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lunes, 5 de septiembre de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LIBIA, LOS REBELDES PREPARAN EL ÚLTIMO ASALTO






Belhadj que no tiene que ver nada con el 11-M
El líder militar rebelde de Trípoli afirmó en declaraciones exclusivas a ABC que la inteligencia española lo interrogó en la cárcel de Abu Salim y «todo quedó claro»

«Agentes de la inteligencia española vinieron a interrogarme a Abu Salim (prisión de alta seguridad de Trípoli) y quedó muy claro que no tengo nada que ver con los atentados del 11-M en Madrid». Abdul Hakim Belhadj, antiguo emir del Grupo Islámico de Combatientes Libios (LIFG, por sus siglas en inglés) y actual comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli, no dudó en hacer un hueco en la caza de Muamar Gadafi que lidera a la hora de atender de nuevo a ABC para aclarar algunas informaciones que le vinculan al mayor atentado de la historia de España.

Un informe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) al que tuvo acceso «El Confidencial Digital» asegura que Belhadj mantuvo contacto telefónico con Serhane ben Abdelmajid Fakhet, «El Tunecino», responsable de la célula islamista del 11-M. La documentación entregada en junio de 2005 al juez Juan del Olmo recoge dos llamadas efectuadas por «El Tunecino» a números de teléfonos móviles que pertenecerían a Belhadj, cuyo nombre en los círculos islamistas es Abu Abdula Sadeq, cuando este supuestamente vivía en China entre finales de 2003 y principios de 2004.

En la entrevista telefónica mantenida a última hora de noche el antiguo emir no quiso responder a las cuestiones concretas sobre si realmente vivió en China o si tuvo algún contacto con «El Tunecino» por considerar que «esto quedó todo aclarado con los agentes españoles» y piensa que «el informe es anterior al interrogatorio». Belhadj se siente «víctima de una campaña mediática dirigida por los servicios de inteligencia españoles, británicos, americanos, franceses e italianos. Todos ellos han tenido relaciones con el régimen represivo de Gadafi y ahora quieren quitarse testigos de sus ilegalidades de en medio», aclaró el secretario del comandante rebelde. «Si el Grupo Islámico de Combatientes Libios es un grupo terrorista, entonces todos los que estamos haciendo esta revolución somos terroristas porque el objetivo de ambos es el mismo, el fin de la dictadura», matizó la persona que siempre acompaña a Belhadj.

En una entrevista exclusiva concedida recientemente a ABC para desmentir sus vínculos con Al Qaida, Belhadj habló de su vida pasada vinculada a la yihad en Afganistán y denunció su captura por parte de la CIA en Malasia y la posterior extradición a Libia a lo largo de 2004 tras pasar un breve espacio de tiempo en Tailandia «donde fui torturado». En ningún momento mencionó el paso por China tras la salida de Afganistán, ni sus viajes a Hong Kong, de los que habla el informe español, donde supuestamente recibió las llamadas del cabecilla del 11-M poco antes de los atentados. En la información de la UCIE también figuran llamadas de Belhadj a teléfonos españoles, «cuatro las realizó el 3 de enero de 2004. El destinatario fue el móvil 629130072, del que era usuario un socio de origen jordano de “El Tunecino” llamado Mohd Othman», cita «El Confidencial Digital».

Archivos de la CIA
En el primer encuentro mantenido con ABC, el comandante rebelde, que aseguró no haber entrado en Al Qaida por no compartir su «ideología», declaró haber viajado a su país de vuelta desde Malasia, no desde China como asegura el informe policial español. Los documentos que desvelaron las relaciones entre la CIA y el régimen libio que hizo públicos el organismo Human Rights Watch el sábado, confirman la versión de Belhadj y dos archivos datados en marzo de 2004 detallan que los agentes americanos solicitaron a Trípoli «el envío de dos hombres» para custodiar al detenido en el vuelo desde Kuala Lumpur.


De terrorista villano a héroe libertador

M. Ayestaran

Saltó a la escena internacional hace poco más de diez días cuando tomó por la fuerza Bab al Aziziya, el búnker de Gadafi en la capital libia, al mando de mil yihadistas. Y lo hizo con relativa facilidad, haciendo valer sus largos años de lucha en Afganistán, contra la URSS, y en Irak, contra las tropas norteamericanas. Aquellos tiempos de lucha y clandestinidad acabaron en 2004 cuando fue detenido en Malasia, trasladado a Bangkok y torturado por agentes de la CIA durante varios días. Fue devuelto a Libia y encarcelado en la temida prisión de Abu Salim, donde pasó más de seis años, tres de ellos sin ver la luz del sol y uno entero sin poder ducharse. Ahora sabemos que allí fue interrogado también por los servicios de inteligencia españoles que lo relacionaban con «El Tunecino», jefe de la célula del 11-M, con quien había mantenido varias conversaciones telefónicas poco antes de los atentados.
Este ingeniero nacido en Trípoli, de 45 años, supo jugar sus cartas cuando Saif al Islam, hijo mayor y heredero de Gadafi, ideó un plan para «recuperar» a los terroristas que luchaban contra su padre. Belhadj, emir del Grupo Islámico Libio de Lucha y uno de los opositores más temidos, se ganó la confianza de Mohamed Jibril, por entonces ministro de Jusiticia de Gadafi y actual presidente del Consejo Nacional de Transición libio, y consiguió la amnistía. De ahí a las montañas de Nafusa, y de ahí a Trípoli convertido en héroe.


Fuente Diario "ABC"


Cerco al bastión de Gadafi en el desierto
Las fuerzas del Consejo Nacional rodean Bani Walid, el último gran refugio del dictador en el interior.- Los rebeldes aseguran que un hijo del coronel ha muerto

Los milicianos estaban tranquilos y, ahora disciplinados, aguardaban las órdenes de sus comandantes en pleno desierto, a unos 20 kilómetros al norte de Bani Walid, la ciudad libia que rodeaban este domingo los rebeldes, a centenar y medio de kilómetros al sureste de Trípoli. Sospechan que en esta población de 50.000 habitantes se esconde alguno de los hijos más odiados -Saif al Islam y Mutasim- de Muamar el Gadafi. El deseo de liberar la localidad se mezcla con el temor. Un millar de milicianos, muchos de ellos naturales de la localidad, esperaban que los líderes tribales enarbolaran bandera blanca. Pero colapsadas las negociaciones, evitar un baño de sangre es una prioridad. "Tenemos miedo de que si asaltamos la ciudad, los gadafistas puedan matar a mucha gente", dice Taha Zauan, un ingeniero desempleado de 30 años que sabe que sus familiares pueden ser víctimas de una de las últimas batallas de esta guerra, que pronto cumplirá siete meses.

En la mediterránea Sirte, cuna de Gadafi, hubo alguna escaramuza. En Jufra, en el suroeste, y en la meridional Sabha, los insurrectos también han iniciado el asedio. Antes eran Misrata, Bengasi o Ajdabiya las ciudades sitiadas por las tropas leales a Gadafi. Ahora son ellos los asediados. La guerra ha dado un vuelco radical. El dictador fue expulsado de su baluarte tripolitano hace 12 días, parte de su familia se fugó a Argelia y la guerra se limitó a pocos enclaves.

Los combates han sido escasos en los últimos días -"este domingo dispararon a gente que colocaba en sus casas la bandera tricolor", aseguraba el rebelde Anas el Judary-, y aunque la espera desespere a algunos sublevados, se pretende a toda costa liberar las ciudades sin más pérdidas de vidas. De ahí que los mandos sublevados negocien con los líderes tribales de Bani Walid para que entreguen la ciudad.

A 20 kilómetros al norte de esta población, los shabab (muchachos) descansan y rezan. El trasiego de vehículos militares con sus ametralladoras montadas es escaso. Ya cercan Bani Walid por los cuatro costados. Mohamed y media docena de hombres reemplazan munición en la cadena de la ametralladora. "Los proyectiles de 12,8 milímetros se atascan. Hay que colocar los de 12,7 milímetros", explica Mohamed, vestido de camuflaje, un atuendo cada vez más extendido.

El calor es abrasador y en Bani Walid las deben estar pasando canutas. Desde el 21 de agosto no hay electricidad y las comunicaciones han sido cortadas. Los sublevados contactan con un par de rebeldes que disponen de teléfono por satélite, pero utilizarlo es peligroso porque se necesita estar al aire libre. Si los descubren las tropas gadafistas, saldrán mal parados. Los rebeldes piensan que los mercenarios y soldados del dictador tienen poco que perder. "Hay unos cien libios de Bani Walid que han cometido crímenes en Trípoli y en otros lugares desde el comienzo del alzamiento, y no quieren rendirse porque saben que les esperan muchos años de cárcel. Sabemos lo que hicieron porque tenemos vídeos, declaraciones de testigos y porque en esta ciudad todo el mundo se conoce", explica Taha Zauan. En esas circunstancias, el asalto entraña un peligro cierto. O así lo creen los alzados contra el coronel que ha regido Libia durante casi 42 años.

"Tenemos hermanos en Bani Walid", dice Abdalá. "Pueden hacer rehenes y tomar escudos humanos. Por eso vamos despacio. Antes tenemos que saber con precisión qué armas tienen y dónde se esconden. Utilizan escuelas y edificios públicos", añade Zauan. "La mayoría de la gente está deseando ver ondear nuestra bandera. Pero Gadafi necesita conservar Bani Walid para demostrar que disfruta del apoyo de la tribu Warfala", sentencia. Esta tribu es la más numerosa, un millón de los seis millones de libios. Sus miembros, no obstante, viven por toda Libia, y a comienzos de la revuelta muchos de sus jefes -la tribu se divide en medio centenar de clanes- expresaron su respaldo a la rebelión. Desde mediados de los años noventa del siglo pasado sus vínculos con el régimen se deterioraron por el reparto de cargos en las fuerzas de seguridad.

El ultimátum lanzado a los militares del depuesto régimen por el Consejo Nacional de Transición (CNT), el Gobierno ya reconocido por casi todo el mundo, supone un dilema. Es un riesgo porque hasta su vencimiento, el sábado, las tropas del autócrata pueden aprovechar para reagruparse, aunque eso es difícil que suceda, dados los innumerables controles que salpican las carreteras libias. Quiere el CNT evitar más muertes, pero tampoco puede permitirse que varias ciudades escapen a su control, cuando Libia necesita estabilidad como el agua. Sin especificar dónde, jefes rebeldes han asegurado este domingo conocer el lugar donde se esconde el fugitivo dictador, y que su hijo Jamis -comandante de la Brigada 32, una de las más sanguinarias- falleció en una batalla cerca de Trípoli. Si Gadafi es capturado, vivo o muerto, la liberación de Bani Walid y demás ciudades sitiadas puede ser más sencilla.

Fuente Diario "EL PAÍS"


Los rebeldes quieren conquistar Bani Walid y provocar así un 'efecto dominó'

Las informaciones sobre la posible ofensiva rebelde contra la ciudad de Bani Walid, situada 129 kilómetros al sur de Trípoli, uno de los tres grandes bastiones de resistencia gadafistas, son contradictorias.

Los rebeldes pretendían evitar el baño de sangre, pero están decididos a atacar si las tropas gadafistas no se rinden en las próximas horas

"No estamos en negociaciones en Bani Walid como en Sirte", dijo el portavoz militar de los rebeldes, Ahmad Omar Bani, en una rueda de prensa en un hotel en Bengasi, capital de los rebeldes libios.

Según el portavoz, no hay negociaciones porque durante los últimos días la lucha no ha parado en Bani Walid, donde hay fuerzas leales al depuesto líder libio.

Asimismo, reveló que "los revolucionarios han liberado dos zonas" y auguró que "la bandera de la independencia ondeará pronto" en esa localidad. Han sido los propios ciudadanos de Bani Walid los que han liberado esas dos áreas, ya que las fuerzas rebeldes están fuera de la localidad.

Así lo ha revelado también uno de los responsables de la fuerza de elite rebelde 'Katiba Trípoli', a las afueras de esta ciudad del desierto libio, en la que se cree que podrían estar escondidos al menos dos de los hijos de Muamar Gadafi.

Algunas fuentes rebeldes han apuntado, asimismo, que en este bastión de la tribu de los Warfalla también podría estar oculto el propio dictador, una información que no ha sido confirmada ni desmentida oficialmente.

"Ha habido conversaciones de última hora, pero ya está todo listo", dice un militar sobre el terreno, sin querer aclarar si las conversaciones de última hora habían fracasado, como apuntan algunos medios.

La entrada no se prorrogará mucho más
En este sentido, el oficial insistió en que la entrada final no se prorrogará mucho más, ya que se teme que la tregua haya servido para que los mercenarios que se atrincheran se pertrechen y para que grupos de gadafistas hayan huido hacia la ciudad vecina de Sebha, situada más al sur.

Apenas existen noticias sobre la situación en el interior de Bani Walid, población situada 120 kilómetros al sur de Trípoli, ya que las comunicaciones fueron cortadas hace algunos días.

Se cree que en su interior todavía resiste un grupo de unos 100 gadafistas fuertemente armados, y que hay apostados numerosos francotiradores, que podrían haber sido los protagonistas de los escasos disparos de las últimas horas.

La eventual caída de Bani Walid, uno de los vértices del triángulo de la resistencia junto a la ciudad desértica de Sebha y la costera de Sirte, cuna del dictador, es contemplada por el mando militar rebelde como el punto de inflexión definitivo para el fin del conflicto armado.

Los rebeldes creen que, aunque finalmente en ella no se atrape al propio Gadafi, o alguno de sus hijos, su rendición tendrá un efecto dominó con el resto de bastiones gadafistas, en particular Sirte y Juhafra.

Bani Walid, una de las cunas de la gran tribu de los Wafala, fue escenario entre 1993 y 1996 de protestas que fueron reprimidas por la fuerza por el entonces poderoso régimen de Gadafi.

Fuente Diario "EL MUNDO"

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