Teniente coronel Javier Mackinlay: “El soldado español,
allá donde va, triunfa”
Por Gonzalo Altozano
No es el legionario que venció él solito al Estado
Islámicoa base de echarle mucho napalm a los cereales en
el desayuno. Es algo infinitamente más valioso que eso: es uno
de los muchos militares españoles destacados en el extranjero a lo
largo de los últimos 25 años, haciendo del mundo, por tópico que
suene, un lugar más seguro, mejor. Militares a los que el
valor no se les supone, sino que lo acreditan; sobradamente
preparados; gentes de su tiempo, pero depositarios a la vez -suena,
de nuevo, a tópico, pero es que es la verdad- de una gloriosa tradición.
Militares, en fin, como este nuestro teniente coronel, Javier Mackinlay,
lo que viene siendo un tío de primera.
Yo que pensaba que los Mackinlay eran marinos.
Y lo son. Mi abuelo, mi padre, mis dos hermanos, tres
sobrinos…
¿Y usted?
Lo quise ser, pero me quedé a un puesto de ingresar.
Lo pasé fatal. Pero fatal.
Se entiende: la tradición familiar.
Mi padre siempre decía que de sus hijos yo era el de
más vocación de marino, el que más días de mar tenía; ahora ya no,
lógicamente.
A la vista está que no malgastó el resto de su vida
lamentando su suerte.
Al ser la oposición conjunta, es decir, al
presentarte a los tres ejércitos y no a uno solo, no obtuve plaza en la Armada,
pero sí en Tierra.
Y a Zaragoza se fue, a la Academia.
Con la idea de ser artillero. Porque el Mackinlay
abuelo, nos contaba mi padre, quiso ser artillero, pero no le
dejaron; por eso se hizo marino.
Sin embargo usted…
Enseguida me di cuenta que yo de artillero nada, que lo
mío era Infantería.
Vaya quiebros del destino, ¿no?
Fíjese que cuando la Marcha Verde mi padre
me trajo un chapiri legionario, que todavía conservo, todo
apolillado; tengo fotos de pequeño con él puesto. Casualidades de la vida.
Casualidades, sí, porque años después…
Haría mis prácticas de fin de carrera en la Legión,
a la que he vuelto en todos los empleos: de teniente, de capitán,
de comandante y, ahora, de teniente coronel.
¿Legionario por encima de todo?
Soldado de Infantería por encima de todo. No
olvidemos que la Legión es un destino más de Infantería. Es verdad que, como
tal, es de los que más pedimos los infantes
.
Pero también es verdad…
… que otras unidades, como las de Montaña (de
las que guardo, por cierto, un magnífico recuerdo) o la Brigada
Paracaidista, son de una operatividad casi equiparables a
la de la Legión, y sin el casi.
Sin embargo…
La Legión, donde no se está si no es para vivirla,
sentirla y amarla; donde sirve mal el que sirve a medias; y donde es
legionario el que viste camisa verde en su alma. La Legión, conjunto de
caballeros unidos en la mística del credo legionario.
Dicho esto…
El ambiente en la Legión, la gente que allí te
encuentras, su espíritu de unión, su filosofía de vida…
Todo es distinto y engancha. La Legión imprime carácter y, por
ello, siempre se es legionario.
Hay incluso quien habla de la Legión en términos de
familia.
Porque lo es; una vez que entras en ella, nunca te
encuentras solo.
Hay también quien habla de alegría legionaria.
Alegría sin ocio ni descanso. El legionario no
puede estar sin hacer nada, tiene que estar siempre trabajando.
Ese es uno de los espíritus del credo legionario, ¿no?
Credo que marca la diferencia y nos une todavía
más.
Pero ¿qué es el credo legionario?
La base de nuestra alma, la ballesta que nos
impulsa a realizar grandes acciones.
Más cosas que marcan la diferencia, aparte del credo.
Nuestras tradiciones, canciones e himnos,
nuestro Cristo de la Buena Muerte…
Y pensar que todo eso a punto estuvo de desaparecer, y en
fecha tan poco lejana como 1992.
Fue un momento de unificación en los ejércitos y
no cuadraban ni el color del uniforme, ni la camisa abierta, ni el gorrillo, ni
las patillas, ni nada. Estuvimos a punto de desaparecer, sí.
¿Qué ocurrió?
Bosnia.
Y con Bosnia, las misiones internacionales.
Que nos permiten demostrar que somos, con todas nuestras
tradiciones, una unidad moderna y operativa como la que más, y con
una gente muy dispuesta. A punto de cumplir 100 años, volvemos donde
empezamos: a la punta de la vanguardia.
Por ejemplo, Irak.
Tuvimos la suerte de abrir misión, en 2015.
Luego nos sucederían unas cuantas unidades más. Hasta que hace poco nos tocó
volver.
Por rotación, ¿no?
Por rotación y por suerte.
Suerte, dice.
Suerte, sí. Lo digo yo y lo dice cualquiera al que le
pregunte, sea de la unidad que sea. Ojalá no hubiera nunca guerras,
pero habiéndolas, esto es primera línea de combate, y es un privilegio
estar aquí, para eso nos preparamos.
O sea, que para ir de misión…
Hay, como diría mi madre, tortas.
Oiga, ¿y la familia?
¿Que si se echa de menos? No lo sabe usted bien.
Supongo que por mucho que se trate de tranquilizarla,
siempre queda una inquietud.
Es verdad que cuando vas de misión, vas con
superioridad de medios. Pero siempre tienes la conciencia de que las cosas
pueden cambiar, porque nunca sabes lo que va a pasar.
¿Con más razón en el Irak de hace unos años que en este
de ahora?
Los americanos salieron de Irak hacia
2010-2011, dejando un país estable, en teoría.
En teoría.
Sí, porque en un periodo de tres años se produce lo que
podríamos llamar un agujero negro.
¿En qué sentido?
Irrumpe, de repente, el Estado Islámico. Las
noticias son que se ha formado con muchísimo dinero, con un ejército
de fieles venidos de todo el mundo, perfectamente uniformados
y equipados, capaces de todas las atrocidades, con un
territorio conquistado en poquísimo tiempo.
Las atrocidades de las que habla todos pudimos verlas en
el móvil.
Los vídeos con las ejecuciones empiezan a
circular en el verano de 2014 y yo vine por primera vez destinado
a Irak, como comandante, en febrero de 2015. ¿La verdad? Preferí
no ver esos vídeos.
¿Por qué?
Soy militar, tengo vocación, pero me conmuevo ante
la brutalidad, como cualquier otro.
Con la diferencia de que ustedes tienen infinitas más
posibilidades que el resto de enfrentar un peligro así.
Pero dígame: ¿alguna
vez pensó que el enemigo de sus himnos y sus canciones podría ser tan cruel?
Si alguna vez pensé en el enemigo, me quedé corto.
Desde luego, en materia de propaganda, el Estado Islámico
parecen no tener rival. ¿Influyó eso en el curso de la guerra?
Supongo, aunque tampoco me atrevo a afirmarlo,
pues no soy un experto analista. Lo que sí puedo decirle es que ante el avance
de Daesh desde el norte, y tras la toma de Mosul y Tal Afar,
brigadas enteras del Ejército iraquí desertaron aterrorizadas,
abandonando en su huida bases, carros de combate, depósitos de armamento…
¿Entonces?
Estamos aquí porque Irak pidió ayuda para
reconformar un ejército derrotado por el miedo. Esa es la verdad.
Tres años después, ¿en qué fase está ese mismo ejército?
En la de haber derrotado a Daesh… parcialmente.
¿Parcialmente?
Sí, parcialmente. Porque si es cierto que Daesh hoy
apenas controla territorios, sí cuenta con células y grupos
infiltrados en poblaciones y con depósitos de armas y
municiones escondidos en el desierto, además de cientos -o quizás miles-
de seguidores en el mundo.
¿Qué podría cambiar, trágicamente, las tornas?
Que el Ejército de Irak renunciase a la voluntad de
vencer.
¿Tan importante es?
¿La voluntad de vencer? Es fundamental en el arte de
la guerra. Hasta el punto de que sin ella, podrás lograr alguna
victoria parcial, pero nunca la victoria total.
¿Y de qué está hecha esa voluntad?
Entre otras cosas, de vocación de servicio y
de amor a la patria y a la bandera. Esto es de lo que más les hablo
a los jefes iraquíes. De esto y del necesario adiestramiento
militar.
Que es para lo que les llamaron. ¿En qué consiste
exactamente?
En este momento, estamos adiestrando brigadas
iraquíes. Cada brigada, de unos 1.000 hombres, está compuesta básicamente
de tres batallones y una batería de artillería, cada una con su
jefe correspondiente.
O sea, que la disciplina corre a cargo de ellos.
Si uno de sus soldado hace algo mal, nosotros se lo
decimos a sus mandos, y son estos los que le corrigen.
Lo que sí va de cuenta suya, de ustedes, es el
entrenamiento.
Para hacerse una idea, con cada batallón van,
aproximadamente, unos 15 adiestradores, más los intérpretes, más los ángeles
de la guarda, que son los encargados de la seguridad.
¿Eso qué es, la parte técnica?
Muy necesaria. Además, debe ser rigurosa y
marcarles el camino para que pronto ellos tomen las riendas de su propia
preparación.
¿Y usted?
Yo salgo todos los días a hablar con el general,
a hablar con los jefes de batallón, a hablar con los soldados.
¿Por qué?
Porque es importante que vean que estás encima,
ayudándoles, dando ejemplo con tu casco, tu chaleco, tu
fusil, enseñándoles desde cómo preparar un check point hasta
cómo se planea un ataque.
Y en su caso, como jefe, los aspectos morales ya
comentados, como la voluntad de vencer.
Aspectos que son fundamentales.
Y una pregunta: ¿merece la pena?
Sí. Sobre todo cuando, seis u ocho semanas después,
al finalizar la instrucción, les das un diplomita de papel. No
se puede imaginar sus caras de alegría.
La alegría, otra vez.
Esa es una de las cosas más sorprendentes: lo
alegre que es esta gente, con todo lo que han sufrido. Porque aquí
el que no tenga un compañero muerto en combate, tiene un familiar asesinado o
se ha quedado él sin casa.
¿Dónde más se nota esa alegría?
Por ejemplo, en los entrenamientos, cuando
hacemos un alto y surge la conversación.
Mire que les separa el idioma.
Aquí todos chapurreamos un poco de árabe. Y si
no, siempre están unas palabras que no fallan.
¿Cuáles?
Real Madrid-Barsa.
Y así ya, imagino, terminan por metérselos en el
bolsillo.
A los españoles, en Irak, nos adoran. Será por nuestra
forma de ser, de hacer las cosas, por esa gracia nuestra, por el empeño
que le echamos a todo, por la cercanía de no ser unos robots, por lo que
sea. Pero nos adoran. Y no solo en Irak; en todo el mundo. El
soldado español, allá donde va, suele triunfar.
¿No significará eso que todo fue un camino de rosas?
No le voy a decir que los comienzos fueron duros, pero tampoco
fueron fáciles. Esto era una antigua base americana, totalmente
abandonada, y durante dos meses dormimos en el suelo, en el primer
sitio que encontrabas, y comimos la ración de campaña, bien
americana (sobres), bien española (latas).
Ahora en cambio…
Tenemos un estupendo mesón del legionario,
hay wifi, teléfono e internet, y la gente vive en camaretas de uno
a tres… ¡Y con colchón! Es que decir colchón en 2015 era como
si te hubiese tocado la lotería. Me acuerdo ahora de algo.
¿De qué?
De cuando a finales de agosto pasado
vinimos a hacer el reconocimiento previo a irte de misión. Fue
impresionante ver desde el helicóptero todos estos cambios y
otros, como los emblemas de todas las unidades que habían pasado por
aquí y la Plaza Ibérica, con los escudos de todas las provincias
de España más las regiones de Portugal. Un cambio, ya digo, impresionante.
Eso son horas y más horas de trabajo.
Pero es que los españoles siempre hacemos igual.
Llegamos a una misión y empezamos poquito a poco, como hormigas,
construyendo, pintando, poniendo motores, instalando luz, canalizando agua…
Y todo nosotros mismos, lo que tiene admirados al resto.
Todo esto que cuenta echa por tierra el cliché del
español chapuzas, permanentemente montado en la improvisación.
Claro que lo echa por tierra, como tantas otras cosas.
Por ejemplo.
El magnífico papel de las Fuerzas Armadas españolas
en el marco internacional, su integración en las distintas organizaciones.
¿Eso cómo se refleja?
En las vídeo conferencias que cada 15 días
dirige el Jefe del Mando de Operaciones de la Defensa en las
que entran las 16 misiones españolas repartidas en cuatro
continentes.
¿Y en el caso de la misión de apoyo a Irak?
En las conexiones del mando militar español con el
mando central en Tampa, el UCCENTCOM, y con el resto de países de la
coalición.
Una coordinación así…
… no se improvisa. El trabajo que hace España es muy serio.
La opinión pública parece valorarlo; lo digo por las
encuestas.
En las que los militares solemos aparecer de los
primeros.
¿Sube eso la moral?
Sí. Como también el interés de los medios de
comunicación por lo que hacemos. Y nuestros vídeos en las
redes sociales, con millones de visitas. Y los desfiles de las
Fuerzas Armadas, siempre un éxito. Y la gente, cada vez más, que te dice
que qué pena que ya no haya mili, con los buenos recuerdos
que guardan. El apoyo de España, la verdad, se siente.
Nosotros sabemos lo que hacen, así que está de más
preguntarle si ustedes también lo saben.
Tú a un legionario raso le preguntas y te
responde, con convicción, que estamos aquí, en Irak, para evitar que el
enemigo llegue allí, a España. Ese es el resumen de nuestra misión. Porque
con nuestra labor de vanguardia ayudando al Ejército iraquí,
aparte de intentar un mundo mejor, defendemos también los intereses de
España.
¿Echa la vista atrás, al Irak de 2015, y, si lo llega a
saber, no va, se queda en casa?
El que ha corrido un maratón, se acuerda
de lo que sufrió, pero se acuerda sobre todo de que lo
terminó, de que llegó a la meta. Pues en la vida militar (y
no solo en la militar), cuando lo pasas mal pero lo superas, el
recuerdo es más grato que cuando todo va rodado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario