Internacional
Atentado de Damasco: del desayuno envenenado a la ambulancia bomba
El Ejército Libre Sirio relata los supuestos preparativos del ataque terrorista que descabezó a la cúpula militar del régimen de Al Assad. Hay otras dos versiones del atentado
Día 19/07/2012 - 09.46h
El rebelde Ejército Libre Sirio (ELS) se atribuyó ayer la autoría del atentado en la sede de la Seguridad Nacional en Damasco, durante una reunión de responsables gubernamentales, que causó la muerte del ministro de Defensa y del cuñado del presidente, Bachar al Assad.
Uno de los presuntos organizadores del ataque, Muayed al Zuabi, explicó a Efe que lo llevaron a cabo en coordinación con los agentes de seguridad del edificio y un cocinero de la sede, que les puso en contacto con los guardias que simpatizaban con la revolución.
Al Zuabi detalló que colocaron veneno en el desayuno de los responsables políticos y de seguridad que acudieron a la reunión, quienes, al encontrarse mal, pidieron una ambulancia, que al final resultó ser un vehículo cargado con explosivos por el ELS.
El ataque se enmarca en la llamada operación «Volcán de Damasco, terremoto de Siria», lanzada en la capital en los últimos días, y que fue desarrollada por la Brigada del Islam, perteneciente al ELS, señaló Al Zuabi.
El opositor subrayó que en un principio tenían pensado atentar solo contra un responsable político, un asunto que fue tratado durante una reunión el miércoles pasado de los comandantes de operaciones de la Brigada del Islam. Sin embargo, «dos días después, la persona que teníamos infiltrada (el cocinero) nos informó de que iba a haber una reunión en la que iban a asistir todos los miembros del Gabinete de crisis, que incluye a ministros y altos rangos del ejército y la seguridad, así que cambiamos el plan».
Asimismo, dijo que el plan fue modificado a última hora porque en un principio querían que los agentes de seguridad a favor de los insurgentes colocaran bombas en la sede de la Seguridad Nacional para detonarlas después de que el veneno hiciera efecto, pero al final optaron por enviar una ambulancia cargada con explosivos.
«Los hombres sobre el terreno cambiaron el plan sobre la marcha, y cuando las personalidades empezaron a sentirse mal enviamos una ambulancia conducida por un agente del ELS llena de explosivos», apuntó Al Zuabi.
Al Zuabi indicó que se emplearon 90 kilogramos de material explosivo y que la ambulancia pudo entrar en el recinto del edificio de la Seguridad Nacional debido a la confusión reinante después de que los responsables envenenados comenzaran a sentirse mal.
El ministro sirio de Defensa, el general Daud Abdelá Rayiha, y el viceministro de esta cartera, Asef Shaukat, cuñado del presidente Al Asad, fallecieron por la explosión en la sede de la Seguridad Nacional en la capital, en la que resultaron heridos varios responsables gubernamentales. El estallido ocurrió cuando se celebraba una reunión de varios ministros y responsables de seguridad.
Terrorista suicida o bombas en el edificio
Un supuesto grupo rebelde islamista llamado Liwa al Islam ('La Brigada del Islam') también se ha atribuido a través de Facebook la autoría del atentado. «Nos complace informar al pueblo de Siria, y especialmente a los habitantes de la capital, de que la Oficina de Seguridad Nacional, que incluye la denominada célula de gestión de crisis ha sido atacada con un artefacto explosivo por la brigada Sayyed al Shuhada de Liwa al Islam», dice el comunicado. «Han muerto varios de los pilares del régimen», añade.
Una fuente de las fuerzas de seguridad sirias ha dicho a Reuters que el ataque fue perpetrado por un guardaespaldas del círculo de Al Assad que detonó unos explosivos durante una reunión en la que participaban varios ministros y los principales responsables de la seguridad y la defensa.
Un portavoz de Liwa al Islam, Abu Ammar, ha declarado por teléfono: «Sí, el atentado lo llevamos a cabo nosotros, pero no lo hizo un suicida». «Nuestros hombres lograron colocar bombas de fabricación casera en el edificio de cara a la reunión. Hemos estado planeándolo durante un mes», ha explicado.
El Ejército sirio se comprometió a perseguir a los autores del atentado de hoy en Damasco para eliminarlos y «limpiar la patria de maldad», en un comunicado leído en la televisión oficial.
El Consejo de Seguridad de la ONU vota hoy el proyecto de resolución que amenaza con imponer sanciones al régimen sirio y al que Rusia se opone.
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Un general y un cuñado, claves en el círculo más íntimo del presidente
El ministro sirio de Defensa asesinado este miércoles era también vicepresidente de la Comandancia General del Ejército y del Consejo de Ministros de Siria
Ángeles Espinosa Dubai
El atentado de hoy contra la cúpula de seguridad del régimen sirio constituye el mayor golpe a Bachar el Asad desde el inicio del levantamiento popular hace 16 meses. Aunque no signifique su inmediata caída, analistas y observadores apuntan que las muertes, entre otros del ministro y viceministro de Defensa, van a debilitar el apoyo con el que todavía cuenta y pueden acelerar las deserciones de alto nivel. No solo resulta cada vez más complicado sustituir a esas personas clave, sino que lo ocurrido aumenta el nivel de desconfianza del presidente hacia sus colaboradores.
“Indica que los autores han sido capaces de penetrar en el círculo íntimo de El Asad”, interpreta Theodore Karasik, director del centro de análisis militar INEGMA en Dubái. Ahora, advierte, “ante la defección de generales clave, El Asad tiene que buscar entre sus leales”.
El general Asef Shawkat, formalmente el número dos del Ministerio de Defensa, era nada menos que el marido de la hermana mayor del presidente y uno de sus más próximos colaboradores en asuntos de seguridad. En un sistema basado en las lealtades personales y de clan, esa relación entre cuñados pesaba mucho más que los galones o el cargo oficial, y había sobrevivido a importantes tensiones familiares. EE UU y la UE le incluyeron el año pasado en la lista de sancionados por su responsabilidad en la represión de las manifestaciones.
Shawkat (Tartus, 1950), que procedía de una familia alauí como los El Asad, estudió derecho en la Universidad de Damasco y se unió al Ejército en los años setenta del siglo pasado. Tuvo una carrera militar normal hasta que se casó con Bushra, la primogénita de Hafez el Asad, en 1995, tras vencer las reticencias familiares. Fue a partir de entonces cuando se acercó a Bachar. Pero la relación tuvo sus altos y sus bajos. Maher, el hermano menor del presidente, nunca confío plenamente en su cuñado y en 1999 se rumoreó que le había disparado hiriéndole en el estómago.
Tras los atentados del 11-S, el general Shawkat se convirtió en uno de los principales intermediarios entre Bachar y las agencias de espionaje de EE UU y Europa. En 2005 asumió oficialmente la dirección de los servicios secretos militares que venía ejerciendo de facto. Ese mismo año, su nombre y el de Maher aparecen mencionados en un informe de la ONU entre los sospechosos del asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri. Sus relaciones (y las del régimen) con EE UU se enfrían y Washington le incluye en su lista de “nacionales especialmente designados” bajo la acusación de orquestar “la dominación siria de Líbano” y “fomentar el terrorismo”.
En 2008, en medio de los rumores sobre un intento de golpe de Estado, en Damasco se especula con que ha perdido el favor del presidente, pero sigue en su puesto. Cuando en 2010 fue relevado, algunas fuentes de la oposición lo interpretaron como una degradación. Sin embargo, su nombramiento como viceministro de Defensa el pasado septiembre volvió a poner de relieve la confianza de su cuñado.
“Las decisiones del Ministerio de Defensa se toman en lo más profundo del círculo íntimo de El Asad”, opina Karasik.
Con todo, el ministro de Defensa Daud Rayiha es el más alto cargo del régimen muerto desde que empezó el levantamiento para derribar a El Asad. Rayiha (Damasco, 1947), un general que con anterioridad fue jefe del Estado Mayor, era también el cristiano de mayor rango en el Gobierno. Su nombramiento el año pasado, en medio de la revuelta, fue interpretado como un mensaje a esa comunidad. Los cristianos, un 10% de los 22 millones de sirios, se han mantenido en general del lado del régimen por temor a un triunfo islamista que, como ha sucedido en Irak, acabe con las libertades que disfrutan bajo el sistema laico actual.
A mediados de mayo pasado, los generales ahora muertos y varios de los responsables heridos ya fueron objeto de un intento de envenenamiento. Entonces, algunos activistas llegaron a anunciar su muerte, pero Hasan Turkomani, un colaborador del vicepresidente fallecido junto a Shawkat y Rayiha, apareció en la televisión estatal para desmentirlo.
“Indica que los autores han sido capaces de penetrar en el círculo íntimo de El Asad”, interpreta Theodore Karasik, director del centro de análisis militar INEGMA en Dubái. Ahora, advierte, “ante la defección de generales clave, El Asad tiene que buscar entre sus leales”.
El general Asef Shawkat, formalmente el número dos del Ministerio de Defensa, era nada menos que el marido de la hermana mayor del presidente y uno de sus más próximos colaboradores en asuntos de seguridad. En un sistema basado en las lealtades personales y de clan, esa relación entre cuñados pesaba mucho más que los galones o el cargo oficial, y había sobrevivido a importantes tensiones familiares. EE UU y la UE le incluyeron el año pasado en la lista de sancionados por su responsabilidad en la represión de las manifestaciones.
Shawkat (Tartus, 1950), que procedía de una familia alauí como los El Asad, estudió derecho en la Universidad de Damasco y se unió al Ejército en los años setenta del siglo pasado. Tuvo una carrera militar normal hasta que se casó con Bushra, la primogénita de Hafez el Asad, en 1995, tras vencer las reticencias familiares. Fue a partir de entonces cuando se acercó a Bachar. Pero la relación tuvo sus altos y sus bajos. Maher, el hermano menor del presidente, nunca confío plenamente en su cuñado y en 1999 se rumoreó que le había disparado hiriéndole en el estómago.
Tras los atentados del 11-S, el general Shawkat se convirtió en uno de los principales intermediarios entre Bachar y las agencias de espionaje de EE UU y Europa. En 2005 asumió oficialmente la dirección de los servicios secretos militares que venía ejerciendo de facto. Ese mismo año, su nombre y el de Maher aparecen mencionados en un informe de la ONU entre los sospechosos del asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri. Sus relaciones (y las del régimen) con EE UU se enfrían y Washington le incluye en su lista de “nacionales especialmente designados” bajo la acusación de orquestar “la dominación siria de Líbano” y “fomentar el terrorismo”.
En 2008, en medio de los rumores sobre un intento de golpe de Estado, en Damasco se especula con que ha perdido el favor del presidente, pero sigue en su puesto. Cuando en 2010 fue relevado, algunas fuentes de la oposición lo interpretaron como una degradación. Sin embargo, su nombramiento como viceministro de Defensa el pasado septiembre volvió a poner de relieve la confianza de su cuñado.
“Las decisiones del Ministerio de Defensa se toman en lo más profundo del círculo íntimo de El Asad”, opina Karasik.
Con todo, el ministro de Defensa Daud Rayiha es el más alto cargo del régimen muerto desde que empezó el levantamiento para derribar a El Asad. Rayiha (Damasco, 1947), un general que con anterioridad fue jefe del Estado Mayor, era también el cristiano de mayor rango en el Gobierno. Su nombramiento el año pasado, en medio de la revuelta, fue interpretado como un mensaje a esa comunidad. Los cristianos, un 10% de los 22 millones de sirios, se han mantenido en general del lado del régimen por temor a un triunfo islamista que, como ha sucedido en Irak, acabe con las libertades que disfrutan bajo el sistema laico actual.
A mediados de mayo pasado, los generales ahora muertos y varios de los responsables heridos ya fueron objeto de un intento de envenenamiento. Entonces, algunos activistas llegaron a anunciar su muerte, pero Hasan Turkomani, un colaborador del vicepresidente fallecido junto a Shawkat y Rayiha, apareció en la televisión estatal para desmentirlo.
La oposición siria asegura que El Asad huyó a la región alauí
Los combates en Damasco llegan hasta las inmediaciones del Consejo de Ministros
El presidente sirio se habría escapado de la capital justo después del atentado del miércoles
El presidente sirio Bachar el Asad ha huido de Damasco para instalarse en la ciudad costera de Latakia, desde donde continúa, sin embargo, dando órdenes a sus tropas que luchan por no perder el control de la capital asediada por los rebeldes del Ejército Sirio Libre (ESL).
Uno tras otro destacados dirigentes de la oposición siria en el exilio, como Ammar Kurabi, que dirige el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, o Muhyi Al-Din Al Ladkani, que encabeza la rama británica de la Declaración de Damasco, un grupo opositor, han acudido en las últimas horas a las televisiones árabes vía satélite para asegurar que El Asad se había trasladado al palacio presidencial de Latakia. La agencia de prensa Reuters también lo anunció citando además a fuentes diplomáticas occidentales.
El Asad se habría escapado a Latakia justo después del atentado que, el miércoles por la mañana, costó la vida, entre otros, a su cuñado, el viceministro de Defensa Asef Shawkat, y al titular de de esa cartera, Daud Rajha, y dejó malherido al ministro de Interior y al directo de la Seguridad Nacional.
Desde el domingo por la tarde se combate en varios barrios de la capital y, pese al empleo de carros y de helicópteros artillados, las fuerzas leales al régimen no solo no han logrado recuperar los barrios en manos del ESL sino que van perdiendo terreno. Este jueves por la mañana los enfrentamientos armados llegaron hasta las inmediaciones del Consejo de Ministros.
“Huí [el miércoles] con mi familia de Al Midan a Rukn al Deen, un suburbio más seguro”, explica a través de Skype Amin, ingeniero, cuyo recorrido pone de relieve la rápida descomposición del régimen. “A lo largo de varios kilómetros no vi a ningún policía, ninguna autoridad, ningún soldado”, prosigue. “Es como si el Estado se desvaneciera y no siempre fuese sustituido por el ESL”, añade.
Desde días antes de que empezará el asalto a Damasco El Asad y su esposa, Asma, no han sido vistos en público y los medios de comunicación oficiales no han difundido imágenes o declaraciones suyas. La huida de El Asad, acompañado probablemente por su familia, a Latakia tiene lógica. Acosado por el enemigo en la capital ha optado por refugiarse en el noroeste del país donde los alauíes, la comunidad confesional a la que pertenece, es más numerosa.
Algunos célebes opositores, como el éx vicepresidente Abdel Halim Khaddam, exiliado en París, sostienen que se está preparando la creación de una entidad o de un Estado alauí cuyas principales ciudades serían Latakia y Tartus, donde está la base naval rusa, y que incluiría las montañas circundantes.
Otro dato que avala esta hipótesis es la constatación hecha por varios reporteros en Hanouach, un pueblo suní de la provincia de Hama, que fue duramente atacado en la madrugada de este jueves, con bombas de hasta 500 kilógramos, como lo están siendo sistemáticamente todas las aldeas de la llamada “frontera alauí” para obligar a huir a los enemigos confesionales de la zona.
La Administración del presidente Barack Obama se está preparando para el desmoronamiento del régimen sirio y para evitar que sus armas químicas caigan en manos no deseadas, según reveló el diarioThe New York Times. El asesor presidencial en materia de seguridad, Thomas E. Donilon, viajó a Israel para examinar la posibilidad de que su Ejército efectúe una intervención puntual en Siria para destruir esas armas.
Uno tras otro destacados dirigentes de la oposición siria en el exilio, como Ammar Kurabi, que dirige el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, o Muhyi Al-Din Al Ladkani, que encabeza la rama británica de la Declaración de Damasco, un grupo opositor, han acudido en las últimas horas a las televisiones árabes vía satélite para asegurar que El Asad se había trasladado al palacio presidencial de Latakia. La agencia de prensa Reuters también lo anunció citando además a fuentes diplomáticas occidentales.
El Asad se habría escapado a Latakia justo después del atentado que, el miércoles por la mañana, costó la vida, entre otros, a su cuñado, el viceministro de Defensa Asef Shawkat, y al titular de de esa cartera, Daud Rajha, y dejó malherido al ministro de Interior y al directo de la Seguridad Nacional.
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Desde días antes de que empezará el asalto a Damasco El Asad y su esposa, Asma, no han sido vistos en público y los medios de comunicación oficiales no han difundido imágenes o declaraciones suyas. La huida de El Asad, acompañado probablemente por su familia, a Latakia tiene lógica. Acosado por el enemigo en la capital ha optado por refugiarse en el noroeste del país donde los alauíes, la comunidad confesional a la que pertenece, es más numerosa.
Algunos célebes opositores, como el éx vicepresidente Abdel Halim Khaddam, exiliado en París, sostienen que se está preparando la creación de una entidad o de un Estado alauí cuyas principales ciudades serían Latakia y Tartus, donde está la base naval rusa, y que incluiría las montañas circundantes.
Otro dato que avala esta hipótesis es la constatación hecha por varios reporteros en Hanouach, un pueblo suní de la provincia de Hama, que fue duramente atacado en la madrugada de este jueves, con bombas de hasta 500 kilógramos, como lo están siendo sistemáticamente todas las aldeas de la llamada “frontera alauí” para obligar a huir a los enemigos confesionales de la zona.
La Administración del presidente Barack Obama se está preparando para el desmoronamiento del régimen sirio y para evitar que sus armas químicas caigan en manos no deseadas, según reveló el diarioThe New York Times. El asesor presidencial en materia de seguridad, Thomas E. Donilon, viajó a Israel para examinar la posibilidad de que su Ejército efectúe una intervención puntual en Siria para destruir esas armas.
Optimismo en las filas rebeldes: “Ahora es nuestra oportunidad”
La guerra en las calles de Damasco da esperanzas de avance a los insurgentes sirios
“Ahora es imposible que la gente en la capital no sepa lo que está pasando”, dice Husein, un activista de la oposición, en Al Qusayr (Siria). “Los que estaban mirando tendrán que decidir de qué lado están, ahora que pueden salir al balcón y contemplar la guerra que han ignorado durante tanto tiempo”, añade. La llegada de los combatientes del Ejército Libre Sirio (ELS) al centro de Damasco entusiasma a la resistencia, que ve cierto avance en esta guerra lenta y sangrienta que dura ya un año y cuatro meses. “A Bachar [el Asad] le tienen que estar temblando las piernas, los nuestros llegaron muy cerca del palacio”, afirma sonriente.
El atentado que ha matado a pilares del régimen como el ministro de Defensa, Daouf Rajha, y su número dos, Asef Shawkat, el cuñado del presidente de Siria, sin duda ha elevado aún más la moral de los insurgentes.
La gran incógnita es saber qué hará la población que no ha tomado posición hasta el momento. “No hay tiempo de que se separen en zonas, los proAsad en unos barrios y los anti en otros, como pasó en Beirut”, reflexiona Husein, cuya familia, residente en Al Qusayr, huyó de las bombas y se encuentra refugiada en los alrededores de la capital. Los activistas no tienen respuesta acerca de lo que les puede ocurrir a los que el ELS señale como aliados del régimen: las minorías alauí (rama chií del islam a la que pertenece la familia de El Asad), cristiana, o gran parte de la burguesía musulmana suní que se ha beneficiado de los privilegios del poder en estos últimos años.
Lo que está claro es que la lucha por Damasco no será fácil. “El Asad movilizará todas sus fuerzas y habrá grandes masacres contra nuestra gente”, augura Husein. “Es una guerra urbana y eso nos beneficia porque no tenemos artillería pesada, pero sí somos buenos en la guerra de guerrillas y, si El Asad saca los tanques a la calle en Damasco, será su final”. Los sirios, sin vida normal en todo el país, miran asustados la televisión, en uno y otro bando.
Muchas personas huyen de uno y otro bando porque se quedan en minoría y temen represalias. Se estima que millón y medio de personas están desplazadas dentro de Siria por el conflicto y más de 110.000 se han refugiado en países vecinos.
La situación es caótica. Las katibas (brigadas) del ELS son muy numerosas y actúan, en muchos casos, sin coordinación con el mando central rebelde de Turquía. Sus miembros aseguran que hacen prisioneros a sus enemigos, aunque se han hallado en el pasado fosas comunes que prueban que hay ejecuciones en ambos bandos. Para confirmar sus palabras, el comandante Abu Alsoos exclama “aquí tenéis la prueba”, mostrando a cuatro soldados de El Asad, con claros signos de violencia y que aseguraban haberse cambiado de bando, en un cuartel en las inmediaciones de Al Qusayr. Fueron capturados hace unas semanas, cuando las tropas rebeldes tomaron el Ayuntamiento, donde se encontraban. No hay noticias del resto de los capturados, en total 21 hombres.
En Al Qusayr, donde muere gente a diario por las bombas (el martes murieron tres hombres y una mujer víctimas de morteros que cayeron en sus casas mientras dormían), los corrillos son un hervidero de rumores que hablan de movimientos de tropas gubernamentales de Tartus hacia Damasco, del refuerzo de la frontera con el Líbano con los insobornables shabiha (paramilitares), informaciones imposibles de confirmar dadas las dificultades de movimiento en Siria en estos momentos y las difíciles comunicaciones, cuando ambos bandos se disputan el control de cada cruce.
No es la primera vez que el ELS llega tan cerca del palacio presidencial de los El Asad, aunque ahora la resistencia se siente más fuerte, con el refuerzo de sus filas con simpatizantes que aportan dinero, armas y hombres a unas fuerzas rebeldes que no tienen prisa y actúan con pequeñas operaciones, sabiendo que luchan contra uno de los más fuertes ejércitos de Oriente Próximo, asesorado por Irán.
Uno de los ejemplos de esos “nuevos” amigos del ELS es Omar, un joven de origen sirio de 24 años que vive en Dubái que ha vendido su empresa por 60.000 dólares (50.000 euros) para crear una brigada. “Perdí a 12 miembros de mi familia en Bab Amro, así que he decidido venir y luchar con los míos para acabar con Bachar", explica. Con seis de sus mejores tiradores, se acerca sigilosamente a un puesto de control del régimen en los alrededores de Al Qusayr. Toman posiciones y disparan. “Creo que he matado a tres. Lo siento mucho. Pero esto hay que hacerlo”, asegura Omar con firmeza. “Después de un año y medio, ha tenido tiempo de desertar, saben perfectamente lo que están haciendo”.
El atentado que ha matado a pilares del régimen como el ministro de Defensa, Daouf Rajha, y su número dos, Asef Shawkat, el cuñado del presidente de Siria, sin duda ha elevado aún más la moral de los insurgentes.
La gran incógnita es saber qué hará la población que no ha tomado posición hasta el momento. “No hay tiempo de que se separen en zonas, los proAsad en unos barrios y los anti en otros, como pasó en Beirut”, reflexiona Husein, cuya familia, residente en Al Qusayr, huyó de las bombas y se encuentra refugiada en los alrededores de la capital. Los activistas no tienen respuesta acerca de lo que les puede ocurrir a los que el ELS señale como aliados del régimen: las minorías alauí (rama chií del islam a la que pertenece la familia de El Asad), cristiana, o gran parte de la burguesía musulmana suní que se ha beneficiado de los privilegios del poder en estos últimos años.
Lo que está claro es que la lucha por Damasco no será fácil. “El Asad movilizará todas sus fuerzas y habrá grandes masacres contra nuestra gente”, augura Husein. “Es una guerra urbana y eso nos beneficia porque no tenemos artillería pesada, pero sí somos buenos en la guerra de guerrillas y, si El Asad saca los tanques a la calle en Damasco, será su final”. Los sirios, sin vida normal en todo el país, miran asustados la televisión, en uno y otro bando.
Muchas personas huyen de uno y otro bando porque se quedan en minoría y temen represalias. Se estima que millón y medio de personas están desplazadas dentro de Siria por el conflicto y más de 110.000 se han refugiado en países vecinos.
La situación es caótica. Las katibas (brigadas) del ELS son muy numerosas y actúan, en muchos casos, sin coordinación con el mando central rebelde de Turquía. Sus miembros aseguran que hacen prisioneros a sus enemigos, aunque se han hallado en el pasado fosas comunes que prueban que hay ejecuciones en ambos bandos. Para confirmar sus palabras, el comandante Abu Alsoos exclama “aquí tenéis la prueba”, mostrando a cuatro soldados de El Asad, con claros signos de violencia y que aseguraban haberse cambiado de bando, en un cuartel en las inmediaciones de Al Qusayr. Fueron capturados hace unas semanas, cuando las tropas rebeldes tomaron el Ayuntamiento, donde se encontraban. No hay noticias del resto de los capturados, en total 21 hombres.
En Al Qusayr, donde muere gente a diario por las bombas (el martes murieron tres hombres y una mujer víctimas de morteros que cayeron en sus casas mientras dormían), los corrillos son un hervidero de rumores que hablan de movimientos de tropas gubernamentales de Tartus hacia Damasco, del refuerzo de la frontera con el Líbano con los insobornables shabiha (paramilitares), informaciones imposibles de confirmar dadas las dificultades de movimiento en Siria en estos momentos y las difíciles comunicaciones, cuando ambos bandos se disputan el control de cada cruce.
No es la primera vez que el ELS llega tan cerca del palacio presidencial de los El Asad, aunque ahora la resistencia se siente más fuerte, con el refuerzo de sus filas con simpatizantes que aportan dinero, armas y hombres a unas fuerzas rebeldes que no tienen prisa y actúan con pequeñas operaciones, sabiendo que luchan contra uno de los más fuertes ejércitos de Oriente Próximo, asesorado por Irán.
Uno de los ejemplos de esos “nuevos” amigos del ELS es Omar, un joven de origen sirio de 24 años que vive en Dubái que ha vendido su empresa por 60.000 dólares (50.000 euros) para crear una brigada. “Perdí a 12 miembros de mi familia en Bab Amro, así que he decidido venir y luchar con los míos para acabar con Bachar", explica. Con seis de sus mejores tiradores, se acerca sigilosamente a un puesto de control del régimen en los alrededores de Al Qusayr. Toman posiciones y disparan. “Creo que he matado a tres. Lo siento mucho. Pero esto hay que hacerlo”, asegura Omar con firmeza. “Después de un año y medio, ha tenido tiempo de desertar, saben perfectamente lo que están haciendo”.
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