La guerra llega a la milenaria Alepo
Los rebeldes redoblan su ofensiva en la capital económica siria
El Ejército logra reconquistar algunas zonas de Damasco causando estragos entre los civiles
Álvaro de Cózar / Ignacio Cembrero Beirut / Madrid20 JUL 2012 - 20:35 CET
Malherido, el régimen de Bachar el Asad es aún capaz de seguir dando zarpazos. Logra incluso innovar algo en su política de comunicación para levantar la moral de sus fieles decaída por su pérdida de ciudades y pueblos y por la brutal decapitación de la cúpula militar y de seguridad.
El Ejército regular embistió en el sur de Damasco, donde se lucha desde el domingo por la tarde. Retomó, al menos en parte, las barriadas de Jobar, Kefar Suse y Qabun causando estragos entre la población civil. La ofensiva empezó el jueves y la remató ayer viernes.
No en balde fue el jueves, el día en que arrancó la ofensiva gubernamental, la jornada más mortífera en Siria desde que la sublevación, hace más de 16 meses. A causa de los bombardeos y de los combates murieron 206 civiles y 98 soldados leales a El Asad, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El balance del viernes tiende a ser similar.
Pero cuando el régimen logró retomar la iniciativa militar en Damasco, se reactiva otro frente, el de Alepo, la capital económica de Siria, hasta ahora algo aletargada. Hasta mediados de semana los rebeldes armados habían progresado en sus suburbios —las imágenes muestran la toma de la sede del partido Baaz en Al Baab y derribo de un francotirador, pero el viernes pasaron al ataque en la misma ciudad adueñándose del barrio de Salah al Dine y enfrentándose a los carros de combate en los alrededores del estadio Hamdanié—. Allí donde no se disparaba las protestas eran muy concurridas.
En Damasco fue en Al Midan, el más céntrico de los barrios conquistados por el Ejército Sirio Libre (ESL), compuesto mayoritariamente por desertores, donde el régimen se apuntó su mayor tanto. La Guardia Republicana, unidad de élite, lo recuperó el viernes. Esa victoria produjo tal gozo al régimen que lo anunció a bombo y platillo. “Nuestras valientes fuerzas armadas han limpiado totalmente el área de Al Midan de los residuos de terroristas y mercenarios y han restablecido la seguridad”, informó la televisión estatal, que mostró imágenes del barrio destrozado, de presos maniatados y arrodillados y de armas ligeras incautadas al enemigo.
El Ejército regular hizo algo sin precedentes desde que empezó la guerra civil en Siria. Embarcó a varios periodistas sirios, entre ellos algunos corresponsales de medios extranjeros, en dos vehículos blindados de transporte de tropas y los llevó a visitar el campo de batalla. Se les permitió incluso interrogar a los soldados. “Nuestra moral es muy alta; devolveremos la esperanza a Siria”, declaró uno de ellos.
Otras imágenes televisivas mostraron a una docena de rebeldes muertos tras ser abatidos en las calles de Qaboun, pero la colocación ordenada de sus cuerpos en el asfalto, junto con sus armas, hace sospechar que fueron llevados a ese lugar para ser exhibidos ante las cámaras.
Los zarpazos el régimen no los ha asestado solo a los rebeldes armados sino a civiles indefensos. Como cada viernes los fieles que acudieron a las mezquitas de Damasco intentaron manifestarse a la salida, solo que hoy eran menos numerosos porque el miedo vació las calles.
En la calle Khaled Iben al Walid, en pleno centro, un puñado de hombres hombres osó de sopetón a proferir gritos contra El Asad. No hubo advertencias de ningún tipo. Sin mediar palabra algunos shabihas (milicianos a las órdenes del régimen) les dispararon a quemarropa. Mataron a varios manifestantes.
Los anuncios de conquistas militares y las imágenes de enemigos presos “son nuevas y dan la impresión de que el régimen quiere administrarse una inyección de ánimo” después del atentado del miércoles, comenta un diplomático europeo recién llegado a Beirut desde Damasco. La explosión costó la vida al viceministro de Defensa y cuñado de El Asad, Asef Chawkat; al propio titular de Defensa, Daud Rajha, y al coordinador de la célula de crisis, Hassan Turkmani. Hoy también falleció, a causa de sus heridas, el general Hicham Ikhtar, jefe de la Seguridad Nacional.
“¡Dios, Siria, Bachar y nada más!”, coreaban los asistentes al funeral de los tres primeros muertos, según el holandés Sander van Hoorn, uno de los pocos periodistas extranjeros autorizados a trabajar en Damasco. En las exequias, que se celebraron en el monumento a los mártires del monte Qasiun, Van Hoorn no vio a nadie de la familia El Asad, empezando por el presidente.
Su ausencia no significa que esté haciendo las maletas para huir del país. El embajador ruso en Francia, Alexandre Orlov, declaró ante los micrófonos de Radio Francia Internacional que el presidente sirio “ha aceptado que se tiene que ir pero de manera civilizada”. Sus palabras suscitaron un sinfín de especulaciones sobre el exilio de El Asad a Rusia.
Rara vez el régimen sirio se apresuró tanto en desmentir una información. Un comunicado aseguró que las palabras de Orlov “carecían por completo de fundamento”. El Asad no se va, pero tampoco se deja ver.
Al-Assadi trasladó el testimonio de los guardas iraquíes a un periodista de la agencia francesa AFP en Bagdad. Después de acabar con el coronel, el ESL "ejecutó a 22 soldados del Ejército sirio [que se habían rendido] bajo la mirada de los soldados iraquíes" apostados enfrente, según explicó el viceministro, que no precisó en cuál de los puestos fronterizos tuvo lugar esta matanza, aunque probablemente fue el de Abou Kamal, en el valle del Eufrates.
Después de haber anunciado que el ESL se había apoderado de los dos puestos fronterizos con Irak, el Gobierno de Bagdad rectificó y señaló que el de Al Walid, en pleno desierto, seguía en manos de los leales a Bachar el Asad. Por él transitan a diario miles de ciudadanos iraquíes que en años anteriores habían huido de la violencia en su país, y que ahora emprenden el camino inverso para librarse de la guerra en Siria. Para acelerar esta repatriación el portavoz del Gobierno iraquí, Ali Dabbagh, anunció la puesta en marcha de un modesto puente aéreo entre Damasco y Bagdad.
El Ejército iraquí decidió ayer cerrar la frontera con Siria en la zona controlada por los insurgentes, construyendo muros de hormigón para protegerse ante el incremento de la violencia. El teniente general Ahmed al Jafayi, un alto cargo de Interior, confirmó que Irak había reforzado la seguridad en varios puntos clave de su frontera occidental, que mide 680 kilómetros, y había desplegado más efectivos e incrementado las patrullas.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados señaló hace dos años que 1,5 millones de iraquíes vivían en Siria -un país con 22 millones de habitantes- pero que solo 150.000 estaban registrados adecuadamente como refugiados.
El Ejército regular embistió en el sur de Damasco, donde se lucha desde el domingo por la tarde. Retomó, al menos en parte, las barriadas de Jobar, Kefar Suse y Qabun causando estragos entre la población civil. La ofensiva empezó el jueves y la remató ayer viernes.
No en balde fue el jueves, el día en que arrancó la ofensiva gubernamental, la jornada más mortífera en Siria desde que la sublevación, hace más de 16 meses. A causa de los bombardeos y de los combates murieron 206 civiles y 98 soldados leales a El Asad, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El balance del viernes tiende a ser similar.
Pero cuando el régimen logró retomar la iniciativa militar en Damasco, se reactiva otro frente, el de Alepo, la capital económica de Siria, hasta ahora algo aletargada. Hasta mediados de semana los rebeldes armados habían progresado en sus suburbios —las imágenes muestran la toma de la sede del partido Baaz en Al Baab y derribo de un francotirador, pero el viernes pasaron al ataque en la misma ciudad adueñándose del barrio de Salah al Dine y enfrentándose a los carros de combate en los alrededores del estadio Hamdanié—. Allí donde no se disparaba las protestas eran muy concurridas.
En Damasco fue en Al Midan, el más céntrico de los barrios conquistados por el Ejército Sirio Libre (ESL), compuesto mayoritariamente por desertores, donde el régimen se apuntó su mayor tanto. La Guardia Republicana, unidad de élite, lo recuperó el viernes. Esa victoria produjo tal gozo al régimen que lo anunció a bombo y platillo. “Nuestras valientes fuerzas armadas han limpiado totalmente el área de Al Midan de los residuos de terroristas y mercenarios y han restablecido la seguridad”, informó la televisión estatal, que mostró imágenes del barrio destrozado, de presos maniatados y arrodillados y de armas ligeras incautadas al enemigo.
El Ejército regular hizo algo sin precedentes desde que empezó la guerra civil en Siria. Embarcó a varios periodistas sirios, entre ellos algunos corresponsales de medios extranjeros, en dos vehículos blindados de transporte de tropas y los llevó a visitar el campo de batalla. Se les permitió incluso interrogar a los soldados. “Nuestra moral es muy alta; devolveremos la esperanza a Siria”, declaró uno de ellos.
Otras imágenes televisivas mostraron a una docena de rebeldes muertos tras ser abatidos en las calles de Qaboun, pero la colocación ordenada de sus cuerpos en el asfalto, junto con sus armas, hace sospechar que fueron llevados a ese lugar para ser exhibidos ante las cámaras.
Los zarpazos el régimen no los ha asestado solo a los rebeldes armados sino a civiles indefensos. Como cada viernes los fieles que acudieron a las mezquitas de Damasco intentaron manifestarse a la salida, solo que hoy eran menos numerosos porque el miedo vació las calles.
En la calle Khaled Iben al Walid, en pleno centro, un puñado de hombres hombres osó de sopetón a proferir gritos contra El Asad. No hubo advertencias de ningún tipo. Sin mediar palabra algunos shabihas (milicianos a las órdenes del régimen) les dispararon a quemarropa. Mataron a varios manifestantes.
Los anuncios de conquistas militares y las imágenes de enemigos presos “son nuevas y dan la impresión de que el régimen quiere administrarse una inyección de ánimo” después del atentado del miércoles, comenta un diplomático europeo recién llegado a Beirut desde Damasco. La explosión costó la vida al viceministro de Defensa y cuñado de El Asad, Asef Chawkat; al propio titular de Defensa, Daud Rajha, y al coordinador de la célula de crisis, Hassan Turkmani. Hoy también falleció, a causa de sus heridas, el general Hicham Ikhtar, jefe de la Seguridad Nacional.
“¡Dios, Siria, Bachar y nada más!”, coreaban los asistentes al funeral de los tres primeros muertos, según el holandés Sander van Hoorn, uno de los pocos periodistas extranjeros autorizados a trabajar en Damasco. En las exequias, que se celebraron en el monumento a los mártires del monte Qasiun, Van Hoorn no vio a nadie de la familia El Asad, empezando por el presidente.
Su ausencia no significa que esté haciendo las maletas para huir del país. El embajador ruso en Francia, Alexandre Orlov, declaró ante los micrófonos de Radio Francia Internacional que el presidente sirio “ha aceptado que se tiene que ir pero de manera civilizada”. Sus palabras suscitaron un sinfín de especulaciones sobre el exilio de El Asad a Rusia.
Rara vez el régimen sirio se apresuró tanto en desmentir una información. Un comunicado aseguró que las palabras de Orlov “carecían por completo de fundamento”. El Asad no se va, pero tampoco se deja ver.
La brutalidad se instala en ambos bandos
EL PAÍS
Los hombres del Ejército Sirio Libre (ESL, oposición) detuvieron al coronel sirio que mandaba el puesto fronterizo, y a continuación le cortaron los brazos y las piernas. El viceministro iraquí de Interior, Adnan al-Assadi, hizo, el jueves, por teléfono este relato espeluznante de la toma por los rebeldes armados sirios de uno de los cuatro puestos de policía y aduana por los que se puede cruzar de Siria a Irak. Los puestos estaban custodiados por un puñado de soldados del Ejército regular.Al-Assadi trasladó el testimonio de los guardas iraquíes a un periodista de la agencia francesa AFP en Bagdad. Después de acabar con el coronel, el ESL "ejecutó a 22 soldados del Ejército sirio [que se habían rendido] bajo la mirada de los soldados iraquíes" apostados enfrente, según explicó el viceministro, que no precisó en cuál de los puestos fronterizos tuvo lugar esta matanza, aunque probablemente fue el de Abou Kamal, en el valle del Eufrates.
Después de haber anunciado que el ESL se había apoderado de los dos puestos fronterizos con Irak, el Gobierno de Bagdad rectificó y señaló que el de Al Walid, en pleno desierto, seguía en manos de los leales a Bachar el Asad. Por él transitan a diario miles de ciudadanos iraquíes que en años anteriores habían huido de la violencia en su país, y que ahora emprenden el camino inverso para librarse de la guerra en Siria. Para acelerar esta repatriación el portavoz del Gobierno iraquí, Ali Dabbagh, anunció la puesta en marcha de un modesto puente aéreo entre Damasco y Bagdad.
El Ejército iraquí decidió ayer cerrar la frontera con Siria en la zona controlada por los insurgentes, construyendo muros de hormigón para protegerse ante el incremento de la violencia. El teniente general Ahmed al Jafayi, un alto cargo de Interior, confirmó que Irak había reforzado la seguridad en varios puntos clave de su frontera occidental, que mide 680 kilómetros, y había desplegado más efectivos e incrementado las patrullas.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados señaló hace dos años que 1,5 millones de iraquíes vivían en Siria -un país con 22 millones de habitantes- pero que solo 150.000 estaban registrados adecuadamente como refugiados.
La desesperada huida de los sirios
El avance rebelde recrudece las represalias del Ejército y exacerba el miedo de los sirios que arriesgan su vida en la huida hacia los países limítrofes
Fatima Ihya Mohamed guarda en su regazo una criatura diminuta e inconsolable, mientras espera que las autoridades de uno de los campos de refugiados de Jordania le den solución a alguno de sus acuciantes problemas. La criatura se llama Bayan y nació el miércoles. Ella cruzó la frontera desde Siria dos días antes, muerta de miedo, dolorida y a punto de parir, con su marido y sus dos hijos. Pagaron 115 euros a un contrabandista para salir de Deraa, el epicentro de la revuelta, asediado día y noche por el Ejército de Bachar el Asad.
No querían irse, por eso aguantaron hasta el último momento, escondidos en los sótanos, pero hace unos días los bombardeos dieron de lleno en la casa de su familia y muchos murieron. La joven parturienta y su marido interpretaron aquello como una señal. Había que irse de Siria.
Hicieron la travesía a pie y, al llegar a la frontera, el futuro padre subió a caballito a su mujer y trepó la valla tratando de sortear la alambrada de espino. Habían llegado sanos y salvos a Jordania. Los metieron en un campo de tránsito donde el sol abrasador no perdona ni debajo de la lona. Ahora buscan desesperados a algún jordano que les patrocine, lo que les permitiría abandonar el campo y buscarse una nueva vida.
El avance de los grupos rebeldes sobre Damasco, que comenzó el pasado domingo, ha provocado una reacción histérica del régimen, cuyo Ejército bombardea sin tregua y a la desesperada por todo el país. La población huye despavorida de las bombas y de la incertidumbre.
Decenas de miles de sirios han decidido en las últimas horas dejar atrás sus casas. Durante meses han aguantado la artillería pesada y los francotiradores, pero ahora les aterroriza lo que pueda pasar durante los que consideran los últimos coletazos del régimen. Temen que un Ejército en estado de descomposición se entregue al pillaje, a las violaciones y a las ejecuciones. Prefieren arriesgar la vida en la ruleta rusa en la que se ha convertido transitar las vías de salida del país.
A Ramtha, la localidad jordana pegada a la frontera siria donde se escuchan los bombardeos sobre Deraa a diario, llegan los refugiados en medio de la noche. Se cuentan por miles. Llegan después de atravesar entre dos y cinco kilómetros a pie, a oscuras y en el mejor de los casos protegidos por las huestes del Ejército Libre Sirio (ELS), que ejercen de escudos humanos. Los soldados del presidente Bachar el Asad están al acecho y disparan a todo lo que se mueve. Después, hay que sortear la valla de alambre de espino, antes de dar con las patrullas jordanas que acuden al socorro de los refugiados.
La heroica huida de Ihya Mohamed tiene poco que envidiar a la de Um Khader, otra madre siria, de Homs, en el oeste del país, que acaba de llegar a Ramtha con sus 10 hijos a cuestas. Todavía no se pueden creer que hayan sido capaces de sobrevivir a la emboscada que les tendió el Ejército. Un vehículo les dejó a las diez de la noche en el sendero de Tal Shab, desde donde empezarían la caminata. Eran un grupo grande, de unas 150 personas, la mayoría de ellas mujeres y niños, escudados por soldados del Ejército Libre. “El terreno es muy malo. Perdimos los zapatos. A los niños se les enganchaban los pies entre las plantas. Tenían mucho miedo. Algunos lloraban”, relata Um Khader en una habitación sucia y maloliente en la que los han instalado. “Entonces empezamos a escuchar disparos. Tiraban a los pies. Corrimos de vuelta a los coches y lo intentamos por otro camino”.
Escenas como estas se repiten cada noche en la campiña siria. Niños que lloran, disparos a los bultos que se mueven en la oscuridad. Al hospital de Ramtha llegan a diario entre tres y diez heridos, cuenta Saleh Darakte, el supervisor del centro. “La mayoría tiene heridas de bala en la parte baja de la espalda o en las piernas. A algunos los hieren en el camino. A otros, les alcanza algún disparo en su ciudad y los evacuan como pueden. Vienen transportados en camillas por los activistas campo a través”.
Hace meses que los ciudadanos de a pie no utilizan los hospitales sirios. Saben que pueden entrar heridos y salir muertos. Los opositores aseguran que en los hospitales ejecutan o detienen a cualquiera que no sea militar y que llegue con heridas, porque los consideran sospechosos de haber participado en manifestaciones en contra del régimen. A algunos heridos los atienden a escondidas en sus casas. Otros prefieren arriesgarse e intentar cruzar la frontera. Los hay, dice Darakte, que mueren por el camino.
Abu Ali es un activista que se encarga de coordinar el reparto de heridos sirios en los hospitales de la frontera jordana. Conoce al detalle las rutas. Cuenta que los caminos más cortos son los peligrosos porque están más vigilados. Asegura también que los puntos de salida están ahora saturados. Que ahora mismo en Deraa hay 3.000 personas esperando su turno para salir de la ciudad. “En esta última etapa, la presión es enorme. Empieza el Ramadán, bombardean desde aviones, helicópteros, la gente quiere salir cuanto antes”. Suena el teléfono y Abu Ali tiene que irse. Han herido a una chica joven en la frontera y hay que correr a buscarla.
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No querían irse, por eso aguantaron hasta el último momento, escondidos en los sótanos, pero hace unos días los bombardeos dieron de lleno en la casa de su familia y muchos murieron. La joven parturienta y su marido interpretaron aquello como una señal. Había que irse de Siria.
Hicieron la travesía a pie y, al llegar a la frontera, el futuro padre subió a caballito a su mujer y trepó la valla tratando de sortear la alambrada de espino. Habían llegado sanos y salvos a Jordania. Los metieron en un campo de tránsito donde el sol abrasador no perdona ni debajo de la lona. Ahora buscan desesperados a algún jordano que les patrocine, lo que les permitiría abandonar el campo y buscarse una nueva vida.
El avance de los grupos rebeldes sobre Damasco, que comenzó el pasado domingo, ha provocado una reacción histérica del régimen, cuyo Ejército bombardea sin tregua y a la desesperada por todo el país. La población huye despavorida de las bombas y de la incertidumbre.
Decenas de miles de sirios han decidido en las últimas horas dejar atrás sus casas. Durante meses han aguantado la artillería pesada y los francotiradores, pero ahora les aterroriza lo que pueda pasar durante los que consideran los últimos coletazos del régimen. Temen que un Ejército en estado de descomposición se entregue al pillaje, a las violaciones y a las ejecuciones. Prefieren arriesgar la vida en la ruleta rusa en la que se ha convertido transitar las vías de salida del país.
Los huidos llegan a Jordania tras hacer cinco kilómetros a pie y a oscuras. Cerca de 120.000 sirios han buscado refugio en Líbano, Jordania, Turquía e Irak, según el recuento de la agencia de la ONU para los refugiados, que ayer alertó de la gravedad de la situación. Hasta un millón de sirios se han convertido en desplazados internos dentro del país por el conflicto armado.
La heroica huida de Ihya Mohamed tiene poco que envidiar a la de Um Khader, otra madre siria, de Homs, en el oeste del país, que acaba de llegar a Ramtha con sus 10 hijos a cuestas. Todavía no se pueden creer que hayan sido capaces de sobrevivir a la emboscada que les tendió el Ejército. Un vehículo les dejó a las diez de la noche en el sendero de Tal Shab, desde donde empezarían la caminata. Eran un grupo grande, de unas 150 personas, la mayoría de ellas mujeres y niños, escudados por soldados del Ejército Libre. “El terreno es muy malo. Perdimos los zapatos. A los niños se les enganchaban los pies entre las plantas. Tenían mucho miedo. Algunos lloraban”, relata Um Khader en una habitación sucia y maloliente en la que los han instalado. “Entonces empezamos a escuchar disparos. Tiraban a los pies. Corrimos de vuelta a los coches y lo intentamos por otro camino”.
Escenas como estas se repiten cada noche en la campiña siria. Niños que lloran, disparos a los bultos que se mueven en la oscuridad. Al hospital de Ramtha llegan a diario entre tres y diez heridos, cuenta Saleh Darakte, el supervisor del centro. “La mayoría tiene heridas de bala en la parte baja de la espalda o en las piernas. A algunos los hieren en el camino. A otros, les alcanza algún disparo en su ciudad y los evacuan como pueden. Vienen transportados en camillas por los activistas campo a través”.
Hace meses que los ciudadanos de a pie no utilizan los hospitales sirios. Saben que pueden entrar heridos y salir muertos. Los opositores aseguran que en los hospitales ejecutan o detienen a cualquiera que no sea militar y que llegue con heridas, porque los consideran sospechosos de haber participado en manifestaciones en contra del régimen. A algunos heridos los atienden a escondidas en sus casas. Otros prefieren arriesgarse e intentar cruzar la frontera. Los hay, dice Darakte, que mueren por el camino.
Abu Ali es un activista que se encarga de coordinar el reparto de heridos sirios en los hospitales de la frontera jordana. Conoce al detalle las rutas. Cuenta que los caminos más cortos son los peligrosos porque están más vigilados. Asegura también que los puntos de salida están ahora saturados. Que ahora mismo en Deraa hay 3.000 personas esperando su turno para salir de la ciudad. “En esta última etapa, la presión es enorme. Empieza el Ramadán, bombardean desde aviones, helicópteros, la gente quiere salir cuanto antes”. Suena el teléfono y Abu Ali tiene que irse. Han herido a una chica joven en la frontera y hay que correr a buscarla.
Irak cierra la frontera con Siria en la zona controlada por los rebeldes
El Ejército Sirio Libre se apodera de todos los puestos fronterizos con la provincia de Al Anbar
Un líder del ESL afirma que las tropas gubernamentales sirias huyeron de ocho puestos
El Gobierno iraquí ha decidido cerrar la frontera con Siria en la zona controlada por los rebeldes, que ayer se apoderaron de los puestos fronterizos enfrente de la provincia de Al Anbar, además de hacerse con el control de otros dos limítrofes con Turquía. Las autoridades iraquíes han ordenado reforzar el despliegue del Ejército en esa región, según ha informado el alcalde de una de las localidades próximas al estratégico puesto sirio de Boukamal. Una fuente de la policía iraquí y Malek Kurdi, el número dos del Ejército Sirio Libre (ESL), han confirmado que además de ese puesto, hay otros siete en manos de los rebeldes.
"El puesto de Qaim, situado frente a Boukamal, está cerrado y permanece bajo control del Ejército iraquí", ha explicado el primer edil de esa localidad fronteriza de Irak, que ha detallado que los militares también se han puesto al frente de otros puestos aduaneros.
El alcalde ha asegurado que en Boukamal el ESL ha izado la bandera siria de los tiempos de la independencia, que se ha convertido en un símbolo de la revolución. El número dos del ESL ha explicado por teléfono desde Turquía que las tropas gubernamentales sirias huyeron de los ocho puestos de la frontera con Irak.
La ofensiva de los sublevados por el control de los puestos fronterizos con Turquía e Irak comenzó el jueves, un día después del mayor atentado sufrido por las fuerzas del régimen desde que comenzó la revuelta a mediados de marzo de 2011. Un atentado suicida en Damasco acabó el miércoles con la vida del ministro de Defensa, Daud Rajha, y su viceministro y cuñado del presidente Bachar el Asad, Asef Shawkat.
Mientras los combates continúan en la capital siria, donde, según un residente del barrio de Qanawat, los rebeldes atacaron el jueves la comisaría de Policía más grande, El Asad está práticamente desaparecido. Varios líderes de la oposición en el exilio y fuentes diplomáticas occidentales afirman que, tras el atentado, el dictador se ha trasladado a Latakia, en la región alauí. En el intento de desmentir esas versiones, la televisión siria y la agencia oficial de noticias SANA mostraron el jueves por la tarde imágenes de la toma de posesión del nuevo ministro de Defensa junto a El Asad, pero sin dar detalles de la fecha y el lugar en que fueron rodadas.
"El puesto de Qaim, situado frente a Boukamal, está cerrado y permanece bajo control del Ejército iraquí", ha explicado el primer edil de esa localidad fronteriza de Irak, que ha detallado que los militares también se han puesto al frente de otros puestos aduaneros.
El alcalde ha asegurado que en Boukamal el ESL ha izado la bandera siria de los tiempos de la independencia, que se ha convertido en un símbolo de la revolución. El número dos del ESL ha explicado por teléfono desde Turquía que las tropas gubernamentales sirias huyeron de los ocho puestos de la frontera con Irak.
La ofensiva de los sublevados por el control de los puestos fronterizos con Turquía e Irak comenzó el jueves, un día después del mayor atentado sufrido por las fuerzas del régimen desde que comenzó la revuelta a mediados de marzo de 2011. Un atentado suicida en Damasco acabó el miércoles con la vida del ministro de Defensa, Daud Rajha, y su viceministro y cuñado del presidente Bachar el Asad, Asef Shawkat.
Mientras los combates continúan en la capital siria, donde, según un residente del barrio de Qanawat, los rebeldes atacaron el jueves la comisaría de Policía más grande, El Asad está práticamente desaparecido. Varios líderes de la oposición en el exilio y fuentes diplomáticas occidentales afirman que, tras el atentado, el dictador se ha trasladado a Latakia, en la región alauí. En el intento de desmentir esas versiones, la televisión siria y la agencia oficial de noticias SANA mostraron el jueves por la tarde imágenes de la toma de posesión del nuevo ministro de Defensa junto a El Asad, pero sin dar detalles de la fecha y el lugar en que fueron rodadas.
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Dos centenares de muertos por la represión del régimen de Asad
Imagen facilitada por la oposición de un tanque de las fuerzas de Asad supuestamente en Damasco. | Afp
- La mayoría de las víctimas eran de Damasco y sus alrededores
El número de muertos ayer, viernes, por la represión de los leales al presidente Bachar al Asad en Siria alcanzó los dos centenares, la mayoría en Damasco y sus alrededores, denunciaron hoy los grupos de la oposición.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos señaló que 192 personas fallecieron, mientras que la Comisión General de la Revolución Siria situó la cifra en 210 y los Comités de Coordinación Local, en 286.
La mayor parte de las víctimas perecieron en la capital y su periferia donde se registraron choques entre los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) y las fuerzas gubernamentales, que bombardearon varias zonas.
Los enfrentamientos se centraron ayer en el barrio de Al Mezzeh, en el suroeste de la capital, después de que las autoridades anunciaran que habían recuperado el control del céntrico distrito de Al Midan tras expulsar a "terroristas y mercenarios".
Además, los helicópteros y la artillería del régimen bombardearon varias localidades de la periferia de Damasco como Arbín, Kafarein, Yalda, Al Sabina, Daraya, Babila y Muadamiya al Sham y Zabadani.
Esta mañana, los grupos opositores apenas han informado de ataques por parte del régimen en Damasco y sus afueras: La única zona en la que, según la oposición, se han registrado incidentes ha sido Shaba, en el sureste, donde las fuerzas gubernamentales han irrumpido tras bombardearla.
El ejército sirio bombardea hoy de forma intensa la ciudad de Homs, en el centro del país, donde los barrios de Al Jalediya, Yuret al Sheij y Qarabis son atacados, subrayó la Comisión.
Estas informaciones no han podido ser verificadas de forma independiente por las restricciones impuestas por el régimen a los periodistas para trabajar.
El Consejo de Seguridad de la ONU decidió ayer por unanimidad ampliar durante un "periodo final de 30 días" la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), cuyo mandato expiraba el viernes.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos señaló que 192 personas fallecieron, mientras que la Comisión General de la Revolución Siria situó la cifra en 210 y los Comités de Coordinación Local, en 286.
La mayor parte de las víctimas perecieron en la capital y su periferia donde se registraron choques entre los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) y las fuerzas gubernamentales, que bombardearon varias zonas.
Los enfrentamientos se centraron ayer en el barrio de Al Mezzeh, en el suroeste de la capital, después de que las autoridades anunciaran que habían recuperado el control del céntrico distrito de Al Midan tras expulsar a "terroristas y mercenarios".
Además, los helicópteros y la artillería del régimen bombardearon varias localidades de la periferia de Damasco como Arbín, Kafarein, Yalda, Al Sabina, Daraya, Babila y Muadamiya al Sham y Zabadani.
Esta mañana, los grupos opositores apenas han informado de ataques por parte del régimen en Damasco y sus afueras: La única zona en la que, según la oposición, se han registrado incidentes ha sido Shaba, en el sureste, donde las fuerzas gubernamentales han irrumpido tras bombardearla.
Denuncian bombardeos intensos
Los Comités subrayaron que hay varias víctimas en Shaba, que se encuentra de camino entre Damasco y su aeropuerto.El ejército sirio bombardea hoy de forma intensa la ciudad de Homs, en el centro del país, donde los barrios de Al Jalediya, Yuret al Sheij y Qarabis son atacados, subrayó la Comisión.
Estas informaciones no han podido ser verificadas de forma independiente por las restricciones impuestas por el régimen a los periodistas para trabajar.
El Consejo de Seguridad de la ONU decidió ayer por unanimidad ampliar durante un "periodo final de 30 días" la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), cuyo mandato expiraba el viernes.
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