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jueves, 29 de enero de 2015

QUE HAY DE VERDAD Y QUE DE CIENCIA FICCIÓN EN LOS COMBATES DE LA PELICULA "CORAZONES DE ACERO"

                                                        ¿Son realistas los combates de tanques de «Corazones de Acero»?
 
Repasamos los libros de historia y los testimonios de los veteranos. Una de las escenas más heroicas de la película es muy similar a un hecho real

Día 23/01/2015 - 20.55h
 
Abril de 1945, en la película «Corazones de acero» el sargento Wardaddy (Brad Pitt) dirige una unidad de carros de combate estadounidense que se adentra en el territorio de Alemania a cañonazo limpio. Desde los primeros momentos es evidente que la cinta se ha propuesto reflejar con crudeza y realismo los duros combates y todos sus detalles: los motores de los Sherman M4A3 (76mm) rugen y levantan terrones de barro al paso de sus orugas; pero los alemanes no se rinden, y sus balas trazadoras rasgan el campo de batalla para segar vidas mientras los obuses castigan las corazas de los blindados. El resultado no es una película heroica, sino más bien agobiante y claustrofóbica.
Quizás al lector le pueda interesar saber si ese relato visual es cercano a lo que ocurrió en la realidad hace casi 70 años. Si esta historia profundamente antibelicista es o no realista, más allá de la fiel representación de los carros, uniformes y la miseria de la guerra. ¿Fueron las batallas entre carros como se refleja en la película? ¿Los asesores militares y los veteranos de guerra han conseguido que el trabajo de David Ayer sea fiel a la historia?

«Creo que es una buena película dentro de los límites de lo que puedes hacer en Hollywood», escribe Steven J. Zaloga, experto en historia y tecnología militar de la Segunda Guerra Mundial en una entrevista publicada en «The tank and AFV blog». Después de escribir decenas de libros y de consultar centenares de informes de batalla del momento, cree que el resultado es «auténtico», aunque hay pequeños detalles con los que se podría ser «puntilloso». Por su parte, el historiador Lucas Molina, que ha escrito sobre aspectos militares y económicos de la Segunda Guerra Mundial, considera que «es una película y como tal hay que verla», aunque añade que se trata de una «superproducción de Hollywood, con sus tics, con sus escenas inverosímiles, con sus heróes y villanos».

Para Zaloga, que ha escrito mucho sobre aquellos combates entre tanques, algunas escenas «parecen salidas de fotografías en blanco y negro». Se refiere en especial a esas en las que las unidades estadounidenses se adentran en un pueblo alemán. Pero, ¿qué hay de las otras escenas de combates? ¿Habrían sido así en la realidad? Para explicarlo no daremos muchas más pistas de las que se dan en el tráiler, pero quizás podamos desvelarte alguna sorpresa. ¡Avisado quedas!

La escena del Tiger

En uno de los momentos más emocionantes de la película, los Sherman se enfrentan casi a quemarropa a un tanque pesado alemán, el Tiger I. En la pantalla aparece un tanque real que está en funcionamiento en el museo de Bovington, Reino Unido, y que comienza a disparar con mortífera precisión a los estadounidenses. Estos intentan rodearle para poder a atravesar con sus cañones las partes más frágiles de la coraza del Panzer. Pero, ¿cómo hubiera sido este enfrentamiento en abril de 1945?



El Tiger I podía abatir carros aliados a 3.000 metros de distancia, pero estos tenían que acercarse y rodearle

Steve J. Zaloga ha intentado averiguar cómo eran estos enfrentamientos. Parte de los resultados están en su obra «Panther vs Sherman» y otra parte estarán en «Armored Champion». Pues bien, después de estudiar 98 registros de combates entre estadounidenses y alemanes desde agosto y hasta diciembre de 1944 (antes de los hechos reflejados en la película), ha dibujado una película general de aquellos choques: «Los combates entre tanques tendían a ser choques violentos y breves, con el bando perdedor retirándose rápidamente en vez de afrontar la aniquilación».

Solían implicar a cuatro blindados alemanes y a nueve estadounidenses, por término medio. Normalmente, se libraban a una distancia próxima a los 800 metros, aunque parece ser que los alemanes solían causarle pérdidas a los estadounidenses a distancias superiores a los que estos se las causaron a ellos (865 metros frente a 816).

Por último, y lo que es más importante, Zaloga cree que en estas pequeñas batallas de tanques lo más importante para conseguir la victoria era disparar primero: «aquel que viera primero al enemigo normalmente tenía una gran ventaja en el primer minuto de combate (...) abrumando a la fuerza enemiga con una repentina descarga de fuego». Según dice, esto le permitía al que golpeara primero causar muchas más bajas que el otro bando. Y, puesto que los defensores normalmente están escondidos, detenidos y emboscados en una buena posición, no sorprende que el bando defensor fuera el primero en disparar en el 84% de los registros analizados por el historiador.

De vuelta al enfrentamiento entre el Tiger I y «Fury» en «Corazones de Acero», se ve que los alemanes tienen la ventaja. Están en una posición defensiva y a cubierto, y disparan primero contra los Sherman. Pero, ¿es sensato que el Tiger I abandone la protección y se acerque hasta los americanos?

Un combate desigual

En principio no mucho, puesto que, tal como escribe Bryan Perrett en «Tank Warfare», mientras que los tanques Tiger I eran capaces de destruir a carros medios, como «Fury», a distancias de hasta 3.000 metros, los aliados (occidentales) no podían atravesar el blindaje frontal de los Tiger I a ninguna distancia. Por eso, la única oportunidad para los americanos era acercarse a los Tiger y rodearles para atacar las zonas más frágiles del blindaje lateral y trasero.

Pero los datos históricos muestran que los combates no ocurrían en unos límites tan estrechos como en la película. Por ejemplo, los carros de combate con un cañón similar al de «Fury», de 76 milímetros, tenían que acercarse hasta los Tiger enemigos a distancias de entre 1.500 metros y 1.900, no a 50 o 100 como en la película. Si no era así, aunque lanzaran proyectiles de casi 4,5 kilogramos a velocidades de 3.700 kilómetros por hora, no podían atravesar la capa de acero de 11 o 10 centímetros de espesor con que iba protegido la zona frontal del Tiger I.

«En combate abierto nunca tuvimos una oportunidad. Así que, como en "Corazones de Acero", siempre teníamos que ir un paso por delante. Fue solo porque podíamos pedir ataques aéreos y que teníamos más tanques que los alemanes por lo que acabamos ganando», dijo Bill Betts, un veterano tripulante de Sherman, en una entrevista para «The Guardian». Por suerte, tal como dice el veterano, los carros estadounidenses eran más numerosos, (se produjeron 55.000 Sherman y solo 1.500 Tiger) más rápidos y maniobrables (pesaban 36 toneladas, frente a las 55 del alemán), y contaban con paraguas protector de la aviación.

La escena del asalto final

En una de las escenas finales, los protagonistas resisten dentro de su tanque «Fury» a un fiero asalto de infantería de las Waffen SS, la élite de la Wehrmacht alemana, compuesta por soldados fanáticos, bien entrenados y con el mejor armamento del III Reich a su alcance. Sin embargo, en la película no cuentan con armas antitanque, así que pugnan por abrir las escotillas del Sherman y matar a sus tripulantes.

Los Shermans reales tenían cerrojos en las escotillas

Para el veterano tanquista de Sherman, Bill Betts, la escena del final de la película es inverosímil: «Parece que los alemanes fueron usados como carne de cañón. En la realidad ellos habrían sido tropas fanáticas y endurecidas por el combate que fácilmente habrían eliminado a un Sherman inmovilizado usando un Panzerfaust (un arma antitanque)».

Sin embargo, ocurrió algo muy similar en un pueblo de Francia, pocos meses antes de que acabase el año 1944. Tal como le contó al historiador Steve J. Zaloga un artillero de un M4 Sherman de la Cuarta División Acorazada de los Estados Unidos, una unidad de carros estadounidenses quedó aislada por la noche y sin apoyo de su infantería. Los alemanes atacaron, y quizás por no tener armas antitanque, comenzaron a trepar por los Sherman: «lo peor era escuchar a los soldados alemanes intentando abrir las escotillas con las bayonetas», le dijo este artillero a Zaloga. Por suerte, al contrario de lo que aparece en «Corazones de Acero», los Sherman tenían cerrojos en las escotillas, y se podía evitar que alguien del exterior entrase por la fuerza.

Aún así, aquella experiencia fue la más aterradora para este hombre, quien le contó al historiador que el episodio acabó cuando alguien envió un mensaje de radio pidiendo a los tanquistas que abrieran fuego con sus ametralladoras calibre 30 sobre los tanques de sus compañeros. Según dijo, todo el equipo personal que llevaban colgado en el exterior de los tanques quedó agujereado. Incluso la escoba que tenían que llevar quedó inservible. Porque, tal como contaba, todos los tanques que servían en el Tercer Ejército del General Patton debían tener una escoba, ya que este no soportaba que los carros no estuvieran barridos y limpios.

 

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