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miércoles, 21 de diciembre de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-EGIPTO 10.000 SALEN A LA CALLE PARA PROTESTAR CONTRA LOS ABUSOS DE EJERCITO


Unas 10.000 personas han salido a las calles para protestar contra la represión del Ejército en los últimos días



El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto, que gobierna el país de forma interina, se ha disculpado por los abusos sufridos por la población femenina y ha prometido perseguir a los autores de cualquier ataque, coincidiendo con la «marcha del millón de mujeres» celebrada en El Cairo.

La concentración ha llegado a reunir, según el periódico «Al Ahram», a unas 10.000 personas. Las mujeres se han unido para reivindicar sus derechos y protestar contra la junta militar, especialmente después de que haya trascendido imágenes en las que tres soldados desnudan y golpean brutalmente a una joven. [Vea aquí la galería de imágenes del Instituto de Egipto arrasado por las llamas]

El Consejo Supremo ha reafirmado en un comunicado «su máximo respeto y admiración por las mujeres de Egipto y su derecho a protestar y participar en la vida política», dentro del «cambio democrático al que está asistiendo Egipto». «Se tomarán todas las medidas legales para que los agresores rindan cuentas», ha agregado la junta en su nota, recogida por «Al Masry al Youm».

Durante la manifestación, se han coreado consignas para pedir un Gobierno civil y se han mostrado imágenes de las supuestas víctimas de abusos. «Estoy aquí para condenar los ataques sobre hombres y mujeres egipcios por parte del Ejército», ha denunciado en declaraciones a la CNN la activista Ragia Omran, presente en la concentración.

«No nos quedaremos callados. No dejaremos que ocurra de nuevo y seguiremos gritando nuestro enfado contra la junta militar que está matando nuestro país», ha añadido. Por su parte, otra de las asistentes, Somaia Ahmed, de 17 años, ha denunciado en declaraciones a «Al Ahram» que en las últimas concentraciones contra el Gobierno «las mujeres han sido un objetivo primordial» para las fuerzas de seguridad. Estos ataques, ha advertido, «no son coincidencia».

La revolución egipcia se puede contar con imágenes.

La fotografía de la Plaza Tahrir abarrotada con las acampadas presidiendo las celebraciones tras conocerse la renuncia de Hosni Mubarak narra la caída del dictador.

La imagen del exmandatario tendido en una camilla en el Tribunal detalla la derrota definitiva de Mubarak.
¿Es la fotografía de «la mujer de Tahrir» el principio del fin del estricto control del Ejército?

Tendida en el suelo, yace indefensa entre tres militares. Quizá inconsciente. Recibe patadas en la cabeza y en el pecho. Entretanto, las fuerzas de seguridad han dejado a la vista un sujetador azul. No así su cara. Y es que es musulmana y no cubre solo su cabello, también su cuerpo. Pero, ¿quién es?

El diario «The Guardian» informa de que es una activista que se resiste a revelar su identidad porque siente vergüenza por el modo en que fue tratada.

Según relata un periodista del diario «Al Badeel», Hassan Mahmoud, la joven, en la veintena, fue trasladada a un centro de rehabilitación para víctimas de la violencia llamado «El Nadeem», donde decía sentirse miserable.

«No importa si hablo a los medios o no, la difusión de las imágenes son suficientes para delatarlos y que la gente que aún los cree diga basta», afirmó la mujer agredida a Mahmoud.

Los disturbios continuaron durante todo el fin de semana causando doce muertos y 815 heridos. Incidentes de lso que el Ejército se ha querido desmarcarar. Según un portavoz de la Junta Militar, el general Adel 
Emara, «fuerzas hostiles al pueblo egipcio alientan los choques entre el Ejército y el pueblo».

Según Emara, las agresiones forman parte de un «plan metódico» que busca derrocar al Estado. En esa confabulación enmarca las protestas de octubre y noviembre: «¿Cómo hablamos de protesta pacífica mientras se lanzan cócteles molotov contra la sede del Consejo de Ministros?».

Las fuerzas políticas, por el contrario, han atribuido a la Junta Militar la responsabilidad por lo ocurrido. Los jóvenes de Tahrir, mientras tanto, piden la marcha de los militares y el traspaso de poder a una autoridad civil. «Queremos que ejecuten a los culpables», sentencia un estudiante de 21 años.

Fuente Diario "ABC"



La imagen de las humillaciones a una manifestante desata la indignación global


“Libertad, libertad, libertad!”. Las voces femeninas se han alzado hoy sobre las de los hombres y acompañadas por ellos en un grito que resuena contra los muros de hormigón que aíslan Tahrir, y la voz de los manifestantes, del Parlamento, el ministerio del Interior y los oídos de los soldados que aguardan pertrechados detrás. Ya son al menos 14 los muertos (muchos por disparos en la cabeza y el pecho) y más de 500 los heridos en las últimas cinco jornadas de enfrentamientos. Los militares, ayudados ahora por la policía, esperan a que caiga la noche para empezar a intercambiar con los manifestantes piedras y bombas incendiarias. Los últimos tres días, han intentado romper la sentada que día y noche sigue en la plaza Tahrir poco antes del amanecer. Después, vuelven a sus barricadas.

Sin embargo eso no ha amedrentado al millar de mujeres que han marchado hoy hasta el último muro de hormigón levantado por los soldados egipcios que reprimen su protesta contra el gobierno militar. El pasado viernes la imagen de una mujer velada a la que se había golpeado brutalmente y arrancado la ropa ocupó las portadas de los medios de todo el mundo. Hoy esa imagen, impresa en un cartel y con la leyenda “Un Egipto sin dignidad es un Egipto sin vida”, presidía la marcha de mujeres. “Ella es sólo un símbolo de lo que lo militares hacen con los manifestantes y con las mujeres que acudimos a protestar, especialmente”, señala Dina, una piloto en paro que ha pasado el último mes acampando frente al Parlamento, hasta que la desalojaron “a golpes”. “Me han insultado, me han dicho que me iban a violar y que si quería salvar la vida era mejor que me fuera casa”, explica esta mujer de 27 años. “Que nosotras estemos aquí desmonta su intento de hacer creer a la gente que los que hay aquí son asesinos pagados por extranjeros, por eso quieren humillarnos”.

También la Secretaria de Estado estadounidense, cuyo Gobierno daba ayer un toque de atención a la Junta militar que gobierna Egipto condenando la violencia, se ha referido a la citada imagen: “Esta degradación sistemática de las mujeres egipcias deshonra la revolución, avergüenza al Estado y su uniforme y no es digna de un gran pueblo”, ha señalado hoy la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en un discurso en la Universidad de Georgetown, en Washington.
Aumentan las agresiones

“Las mujeres hemos sido parte de esta revolución desde el 25 de enero”, argumenta Sheriin, una especialista en desarrollo de cuestiones de género e igualdad, mientras trata de hacerse oír entre los gritos de las mujeres que gritan junto a ella. “Estar aquí es un gran paso. Debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para recordar que somos fuertes, que somos iguales y que no tenemos miedo”. El 83% de las egipcias y el 98% de las extranjeras que residen en Egipto sufren a diario algún tipo de acoso sexual. “Ella es el símbolo de esa represión que sufrimos a diario”, apunta.

Desde el inicio de la última ola de protestas hace casi un mes, los casos de agresiones a mujeres manifestantes se han repetido por parte de la policía militar que ya las golpeaba o pisoteaba como al resto de participantes en las protestas. La bloguera y periodista Mona Eltahawy narró en la red social Twitter su agresión poco después de pasar 12 horas retenida en el ministerio del Interior: “Me rodearon 5 ó 6, me tocaron y pellizcaron los pechos y me agarraron los genitales. Perdí la cuenta de cuantas manos intentaron meterse en mis pantalones”. Esa violencia sexual es una práctica de tortura que se emplea tanto contra hombres como mujeres en Egipto, según ha constatado el Centro Nadeem para la Tortura, pero parece que ahora también ha llegado a las calles.

“Golpeadme, desnudadme, pero no veréis el miedo en mis ojos”, grita junto a Sheriin una mujer madura con su hijo adolescente al lado. Más allá, un par de adolescentes con los libros bajo el brazo alzan el puño y exclaman: “Las egipcias hemos hablado, el mariscal [Tantaui] está bajo nuestro zapato”. “Debemos luchar para conseguir nuestros derechos. No venimos como acompañantes, sino a dar nuestras vidas igual que ellos”, clama Dina.

Fuente Diario "EL PAÍS"

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