El día 20 de Diciembre, se cumplieron 38 años, de la
muerte del Almirante Carrero Blanco, Presidente del Gobierno de Franco. Victima
de un atentado de la banda terrorista E.T.A . En concreto del comando TXIKIA,
encabezado por el etarra “WILLSON”. Además del presidente también mueren
victimas de la explosión, el inspector de policía José Antonio Bueno Fernández
, y el conductor del vehículo oficial José Luis Pérez Mogena. Con éste atentado la banda terrorista dio un
golpe mortal a la dictadura y demostró que podía acabar con la vida de
cualquiera.
A continuación repasemos los hechos acontecidos en
aquel 20 de diciembre de 1978
.
J.M.G Equipo de
Redacción de GAGOMILITARIA
.
El
día 20 de diciembre de 1973 el Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco. El
almirante, además de una probada lealtad hacia Francisco Franco, fue de una
gran honestidad, Un hombre que permaneció durante treinta y dos años como
lugarteniente del jefe del Estado, no acumuló otros bienes de fortuna que un
modesto apartamento –cuyo pago a plazos estaba inconcluso–, una libreta del
Banco de Santander con una cantidad que no superaba las 500.000 pesetas y una
pequeña tumba en un cementerio. Todo ello
es digno de admiración, máxime en estos democráticos tiempos de
corrupciones, inmoralidades, “pelotazos”, abusos de poder, etc. etc.Se dirigía
a su domicilio después de oír misa en la iglesia de San Francisco de Borja, en
Madrid, y al llegar a la calle Claudio Coello, esquina a Maldonado, una inmensa
explosión lanzó al coche en que viajaba a una altura de más de veinte metros de
altura provocando su muerte y la de otras dos personas más.
La explosión fue tan violenta que proyectó el pesado vehículo hacia arriba a una altura tal que pasó por encima del edificio hasta caer en el patio interior.
Tras el atentado los tres ocupantes del vehículo fueron trasladados al hospital ya que ninguno de ellos falleció en el acto, pero las heridas sufridas eran de tal gravedad que ninguno de los tres sobrevivió.
Sin duda los terroristas quisieron dejar bien claro que eran capaces de asesinar a cualquiera para conseguir sus propósitos, y pretendieron demostrar que podían quebrantar la seguridad del régimen... Aunque hay que reconocer que no debió ser muy difícil; al fin y al cabo Carrero Blanco pasaba todos los días por aquella calle para ir a misa...
Sí, realmente es muy fácil matar a cualquiera...
Con la muerte de Carrero Blanco podría decirse que se
acababa definitivamente el régimen franquista y eso lo sabía muy bien ETA, como
también sabía que con este asesinato se granjearían ciertas simpatías por parte
de los contrarios al régimen de Franco. Al mismo tiempo conseguirían que el
ejército y el gobierno se posicionasen aún más a la derecha endureciendo la
dictadura, lo que produciría un importante distanciamiento del pueblo e incluso
un enfrentamiento entre "las dos Españas"... En otras palabras, el
asesinato de Carrero Blanco fue uno de los primeros intentos de ETA para que a
España nunca llegase la democracia, pero por desgracia para ellos y por suerte
para los demócratas, no se salieron con la suya... Ni el ejército se sublevó,
ni el gobierno se endureció, ni el pueblo llegó a enfrentarse...
Pocos años después España conseguía ser una de las
mejores democracias del mundo.
Las dos personas que los terroristas asesinaron junto
a Carrero Blanco fueron su conductor, un civil llamado José Luis Pérez Mojena y
su escolta Juan Bueno Fernández.
«Operación Ogro» es el nombre en clave con el que ETA denominó a este magnicidio. Los miembros de ETA se desplazaron hasta Madrid y alquilaron
un semisótano en el número 104 de la calle Claudio Coello; a partir de allí excavaron un túnel hasta el centro
de la calzada, donde colocaron cerca de 100 kilogramos de Goma-2 que hicieron explotar el 20 de diciembre de 1973 al paso del coche de
Carrero Blanco, quince minutos antes del inicio del juicio contra diez miembros
del entonces sindicato clandestino Comisiones Obreras, conocido como
«Proceso 1001».
La explosión, que acabó con la vida de Carrero Blanco,
fue tan violenta que el coche voló por los aires y cayó en la azotea de un
edificio anexo a la iglesia donde había asistido a misa momentos antes. Su hija
Ángeles, que siempre lo acompañaba, no lo hizo ese día, lo cual evitó más
muertes. También fallecieron otras dos personas, el inspector de Policía, José
Antonio Bueno Fernández, y el conductor del vehículo, José
Luis Pérez Mogena.
fotografía de la reconstrucción del atentado realizada para la película "OPERACIÓN OGRO"
Carrero Blanco, pese a haber sido advertido de la
posibilidad de sufrir un atentado se negó a aumentar sus escasas medidas de
seguridad; su horario de colegio y sus itinerarios eran invariables y el coche
en el que se desplazaba no estaba blindado.
El objetivo del atentado, según indicaba el comunicado
en el que ETA asumía su autoría, era intensificar las divisiones
entonces existentes en el seno del régimen franquista entre los «aperturistas»
y los «puristas». Según declaraciones posteriores de uno de los miembros del Comando
Txikia, Carrero Blanco era «una pieza fundamental» e
«insustituible» del régimen y representaba al «franquismo puro»:
La ejecución en sí tenía un alcance y unos objetivos clarísimos. A partir
de 1951 Carrero ocupó prácticamente la jefatura del Gobierno en el Régimen.
Carrero simbolizaba mejor que nadie la figura del «franquismo puro». Por otra
parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y
porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo.
La complejidad del atentado y su cercanía con la
embajada de los EE. UU. hizo sospechar que tal vez otras organizaciones
estuvieran implicadas, estando la CIA y su jefe de estancia en España González Mata, entre las más
mencionadas, lo que fue desmentido por los autores del atentado.
En el año 2008 se desclasifica una nota de la embajada de los EE. UU. en Madrid al
Departamento de Estado del Gobierno de los EE. UU. en el que se afirma que
El mejor resultado que puede surgir... sería que Carrero desaparezca de
escena, con posible sustitución por el general Díez Alegría o Castañón.
El hecho de que durante la guerra del Yom Kipur —octubre de 1973— Carrero Blanco impidiera a los
Estados Unidos usar la bases estadounidenses en territorio español llevó a la
agencia soviética TASS a declarar que
la CIA había asesinado a un político franquista de tendencia nacionalista
que se niega a entrar en la OTAN y a cumplir ciegamente las órdenes de
Washington.
La única persona que supuestamente vio la cara al
conocido como «hombre de la gabardina blanca» que entregó los horarios y rutas
de Carrero Blanco, en el hotel Mindanao de Madrid, fue José Miguel Beñarán
Ordeñana, Argala, quien murió en 1978 a manos de una organización ultraderechista terrorista, el Batallón
Vasco-Español (BVE). Asimismo,
uno de los presuntos autores materiales del atentado fue asesinado poco
después.
EL ATENTADO
Minuto a minuto
Miércoles, 19 de diciembre, 18 horas.
Llovizna en Madrid, se está mal en la calle. Los dos
electricistas (etarras), con los monos sucios de barro, apoyan la escalera en
la fachada del número 104 de la calle de Claudio Coello y, con gesto de
fastidio, empiezan a tender unos cables en la pared, hacia la esquina con Diego
de León. Los porteros de los inmuebles vecinos se asoman, preguntan para qué es
todo aquello. Ellos dicen que en el sótano del 104 hay un escultor que necesita
potencia industrial.
Jueves, 20 de diciembre, 8 horas.
Los dos
electricistas (etarras) conectan un extremo del cable a una batería y
comprueban que el mecanismo funciona. Luego se van a desayunar a la cafetería
"Chikito". A eso de las 8:30, otro electricista (etarra) estaciona un
Austin Morris 1300 en doble fila, exactamente delante del número 104 de Claudio
Coello. Quien quiera pasar por allí tendrá que reducir la velocidad si no
quiere rayar la pintura del coche. Más o menos a esa hora, el presidente del
Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, se dispone a salir de su casa, en la
calle de los Hermanos Bécquer. Sube a su Dodge-Dart negro y blindado, matrícula
PMM-16416, y se dirige a la cercana Iglesia de los Jesuitas de Serrano para oír
Misa de nueve. Lleva haciéndolo exactamente así desde hace años. Detrás
va el coche de escolta, otro Dodge igual,
de color metalizado, con matrícula particular M-5642-O, que en cualquier
momento podría utilizar la PMM-16718. En él van, detrás, el inspector Galán y
delante el inspector Alonso y el chófer Franco.
9:00 horas.
El presidente ocupa el tercer banco del templo. Como
siempre. Comulga, también como siempre, y sale de la Iglesia a las 9:25. En ese
instante, un electricista (etarra) aguarda en la esquina de Claudio Coello con
Diego de León, observando sin pestañear lo que pasa en la primera de esas dos
calles. Otro etarra espera en la esquina de enfrente con una cartera en la que
se oculta un dispositivo eléctrico.
9:35 horas.
El coche del Almirante dobla la esquina de Juan Bravo
con Claudio Coello. Regresa a su domicilio. Como todos los días. Le sigue otro
Dodge-Dart con los escoltas. El automóvil de Carrero Blanco se detiene unos
segundos para permitir que una mujer, que lleva de la mano a una niña pequeña,
cruce la acera. El chófer del Presidente, José Luis Pérez Mógena, se da cuenta
de que hay un coche pequeño aparcado en doble fila hacia la mitad de la calle:
acciona el intermitente derecho y reduce la velocidad para pasar sin rayar la
carrocería.
9:36 horas.
El electricista (etarra) que lleva el
dispositivo eléctrico oye la voz nerviosa de su compañero etarra:
"¡Ahora!", y acciona el mecanismo. El conductor del coche que va
detrás del Dodge-Dart de Carrero se queda lívido al ver cómo la calle, la
calzada gris, se pone literalmente de pie delante de su parabrisas. Todo
tiembla y se oye un ruido sordo, como un trueno lejano, que dura dos o tres
segundos. El conductor mete la marcha atrás y, cuando está a punto de
retroceder, cae sobre su vehículo un infierno de piedras, cascotes, ladrillos y
trozos de asfalto, que hiere a uno de los escoltas que van en el asiento de
atrás. El Dodge Dart negro en el que viajaba Carrero Blanco se elevó a una
altura de 20 metros pese a sus 2.300 kilos de peso.
El coche presidencial, alcanzado de lleno por la
explosión, vuela literalmente en increíble ascenso vertical y cae luego
–salvando la fachada posterior de la iglesia– a la terraza que corona el
claustro. Allí queda, casi encajado en el estrecho corredor que limitan el muro
y el pretil, convertido en pura chatarra. Todo ha ocurrido en pocos segundos.
Al mismo
tiempo, los electricistas (etarras) echan a correr hacia Diego de León. Los
pocos transeúntes que se asoman a ver qué ha pasado se cruzan con ellos y les
oyen gritar: "¡Gas, gas! ¡Ha sido el gas!". Los electricistas
(etarras) suben a un coche en marcha y desaparecen.
FOTOS DE LA PELÍCULA "OPERACIÓN OGRO"
9:40 horas.
El Padre Jiménez Berzal, jesuita,
llega a la carrera, con los Santos Óleos, a la terraza en donde ha caído el
Dodge-Dart. Ve que, entre el amasijo de hierros, asoman dos manos; les da la
extremaunción a toda prisa, sin saber de qué o de quiénes se trata. Luego
vuelve al edificio y se tropieza con otros jesuitas y con dos hombres que suben
las escaleras a todo correr. Uno es el inspector Alonso, de la escolta
presidencial. El otro viene ensangrentado. Alonso grita: "¡Policía!"
y se abre paso a empujones. Y un segundo después, al ver lo que queda del coche
que sigue humeando en la terraza, con las ruedas hacia el cielo, se le quiebra
la voz: "¡Y ése es el coche del Presidente!". Minutos después llegan
los bomberos y, con mucho esfuerzo, sacan a los tres ocupantes. Alguien se fija
en que el intermitente derecho del vehículo no ha dejado de funcionar. El enorme agujero abierto en la calzada, de unos
diez por siete metros, causado por la explosión, comienza a brotar el agua.
Ante la enorme confusión, se piensa que el automóvil puede estar dentro del
socavón inundado, pero el jesuita padre Jiménez Berzal, testifica que un coche
ha caído sobre la terraza interior, con dos personas dentro, a las cuales ha
dado la extremaunción. Suben la escalera
los inspectores que iban en el automóvil de escolta, y entonces vienen los
patéticos esfuerzos para extraer los cuerpos. Llegan los bomberos y las
ambulancias. Carrero Blanco llega ya cadáver a la Ciudad Sanitaria “Francisco
Franco”, presentando las siguientes lesiones:
“Fractura de maxilar inferior, fractura de ambas clavículas, aplastamiento torácico, fractura abierta de tibia y peroné derecho, tercio medio inferior, fractura luxación abierta del tarso en miembro inferior izquierdo, fractura con minuta de medio pie derecho. Epistasis traumática”.
El inspector Bueno
también ingresa cadáver: aplastamiento craneal y torácico. El conductor
Pérez Mogena es el único que llegó en estado preagónico, falleciendo a los
pocos instantes de ingresar.
9:55 horas.
Una ambulancia llega a la clínica Francisco Franco con
las tres víctimas. Una vive aún: es el chófer, José Luis Pérez Mógena, que dura
apenas unos minutos más. Los otros dos, el inspector Bueno (escolta del
Almirante) y el Presidente del Gobierno, llegan ya muertos. Carrero está pálido
y con un leve color violáceo, pero no sangra ni muestra heridas graves. Tan
sólo las piernas llaman la atención: tiene los pies colocados en una posición
imposible, retorcidas hacia atrás, como las de un muñeco roto por la crueldad
de un niño, pero no parece ocurrirle nada más. Sin embargo, cuando el Director
de la Clínica, Manuel Hidalgo, apoya levemente su mano sobre el pecho del
Presidente, el tórax cede "como si estuviese vacío debajo del
abrigo", dice el médico. Carrero ha muerto en el acto, literalmente
reventado por dentro.
11:00 horas.
El Vicepresidente del Gobierno, Torcuato
Fernández-Miranda, llega al Palacio de El Pardo para darle a Franco la noticia.
El Generalísimo se estremece en silencio. No dice una sola palabra.
La denominada 'operación
Ogro'. Tres décadas después persisten numerosas incógnitas en torno al
magnicidio de quien iba a ser el sustituto de Franco.
El operativo de ETA en
Madrid para asesinar al presidente Luis Carrero Blanco contó con la
participación de más de 30 militantes, al margen de colaboradores de la extrema
izquierda que se oponían al Régimen. Según se refleja en los
archivos policiales de la época, una persona próxima a la escritora Eva Forest
y vinculada a la Platajunta fue la que facilitó a los terroristas la
información de que el delfín de Franco asistía todos los días a misa, a la
misma hora y sin apenas escolta.
La información facilitada al
comando de ETA por esta persona, de quien se sigue desconociendo su identidad
30 años después, supuso la muerte del entonces vicepresidente del Gobierno y
protector del Régimen franquista cuando desapareciera el Caudillo. ETA proyecta
primero un plan para secuestrarle, pero cuando es ascendido a presidente del
Gobierno el 9 de junio de 1973 y aumenta su protección, la banda opta por el
asesinato.
Argala y Wilson llevaban en Madrid desde abril de 1972
realizando la misión de captación de información para futuros atentados.
Genoveva Forest, que comenzaba a ser conocida como La Rubia por su melena
dorada, decidió colaborar con los militantes de ETA dando cobijo a Argala en su
casa y a Wilson en el domicilio de la actriz Mari Paz Ballesteros.
Todos los miembros de la
Coordinadora de ETA (Pertur, Sabin, Serrano Izko, Goiburu Mendizábal, Esperanza
Goikoetxea Icharro y Múgica Arregui) se trasladaron a Madrid para participar en
la misión inicial de secuestrar a Carrero. En unos días, ETA desplazó a Madrid
a más de 30 terroristas que se movían por la capital impunemente, sin que las
Fuerzas de Seguridad detectaran su presencia.
A las 9.28 horas del 20 de
diciembre, los terroristas accionaron los 50 kilos de explosivos almacenados en
el túnel al paso del Dodge Dart 3.700 por el número 104 de la calle Claudio
Coello. La deflagración hizo que el automóvil saliera despedido a una altura de
más de cinco pisos, salvara la azotea de San Francisco de Borja y cayera sobre
su terraza interior. El presidente Carrero, el conductor Pérez Mogena y el
inspector Bueno fallecieron en el acto.
En las horas siguientes, las
Fuerzas de Seguridad del Estado, asesoradas por el Jefe Superior de Bilbao,
José Sáinz González, comenzaron a identificar a todos los miembros del comando.
Era una labor estéril, porque unos se hallaban en Francia y los autores
materiales se encontraban encerrados en un zulo.
El sábado día 22 de diciembre de 1973, la Dirección General de Seguridad declaraba que los
responsables del asesinato de Carrero Blanco eran seis jóvenes de la organización
revolucionaria y terrorista vasca ETA (Euzkadi
ta Azkatasuna, País Vasco y Libertad) y daba los nombres, la filiación y
las fotografías de los “presuntos” culpables:
José Ignacio Abaitúa Gómez,
de 23 años, constructor de la galería donde se colocó la carga explosiva.
Pedro Ignacio Pérez Beotegui (a)
Wilson, de 25 años. Uno de los que
planeó el atentado.
José María Larreategui Cuadra,
de 27 años, que fue, al parecer, quien alquiló el sótano de la calle de Claudio
Coello.
José Miguel Beñarán Ordeñana
(a) Argala, de 24 años. Hizo el
tendido eléctrico mediante el cual se provocó la explosión.
José Antonio Urriticoechea Bengoechea,
de 23 años.
Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban,
de 28 años.
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