Si la Historia Militar o de las Fuerzas de Seguridad, te apasiona. Si la Militaría es tu afición. Si quieres conocer la Historia, sin valorar ideas ni convicciones políticas, sin tendencias, sin manipulaciones. La Historia Militar, sólo la vivida por sus principales protagonistas, los SOLDADOS que la han padecido.



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domingo, 28 de junio de 2009

OTRA FOTO CON HISTORIA HANS CONRAD SCHUMANN UN SALTO HACIA LA LIBERTAD





Hans Conrad Schumann (nacido el 28 de Marzo de 1942 en Leutewitzh, cerca de Riesa; muerto el 20 de Junio de 1998 en Oberemmendorf, cerca de Kipfenberg) fue el primer desertor de la República Democrática Alemana (RDA) una vez empezada la construcción del Muro de Berlín. Su fuga es, además, una de las más conocidas.

Schumann sirvió como soldado en el Nationale Volksarmee (en alemán, Ejército Popular Nacional). Después de tres meses de entrenamiento en Dresde, fue destinado a una academia de suboficiales en Potsdam, tras lo cual sirvió como voluntario en Berlín.

El 15 de Agosto de 1961, con 19 años, estaba como centinela en el Muro de Berlín, el cual se encontraba en su tercer día de construcción, en el cruce de Ruppinerstraße con Bernauerstraße. En esta etapa, el Muro no era más que una pequeña valla alambrada. Aprovechando su oportunidad, Schumann saltó la alambrada, tras lo cual fue alejado a toda velocidad en un coche de policía de la República Federal Alemana. Su huida fue capturada por el fotógrafo Peter Leibing, y la imagen se convirtió en una de las más famosas de la Guerra Fría.

Más tarde se le permitió viajar desde Berlín Occidental al resto del territorio de la Alemania Occidental, donde se estableció en Baviera en 1970. Conoció a su esposa Kunigunde en la ciudad de Günzburg.

Como para muchos de los demás fugitivos, los comienzos no habían sido fáciles para él en la Alemania occidental. La fugaz notoriedad que le dio su gesto no le sirvió ni para ganar dinero ni para encontrar trabajo estable. Y cuando en 1989 la caída definitiva del Muro lo volvió a colocar, por un momento, en el centro de las crónicas, Schumann admitió que había caído en el alcohol durante una decena de años. Había trabajado como enfermero, como albañil y como obrero. Desde hacía 20 años trabajaba en la fábrica Audi en Ingolstadt.

Hace un año, después de la condena, a seis años de cárcel, de Egon Krenz, el último jefe de la Alemania comunista juzgado corresponsable de los asesinatos del Muro, Schumann concedió una entrevista al Corriere della Sera. Su recuerdo de aquel mes de agosto se mantenía aún nítido y emocionado. Los fotogramas de su carrera de 100 metros permanecían indelebles en su memoria. Hablaba de aquel momento como «un sueño» y revivía «la angustia, la mente en blanco, obsesionada con un sólo pensamiento, no morir allí, corriendo». Recordaba las caras de incredulidad de sus compañeros y de los espectadores del lado occidental, las lágrimas de la llegada y las palmadas en la espalda de los militares americanos.

Jamás, ni siquiera en los momentos más difíciles de su vida en el Oeste, Schumann se había arrepentido de su opción. «Todavía estoy orgulloso de lo que hice», decía en aquella entrevista. «No tenía otra posibilidad, aunque es verdad que corrí un gran peligro y rompí todos los puentes con mi pasado. Perdí a mi familia, a mis amigos, el trabajo, todo». Schumann resistió incluso muchas presiones que le habían hecho para que volviese. Resistió sobre todo a las cartas de sus padres, que le imploraban que regresase. «Hice bien. En aquel momento no lo sabía, pero después de la reunificación descubrí que aquellas cartas las escribían al dictado de la Stasi». Sólo volvió al Este, a su Sajonia, en 1989. «Al volver descubrí que mi gesto nunca fue aprobado por algunos. Hay todavía parientes y viejos amigos que no me quieren hablar».

Conrad Schumman tenía la foto que lo hizo entrar en los libros de historia colgada en una pared del comedor, al lado de otra en compañía de Ronald y Nancy Reagan. Pero un instante de enajenación mental y quizá los numerosos fantasmas que le seguían angustiando le condujeron a ponerse una cuerda al cuello y a colgarse de un árbol.

Como el miliciano de Capa, como los marines americanos que izan la bandera en Iwo Jima, el soldado que saltó el Muro será siempre un símbolo. Un hombre normal, monumento de la libertad sin jamás pretender serlo. Como anécdota de esta fotografía, se observara que Peter Leibing no fue el único que plasmo este momento histórico, en la fotografía de Leibing aparece otro fotógrafo tomando otra instantánea. ¿Qué fue de esa foto?, Dos profesionales captando un mismo acontecimiento con una misma perspectiva. Uno triunfo y paso a la Historia…¿y el otro?. Como otros tantos se perdió en la noche de los sin nombre……¡Pero también estuvo allí!

Tras la caída del Muro de Berlín, comentó: "Sólo desde el 9 de Noviembre de 1989 [la fecha de la caída] me he sentido realmente libre".

1 comentario:

Francisco dijo...

Acabo de descubrir tu blog y es sencillamente FASCINANTE
Respecto al tema principal, no conocia la historia de este hombre, sin dua alguna no tenia opcion ,en la RDA no habia el mismo nivel de vida que en la RFA, aparte de una democracia