La caída de Dar el Shifa, el símbolo de la trinchera de Alepo
La pasada semana, un bombardeo impactó contra el hospital más importante para los rebeldes
Dos cohetes lanzados por un avión de combate del régimen sirio destrozaban por completo el hospital Dar al Shifa el pasado miércoles. Situado en el corazón del barrio de Shaar, en la provincia de Alepo, era el centro de atención primaria más importante situado en la zona rebelde. Con una media diaria de más de 60 heridos, este hospital de campaña se había convertido en uno de los objetivos prioritarios para las tropas gubernamentales que ya habían tratado de destruirlo en varias ocasiones. Este mastodonte de cristal, hierro y hormigón había sido machacado sin piedad por la artillería de El Asad en los últimos cuatro meses. La ferocidad de los ataques contra el Dar al Shifa eran tales que la calle Shaar, a la altura de este hospital presentaba dos enormes agujeros después de que un helicóptero sirio lanzase, sin mucha puntería, dos cohetes contra el edificio. Asimismo, de la tercera a la novena planta. el centro estaba inutilizado debido a los destrozos provocados por los obuses que recibía prácticamente a diario.
“Por favor, no digáis dónde está situado el hospital, ni deis el nombre porque somos el principal objetivo del régimen. No pararan hasta que los destruyan”, repetía el doctor Osman sin parar a toda la prensa Occidental que se acercaba hasta el hospital.
Por desgracia sus malos presagios se convirtieron en realidad cuando un avión MIG (de fabricación rusa) dejó caer sus mortíferas bombas sobre este hospital. “Lanzaron dos cohetes que impactaron contra el edificio colindante destrozándolo y la onda expansiva destruyó las oficinas, las tres primeras plantas del hospital”, relata a AFP Ahmed, uno de los enfermeros del Dar Al Shifa.
Durante las siguientes 48 horas, los bulldozer y las máquinas excavadoras trabajaron sin descanso retirando escombros y removiendo el amasijo de cascotes y hierros en que se había convertido buena parte del hospital. Sepultados bajo toneladas de tierra, alrededor de medio centenar de personas, según la versión de los rebeldes, a los que la muerte les sorprendió mientras esperaban noticias sobre algún familiar o mientras estaban operando en el único quirófano que seguía operativo.
“Cuando el avión disparó contra el edificio varios doctores y enfermeras estaban en el quirófano operando a un herido. Murieron todos en el acto”, confiesa Ahmed, uno de los pocos que lograron salvar la vida. Bushra, de 23 años, no tuvo tanta suerte como él y murió junto con sus compañeros en el quirófano. Esta joven enfermera voluntaria se acababa de casar con Zakaria Mansour El Hajji hacia menos de un mes. Bushra y Zakaria se conocieron trabajando en el hospital y se acabaron enamorando. “Es la mujer más hermosa del mundo. Estoy loco por ella. Espero que Alá nos regale muchos hijos, y pueda envejecer junto a ella”, confesaba el día de la pedida de mano este antiguo estudiante de ingeniería informática.
El bueno de Zakaria era el encargado de inscribir a todos los heridos y los muertos que llegaban al hospital, así como sacar fotografías de todas las víctimas anónimas y sin reclamar antes de que fueran enterradas en una fosa común en el cementerio de Alepo. El miércoles, Zakaria, tuvo que inscribir en su cuaderno el nombre de Bushar, su esposa. Ironías de la guerra.
Este hospital, que operaba las 24 horas del día, no tenía ni un segundo de tregua. Se había convertido en la punta de lanza de la atención primaria dentro de la ciudad de Alepo, a pesar de que en toda la zona rebelde había hasta ocho centros médicos más. Pero Dar al Shifa era un símbolo. Y en una guerra, lo primero que se derriban son los símbolos. “Dar al Shifa ahora es solo un recuerdo para todas las personas que han estado en Alepo, pero en el futuro lo volveremos a levantar para continuar atendiendo a los heridos. Dar al Shifa era solo un símbolo; pero nuestro mensaje era el que transmitíamos todas las personas que allí trabajábamos. Vamos a continuar salvando vidas y aliviando el dolor y el sufrimiento de todos los que acudan a nosotros”, confesaba este médico al periodista estadounidense Robert King. “En menos de 48 horas habrá otro hospital operativo donde seguiremos trabajando para salvar más vidas”, añadió el doctor.
Osman es un símbolo en sí mismo. Este doctor de aspecto frágil y menudo, apenas dormía: “Cuatro o cinco horas al día, cuando tengo suerte”, confesaba hace menos de un mes. Con su sempiterna bata verde y su linterna en la frente, muchas veces tenía que operar a oscuras debido a los cortes de luz, representaba el espíritu de este hospital.
“Nos debemos a los civiles. Nada ni nadie nos amedrentará por muchas bombas que nos disparen. Para todos los que estamos aquí será un orgullo dar la vida por nuestro pueblo y por la libertad”, comentaba. Ocho días antes de este brutal ataque contra Dar al Shifa, el doctor Osman sacó a sus dos hijos, Omar y Rashad, del hospital donde vivían junto con su mujer, también enfermera. Hoy, viendo el estado en el que ha quedado el edificio puede sentirse afortunado. La habitación que ocupaba junto con su familia no son más que cascotes y escombros.
Los dos obuses lanzados por el avión de combate impactaron de lleno contra las oficinas y las habitaciones que usaban los doctores. La explosión acabó por hundir el edificio; los cascotes engulleron a todos los que se encontraban en la calle en ese momento. Entre las víctimas confirmadas se encuentran varios niños, dos guardias de seguridad del hospital, el doctor Abu Faisal y una enfermera; además hay otros cinco enfermeros y varios médicos con diversas heridas, entre el personal médico; el resto de víctimas mortales son gente que estaba esperando noticias de sus familiares.
A los que han vivido en primera persona la batalla por la ciudad de Alepo, la destrucción de este hospital no ha sido una sorpresa; al contrario, lo sorprendente es que haya durado tanto tiempo en pie, y que el régimen no hubiese afinado mucho más la puntería. El vuelo rasante de los aviones de combate sobre el barrio de Shaar o los obuses barriendo los edificios cercanos eran la tónica general a la que se enfrentaban los que allí vivían, incluido la prensa occidental que en más de una ocasión vivió en primera persona como algún obús impactaba de lleno contra la parte superior del edificio llenando de cascotes la principal avenida de este barrio. El régimen sirio se ha apuntado un tanto muy importante destruyendo este símbolo. Pero la determinación de los doctores, encabezados por Osman, parece intacta y se afanarán para que Dar al Shifa resurja.
El escritor francés François Fénelon escribió una vez: “La guerra es un mal que deshonra el género humano”. Visto el estado en el que ha quedado el hospital Dar al Shifa, calificar a los responsables de este ataque sería una temeridad.
“Por favor, no digáis dónde está situado el hospital, ni deis el nombre porque somos el principal objetivo del régimen. No pararan hasta que los destruyan”, repetía el doctor Osman sin parar a toda la prensa Occidental que se acercaba hasta el hospital.
Por desgracia sus malos presagios se convirtieron en realidad cuando un avión MIG (de fabricación rusa) dejó caer sus mortíferas bombas sobre este hospital. “Lanzaron dos cohetes que impactaron contra el edificio colindante destrozándolo y la onda expansiva destruyó las oficinas, las tres primeras plantas del hospital”, relata a AFP Ahmed, uno de los enfermeros del Dar Al Shifa.
"Por favor, no digáis dónde está situado el hospital, ni deis el nombre"
Osman, doctor del hospital.
“Cuando el avión disparó contra el edificio varios doctores y enfermeras estaban en el quirófano operando a un herido. Murieron todos en el acto”, confiesa Ahmed, uno de los pocos que lograron salvar la vida. Bushra, de 23 años, no tuvo tanta suerte como él y murió junto con sus compañeros en el quirófano. Esta joven enfermera voluntaria se acababa de casar con Zakaria Mansour El Hajji hacia menos de un mes. Bushra y Zakaria se conocieron trabajando en el hospital y se acabaron enamorando. “Es la mujer más hermosa del mundo. Estoy loco por ella. Espero que Alá nos regale muchos hijos, y pueda envejecer junto a ella”, confesaba el día de la pedida de mano este antiguo estudiante de ingeniería informática.
El bueno de Zakaria era el encargado de inscribir a todos los heridos y los muertos que llegaban al hospital, así como sacar fotografías de todas las víctimas anónimas y sin reclamar antes de que fueran enterradas en una fosa común en el cementerio de Alepo. El miércoles, Zakaria, tuvo que inscribir en su cuaderno el nombre de Bushar, su esposa. Ironías de la guerra.
Este hospital, que operaba las 24 horas del día, no tenía ni un segundo de tregua. Se había convertido en la punta de lanza de la atención primaria dentro de la ciudad de Alepo, a pesar de que en toda la zona rebelde había hasta ocho centros médicos más. Pero Dar al Shifa era un símbolo. Y en una guerra, lo primero que se derriban son los símbolos. “Dar al Shifa ahora es solo un recuerdo para todas las personas que han estado en Alepo, pero en el futuro lo volveremos a levantar para continuar atendiendo a los heridos. Dar al Shifa era solo un símbolo; pero nuestro mensaje era el que transmitíamos todas las personas que allí trabajábamos. Vamos a continuar salvando vidas y aliviando el dolor y el sufrimiento de todos los que acudan a nosotros”, confesaba este médico al periodista estadounidense Robert King. “En menos de 48 horas habrá otro hospital operativo donde seguiremos trabajando para salvar más vidas”, añadió el doctor.
Osman es un símbolo en sí mismo. Este doctor de aspecto frágil y menudo, apenas dormía: “Cuatro o cinco horas al día, cuando tengo suerte”, confesaba hace menos de un mes. Con su sempiterna bata verde y su linterna en la frente, muchas veces tenía que operar a oscuras debido a los cortes de luz, representaba el espíritu de este hospital.
“Nos debemos a los civiles. Nada ni nadie nos amedrentará por muchas bombas que nos disparen. Para todos los que estamos aquí será un orgullo dar la vida por nuestro pueblo y por la libertad”, comentaba. Ocho días antes de este brutal ataque contra Dar al Shifa, el doctor Osman sacó a sus dos hijos, Omar y Rashad, del hospital donde vivían junto con su mujer, también enfermera. Hoy, viendo el estado en el que ha quedado el edificio puede sentirse afortunado. La habitación que ocupaba junto con su familia no son más que cascotes y escombros.
Los dos obuses lanzados por el avión de combate impactaron de lleno contra las oficinas y las habitaciones que usaban los doctores. La explosión acabó por hundir el edificio; los cascotes engulleron a todos los que se encontraban en la calle en ese momento. Entre las víctimas confirmadas se encuentran varios niños, dos guardias de seguridad del hospital, el doctor Abu Faisal y una enfermera; además hay otros cinco enfermeros y varios médicos con diversas heridas, entre el personal médico; el resto de víctimas mortales son gente que estaba esperando noticias de sus familiares.
A los que han vivido en primera persona la batalla por la ciudad de Alepo, la destrucción de este hospital no ha sido una sorpresa; al contrario, lo sorprendente es que haya durado tanto tiempo en pie, y que el régimen no hubiese afinado mucho más la puntería. El vuelo rasante de los aviones de combate sobre el barrio de Shaar o los obuses barriendo los edificios cercanos eran la tónica general a la que se enfrentaban los que allí vivían, incluido la prensa occidental que en más de una ocasión vivió en primera persona como algún obús impactaba de lleno contra la parte superior del edificio llenando de cascotes la principal avenida de este barrio. El régimen sirio se ha apuntado un tanto muy importante destruyendo este símbolo. Pero la determinación de los doctores, encabezados por Osman, parece intacta y se afanarán para que Dar al Shifa resurja.
El escritor francés François Fénelon escribió una vez: “La guerra es un mal que deshonra el género humano”. Visto el estado en el que ha quedado el hospital Dar al Shifa, calificar a los responsables de este ataque sería una temeridad.
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