Wang Lijun: De «superpolicía» a criminal arrepentido
Sentenciado a 15 años de cárcel el agente que destapó el escándalo de Bo Xilai al intentar desertar a un Consulado de Estados Unidos
Día 25/09/2012 - 02.10h
Inspiró la serie de televisión «El espíritu de los policías con sangre de hierro», protagonizó libros como la hagiografía «La leyenda del tigre de Siberia» y era considerado «el defensor de la ley y el orden» en China. A sus 52 años, practicaba artes marciales y, cuando llevaba a cabo una redada en algún garito, no dudaba en anunciar su entrada disparando al aire para aterrorizar a los delincuentes. Pero ayer fue sentenciado a 15 años de cárcelpor intento de deserción, abuso de poder y corrupción. De superhéroe a criminal arrepentido. Esa es la trayectoria que ha seguido Wang Lijun, el policía que destapó el escándalo de Bo Xilai, el alto cargo del Partido Comunista depuesto por corrupción y cuya esposa fue condenada a muerte en agosto por asesinar a su socio británico.
Como jefe de Policía de Chongqing, la infernal megalópolis de 30 millones de habitantes que dirigía Bo Xilai, Wang Lijun era su mano derecha y le había ayudado a limpiar las calles con una polémica campaña contra el crimen y la corrupción que se saldó con 2.000 detenciones, 500 procesamientos y 13 ejecuciones, incluyendo al anterior responsable de la Oficina Judicial por corrupción y violación. Tan vasta operación le valió el aplauso del público y los medios, pero los abogados de los detenidos denunciaron torturas en los interrogatorios y prácticas ilegales como falsificación de pruebas y confiscación del patrimonio de los arrestados.
Wang Lijun, que había empezado dirigiendo el tráfico en una pequeña y gris ciudad del norte de China, imponía por fin su ley bajo las órdenes de Bo Xilai, secretario del Partido Comunista en Chongqing. Sin embargo, su alianza se rompió en febrero, cuando Wang Lijun huyó a la vecina ciudad de Chengdu y se refugió durante un día en el Consulado de Estados Unidos temiendo por su vida. Allí desveló que la esposa de su superior, Gu Kailai, había envenenado en noviembre a Neil Heywood, el socio británico que estaba ayudando a la pareja a evadir fuera de China la fortuna que habían amasado ilegalmente. En un principio, Wang Lijun encubrió el crimen, pero luego tiró de la manta al entregarse a un alto cargo del Ministerio de Seguridad Pública que voló desde Pekín para detenerlo y, de paso, rescatarlo de los secuaces de Bo Xilai que le pisaban los talones.
Aunque los cargos que pesaban contra él por intento de deserción eran muy graves, el Tribunal Popular Intermedio de Chengdu ha rebajado la pena porque Wang Lijun colaboró con la investigación para esclarecer el caso Bo Xilai. «Reconozco y confieso la culpabilidad que me imputa la Fiscalía y muestro mi arrepentimiento. A las organizaciones del Partido, a la gente y a los familiares que se han preocupado por mí, quiero decirles aquí y sinceramente: lo siento mucho, os he decepcionado», admitió en unas declaraciones citadas por Xinhua.
Tras su condena, el régimen intenta resolver el escándalo de Bo Xilai antes del relevo en el poder previsto para el XVIII Congreso del Partido Comunista, que se celebrará, probablemente, a partir de mediados de octubre. Dicho cónclave aupará a Xi Jinping como sucesor del presidente Hu Jintao y, además, renovará a siete de los nueve miembros de su todopoderoso Comité Permanente del Politburó, para el que se había postulado el carismático Bo Xilai.
Defenestrado en marzo por corrupción e investigado por la Comisión Disciplinaria del Partido, la cuestión estriba en saber si es también procesado como cómplice del crimen perpetrado por su esposa. Hasta ahora, el régimen había desligado la causa penal contra Gu Kailai de los cargos que se le imputan a Bo Xilai, investigado a nivel interno. Pero, por primera vez, la agencia estatal de noticias Xinhua difundió la semana pasada que el jefe de Policía Wang había informado del asesinato al «máximo responsable del Comité del Partido Comunista en Chongqing». Aunque el despacho no citaba directamente su nombre, podría indicar que una acusación criminal se cierne sobre Bo Xilai, cuya caída en desgracia ha desvelado la corrupción reinante y desatado la lucha de poder en el régimen chino.
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