Blackwater vuelve a reclutar mercenarios españoles
Blackwater ha vuelto a abrir su banderín de enganche
en el Ejército español. Quienes en su día contactaron con esa empresa de
mercenarios han recibido ya la llamada de los captadores y formalizan citas
para las entrevistas personales. Saber cuántos se han apuntado es casi
imposible.
La compañía estadounidense de soldados privados
Blackwater Worlwide ha empezado a reclutar a militares españoles con vistas a
una gran campaña que se avecina, probablemente en Irak. Blackwater dejó de
contratar a españoles tras la retirada de las tropas de Irak en 2004. Desde
entonces estaban congelados los contactos con los militares españoles. Sin
embargo, en los últimos meses Blackwater parece haber aumentado el interés por
incrementar sus casi mil efectivos y ha echado mano de España y sus soldados.
Por eso la compañía está respondiendo por medio de
llamadas telefónicas a los currículos que se formalizaron por internet en su
día. “Antes, han contrastado los datos que poníamos en el currículum, según me
consta por otras vías”, explica uno de los candidatos. Además, está
formalizando citas en Estados Unidos para hacer la preceptiva entrevista
personal. Para poder entrar en Blackwater los militares españoles tendrán que
pedir una excedencia. “No es algo raro –explica un oficial–, ya lo hacen, por
ejemplo, los pilotos de helicópteros para irse a la campaña pesquera de grandes
compañías como Pescanova”.
Blackwater ya no busca soldados de baja graduación muy
especializados en operaciones especiales, la gran masa de soldados privados que
engrosaba sus filas. Un militar español que ha estado en contacto con la gran
contratista de Irak asegura: “Se han cansado de los ‘rambitos’, que no han
hecho más que traerles problemas”. Según fuentes castrenses, el perfil que
busca Blackwater es más bien el de oficiales con cursos de jefes y capacidad de
estado mayor o inteligencia, las más cotizadas en las zonas de operaciones. Los
sueldos, como de costumbre, excepcionalmente generosos, a razón de 600 euros
diarios. Los 18.000 euros mensuales resultantes desde luego superan y hasta
doblan lo que cobra un militar español en zona de operaciones de alto riesgo
como Afganistán o Líbano, cuya dieta de desplazamiento –denominada oficialmente
Indemnización por Residencia Eventual– en el caso de un jefe puede alcanzar
unos 5.700 euros mensuales. Las misiones de las tropas españolas son de sólo
cuatro meses, mientras que Blackwater exige una estancia mínima de seis meses
en la zona, lo que garantiza unos ingresos de 108.000 euros. Blackwater cobra a
los gobiernos que la contratan casi el doble de lo que paga a sus soldados.
“Están buscando a gente que no les meta en tantos líos
como los ‘rambitos’, que disparaban antes de preguntar”, explica el mismo
militar en tratos con Blackwater. “Necesitan a quienes conocen y respetan, por
ejemplo, la Convención de Ginebra”, continúa. El papel de estos militares será
organizar y coordinar equipos en el teatro de operaciones. “El riego existe,
pero el trabajo consiste en estar encerrado en un búnker dirigiendo las
operaciones”, explica este militar. Este oficial está certificado en varias
especialidades militares, entre ellas en la de inteligencia, habla inglés y ha
tenido destinos especialmente sensibles en el ámbito de la Fuerzas Armadas. Es
el prototipo que busca ahora Blackwater. Porque el anterior modelo le ha traído
graves problemas. Un estudio realizado por el Congreso de Estados Unidos
descubrió que en el 80 por ciento de los incidentes armados en los que se ha
visto envuelto algún empleado de Blackwater en Irak fueron los soldados de
fortuna quienes primero abrieron fuego. Y también se subraya que su forma de
operar en caso de tiroteo consiste en seguir su ruta a toda velocidad sin
atender a si hay heridos o muertos, y mucho menos curarlos.
Instructores
Blackwater no quiere a los militares españoles sólo
para que actúen en la zona de operaciones, sino para que se establezcan con sus
familias en Estados Unidos y sean instructores de los nuevos soldados que se
vayan reclutando en su inmenso cuartel general de Moyock, en Carolina del
Norte. También con unas nóminas y facilidades espectaculares. La oferta es de
300 dólares diarios más un empleo para la mujer y traslados a Estados Unidos
pagados.
Porque, aunque el confiicto baja levemente de
intensidad en Irak, Blackwater prevé aumentar sus contratos. Probablemente
éstos se firmarán a rebufo de la inevitable retirada de tropas estadounidenses
de aquel país, que se producirá ganen los demócratas o los republicanos las
elecciones presidenciales de este año. Desde los atentados del 11-S, en 2001,
hasta este año, se calcula que sólo Blackwater ha firmado contratos por valor
de 1.000 millones de dólares relacionados con las guerras desencadenadas en
Irak y Afganistán. Sólo en 2006 firmó contratos –con Estados Unidos, la
autoridad provisional y el Gobierno iraquí– por valor de 593 millones de
dólares.
Unos contratos que en el sector se definen como
“brutales”, sobre todo si se tiene en cuenta que la sociedad creada por Erik
Prince, un ex miembro de los SEAL de la marina estadounidense (comandos de Mar,
Aire y Tierra, en sus siglas inglesas, unidad de élite de máxima calificación),
en 1997 facturaba menos de un millón de dólares al año en Irak antes de 2001.
Los medios de que dispone la gran compañía de mercenarios son también
descomunales. Desde blindados hasta helicópteros, e incluso una unidad de
paracaidistas.
Un mercenario español que ha servido en Blackwater y
mantiene oculta su identidad explica: “No es oro todo lo que reluce. Hay una
gran cantidad de ex, ex marines, SEAL, SAS británicos, ex boinas verdes…
encantado de trabajar con ellos. Pero para llenar el cupo se tira de gente que
sólo ha visto todo esto en la tele, como el panadero italiano Frabrizzio
Qattrocci que mataron en Irak en 2004. Se usan para rellenar, llevar camiones,
supervisados por un verdadero ex. También cogen gente de operaciones especiales
de ejércitos tercermundistas; si en su país ganan 200 dólares y aquí les dan
4.000, encantados. Esos son el 70 por ciento. Lo que buscan en los
profesionales es madurez y experiencia, para que el trabajo no te lo tengan que
enseñar, sino que lo hagas automáticamente”.
Una ciudad en armas
Un incidente puso en el escaparate a los españoles. La
llamada batalla de Najaf, el 4 de abril de 2004. En ella, un reducido
contingente de soldados españoles, salvadoreños, norteamericanos y mercenarios
de Blackwater tuvieron que lidiar con toda una ciudad en armas que quería tomar
al asalto la base Al Andalus en represalia por la detención de un líder
religioso. En aquel combate se significaron algunos soldados españoles y, sobre
todo, los centroamericanos. Especialmente cuando se localizó el fuego
insurgente desde el hospital local. La solución americana fue llamar a los
cazabombarderos para que volaran el hospital. Un grupo de comandos salvadoreños
se ofreció para tomar y desalojar de francotiradores el hospital sin causar
bajas entre la población, misión que cumplieron satisfactoriamente
Una fuente de la inteligencia militar española explica
que cuando el Gobierno ordenó el repliegue, los centroamericanos se quedaron,
“contratados en masa por Blackwater, cuyos dirigentes quedaron impresionados
por los informes que habían dado sus soldados de fortuna sobre la toma del
hospital. Se buscaron la forma de volver con dinero a casa”. En aquellos
momentos varios soldados de operaciones especiales –no de la Brigada
Paracaidista ni de la Legión como se dijo– se pasaron a Blackwater.
No sólo Blackwater tentó a los españoles. Casi todas
las compañías allí presentes, como Halliburton, tenían acceso a las zonas de
esparcimiento de la agrupación española –las cantinas– y tentaron a los
soldados de las diferentes unidades para que se alistaran en los ejércitos
privados que empezaban a desenvolverse por Irak. Muchos aseguran que lo
rechazaron por peligroso. Desde el inicio de la guerra de Irak, ahora hace
cinco años, han muerto algo más de mil contratistas en aquel país. De ellos,
sólo 15 trabajaban para Blackwater, todos ellos norteamericanos.
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