China: tarjeta roja a Pyongyang
Corea del Norte intentó dar ayer la imagen de completa normalidad tras la ejecución del número dos y mentor de Kim Jong Un, el general Jang Song Thaek. El régimen, a través de los medios estatales, difundió fotografías del líder norcoreano durante su visita a un instituto militar de diseño. Además de los uniformados tomando nota, Kim aparece rodeado por su nuevo «círculo de confianza» tras el ajusticiamiento de su tío. Es decir, por Hwang Pyong So, el subdirector del importante Comité Central del Partido de los Trabajadores; Choe Ryong Hae, vicemariscal de las Fuerzas Armadas, y Jang Jong Nam, ministro de Defensa nombrado en mayo. De hecho, se cree que fue Choe quien ha liderado la campaña contra Jang desde hace meses.
Sin embargo, a sus países vecinos les cuesta dar normalidad a sus relaciones tras la brutal y pública ejecución de Jang Song Thaek por «traidor». Corea del Sur teme un periodo de inestabilidad, un «reino del terror», por lo que ha declarado la alerta ante el temor de lo que pueda hacer el joven Kim con las armas nucleares. Pero sin duda es la reacción de Pekín la que más ha llamado la atención. En China, su gran aliado y prácticamente quien provee de alimentos y combustibles a Pyongyang, no ha sentado bien el ajusticiamiento. Según diversos analistas, el poderoso general Jang tenía buenas relaciones con el gigante asiático, pero es que, además, Kim Jong Un, en plena purga, ha decidido sacar a todos los norcoreanos del país vecino. «En el corto plazo a China ya le ha afectado la noticia, pues el régimen norcoreano ha decidido traerse de vuelta a todo el personal encargado de negocios e importaciones para investigarles», explica a LA RAZÓN Michael Madden, investigador del liderazgo de Corea del Norte. «Posiblemente, estos ''empresarios'' no vuelvan a China y sean otros los que negocien, con las consecuencias que eso conlleva», añade Madden, quien recuerda que ya en marzo, cuando aumentó la tensión nuclear, China apoyó el endurecimiento de las sanciones al régimen norcoreano en el Consejo de Seguridad de la ONU. «Y Pyongyang reaccionó. Por ejemplo, el embajador chino en Corea era considerado un vip y fue relegado en el trato».
Sin embargo, a sus países vecinos les cuesta dar normalidad a sus relaciones tras la brutal y pública ejecución de Jang Song Thaek por «traidor». Corea del Sur teme un periodo de inestabilidad, un «reino del terror», por lo que ha declarado la alerta ante el temor de lo que pueda hacer el joven Kim con las armas nucleares. Pero sin duda es la reacción de Pekín la que más ha llamado la atención. En China, su gran aliado y prácticamente quien provee de alimentos y combustibles a Pyongyang, no ha sentado bien el ajusticiamiento. Según diversos analistas, el poderoso general Jang tenía buenas relaciones con el gigante asiático, pero es que, además, Kim Jong Un, en plena purga, ha decidido sacar a todos los norcoreanos del país vecino. «En el corto plazo a China ya le ha afectado la noticia, pues el régimen norcoreano ha decidido traerse de vuelta a todo el personal encargado de negocios e importaciones para investigarles», explica a LA RAZÓN Michael Madden, investigador del liderazgo de Corea del Norte. «Posiblemente, estos ''empresarios'' no vuelvan a China y sean otros los que negocien, con las consecuencias que eso conlleva», añade Madden, quien recuerda que ya en marzo, cuando aumentó la tensión nuclear, China apoyó el endurecimiento de las sanciones al régimen norcoreano en el Consejo de Seguridad de la ONU. «Y Pyongyang reaccionó. Por ejemplo, el embajador chino en Corea era considerado un vip y fue relegado en el trato».
El periódico chino «Global Times», considerado la voz del Gobierno comunista, publicó ayer un editorial titulado «La estabilidad política en Corea del Norte beneficia a todos», donde advierte a Kim Jong Un de que «la mayoría de la opinión pública china guarda una actitud negativa sobre los recientes acontecimientos en Pyongyang. Esto obligará a imponer algunas restricciones en las relaciones sino-norcoreanas. La ayuda de China a Corea del Norte puede verse cuestionada, y las raíces de la interacción puede que pierdan su ímpetu». Pekín, que menciona abiertamente la muerte de Jang, aprovecha para aclarar a Pyongyang que debe adaptarse a la nueva China y también a su «opinión pública independiente». Asimismo, espera que a su vecino lleguen las reformas y el aperturismo, y le da un sorprendente consejo: que se comunique con los medios chinos, porque el interactuar con el público chino puede llevar a buen puerto.
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