihad Islámico se enorgullecen de los misiles Fajr 3 y 5 llegados a la Franja desde Teherán
Día 23/11/2012 - 02.06h
El teléfono de Taher Al Nono echa humo. «Mahmoud Abás anuncia que el primer ministro respalda su propuesta ante la ONU y que Hamás acepta las fronteras del 67, pero es mentira, ¿de dónde lo ha sacado?», pregunta en voz alta mientras da instrucciones a uno de sus ayudantes para que prepare un desmentido oficial.
El portavoz de Ismail Haniya está exultante por «la victoria de la causa palestina» tras haber logrado que cinco millones de israelíes vivieran «en situación de pánico por la amenaza de nuestros cohetes». Israel lanzó su ofensiva para «eliminar la amenaza» de los cohetes lanzados desde la franja, pero se ha encontrado con las sorpresa de que los grupos armados palestinos han mejorado su arsenal y cuentan con proyectiles capaces de llegar a Tel Aviv y Jerusalén. Un salto cualitativo logrado gracias a los misiles Fajr 3 y 5 que Irán ha logrado hacer llegar a la Franja.
«Las armas de la resistencia son iraníes, desde las balas hasta los misiles. Si no fuera por este arsenal el Ejército israelí habría pasado por encima de los cuerpos de nuestros niños», declaró 24 horas antes del alto el fuego el número dos de Yihad Islámica, Ziad Al Nakhla, al canal libanés Al Manar. Una ayuda que Teherán ha reconocido públicamente por voz del comandante de la Guardia Revolucionaria, Mohamed Al Jafari, que confesó a la cadena PressTV que habían logrado «suministrar la tecnología» para fabricar estos tipos de misil Fajr a los palestinos.
Pese a las diferencias entre Hamás e Irán a causa de la crisis en Siria, «seguimos teniendo una relación directa y no hay división respecto al conflicto con Israel», asegura con rotundidad Al Nono. Además de Hamás, el grupo Yihad Islámica también está bajo el paraguas protector iraní y, tras el distanciamiento de Hamás de Teherán para acercarse a Qatar, habría sido el gran beneficiado con la llegada de armas modernas y dinero.
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Mursi capitaliza el papel de negociador jugado en Gaza para ampliar su poder
El opositor, Mohamed el Baradei, le acusa de querer proclamarse «faraón» de Egipto
Día 23/11/2012 - 02.07h
Mohamed Mursi no ha querido esperar a que la popularidad cosechada con su exitosa mediación en el conflicto de Gaza se desgastara. Cuando aún no habían pasado ni 24 horas del anuncio del alto el fuego entre Hamás e Israel, el presidente egipcio anunciaba ayer una nueva declaración presidencial que amplía sus poderes y los sitúa por encima de la Justicia, una decisión que sus críticos definían ayer de «dictatorial». Con este decreto, Mursi, que actualmente acapara el poder Ejecutivo y el Legislativo, se blinda también ante el Judicial.
Según el nuevo documento, todas las decisiones tomadas hasta ahora por Mursi y las que tome en el futuro serán «inapelables por cualquier método o ante cualquier órgano» hasta que entre en vigor la nueva Constitución. El presidente consigue así desactivar la única oposición que, por ahora, podía frenarle los pies, la Justicia. El decreto ha otorgado, además, inmunidad a otros dos órganos dominados por islamistas: la Asamblea Constituyente y el Consejo de la Shura (cámara alta), que no podrán ser disueltos por la Justicia. Ambos están en el punto de mira de diferentes tribunales por denuncias que piden su disolución. Mursi ha concedido, asimismo, dos meses más a la Asamblea para que termine de redactar la Carta Magna, actualmente bloqueada por los abandonos de numerosos miembros en protesta por los intentos de los islamistas de dominar el órgano.
Además, Mursi ha cesado a uno de sus grandes enemigos, el Fiscal General, Abdelmaguid Mahmud, al que ha sustituido por Talat Ibrahim, y ha decretado que se repitan las investigaciones y los juicios contra los implicados en la muerte de manifestantes.
Las reacciones al decretazo de Mursi han sido rápidas y contundentes. El Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, fundador del Partido de la Constitución, aseguraba ayer en las redes sociales que Mursi había «usurpado hoy todos los poderes del Estado y se ha autodesignado nuevo faraón», algo que podría tener «consecuencias nefastas». Para la directora de Human Rights Watch en el país, Heba Morayef, «Egipto necesitaba una reforma judicial, y el Fiscal General es un vestigio de (Hosni) Mubarak, pero otorgar al presidente poderes absolutos e inmunidad no es la manera de hacerlo», escribió ayer en Twitter.
Ejemplo de moderación
La sincronía de las exitosas negociaciones llevadas a cabo por Mursi para alcanzar un alto el fuego entre Israel y Hamás y el anuncio de este decreto constitucional que otorga al mandatario más poderes de los que jamás tuvo ningún presidente egipcio no parecen una coincidencia. Estados Unidos y la ONU han elogiado en los últimos días la moderación mostrada por Egipto y su importante papel en la mediación de este conflicto. «La crisis ha aumentado la credibilidad de Mursi en el exterior y también su capital político dentro de Egipto. Ha sido todo un éxito para él», explica a este diario el analista Gamal Abdel Gawad, del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos.
El papel de Egipto no es nuevo, ya que ha sido a lo largo de los años la gran potencia mediadora en el conflicto árabe-israelí. La gran diferencia con su antecesor, Hosni Mubarak, es la cercanía de los nuevos gobernantes egipcios a Hamás, «que ha hecho desaparecer las desconfianzas que antes surgían por parte de los palestinos», lo que permite una negociación más fluida y rápida, señala Mustafa Kemal al Sayed, profesor de Políticas de la Universidad de El Cairo. «Israel puede mantener sus reticencias, pero no le queda más remedio que negociar a través de Egipto», explica el profesor.
La situación política y económica de Egipto no permite, por ahora, a Mursi desempeñar algo más que el papel de mediador. «Habrá que ver en el futuro si no intentará ir más allá y pretenda asumir un liderazgo o quiera implicarse directa o indirectamente en el conflicto», sostiene Abdel Gawad.
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