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domingo, 27 de febrero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-LIBIA LOS REBELDES ESTRECHAN EL CERCO







'La revolución vencerá en los próximos días'

AbdelHafiz Ghoga, nuevo portavoz del Consejo Nacional de Libia (CNL) ha declarado que esta organización que pretende ser un embrión de gobierno transitorio y que integrará a representantes de todas las ciudades "liberadas" del país –esa fue su expresión- se opone a cualquier intervención extranjera incluso si es para ayudar a la revolución.

"Estamos totalmente en contra de cualquier intervención militar de cualquier país que sea. El resto del territorio libio será liberado por el pueblo de Libia", dijo el abogado, conocido en Bengazi por su actividad a favor de los derechos humanos y que ahora se convierte en el nuevo rostro de las autoridades provisionales de las áreas leales a la revuelta popular.

"El CNL no tiene todavía un líder definido. Está constituido por representantes del oeste y del este. Es una respuesta a la afirmación de Gadafi, que dijo que tras él vendría el caso y hemos demostrado que en 10 días hemos podido hacer retornar la normalidad a las ciudades liberadas. Creemos que la revolución vencerá en los próximos días", añadió.

Cuando los periodistas le inquirieron si las fuerzas militares de Bengasi preparan un avance sobre Trípoli, la capital que todavía permanece en poder del autócrata, Ghoga respondió: "hay muchos voluntarios que se están presentado para ir a defender Trípoli y tenemos plena confianza en las fuerzas militares, que han estado desde el primer día la lado de la revolución. No creo, y esta es una opinión personal, que se pueda negociar con alguien que está matando a gente en la calle y que ha cometido repetidas violaciones de los derechos humanos".

Aunque la composición exacta de este organismo y sus atribuciones permanecen sumidas en la confusión, Ghoga aseguró que "está fuera de cuestión la división de Libia entre norte, sur, este y oeste, o siguiendo bases tribales. El CNL está situado (de momento) en Bengasi porque es una población liberada".

La oposición libia se ha asegurado el control del tercio oriental de Libia, incluida Bengasi, la segunda ciudad más importante del país, aunque también controla otras localidades más próximas a Trípoli, donde tiene su feudo Gadafi. "Una vez que los consejos locales hayan conseguido establecer la seguridad en las distintas ciudades liberadas, el Consejo Nacional tendrá una labor política y se encargará de dirigir el proceso de transición", agregó el portavoz revolucionario.

Los rebeldes también se han hecho con el control de la ciudad de Zauiya, a 50 kilómetros al oeste de la capital, Trípoli. Su bandera ya ondea en un edificio en el centro de la ciudad, alrededor del cual se han congregado cientos de personas coreando "ésta es nuestra revolución".

Tras perder el este y el oeste a manos de la rebelión popular, Muamar Gadafi también parece haber perdido 'el norte': en una entrevista concedida a la televisión serbia 'Pink', el dictador libio aseguró que el país "está totalmente en calma".

Preguntado en exclusiva por el canal serbio, Gadafi acusó de nuevo a Al Qaeda de estar detrás de las "bandas terroristas" que han revolucionado a la población contra el antiguo régimen, y aseguró que el "pequeño grupo" de opositores "ha sido cercado" por sus leales tropas. "Esto lo vamos a resolver", añadió.

"No hay nada inusual, no hay problemas", aseguró Gadafi pese a que todas las informaciones que llegan de Libia apuntan a que sólo le quedan como reductos la capital Trípoli y Sirte. "El pueblo libio está completamente conmigo", afirmó.

Además, Gadafi no teme la resolución de la ONU por la que tendrá que dar expliciones ante el Tribunal Penal Internacional sobre los ataques sistemáticos contra la población civil. "No tiene valor", dijo el coronel libio sobre la resolución.

Pink TV es una cadena del empresario Zeljko Mitrovic, quien, según la prensa serbia, prestó su avión privado al ex presidente yugoslavo Zoran Lilic (1993-1997) para conseguir la entrevista en Trípoli con el coronel Gadafi.

Lilic ha mantenido en las últimas décadas una estrecha relación con el líder libio, pues ambos países formaron parte del eje de no alinéados durante la Guerra Fría.

Piscinas, jacuzzis, lujosos muebles... El palacio de Muamar Gadafi en la ciudad de Bengasi, actualmente en manos de los opositores, esconde no sólo los lujos con los que vive el dictador libio sino el búnker que construyó bajo el palacio para protegerse de las revueltas que ahora están a punto de sacarle del poder.

Según publica la cadena Al Yazira, el palacio se encuentra situado a las afueras de la ciudad, dentro de unos preciosos jardines. En su interior, ahora saqueado por los rebeldes, se encuentra una piscina cubierta, una sauna y un jacuzzi para el uso personal del líder libio y de sus invitados.

Sin embargo, en sus entrañas el palacio esconde mucho más de lo que se puede ver a primera vista. Obsesionado por la seguridad, el dictador se hizo construir un auténtico búnker de guerra bajo la construcción.

El refugio fue diseñado para albergar a Gadafi bajo todas las medidas de seguridad posibles y en el que podría permanecer durante meses sin ningún problema, en el caso de que fuera atacado incluso con armas no convencionales.

Equipado con sistemas de reciclado del aire, con generadores de emergencia, de alarma contra incendios, bombas de agua y una escalera que le hubiera servido de salida de emergencia, Gadafi tenía todo lo necesario para protegerse.

Fuente Diario "EL MUNDO"

EE UU establece contacto con los rebeldes y les ofrece "todo tipo de ayuda"

Hilllary Clinton se reunirá mañana en Ginebra con sus colegas árabes y europeos para precisar y coordinar esa ayuda

Una vez establecido unánimemente por el Consejo de Seguridad de la ONU que Muamar Gadafi ha perdido toda legitimidad y merece acabar ante el Tribunal Internacional de La Haya, Estados Unidos se ha precipitado a entrar en contacto con las fuerzas rebeldes y a ofrecerles "cualquier clase de asistencia", según anunció la secretaria de Estado norteamericana, Hilllary Clinton, que mañana se reunirá en Ginebra con sus colegas árabes y europeos para precisar y coordinar esa ayuda.

Ahora sí, la comunidad internacional está plenamente activa y movilizada para acelerar los acontecimientos en Libia, y Estados Unidos, después de algunos titubeos, parece decidido a asumir el liderazgo. "Estamos conversando con muchos diferentes libios en el Este mientras la revolución se traslada hacia el Oeste", declaró Clinton antes de salir de Washington. "Estamos listos y preparados para ofrecer cualquier tipo de asistencia", añadió.

Aunque la secretaria de Estado advirtió que "todavía es muy pronto para ver cómo esto va a funcionar", es claro que el mensaje que la Administración norteamericana quiere enviar es el de que su ayuda a los grupos insurgentes no tiene por qué limitarse a la de carácter puramente humanitario. En la medida en que el conflicto se prologue, los rebeldes anti Gadafi pueden requerir asistencia militar, pero antes de eso Estados Unidos y sus aliados podrían facilitar apoyo logístico y de inteligencia que facilitara el robustecimiento de las fuerzas de oposición.

Esa es la vía en la que ha empezada ya claramente a trabajar la Administración norteamericana: procurar que exista una alternativa lo más sólida posible para reemplazar a Gadafi, con quien ya no existe ninguna posibilidad de diálogo. Barack Obama y Clinton coincidieron el sábado en que lo único que caber pedirle al dictador libio es "irse ahora", y la secretaria de Estado confirmó que no existen contactos con Gadafi, ni siquiera para buscarle un destino al que huir. Gadafi no tiene ya en sus manos la alternativa del exilio.

La reacción del Gobierno estadounidense responde en parte a una creciente presión interior. A diferencia de la crisis egipcia, en la que Obama fue felicitado por los principales dirigentes republicanos, la actuación de la Casa Blanca hacia Libia ha sido duramente criticada por la oposición. Los senadores John McCain y Joe Lieberman volvieron a quejarse ayer de la pasividad de la Administración y pidieron que Washington entregue armas a los rebeldes y reconozca al Gobierno provisional que dicen haber constituído.

Es posible que Estados Unidos no llegue tan lejos de momento. La política oficial sigue siendo la de coordinar sus esfuerzos con la comunidad internacional. El grado de implicación dependerá, por tanto, en gran medida del clima que Clinton encuentre en sus contactos en Ginebra. Pero parece claro que se pretende tener un papel más activo para evitar el riesgo de un vacío de poder en Libia.

La conversión de Libia en un estado fallido al estilo de Somalia, sin un gobierno capaz de controlar la situación y sin una oposición con fuerza para reemplazarlo, es el peor escenario imaginable en Washington. En unas circunstancias así, no solo aumentaría el baño de sangre sino que se crearían las condiciones para la presencia de elementos antioccidentales como Al Qaeda.

La insurgencia actual, en cambio, no parece movida por esos sentimientos. Estados Unidos no cree la versión de Gadafi de que sus enemigos están manipulados por Al Qaeda. Todo lo contrario, está apostando a la baza de que son la mejor opción para contener al radicalismo.

Una mayor vinculación norteamericana al movimiento rebelde libio no está, sin embargo, exenta de riesgos: puede ser la oportunidad que espera Gadafi para denunciar una invasión extranjera y ganar algunas simpatías entre su población y otros pueblos árabes.

Ese riesgo disminuye considerablemente después de la firme actuación del Consejo de Seguridad, que por segunda vez en su historia -la anterior fue Darfur, con la abstención de Estados Unidos- remite una violación de derechos humanos a la justicia internacional. Todos los embajadores que hablaron en la maratoniana sesión del sábado condenaron sin paliativos el comportamiento de Gadafi. Aunque los delegados de Rusia y China consiguieron eliminar del texto final una referencia al compromiso de entregar alimentos a Libia "por todos los medios disponibles", que esos dos países entendían como una autorización del uso de la fuerza, las sanciones aprobadas dejan claro que la ONU excluye a Gadafi de la comunidad de naciones civilizadas.

El siguiente paso pues puede incluir algún tipo de acción militar para ayudar a los rebeldes. Una de las medidas bajo consideración es la de declarar el espacio aéreo libio como zona restringida de vuelos, para evitar que Gadafi utilice la aviación contra sus opositores. Eso exigiría una nueva resolución de la ONU y un acuerdo de la OTAN; ambas condiciones difíciles.

Ni Facebook, ni Twitter: son los fusiles

La de Túnez fue la Revolución de Wikileaks y la de Egipto fue la Revolución Facebook. Gracias a Wikileaks, los tunecinos conocieron el cable donde el embajador estadounidense revelaba la extraordinaria corrupción del dictador y su familia. En Egipto, fueron los jóvenes hartos de Hosni Mubarak y su régimen quienes se encontraron y organizaron a través de Internet. Facebook y Twitter hicieron posible que, por fin, el pueblo se lanzara a las calles. El resto es historia.

Pues no. Esta no fue ni es la historia. Esta incompleta visión de lo que allí sucedió no ayuda a entender la marea árabe y su posible evolución de aquí en adelante.

No hay duda de que las redes sociales, en especial Facebook y los mensajes a través de Twitter, o las filtraciones de Wikileaks, tienen algo que ver con los alzamientos populares en el mundo árabe. Algo. Pero explicar lo que sucedió en Túnez, Egipto o Libia primordialmente en términos del impacto que allí han tenido las nuevas tecnologías de información es una exageración.

Esta perspectiva no nos explica, por ejemplo, por qué Libia, un país con una bajísima penetración de Internet (cerca de 350.000 usuarios en una población de más de seis millones) o en Yemen, con índices aún más bajos, han sido de los países más sacudidos por las revueltas populares. Una de las sorpresas de las protestas callejeras en Egipto ha sido su diversidad social, religiosa, generacional y regional. Y aunque en Egipto hay proporcionalmente más usuarios de Internet que en el resto de la región, cabe suponer que un porcentaje importante de quienes participaron en las revueltas no tiene una cuenta en Facebook ni tuitea; muy probablemente ni siquiera usa regularmente Internet.

Claro que, una vez que surge un grupo de líderes coordinados por Internet y que logra movilizar a un número mayor de seguidores, muchos otros que comparten sus exigencias y deseos de cambio se les unen, habiéndose enterado a través de canales distintos a Internet. Aquí, la frase más importante es "que comparten sus exigencias y deseos de cambio". Es esta frustración generalizada, producto de décadas de malas políticas económicas, combinadas con vasta corrupción, creciente desigualdad y una amplia desesperanza, lo que crea la motivación para tomar las plazas. Y ver por televisión que en otros países esto da resultados y que el pueblo en la calle logra derrocar a un dictador que hasta hace poco era intocable también es una potente fuerza movilizadora. Y en esto los canales de noticias en árabe que llegan vía satélite han sido una fuerza mucho más poderosa que Internet.

Pero, quizás, lo más relevante es que la fascinación con el papel de las nuevas tecnologías en los cambios políticos en el mundo árabe ha opacado la importancia que en todo esto ha tenido una vieja tecnología: los fusiles. El papel de las Fuerzas Armadas en lo que sucedió en Túnez o Egipto ha sido tanto o más determinante que Facebook. En estos países, los militares les quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedo más opción que irse. Si bien inicialmente fueron los grupos en Facebook quienes convocaron a los egipcios a la plaza de Tahrir, fue el Ejército el que hizo posible que la plaza se transformara en el lugar donde las familias podían ir sin miedo a manifestar su repudio al régimen. Afortunadamente, los militares egipcios no tuvieron la propensión genocida de algunos de sus colegas libios. En Libia, las Fuerzas Armadas se han fragmentado y algunas unidades y los mercenarios de Gadafi han estado dispuestos a liquidar a sus opositores. Otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si los militares no se hubiesen dividido y todos hubiesen acatado las órdenes de Gadafi de "matar como ratas" a quienes protestan en las calles, el futuro del régimen libio no estaría en duda.

Como ya he escrito en otras columnas, al final los que definen cuándo y cómo muere una dictadura son los militares. ¿Y qué tiene que ver Internet con todo esto? Mucho menos de lo que estamos leyendo y oyendo en las noticias de estos días.

Reconocer esta realidad ayuda a vislumbrar mejor el futuro político de los países sacudidos por estas revueltas populares. En Egipto, por ejemplo, a menos que la presión popular continúe, obligando a las Fuerzas Armadas a aceptar reformas más profundas, la revolución solo habrá servido para reemplazar una pequeña élite corrupta por otra. Los militares egipcios son un importante factor económico y obtienen enormes beneficios de las malas políticas que tienen a miles de jóvenes egipcios sin empleo y sin futuro. Y quitar los privilegios al estamento castrense seguramente exigirá mucho más que montar una página en Facebook.

Los rebeldes se acercan a Trípoli y se organizan en un Consejo Nacional

La oposición libia toma el control de Zauiya, a 50 kilómetros de la capital, y anuncia que pretende "dirigir el proceso de transición".- ACNUR alerta de la emergencia humanitaria tras la huida de 100.000 personas por las fronteras de Túnez y Egipto

Mientras en las zonas liberadas del este de Libia civiles y militares tratan de organizarse para formar un Gobierno provisional y aumenta la presión internacional contra el régimen de Muamar el Gadafi con la aprobación de sanciones en el Consejo de Seguridad, en el oeste los combates siguen abiertos. Los opositores han tomado el control de Zauiya, a tan solo 50 kilómetros al oeste de Trípoli, después de una noche de enfrentamientos con las fuerzas leales al dictador, aunque la ciudad está rodeada de tanques. Otras fuentes aseguran que también Misrata, la tercera ciudad del país, a unos 200 kilómetros al este de la capital, ha sido liberada. Gadafi trata ahora de defender el siguiente objetivo militar de los rebeldes, su ciudad natal, Sirte, al este de la capital, hacia donde ha dirigido tropas, mientras que ha armado a sus seguidores en Trípoli. Mientras, las fuerzas de la oposición libias han anunciado ya su intención de crear un Consejo Nacional con representantes de todas las zonas liberadas del país, según ha informado uno de sus portavoces políticos. Abdelhafiz Hoga, portavoz de la denominada Coalición Revolucionaria del 17 de Febrero, afirmó en Bengasi -la segunda ciudad del país y controlada por la oposición- que la misión de ese consejo será "dirigir el proceso de transición".

No es un Gobierno de transición, se trata de un Consejo Nacional que tendrá su sede en Bengasi, porque Trípoli no está liberada", ha agregado el portavoz de la coalición, que coordina las acciones políticas en las distintas ciudades ocupadas por los opuestos a régimen de Muamar el Gadafi. Hoga no ha precisado quién será el presidente de ese órgano ni por cuántos miembros estará integrado, pero ha señalado que el consejo está ahora en proceso de formación y que incluirá a representantes de todas las ciudades.

La oposición libia se ha asegurado el control del tercio oriental de Libia, incluida Bengasi, la segunda ciudad más importante del país, aunque también controla otras localidades más próximas a Trípoli, donde tiene su feudo Gadafi. "Una vez que los consejos locales hayan conseguido establecer la seguridad en las distintas ciudades liberadas, el Consejo Nacional tendrá una labor política y se encargará de dirigir el proceso de transición", ha agregado el portavoz revolucionario.

Hoga también se ha referido al anuncio realizado anoche por el ex ministro de Justicia Mustafa Abdulyalil, quien afirmó que la oposición formará un gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares, y anticipó elecciones en tres meses. "Es responsable de lo que dice, es su punto de vista, no el de la coalición", ha matizado el portavoz, desmarcándose claramente de la iniciativa lanzada por Abdulyalil, quien renunció como titular de Justicia por la represión sangrienta de las protestas populares. "¿Cómo se van a hacer elecciones en tres meses si Trípoli no está liberado?", se ha preguntado. "Esa será una cuestión que se analizará más adelante", ha insistido Hoga.

Zauiya, liberada y a la espera de nuevos ataques

"Ésta es nuestra revolución", coreaban a mediodía miles de personas en el centro de Zauiya, donde edificios y coches quemados, así como paredes agujereadas a balazos daban testimonio de la violencia de los últimos días. Un hombre, Mustafá, afirmaba que siete personas han muerto y otras muchas habían resultado heridas en los enfrentamientos de anoche con fuerzas de seguridad leales al dictador. "Pero Zauiya es libre como Misrata y Bengasi. Gadafi está loco. Su gente nos disparaba con lanzagranadas", aseguraba.

Lo cierto es que la oposición libia ha tomado el control de Zauiya aunque la ciudad está rodeada por tropas leales a Muamar el Gadafi y se teme un próximo ataque, según ha informado la cadena Al Yazira. "Esperamos un ataque en cualquier momento", ha dicho telefónicamente a la cadena una persona identificada solo como Ezeldina, residente de esa ciudad.

Grupos opuestos al régimen de Gadafi han protagonizado manifestaciones en las últimas jornadas y han llegado a controlar algunos sectores de la ciudad. Según el residente, las fuerzas de la oposición cuentan con varios tanques tripulados por militares que han roto con el régimen, pero también ha admitido que hay otras unidades blindadas leales a Gadafi a las afueras de Zauiya. "Estamos formando grupos (de defensa), haciendo rondas continuamente, pero los esperamos en cualquier momento", ha agregado Ezeldina, que ha asegurado que hablaba desde la Plaza de los Mártires de esa localidad.

Otros testigos consultados por la cadena Al Arabiya también han confirmado que las tropas leales a Gadafi quieren recuperar Zauiya porque en esa ciudad se encuentra Mesfat Alzauiya, una de las explotaciones de petróleo más importantes del país.

Pero por el momento la bandera roja, verde y negra, que han tomado como símbolo los rebeldes, ondea en edificios del centro de la localidad. En los enfrentamientos de anoche, mercenarios pro-Gadafi atacaron la ciudad petrolera causando más de 50 heridos. Un médico de una clínica provisional instalada en la mezquita de la ciudad relataba que 24 personas han muerto en los choques de los últimos tres días, y que escasean víveres y medicinas. El pequeño parque junto a la plaza principal se ha convertido en improvisado cementerio.

La entrada en Zauiya de periodistas extranjeros, entre ellos los de Reuters y France Presse, es el ejemplo más absurdo de la guerra de propaganda emprendida por el régimen libio. Conducidos por las autoridades libias a la ciudad para mostrarles cómo las fuerzas leales a Gadafi aún la controlaban, los reporteros se han encontrado con que los rebeldes habían tomado el mando, aunque los tanques que rodean la localidad hacen temer un ataque. Ayer, el propio Saif el Islam, hijo de Gadafi, ejerció de guía para los periodistas en una visita a una Trípoli en la que aparentemente no pasaba nada.

Ofensiva del régimen

Consciente de que la capital es el último agujero en el que su régimen puede respirar, Gadafi ha decidido armar a sus fieles para librar la última batalla. Sin apenas ejército, el dictador solo tiene a los seguidores de su bandera verde, la de la revolución que él inició en 1969. Hasta el mismísimo primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien fuera el principal aliado del régimen en Europa, afirmó ayer que el dirigente libio "ya no tiene el control", mientras que el ministro de Exteriores, Franco Frattini, ha dicho hoy que la "salida de Gadafi es inevitable".

Aunque según los testigos contactados por EL PAÍS la situación en la capital permaneció anoche en relativa calma y ha amanecido de la misma forma, tras la aprobación de la resolución de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU, la amenaza de una matanza pende sobre los habitantes de Trípoli. El arsenal de la ciudad está ahora a disposición de aquellos que quieran hacer la guerra por su cuenta contra sus propios vecinos, levantados en sus barrios contra Gadafi. Solo las fuerzas rebeldes, una mezcla de ciudadanos armados con piedras, soldados y militares en la reserva que avanzan lentamente por los flancos este y oeste, pueden impedirlo. Pero no lo tienen nada fácil, las fuerzas leales de Gadafi aún bloquean aquellos que vienen del este en la zona de Sirte, la ciudad natal del dictador, y controlan las carreteras de acceso a Trípoli por el oeste.

Es precisamente Sirte, a medio camino entre Trípoli y Bengasi, el siguiente objetivo militar de los rebeldes. Para defender esta ciudad, la radio de Bengasi informa de que Gadafi dirige a sus tropas a la franja entre Misrata y Sirte, según han escuchado testigos en la capital.

Los líderes rebeldes acantonados en el este del país aseguran que las fuerzas leales al régimen apenas controlan ya el 15% del territorio. "Gadafi está viviendo los últimos momentos y esperamos el final de su régimen en los próximos días", dijo ayer en Bengasi Fathi Tarbul, un abogado de 39 años cuya detención el pasado 15 de febrero fue el detonante del levantamiento popular contra el dictador.

Emergencia humanitaria

Miles de extranjeros siguen intentando huir del país, por tierra, mar y aire. En las fronteras de Túnez y Egipto, los organismos internacionales alertan del éxodo que la represión de las revueltas ha causado y de la emergencia humanitaria causada por la acumulación de refugiados en las fronteras. Unos 100.000 trabajadores inmigrantes han huido del país en los últimos días, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 40.000 por la frontera tunecina y 55.000 por la egipcia.

Más de 10.000 personas, la mayoría egipcios, huyeron ayer de Libia por el paso de Ras el Ajdir, en la frontera con Túnez, según la Cruz Roja local, que habla de una "crisis humanitaria" y pide ayuda para gestionarla. Según las cifras del Gobierno tunecino, desde el pasado día 20, 40.000 personas han atravesado esta frontera, de ellas, 18.000 tunecinos, 15.000 egipcios, 2.500 libios y 2.000 chinos. Mientras que muchos tunecinos y chinos regresan desde aquí a lugares de origen, la peor parte se la llevan los egipcios, atrapados en una especie de tierra de nadie, que incluso se han manifestado porque se sienten abandonados por su Gobierno. En el lado egipcio, las autoridades calculan que 55.000 personas han cruzado la frontera desde el día 19, de ellas, 46.000 egipcios, 2.100 libios y unos 6.900 de diversas nacionalidades, especialmente asiáticos.

Según las primeras estimaciones de un equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que ayer pudo entrar en territorio libio, la ciudad de Bengasi necesita cirujanos y medicinas pero no comida. Otra de las preocupaciones es la falta de enfermeras en los principales hospitales de la ciudad, dado que la mayoría de ellas eran extranjeras que han sido evacuadas por sus respectivas embajadas. Un grupo de doctores, encargado de la coordinación en la ciudad, han registrado 256 muertos y más de 2.000 heridos desde que comenzaron las protestas.

Por su parte, EE UU ya se ha puesto en contacto con los rebeldes del este y está dispuesto a proporcinar todo tipo de ayuda, según ha admitido Hillary Clinton. La secretaria de Estado norteamericana ha confirmado el inicio de los contactos con la oposición de Libia. "Estamos iniciando contactos con diversos libios en el este al mismo tiempo que la revolución está desplazándose hacia el oeste", ha declarado Clinton. "Es demasiado pronto para saber cómo se van a desarrollar los acontecimientos", ha añadido, antes de partir hacia Ginebra para participar en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el que se abordará la situación en Libia.

Fuente Diario "EL PAÍS"

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