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lunes, 2 de abril de 2012

RONALD REAGAN Y LA GUERRA DE LAS MALVINAS


Reagan apoyó en la guerra a Thatcher


«No somos imparciales», le dijo a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, el entonces secretario de Estado norteamericano
Día 02/04/2012

Estados Unidos simuló neutralidad al comienzo de la guerra de las Malvinas, pero a pesar de su intento mediador en privado estaba del lado del Reino Unido, según documentos secretos ahora desclasificados por los Archivos Nacionales.

«No somos imparciales», le dijo a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, el entonces secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, en un encuentro en Londres al poco de empezar el conflicto. También hay constancia escrita de temprana gratitud de Thatcher por «la cooperación estadounidense en asuntos de inteligencia y en el uso de la base de la isla Ascensión».
Con motivo del aniversario de la guerra, los Archivos Nacionales de EE.UU. han publicado 46 documentos que testifican el apoyo encubierto que la Administración de Ronald Reagan prestó a la «Dama de Hierro» desde el primer momento de la invasión argentina de las Malvinas.




A fondo: Ronald Reagan y la GUERRA DE LAS MARLVINAS

Ronald Reagan y la guerra de Malvinas
El 2 de abril de 1982, la Argentina tomó posesión de las Islas Malvinas, un territorio usurpado por los ingleses en 1833. La ocupación -un manotazo de ahogado de la dictadura militar- dio comienzo a una guerra que le costaría al país la vida de más de 650 personas. Reproducimos a continuación un diálogo entre el presidente norteamericano Ronald Reagan y Leopoldo Galtieri, que tuvo lugar en la noche del 1º de abril, horas antes de producirse el desembarco.
Fuente: Cardoso, Oscar, Kirschbaum, Ricardo y Van Der Kooy, Eduardo, Malvinas, la trama secreta. Editorial Sudamericana-Planeta, Buenos Aires, 1983.
Transcripción de una parte del diálogo entre el presidente norteamericano Ronald Reagan y Leopoldo Galtieri a escasas horas del desembarco, aproximadamente a las 22 hs del 1º de abril.
REAGAN: Señor Presidente, tengo noticias confiables de que la Argentina adoptará una medida de fuerza en las Islas Malvinas. Estoy, como usted comprenderá, muy preocupado por las repercusiones que una acción de ese tipo podría tener. Quiero manifestarle, señor Presidente, la preocupación de los Estados Unidos y la necesidad de que se encuentre una alternativa al uso de la fuerza.

GALTIERI: Ante todo quiero agradecerle su preocupación, señor Presidente. Deseo recordarle que mi país ha mantenido en ese litigio con Gran Bretaña una actitud permanentemente favorable a la negociación, como lo demuestran los 17 años de conversaciones infructuosas en el marco de la Naciones Unidas que hemos encarado con una nación que, hace más de un siglo y medio, usurpó por la fuerza un territorio que, por derecho, pertenece a la Argentina. Nuestra vocación negociadora sigue siendo inalterable, pero también la paciencia del pueblo argentino tiene un límite. Gran Bretaña ha amenazado a ciudadanos argentinos que se encuentran legítimamente en las islas Georgias del Sur y mi gobierno tiene la obligación de protegerlos. Además, el Reino Unido persiste en desoír los reclamos argentinos para poner término a la negociación y no ha respondido a la última propuesta que le hemos formulado para agilizar el trámite. Quiero reiterarle, señor Presidente, que nuestra vocación negociadora no ha variado.

REAGAN: Lo comprendo, señor Presidente, pero estimo imprescindible continuar con las conversaciones y buscar una alternativa al uso de la fuerza. Créame, señor Presidente, que tengo buenas razones para afirmar que Gran Bretaña respondería con la fuerza a una acción militar argentina.
GALTIERI: La Argentina siempre ha estado en favor de una solución pacífica a este litigio. Solo es posible hallar la alternativa que usted solicita, señor Presidente, en un reconocimiento por parte del Reino Unido de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. Y ese reconocimiento tendría que ser explícito y público para no dejar dudas.

REAGAN: Comprendo su posición, señor Presidente, pero es muy difícil que el Reino Unido pueda efectuar ese reconocimiento en forma inmediata y en estas condiciones, es decir bajo amenaza de una acción militar. Mi gobierno está dispuesto, señor Presidente, a ofrecer sus buenos oficios para que se reanuden las conversaciones y llegar a una solución del problema. Si su gobierno lo estima conveniente, yo puedo enviar al vicepresidente Bush a Buenos Aires para mantener conversaciones y comenzar a encontrar una solución negociadora a la situación que se plantea. Además, en el ámbito de las Naciones Unidas se puede hallar también esa fórmula adecuada. La embajadora Kirkpatrick está dispuesta a asistir a las partes en este proceso. Usted conoce bien a la embajadora Kirkpatrick, señor Presidente, y sabe cómo podría trabajar en ese sentido.

GALTIERI: Aprecio su ofrecimiento, señor Presidente, pero deseo que tenga presente que hemos venido negociado infructuosamente a lo largo de 17 años en las Naciones Unidas. Están las resoluciones de su Asamblea General la que instó reiteradamente a las partes a hallar una solución negociada a esta disputa de soberanía. En los hechos, señor Presidente, el Reino Unido ha prestado oídos sordos a esos llamados. Precisamente en febrero pasado, en Nueva York, mi gobierno entregó una nueva propuesta a los representantes británicos que fue elaborada teniendo en cuenta los contenidos de las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas. Hasta el momento no hemos recibido ninguna respuesta de Londres, a pesar de que la aguardamos con prudencia y paciencia en la voluntad de encontrar una solución pacífica.

REAGAN: Sin embargo, no escapará a su comprensión, señor Presidente, que un conflicto de esta naturaleza repercutirá en todo el hemisferio y creará una situación de grave tensión. Además se produciría en un momento en que nuestros comunes esfuerzos por mejorar la relación bilateral están dando frutos, después de la situación difícil por la que atravesó durante la administración del presidente Carter. Esa relación especial que existe hoy podría sufrir gravemente. Es necesario, señor Presidente, encontrar una solución pacífica y evitar el uso de la fuerza.

GALTIERI: El gobierno argentino, señor Presidente, valora en toda su dimensión la relación con los Estados Unidos. Por eso deseo que tenga presente que no es mi país el que buscó la actual situación, que estaba en su espíritu encontrar una solución y que ésta aún puede ser hallada si Gran Bretaña reconoce esta misma noche la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.

REAGAN: Ese reconocimiento es imposible en este momento. Si la alternativa es un desembarco argentino, el Reino Unido dará, le aseguro, señor Presidente, una respuesta militar. ¿Qué sucederá con los dos mil isleños, señor Presidente?....

GALTIERI: Tenga usted la certeza de que el gobierno argentino ofrecerá expresamente todas las garantías a los habitantes de las Islas Malvinas. Mantendrán su libertad, su libre albedrío, su propiedad. Podrán permanecer en las islas o emigrar a Gran Bretaña, según lo estimen conveniente. Podrán optar por ser ciudadanos argentinos o británicos, y podrán emigrar a los Estados Unidos si lo desean.

REAGAN: Señor Presidente, creo que es mi obligación advertir a usted que Gran Bretaña está dispuesta a responder militarmente a un desembarco argentino. Así me lo ha hecho saber el Reino Unido. Además, la señora Thatcher es una mujer muy decidida y ella tampoco tendría otra alternativa que dar una respuesta militar. El conflicto será trágico y tendrá graves consecuencias hemisféricas.

GALTIERI: Le repito, señor Presidente, que la Argentina no buscó esta situación y que la voluntad negociadora de la Argentina ha quedado inequívocamente demostrada en los últimos 17 años de conversaciones.

REAGAN: Debo entender de sus palabras, señor Presidente, que la Argentina mantiene su posición respecto al uso de la fuerza. No quiero dejar de puntualizar claramente, entonces, que la relación entre su país y el mío sufrirá gravemente. La opinión pública norteamericana y mundial adoptarán una actitud negativa frente al uso argentino de la fuerza. Además, el esfuerzo que he puesto para construir aquella relación se verá gravemente afectado. Gran Bretaña, señor Presidente, es un amigo muy estrecho de Estados Unidos, y la nueva relación que hoy mantiene Washington con la Argentina se verá irremediablemente perjudicada.

GALTIERI: La Argentina lamenta realmente esta situación, señor Presidente. Pero la realidad es que la capacidad negociadora y la actitud pacifista de mi país tienen un límite. El de las Islas Malvinas es uno de los últimos casos de colonialismo en el mundo y, en particular, en el continente americano. No hemos llegado a esta situación sin haber agotado antes todas las instancias negociadoras. No hemos sido responsables de la creación de esta situación. Los ingleses no son ni han sido nuestros enemigos. Yo deseo pedirle, señor Presidente, que Estados Unidos brinde todo su apoyo para que esta situación pueda superarse de la mejor forma posible. Es preciso que Estados Unidos comprenda el límite al que llegó la Argentina. Mi país y mi gobierno esperan que Estados Unidos actúe como un amigo de británicos y argentinos por igual para poder superar la presente situación.

REAGAN: Sólo puedo decir que lamento no haber tenido éxito al trasmitirle mi preocupación por el efecto de esta situación en el futuro del hemisferio. Intenté crear un buen caso para persuadirlo de que no recurriera al uso de la fuerza, pero no podía dejar de llamarlo precisamente porque sé cuáles serán las consecuencias de esta acción argentina.

GALTIERI: La Argentina y el pueblo argentino, señor Presidente, le agradecen este gesto; y la Argentina y su pueblo esperan que Estados Unidos comprenda su posición. Le agradezco profundamente su llamado, su gestión, señor Presidente, y deseo sinceramente que este diálogo nuestro pueda continuar.



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