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miércoles, 3 de marzo de 2010
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, EL ASEDIO DE ZARAGOZA 1808-1809 ( II )
PALAFOX Y LA INSURRECION
El 24 de mayo, el pueblo amotinado, se dirige a la capitanía general queriendo ver a Guillelmi, y con su permiso coger las armas del castillo de la Aljafería. En ese momento contaba con 25.000 fusiles, unos cuantos cañones y munición proveniente casi todo de la guerra contra la Convención Francesa.
Guillelmi, al principio se opuso, pero la amenaza y el malestar era tal, que tuvo que ceder y entregar parte de este material, concretamente 5.000 fusiles que se repartieron de inmediato junto con algún cañón. El capitán general fue detenido y encarcelado en el mismo castillo, hasta la capitulación el 21 de Febrero de 1809.
Parte de la población ya estaba armada, sin embargo, el resto del día y sin rumbo, los ciudadanos se dedicaron a esperar mientras se reunía la recién creada junta suprema presidida por el general Mori, sin que esta consiguiese ver ninguna salida a la situación.
El día 25 y en medio de estos acontecimientos, unos militares y algunos paisanos dieron a conocer la misión y situación de José Palafox y su llegada a Zaragoza.
Sin perder tiempo, Jorge Ibor conocido como "tío Jorge" y seguido por unos cuantos milicianos fueron en busca de Palafox, invitándole a acompañarle para ser nombrado capitán general y primera cabeza de la insurrección. Cogido por sorpresa, al principio rechazó tal honor, pero ante tanta insistencia marchó con ellos a la ciudad, en la cual, fue aceptado y aclamado por los ciudadanos, que pretendían nombrarle la máxima autoridad de Aragón.
El 26 de mayo se reunió la junta. El pueblo en su delirio amenazó de muerte a los magistrados si no confirmaban a Palafox capitan general. Las amenazas fueron convincentes, el general Mori renuncia e inviste seguidamente a José Palafox.
Ninguna institución de la ciudad pudo impedirlo, ese mismo día, el nuevo capitán general exige que su nombramiento sea legal, siendo ratificado por las recién creadas Cortes del Reino el 9 de Junio,(después de ser abolidas casi 200 años antes). Tanto a nivel nacional como regional existía un vacío de poder, así fue Palafox durante casi 9 meses el líder indiscutible y primera cabeza de Aragón.
Las noticias de la proximidad de las tropas francesas, obligaron a Palafox a crear con urgencia el ejercito de Aragón. Haciéndose obligatorio el alistamiento universal de todos los aragoneses entre los 18 y 40 años, a la vez se comenzaron a formar los Tercios de Voluntarios. Otro dato importante es la xenofobia contra el ciudadano francés residente en la ciudad, cuyo porcentaje con el resto de la población era de un 15%, se dedicaban sobre todo al comercio.
En esos días de insurrección fueron maltratados física y moralmente por sus conciudadanos, algunas familias huyeron a lugares mas seguros. Sin embargo, 196 personas y por orden de Palafox, fueron encerradas en el castillo de la Aljafería para su seguridad personal.
Entre tanto, continuaban llegando paisanos de Aragón y provincias limítrofes, para someterse a la autoridad del capitán general y contribuir en la defensa de la plaza. Esta circunstancia y con el tiempo, llegó a ser uno de los grandes problemas en los dos asedios. La falta de provisiones para todos y el alojamiento.
El intendente del ejercito Lorenzo Calvo de Rozas (casualidad de encontrarse en la ciudad) y por orden de Palafox, fue el encargado de administrar los auxilios, la policía y además con cargo de corregidor e intendente. Fue sin duda una de las grandes figuras en el primer asedio, como lo fue el padre Boggiero, influyente en muchas decisiones tomadas por el nuevo capitán general.
EN CAMPO ABIERTO
En Zaragoza, se crearon cinco Tercios con un total 5.000 hombres, todos inexpertos y mal adiestrados.
Entretanto desde Pamplona, el 7 de junio, partía un cuerpo de ejército francés, al mando del general Lefevbre con 4.200 soldados, abundante caballería, infantería y artillería de sitio hacia Zaragoza.
Tudela, temía la llegada de los franceses y pidió ayuda a Palafox, el cual envió a su hermano mayor Luis (con titulo nobiliario de Marques de Lazan). Partiendo el 6 de junio, al mando de un tercio formado de paisanos y 4 cañones. Al atardecer llegó a Tudela, incorporándose a los hombres de José Oto, sumando un total de 5.000 hombres.
El día 8 se libró la batalla de Tudela. Fue rápida y acabó con la retirada de los españoles. Lefevbre aprovechó la victoria para esperar refuerzos, llegando días después, el 1º regimiento polaco de la legión del Vístula y algunos soldados franceses.
Tras la retirada, Luis Palafox estableció su cuartel general en Alagón. Las únicas tropas con las que contaba, eran las compañías del general José Obispo, dragones de caballería y los dispersos del batallón de voluntarios de Tarragona. Un total de 3.000 hombres, 100caballos y 4 piezas de artillería.
El 11 de junio, el Marques de Lazan llega con sus tropas a Mallén, en busca de los franceses, se les unieron las compañías de los pardos de Aragón y los tercios de Navarra, que sumaban 4.000hombres, en su mayor parte eran paisanos bisoños, que tras una breve resistencia abandonaron el campo de batalla.
El mismo día por la noche, y enterado José Palafox de lo sucedido en Mallén, ordenó que formara en las afueras de Zaragoza, un ejército constituido por oficiales, soldados y paisanos, reuniendo la cifra de 6.000 combatientes. Dirigiéndose todos a Alagón, frente a ellos, tenían a las tropas Imperiales que les superaban en número. Por cuya razón se retiraron después de una pequeña escaramuza, encaminándose a Zaragoza para defenderse en ella, si bien Palafox era consciente de que la capital estaba poco preparada para resistir un asedio.
El 15, los franceses estaban ya en las afueras de la urbe, con 15.500 soldados y artillería, enfrente 13.000 hombres, de los cuales, 2.000 eran soldados y el resto voluntarios.
Desde el 24 de mayo, día que Palafox fue elegido por los ciudadanos. En Zaragoza no se había detenido la construcción de las defensas. Se hicieron aberturas en muros y tapiales para tirotear desde dentro, también barricaron calles y se construyeron cuatro baterías colocadas en las puertas de la ciudad. Siendo diseñadas dichas baterías, por el ingeniero militar Antonio Sangenis, que valió a los defensores la victoria en el primer ataque francés a la ciudad.
El 16 de Junio, Palafox, observando que el enemigo estaba en las afueras de la ciudad, marchó al pueblo de Belchite en busca de refuerzos, confiando el mando al teniente del Rey, Vicente Bustamante.
El plan del capitán general consistiría en hostigar y distraer al enemigo, e intentar reclutar tropas en diferentes puntos de la provincia, para auxiliar y ayudar en la defensa de la ciudad en caso de caer en manos de los franceses.
El mayor fracaso fue el no poder cortar el abastecimiento de los Imperiales con Pamplona. Con tropa y oficiales adecuados se hubiese conseguido, por ejemplo; volando puentes, caminos y quemando las barcas que cruzaban el Ebro. La ruta, estaba guarnecida por solo 500 soldados franceses.
Desde mitad de junio, hasta casi el final de julio hubo algunas escaramuzas y forcejeos en campo abierto, pero la ineptitud y desavenencia de algunos oficiales, más la pobre preparación de las tropas, no ayudaron a la defensa de la ciudad.
PRIMER ASEDIO
15 DE JUNIO AL 14 DE AGOSTO DE 1808
El 15 de junio por la tarde, tras algunos choques en las afueras de la ciudad, las tropas francesas atacan por primera vez lo que suponían las partes mas débiles de la defensa.
Con un ataque combinado en las Eras del Rey (situada cerca de la iglesia de Portillo, entre los antiguos conventos de Los Agustinos y Trinitarios). Y en las puertas de Santa Engracia, Carmen y Portillo.
Algunos dragones de caballería consiguieron romper las defensas en la puerta del Carmen, dirigiéndose hacia la del Portillo. Sin embargo, por el trayecto les salieron al paso una multitud de zaragozanas que los aniquiló. Otro grupo enemigo se introdujo en el cuartel de caballería (situado en las cercanías de la plaza de toros). Los defensores lo incendiaron permaneciendo otra vez en manos aragonesas.
Al anochecer y después de 9 horas de luchas, el resultado fue favorable a los defensores.
Los franceses se retiraron a las afueras de la ciudad. El día siguiente lo aprovecharon para saquear algunos pueblos de alrededor. Cuarte, Cadrete, Maria de Huerva y matando a los frailes del convento de Santa Fe.
Mientras sucedían los saqueos, los habitantes estuvieron ocupados talando los olivares que rodeaban la capital, a una distancia de 700 metros, los imperiales los utilizaban para cobijarse.
El día 16 entran por el Arrabal refuerzos militares y civiles junto con el Marques de Lazan en sustitución de José Palafox, que se encontraba en Belchite reuniendo refuerzos. Asimismo se estacionó en las cercanías el general francés Grandjean, con el 2º Regimiento Polaco del Vístula.
En esos días, también los hermanos Palafox reunían sus fuerzas en las cercanías de Epila, para atacar a los franceses por la espalda.
El 24 sucedió la batalla de Tudela, donde fueron derrotados los españoles por el coronel polaco Cholopisky, originando más de 600 bajas. Esta derrota ocasionó un intento de sedición entre los oficiales que fue atajado por Palafox.
Llega a Zaragoza el 26 el general Verdier, con más antigüedad y experiencia, trae consigo material de sitio, elevándose a 10.500 hombres, la tropa francesa destacadas en las afueras de la plaza.
Los días 27 y 28 dos sucesos estuvieron a punto de dar un vuelco al asedio. El primero fue la explosión del polvorín general de la ciudad cuando era trasladado al convento de San Agustín (Tenerías).
La explosión destruyó parte del barrio de La Magdalena. El segundo, los Imperiales aprovecharon este desgraciado suceso para atacar al día siguiente las fortalezas de Torrero y la Aljafería. También las puertas del Carmen y Santa Engracia. Fueron rechazados en el ataque a la ciudad, en cambio, tuvieron éxito en el asalto a las posiciones de Torrero.
La capital seguía recibiendo refuerzos, esta vez provenientes de Lérida y Monzón. Las autoridades conocedoras del posible bombardeo de la ciudad, idearon un sistema de alarma por medio de toque de campana en Torre Nueva, y estableciendo refugios en las calles. Además, se desempedraron estas para evitar que los cascotes de adoquines produjeran mas daños con las explosiones.
Las fuerzas Españolas
Estaban formadas en el primer asedio por voluntarios zaragozanos resto de Aragón y provincias limítrofes.
Los militares no sumaban más de 3000, en su mayoría eran grupos dispersos huidos de los franceses.
15 DE JUNIO AL 14 DE AGOSTO DE 1808
En la madrugada del 1 de Julio, comenzó el bombardeo desde las alturas de Torrero y Bernadona. Donde los franceses habían instalado 30 cañones de sitio, 4 morteros y 12 obuses. En 27 horas que duró el cañoneo, se contaron mas de 1200 disparos, en su mayoría dirigidos a la Aljafería, que estaba defendida por una compañía de Cerezo y otra de cazadores de la legión portuguesa.
Los imperiales, consiguieron abrir brechas en los muros del castillo, pero el foso evitó el asalto de su infantería. También fueron alcanzadas las puertas Sancho y del Carmen.
Al amanecer del día 2, Palafox regresa a la ciudad con refuerzos, al tiempo que seis columnas francesas de 500 a 600 hombres se dirigen hacia sus objetivos.
Dos de ellas atacan las puertas del Carmen y Santa Engracia y la tercera el convento de San José. Las tres restantes se dirigieron a la puerta Sancho, Aljafería y los restos del cuartel de caballería.
Fueron recibidos por importante fuego de mosquetones, lo que evitó su entrada, a excepción de la puerta del Portillo. Pero hay estaba Agustina de Aragón con su cañón, su certero disparo impidió el asalto. Esta ofensiva les causó a los franceses 500 nuevas bajas, cifra muy superior a los defensores. Verdier, desconcertado por los sucesos, decidió cambiar de planes, concibiendo operaciones de una plaza fuerte, aún siendo Zaragoza una ciudad escasamente amurallada. Por ordenes del propio Napoleón, se empezó a construir paralelas (trincheras de aproximación), entre los días 3 y 15 de julio.
Mientras tanto, Lefébvre acosaba los abastecimientos provenientes de Calatayud, Tauste y Tudela. Ya en Zaragoza, Verdier manda construir un puente de barcas, Ebro arriba, a la altura de Juslibol, con el objeto de cruzar tropas y tomar el Arrabal para así cerrar por completo el cerco. El 11 de julio consiguen cruzar el río, si bien con perdidas considerables.
El 12 se lanzan sobre el Arrabal, obligando a los defensores abandonar el convento de Jesús y las huertas. No perdieron el tiempo los sitiadores y emplazaron artillería, asimismo, se dedicaron al saqueo de los pueblos de alrededor, cortaron el caudal de las acequias, y quemaron las cosechas que estaban a punto de recolectarse.
La escasez de material de guerra y de alimentos se empezó a sentir, acentuándose con el paso del los días. Hay que destacar que en este primer asedio, el ejército napoleónico no logró cerrar por completo el perímetro a la capital, la cual, recibía suministros por la parte del Arrabal que no había sido conquistada.
La táctica francesa continuaba, esta vez empleando hornillos o minas subterráneas, empleadas por primera vez en la puerta del Carmen y Torre del Pino. Si bien, fueron contraminadas por los defensores. Los trabajos de asedio proseguían consolidando paralelas, emplazando baterías y preparando el ataque general. Intuyendo que se estaba amasando el asalto definitivo a la plaza algunas altas instancias civiles, eclesiásticas y militares intentaron una rendición a espaldas de Palafox.
El capitán general enterado de estos acontecimientos, los mandó encarcelar el 20 de julio. Palafox, estaba convencido de resistir y recibir auxilios.
Verdier, conocedor de los problemas de Zaragoza se ensañaba con continuos bombardeos y asaltos, con objeto de atemorizar y desmoralizar a la población.
El 1 de agosto, los franceses recibieron más refuerzos, con la llegada de la brigada del general Bozancourt, las tropas ascendían ya a 15000 soldados.
Entre los días 1 y 2 los imperiales, conquistaron dos conventos en los extramuros de la ciudad, el de San José (ahora, un parque junto al río Huerva) y el de los Capuchinos (ahora, la biblioteca de Aragón) en los cuales emplazaron artillería. De esta forma se completó el cerco de este a oeste, que en toda su línea contaba con 38 cañones de grueso calibre. A las 4 de la madrugada del día 3 abrieron fuego todas las piezas, siendo alcanzado el Hospital de Nª Sª de Gracia (ahora, Banco de España). Repleto de heridos, teniendo que ser evacuados a zonas más seguras.
El Ejército Francés
En el primer asedio estaba formado mayoritariamente por soldados polacos, con poca experiencia en el combate, pero compensada de sobras con la temible y eficaz artillería francesa.
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