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jueves, 8 de abril de 2010
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, EL ASEDIO DE ZARAGOZA 1808-1809 y ( IV )
21 DE DICIEMBRE 1808 AL 21 DE febrero 1809
4ª Fase. Asalto a la ciudad.
Informado Lannes que Zaragoza no recibiría ayuda exterior, ordenó el asalto definitivo el 28 de enero. Tras un continuo bombardeo el día anterior, se introdujeron los franceses por Santa Engracia y sus cercanías. En un cuerpo a cuerpo atroz, luchando casa por casa, llegando el combate a los tejados mismos como prolongación del terreno perdido en el suelo.
Los imperiales conquistaron fuertes posiciones en la Plaza de Santa Engracia, convento de los Trinitarios y en la calle Paboste.
Cuando la resistencia era tenaz, los zapadores practicaban galerías subterráneas para colocar minas o hornillos haciendo volar las casas, así sucedió con las viviendas de la calle Santa Engracia el día 30.
En el barrio de la Magdalena, comenzaron los ataques ese mismo día, abriendo una brecha en el convento de San Agustín (recordado por su defensa desde el pulpito y capilla), por la cual, se introdujeron los granaderos enemigos. La lucha transcurría en espacios reducidos, habitación por habitación, sala por sala. Hasta entonces ningún ejercitó había luchado en esas condiciones.
Los franceses, consiguieron avanzar ligeramente, pero una contraofensiva al mando de Palafox les hizo volver a su punto de partida.
Los barrios de la Magdalena y Santa Engracia eran los mas castigados, sus habitantes huían a la zona de la ciudad menos destrozada; la de San Pablo. El resto de paisanos y militares se defendían dentro de las casas y en las barricadas. Pese a su heroísmo, el barrio de la Magdalena fue ocupado el 1 de febrero.
Las Tenerías fue atacado el día 2 y el de Santa Engracia ocupado el día 3. Los franceses, se acercaban lentamente al centro de la ciudad, donde asomaron el 7 por la zona del Hospital de Huérfanos y la Plaza de la Magdalena.
En estos primeros días de febrero, ardió por los cuatro costados el palacio de la Diputación del Reino de Aragón con sus archivos y joyas. Además, continuaban los duros combates en el Arrabal. Tomando el enemigo el convento de Nª Sª de Jesús el día 6, y desde el cual, comenzaron a disparar sus baterías deliberadamente sobre la Basílica del Pilar, con el fin de desmoralizar a los ciudadanos.
El día 11 fue arrebatado a los defensores el convento de San Francisco, después de cuatro días de encarnizada lucha. Los imperiales asomaban ya por el Coso. Para el 18 de febrero, el convento de San Lázaro pasó a manos francesas. El Arrabal había caído...
En ese día saltó por los aires la Universidad (estaba situada entre la Plaza de la Magdalena y el Coso Bajo).
Para estas fechas, Zaragoza había agotado todos los víveres salvo el agua de arroz, al tiempo que las tropas imperiales seguían avanzando . El 19, voló por los aires la iglesia de la Trinidad y se perdió la puerta del Sol. Las bombas y granadas lanzadas sobre la ciudad, sobrepasaban ya las 20.000 desde el comienzo del asedio.
Entre los defensores las muertes superaban las 300 diarias a causa de los combates y la epidemia. Ese mismo día, Palafox, experimenta los primeros síntomas de contagio, estableciéndose una Junta de defensa en la que relegar el mando.
José Palafox, antes de entregar el mando obligado por las fiebres al general Saint- Marq, envió a su ayudante al campamento francés para entrevistarse con el mariscal Lannes, e intentar conseguir una tregua de tres días. Asimismo, confirmar los progresos del ejército francés en España y en caso afirmativo aceptar la capitulación. Lannes, respondió dando su palabra de honor y ratificando lo antes comentado, junto la imposibilidad de recibir refuerzo alguno, prometiendo el perdón general a todos los defensores de Zaragoza.
Mientras, la enfermedad del capitán general se agrava, delegando el mando de las decisiones a la Junta de defensa presidida por Pedro María Ric. La Junta fue convocada secretamente por temor a los defensores a ultranza .
El secreto duró poco tiempo y ya enterados, se manifestaron en contra, intentando apoderarse de la artillería y munición, tratando de proseguir la defensa.
La Junta, acordó capitular el 20 de febrero de 1809, pese a la negativa de Palafox cuando recuperaba la lucidez.
Escoltados por Lanceros franceses, el capitán general y la Junta fueron llevados al su cuartel general en Casablanca, donde serian recibidos por el mariscal Lannes, en presencia de Junot.
CAPITULACIÓN
La capitulación incluía 11 artículos. Parte de los zaragozanos la aceptaron con malestar, sobre todo los defensores a ultranza, queriendo continuar la defensa hasta la inmolación. Sin embargo, la realidad estaba en las calles, sembradas por mas de 6.000 cadáveres. Destrucción, hambre y miseria era lo que quedaba de la antes prospera ciudad. El 21 de febrero de 1809, entran en Zaragoza las tropas francesas. Desarmando a los defensores y saqueando el tesoro del Pilar. Siendo el principio de una feroz represión. Dentro de la ciudad fueron ejecutados Santiago Sas y Boggiero. Meses más tarde, también lo fue el padre Consolación, conducido a Francia en una cuerda de prisioneros.
Los 12.000 defensores que no juraron fidelidad al nuevo Rey José I, fueron encarcelados en cercos de tapiales. Para su traslado a Francia por el general Morlot, quien, en el camino de Zaragoza a Alagón mandó fusilar a 250 prisioneros.
Además, a consecuencia de su estado y las penalidades de la marcha, perecían diariamente 300 hombres. Napoleón, comentaba de ellos que eran "fanáticos que no merecen ninguna consideración".
Entre tanto, Palafox, agonizante por el tifus, era humillado por Lannes obligándole a trasladarse a Casablanca para firmar la Capitulación. Por orden del Emperador, el capitán general fue desarmado y tratado como prisionero de Estado. Trasladado a Francia y encarcelado en el castillo de Viçenns con el sobrenombre de Pedro Mendoza. [1]
Mientras en la Península, la guerra continuaba...
[1]. José de Palafox y Melci, pudo recuperarse de su enfermedad en cautiverio, siendo liberado el 8 de diciembre de 1813. Falleció en Madrid el 15 de febrero de 1847 a la edad de 72 años. Sus restos, fueron trasladados a Zaragoza en 1958 coincidiendo con el 150 aniversario de el comienzo de Los Sitios. Reposando desde entonces en la Basílica del Pilar.
" He visto el gran reducto del río Moscova, uno de los mas señalados horrores de la guerra.
Pues bien, en lugar alguno sentí la misma emoción. La visión del tormento es mas patética que la muerte."
-Brandt- General francés.
LA DESTRUCCIÓN DE ZARAGOZA
Zaragoza, antes de los asedios que sufrió, estaba habitada por 55.000 almas, sin embargo, en el segundo asedio llegó a albergar una guarnición de 47.000 hombres, a los que se añadió una población civil de 30.000, compensando los que vinieron a defenderla por los que huyeron a lugares mas seguros.
Las bajas directas de los defensores en combate en los dos sitios fueron de 6.000 personas, pero el hambre, el frío y sobre todo la epidemia elevó la cifra a 55.000. Es decir, en los dos asedios falleció el 50% de la población.
El día de la capitulación contaba la ciudad 26.000 bajas entre enfermos y heridos, de los que morían diariamente 600 personas.
La ciudad comenzó nuevamente la vida "normal" con 12.000 habitantes, descontando los fallecidos (combates, epidemia, ejecuciones y huidos) perdiendo el 75% de la población que poseía antes de la guerra, tardando muchas décadas en crecer demográficamente.
La destrucción de edificios e instalaciones fue similar, los franceses con su táctica militar que consistió en el bloqueo de las puertas de acceso a la urbe, destrucción de los muros defensivos y edificaciones exteriores mediante artillería y explosivos subterráneos, combates cuerpo a cuerpo y para terminar, asaltos por sorpresa nocturnos.
Aparte de otras circunstancias, no se podían permitir otra derrota en la Península, pusieron todo su empeño humano y material en dominar Zaragoza, sus bajas ascendieron de 8 a 10.000 hombres más el cuantioso utillaje de guerra.
Fueron destruidos muchos conventos, edificios civiles y numerosos palacios, desaparecieron muchas instalaciones industriales y toda actividad docente.
Durante años Aragón careció de capital humano, técnico y profesional, la burguesía zaragozana quedó casi deshecha.
Libros consultados:
-Caja de Ahorros de la Inmaculada. Los Sitios de
Zaragoza 1808-1809. Autor: José Pascual de Quinto.
-Los Sitios. Autor: Herminio Lafoz Rabaza.
-Historia de Zaragoza. Autor: José A. Arnillas Vicente.
-Heraldo de Aragón. Historia de Aragón Tomo I.
-Alianza Editorial. Episodios Nacionales 6.
Zaragoza. Autor: Benito Pérez Galdos.
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