Los rebeldes congoleños tensan la cuerda y anuncian nuevas demandas para retirarse
Día 28/11/2012 - 04.03h
Solo unas horas antes, Uganda informaba de un acuerdo para el repliegue incondicional del grupo armado del enclave estratégico de Goma
Vistas las cartas del rival, toca órdago a la grande. Los rebeldes congoleños del M23 ha anunciado nuevas condiciones para iniciar su retirada del enclave estratégico de Goma, tan solo unas horas después de que el Gobierno de Uganda informara de un acuerdo para el repliegue del grupo armado.
«Queremos que tanto la oposición, como la sociedad civil y la diáspora participen en un diálogo nacional para hacer frente a la actual crisis (…) y encontrar una solución a los problemas que han envenenado nuestra sociedad», reconoció el líder administrativo del M23, Jean-Marie Runiga, en un comunicado.
Para Runiga, las fuerzas del grupo rebelde tan solo se retirarán si el presidente congoleño, Joseph Kabila, accede a liberar a todos los presos políticos y disuelve la Comisión Electoral, un organismo acusado de orquestar la reelección del mandatario en 2011.
Sin embargo, paradójicamente, el Ejército ugandés (quien ha estado coordinando las conversaciones de paz con el M23) había anunciado poco antes un acuerdo con el líder del ala militar del grupo rebelde, Sultani Makenga, para proceder a una retirada incondicional.
Una diferencia de posiciones y reclamaciones (algunas cuasi imposibles de cumplirse, como la liberación del líder opositor Etienne Tshisekedi) que evidencia la actual división que sufren las diferentes facciones del movimiento rebelde.
A principios de abril, decenas de excombatientes de la milicia tutsi Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) desertaron de las fuerzas estatales y generaron un nuevo movimiento denominado M23 (en honor a los acuerdos de paz del 23 de marzo de 2009).
Conforme a este proceso, el Gobierno de Kinshasa estaba obligado a garantizar una amnistía a los presos políticos, la integración de los grupos armados en las fuerzas estatales, proporcionar seguridad a la población tutsi, así como promover el retorno de los refugiados.
Sin embargo, los sublevados denuncian el impago de salarios, así como las “inhumanas” condiciones de vida que sufrían en el Ejército. Situación que se tornó especialmente dramática tras la captura, la pasada semana, de la ciudad de Goma, capital de Kivu Norte, por parte del grupo rebelde. Toda una humillación para el Ejército congoleño y las Naciones Unidas.
«No tenemos ninguna intención de abandonar Goma hasta que nos sentemos en la mesa de negociaciones con el presidente Joseph Kabila y éste responda a nuestras demandas», aseguraba recientemente en entrevista con ABC Bertrand Bisimwa, representante del ala política de los rebeldes congoleños.
Pese a ello, la actual diferencia de posiciones en el M23 entre el ala militar (partidaria de la retirada de sus miembros de Goma) y política (a favor de continuar las negociaciones) podría ser un arma aún más peligrosa para la supervivencia del grupo rebelde que sus propias demandas.
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