Aznar: sus diez razones para el «SÍ, a la guerra»
Publicado por Esteban Villarejo el nov 2, 2013
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A la espera de poder cotejar con mayor profundidad ese capítulo -el libro sale a la venta el día 12-, he aquí cinco ideas sobre la «decisión estratégica», «el marco legal y el entorno internacional» y «Chirac, Schroeder y Putin» que llevaron a Aznar a esa famosa foto de las Azores y el apoyo político a Washington y Londres en la guerra de Irak, un conflicto que dividió a Europa y que influye aún en nuestros días (véase Siria).
1. NO SOLO DE BUSH, TAMBIÉN FUE UNA GUERRA DE CLINTON
«La noticia de que los servicios de inteligencia iraquíes pretendían aprovechar la presencia del ex presidente Bush a los actos que conmemoraban la liberación de Kuwait para asesinarle obligó a Clinton a actuar. Clinton denunció con claridad la existencia de un arsenal químico y biológico en Irak, el continuo incumplimiento de las obligaciones de desarme por parte de Sadam Hussein y su empeño en desarrollar capacidad nuclear. En su primera intervención ante los jefes de Estado Mayor y el Pentágono después de ser reelegido presidente, Clinton incluso llegó a sugerir la posibilidad de una intervención militar. Literalmente, sentenció: “La fuerza no puede ser la primera respuesta, pero a veces es la única respuesta [...] Aquel verano de 1998, Clinton me llamó para explicarme que la situación con Sadam era especialmente grave y que era necesario actuar. Me preguntó por nuestra posición en el caso de que se produjera una acción militar y, a la vista de la información que me dio, le contesté que le apoyaríamos».
2. LA CRUELDAD DE SADAM HUSSEIN Y SU DESCONTROL
«La trayectoria de Sadam Hussein era una historia terrorífica. La represión contra los kurdos y chiíes de Irak respondía a un impulso verdaderamente genocida. El mundo lo había podido comprobar cuando se conoció que, en marzo de 1988, Sadam había utilizado armas químicas contra la población de Halabja, una localidad de población kurda fronteriza con Irán [...] El ya ex presidente Clinton vino de visita a Madrid. almorzamos juntos en la Moncloa. Recuerdo muy bien lo que me dijo: «La verdad es que no sabemos lo que pasa en Irak desde hace cinco años». Es decir, desde que Sadam Hussein había expulsado a los inspectores de la ONU. El reconocimiento era impresionante. Equivalía a admitir que el dictador de Irak y uno de los adversarios o enemigos más relevantes de Estados Unidos estaba literalmente fuera del control de la comunidad internacional».
3. BUSH TRABAJÓ CON LA ONU; CLINTON, NO
«Echando la vista atrás, sin duda resulta bastante paradójico que el Bush al que ya entonces se le acusaba de «unilateralismo » decidiese trabajar dentro de las Naciones Unidas, mientras que Bill Clinton, oficialmente multilateralista, lo había considerado un trámite prescindible porque estaba convencido de contar con suficiente amparo legal, como parecían confirmar el silencio o la aprobación de la mayoría de los más destacados miembros de la comunidad internacional [...] Liderada por Bush, la diplomacia estadounidense se puso a trabajar en las Naciones Unidas hasta alcanzar un consenso en torno al texto que se votaría como Resolución 1441 del Consejo de Seguridad aprobada el 8 de noviembre de 2002».
4. PRECEDENTE DE LOS BALCANES… ¿Y LIBIA?
«Tampoco oí nunca a nadie ofrecer una explicación solvente de por qué era legítima la intervención en los Balcanes, sobre la que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no había producido resolución alguna, pero no lo era la posible intervención militar en Irak. Lo que algunos querían justificar como una intervención por razones humanitarias en el caso de los Balcanes sólo revelaba su doble moral y su insensibilidad ante un régimen que, entre otras brutalidades indescriptibles, había utilizado armas químicas contra su propia población civil e incurría en un permanente desprecio de sus obligaciones internacionales. Episodios posteriores, como la actuación occidental en Libia, en la que a mi juicio se fue más allá del marco legal establecido por el Consejo de Seguridad, ponen en evidencia el arbitrario rasero por el que se midió la actuación en Irak desde el punto de vista de la legalidad internacional y su interpretación y aplicación en la práctica».
5. EL ELECTORALISMO DE ZAPATERO
«En España, el entonces líder de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, lo dejó muy claro cuando llegó a reconocer que no apoyaría la intervención aunque hubiera una nueva resolución de las Naciones Unidas. Las pretendidas insuficiencias jurídicas de nuestra posición eran en realidad una excusa para el combate político y la búsqueda de rédito electoral».
6. BERLÍN Y MOSCÚ: SOLTAR AMARRAS CON EE.UU.
«El verdadero motivo de la discrepancia europea eran las pretensiones de Francia y Alemania. Ambos países llegaron a la conclusión de que era el momento de romper amarras con Estados Unidos e inaugurar una nueva concepción de la defensa de los países europeos, más alejada del atlántico y todo lo que ello significa».
7. EL PAPEL DE PUTIN
«Fue entonces cuando Putin vio una oportunidad con la que nunca había soñado y se apresuró a aprovecharla. Lo que no había sido capaz de conseguir la antigua Unión Soviética —romper la solidaridad atlántica— se lo encontraba servido en bandeja, gracias a un enfrentamiento en el que la ira francesa recaía precisamente sobre los países que se habían liberado del dominio soviético. Putin es un hombre pragmático que está convencido de que Rusia necesita una fuerte autoridad central. Se veía con la responsabilidad de recomponer internamente Rusia después del colapso de la URSS, restablecer la relación con las antiguas repúblicas soviéticas y contener la expansión de la OTAN para consolidar su primacía en ese espacio».
8. EL PORQUÉ DEL APOYO DE ESPAÑA
«Lo importante para mí era preservar y hacer respetar los intereses de España. Por eso, cuando Francia y Alemania decidieron hacer pública una declaración sobre la cuestión de Irak sin contar con el criterio o la opinión del resto de los países de la Unión, mi respuesta fue decir “no”. No, ningún país europeo, por fuerte o poderoso que sea, puede arrogarse el derecho a hablar en nombre de los demás. En esa posición yo no estaba solo, ni muchísimo menos».
9. DIECIOCHO ESTADOS DE LA UE, A FAVOR DEL APOYO A LA GUERRA
«Yo fui el ponente del texto, que circuló entre los Gobiernos europeos, y que inicialmente suscribimos ocho primeros ministros o presidentes: los de Italia, el Reino Unido, Dinamarca, Hungría, Polonia, Chequia, Portugal y España. Una vez publicado, fuimos recibiendo nuevas adhesiones. Al final, de los veinticinco Estados que entonces formaban la Unión Europea, dieciocho apoyaron el texto».
10. IRAK… UNA DECISIÓN COMO EL EURO
«En lo que afecta a España, tuve la oportunidad de decidir si nuestro país continuaba con una política de complacencia ante el núcleo de lo que se
autodenominaba la “Europa europea”» o si, por el contrario, dejaba de jugar a ese juego y enfocaba la política exterior tal y como yo creía que era más conveniente a sus intereses. Tuve la oportunidad y tomé una decisión. Eso supuso someter al país a un proceso de cambio y aceleración muy profundo. Lo habíamos hecho con el euro y ahora tocaba hacerlo en relación con la posición de España en Europa y en el mundo. No iba a ser fácil».
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