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miércoles, 12 de enero de 2011

EL ACORAZADO Admiral Graf Spee ( IV ) PARTE






















La delegación diplomática británica en Montevideo realizó una compleja y consistente labor de desinformación respecto de las fuerzas navales británicas apostadas en la salida del estuario del Río de La Plata e hizo circular falsos rumores, amenazas e intimidaciones. De tal modo, se emitieron falsos comunicados entre fuerzas inglesas inexistentes a la salida del estuario, que llevaron a Langsdorff a tomar decisiones.
En el puerto de Montevideo, por otro lado, las reparaciones del Admiral Graf Spee fueron saboteadas, retrasando ex profeso las mismas, con el fin de retener en puerto a la nave de guerra alemana el mayor tiempo posible, hasta la llegada de los navíos británicos que ya estaban en camino, o incluso logrando su internamiento al cumplirse el plazo dado por el gobierno uruguayo.

Durante el tiempo que permaneció en puerto, los miembros de la tripulación muertos fueron enterrados en el cementerio de Montevideo. En el funeral, el capitán Hans Langsdorff usó el saludo naval, en tanto que el resto de asistentes hicieron el saludo nazi. Los POWS (prisioneros de guerra) desembarcados del Graf Spee acompañaron voluntariamente a los caídos en el cortejo fúnebre hacia el cementerio.
El Alto Mando Naval alemán, a cargo del gran almirante Erich Raeder, evaluaba la situación de Montevideo a la luz de los informes del capitán Hans Langsdorff y los informes de inteligencia. Langsdorff envió un telegrama, en donde concluía:
Me propongo avanzar hasta el límite de las aguas jurisdiccionales. Si es posible abrirme paso hacia Buenos Aires, librar combate con el resto de mis municiones. Para el caso de que tal tentativa condujera a la destrucción cierta del Graf Spee sin proporcionarle la oportunidad de causar daños al enemigo, pregunto si ha de hundirse el navío en el estuario del Plata, aunque los fondos en él son insuficientes, o bien debe permitirse su internamiento, Comandante Graf Spee.

La respuesta de Raeder dejaba prácticamente en completa libertad de acción al comandante del Admiral Graf Spee, salvo en lo referente a la internación en Montevideo. La última frase decía:
Procure que la destrucción sea total si se ve usted obligado a hundir su barco. Raeder”

El 17 de diciembre, el Admiral Graf Spee zarpó poco después de las 18:00, apenas dos horas antes de que expirase el plazo acordado por el gobierno del Uruguay. El buque avanzó lentamente por el estrecho canal en dirección a alta mar. Ahí le aguardaban las naves británicas. Los espectadores del muelle de Montevideo esperaban asistir -de lejos, desde luego- al raro espectáculo de un combate naval. Tras la estela del acorazado marchaba el transporte alemán Tacoma, refugiado en el puerto uruguayo desde el comienzo de las hostilidades. Ambas naves pararon máquinas a unas cinco millas de la costa.

Aparecieron dos remolcadores que provenían de Buenos Aires y una serie de embarcaciones menores que iban y venían del acorazado al transporte, transportando a la tripulación, de más de 1.000 hombres. Más de medio millar de tripulantes fueron trasladados a Buenos Aires y parte a Montevideo y en enero de 1940 se estableció su internación en la ciudad. Tanto en Buenos Aires como en Montevideo, unos 200 oficiales fueron dejados en libertad y se fugaron a Alemania, donde reingresaron en la Marina Alemana, mientras que los marineros fueron internados en cuarteles militares. La imposibilidad de asegurar su residencia en Montevideo motivó que el Poder Ejecutivo en 1942, efectivizado en 1943, dispusiera el traslado a Sarandí del Yí (al Cuartel del Paso del Rey) de 96 marineros de la tripulación del "Graf Spee" y del "Tacoma", también buque alemán; designándose a efectivos de la Región Militar II para vigilarlos. Allí permanecieron hasta su traslado a Montevideo y repatriación a Alemania en 1946. Numerosos objetos pertenecientes al Graf Spee se encuentran en el museo del Cuartel Paso del Rey en Sarandí del Yí, en el Departamento de Durazno en Uruguay

Luego, a las 19:55, una enorme columna de llamas brotó repentinamente del Admiral Graf Spee. Al cabo de unos instantes se escuchó una fuerte explosión. El Graf Spee había explotado: los alemanes habían hundido su buque.
De acuerdo a las instrucciones de Raeder en su última comunicación a Langsdorff, el buque había sido destruido completamente. Previamente el capitán de navío Hans Langsdorff había preparado cuidadosamente el paso de su tripulación a Buenos Aires, donde iba a ser internada. El 19 de diciembre volvió a dirigirse a sus hombres y terminó diciendo:

La opinión pública discutirá seguramente durante mucho tiempo a fin de averiguar si estábamos equivocados o teníamos razón de destruir nuestro buque, si no hubiera sido más heroico ofrecer de nuevo combate al enemigo y que éste acabara con la muerte de los marinos. Lo habríamos hecho sin murmurar una sola palabra y con alegría. Por mi parte facilitaré la prueba de que eso no ha ocurrido por falta de valor personal
Discurso del Kapitän Zur See Hans Langsdorff a su tripulación antes del hundimiento del "Graf Spee"

Los hombres del Admiral Graf Spee no comprendieron sus palabras hasta el día siguiente, 20 de diciembre, en que se encontró al capitán de navío Hans Langsdorff muerto en su habitación del Hotel de Inmigrantes en Buenos Aires. Se había envuelto en la bandera alemana y suicidado de un tiro de pistola en la cabeza. Con anterioridad había escrito una carta, dirigida al embajador de Alemania en Buenos Aires, que dice:

Excelencia: Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo. Estoy convencido de que, en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la trampa de Montevideo. En efecto, toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que me quedaban. Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podía hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes de exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo, después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruir su material y hundirlo... Desde un principio he aceptado afrontar las consecuencias que implicaba mi resolución. Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío... Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer.

Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente, para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.


Capitán de navío Langsdorff

Comandante del acorazado Admiral Graf Spee

Carta enviada por el capitán Hans Langsdorff al embajador alemán en Buenos Aires Argentina.

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