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sábado, 5 de febrero de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.- EGIPTO EL DIA DE TODOS LOS DIAS + UNO





Iba a ser el día de todos los días. El 'Día de la salida' de Hosni Mubarak, el día del cambio, el día de la victoria para los que llevan más de una semana peleando en las calles de Egipto por una transición. Iba a ser, incluso, el día de la lucha. Pero, al final, el día D. acabó siendo otro día más en una guerra de desgaste que tiene enfrentado al pueblo egipcio con su gobernante.

Se esperaban más manifestantes que días anteriores contra el régimen de Mubarak en la Plaza Tahrir, y los hubo. Si el jueves se reunieron, según los convocantes, un millón de personas en El Cairo, el viernes se juntaron muchas más. Pero el efecto definitivo de presión no ha sido tan contundente.

La multitudinaria manifestación consiguió reunir a cristianos y musulmanes pero no logró que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, dimitiera y saliera del Gobierno de forma inmediata. Ni siquiera ningún cambio considerable en su Ejecutivo.

Al único que se oyó hablar fue al primer ministro egipcio, Ahmed Shafiq, que, en la cadena 'Al Arabiyya', dudó de que Mubarak fuera a aceptar un traspaso de poderes.

La presión internacional sí sirvió para que el Ejército recibiera la orden de proteger a la prensa, después de la jornada negra de agresiones y detenciones de informadores que se vivió el jueves. En este caso, los medios de comunicación pudieron trabajar más libremente aunque con la tensa situación que vive el país.

Pese a los enormes dispositivos de seguridad preparado, también Tahrir se libró de duros enfrentamientos, que sí tuvieron lugar los días previos al caer la noche. Los grupos progubernamentales tomaron algunas calles de alrededor pero el ejército consiguió que la situación quedara, más o menos, bajo control, y la cosa no pasó de choques más leves.

Los movimientos más importantes de esta trágica partida de ajedrez llegaron desde el exterior. La UE fue incapaz de pedir a Mubarak que se fuera y Obama elevó la tensión con un dardo directo: "debe empezar una transición democrática ya en Egipto" que lleve a "elecciones libres e imparciales".

Cientos de miles de manifestantes vuelven a estar emplazados hoy para manifestarse bajo el mismo lema y con el mismo objetivo común: "No queremos a Mubarak".

Fuente Diario "EL MUNDO"

Los manifestantes no desesperan a pesar de la resistecia de Mubarak

Cientos de miles de opositores recuperan pacíficamente el control de la plaza de la Liberación. -Miembros del régimen se pasan al bando de los manifestantes

Los disparos de esta madrugada en la plaza de la Liberación han despertado a los grupos de manifestantes que dormitaban después de un día de protestas. Continúan creyendo en la victoria, pero el de Hosni Mubarak está siendo un largo adiós. Su era ha terminado y la gran mayoría de la sociedad egipcia se sitúa ya mentalmente en el día después; y a pesar de ello, el presidente permanece en su puesto. La llamada Jornada de Despedida convocada por la oposición movilizó ayer de nuevo a centenares de miles de personas en el centro de El Cairo y Alejandría sin que la crisis se desbloqueara. Y se registraron nuevos actos de violencia por parte de los inmovilistas, que prefirieron bautizar el día como Jornada de la Lealtad. Es imposible aventurar los próximos acontecimientos, pero no cabe esperar en Egipto una revolución de terciopelo sino una temporada áspera y tumultuosa.

No queda nada claro que el régimen se esté tambaleando: por debajo del presidente Hosni Mubarak está el Ejército, el zócalo duro del Estado. A la vista de la soltura con que los militares dominan la situación en las calles, modulando a voluntad el nivel de las protestas reformistas y la violencia inmovilista, podría sospecharse que incluso el aparente descontrol y las batallas campales (mucho más limitadas ayer) están siendocontrolados por la institución más poderosa y respetada del país.

Mientras, la última cifra facilitada por el Ministerio de Sanidad señala que son11 los fallecidos desde el miércoles y más de 5.000 los heridos. La ONU hizo ayer alusión a "informes no confirmados que sugieren que más de 300 personas han sido asesinadas" desde el inicio de las protestas.

Deserciones en el bando de Mubarak

El Ejército tiene las manos libres. El ministro de Defensa y viceprimer ministro, Mohamed Tantawi, se permitió acudir ayer por la mañana a la plaza de la Liberación, en donde permanecían miles de manifestantes tras una nueva noche de enfrentamientos y a donde empezaban a afluir miles de personas para gritar, una vez más, adiós a Mubarak. Tantawi dijo que solo quería pasar revista a las tropas desplegadas en torno a la plaza de forma más densa y efectiva que en anteriores jornadas. El significado real de su gesto era difícil de interpretar; demostraba, en cualquier caso, que las máximas autoridades militares podían permitirse pasear por entre los manifestantes y departir con ellos.

Otro gesto significativo fue la aparición en la plaza de Amr Musa, exministro de Asuntos Exteriores con Mubarak y actual secretario general de la Liga Árabe. Musa comentó que sopesaba la opción de presentarse como candidato a las elecciones presidenciales, previstas para septiembre. El hecho de que un hombre incrustado en la élite política egipcia y árabe se pasara al bando de la protesta indicó, al margen de un mayor o menor oportunismo, hacia dónde sopla el viento de la historia. Con todos los corredores tomando posición de salida a nadie le ha pasado desapercibido el movimiento de Youssef Butros Gali, hijo del exsecretario general de Naciones Unidas Butros Butros Gali, pero, sobre todo, ministro de Economía con Mubarak desde 2004 y hasta que fue sustituido hace unos días. El vástago de la saga deja con efecto "inmediato" la presidencia del comité financiero del Fondo Monetario Internacional que ocupaba desde octubre de 2008.

Manifestación sin éxito

Las manifestaciones del Día de la Despedida fueron multitudinarias, tanto en El Cairo, donde sumaron varios centenares de miles de personas, como en Alejandría. No fueron, sin embargo, manifestaciones asombrosas. Podían compararse con las del pasado martes. Si se esperaba un movimiento de masas gigantesco, decisivo, capaz de quebrar la resistencia de Mubarak, el intento no alcanzó el éxito. Se quedó a un paso del mismo. El empuje de la revuelta seguía realmente a un paso del triunfo, situado en la caída de Mubarak. Nadie sabía cuánto puede costar dar ese paso. Unos días, unas semanas, tal vez más.

Por lo pronto, el primer ministro, Ahmed Shafiq, reiteró el compromiso del Gobierno a no usar la fuerza para expulsar a los manifestantes de la plaza de la Liberación. "Son libres de quedarse, y ninguna persona será arrestada por participar en las protestas mientras no haya cometido actos de violencia o vandalismo", aseguró.

Los esfuerzos estadounidenses por patrocinar una "transición pilotada" de acuerdo con el Ejército que apartara, de alguna forma, el bloqueo personificado por Mubarak, no obtuvieron resultados por el momento. Además de la resistencia personal de Mubarak (un hombre con una fortuna estimada en 1.700 millones de dólares) y su círculo más próximo, la cúpula militar, perfectamente confundible con la cúpula gubernamental, insiste en la necesidad de mantener la legalidad y el respeto a la Constitución. Eso implica numerosas dificultades. Por ejemplo, la de iniciar un proceso de transición con un Parlamento recién constituido tras unas elecciones amañadas y boicoteadas por la oposición moderada y los candidatos independientes de los Hermanos Musulmanes, con el resultado de un 90% de los escaños para el Partido Nacional Democrático de Mubarak.

Otra dificultad radica en cómo, en caso de dimisión de Mubarak, podría apañárselas para ocupar la presidencia el vicepresidente Omar Suleimán, considerado el "hombre fuerte" de la situación y el depositario de la confianza de estadounidenses e israelíes: la Constitución dice que si Mubarak se fuera, debería sucederle el anodino presidente del Parlamento.

A esos comicios no se presentará, aunque se lo permitan, el líder opositor Mohamed el Baradei, según ha asegurado éste al diario austriaco Der Standard. En esas declaraciones, El Baradei ha añadido que, de momento, se conforma con ser "un agente para el cambio".

Acoso a periodistas y extranjeros

Tras dos días de violencia por parte de los fieles a Mubarak, claramente coordinada desde el poder, por más que el Gobierno lo negara, la situación general se ha hecho más tranquila. Con todo, los extranjeros, especialmente los periodistas, dependen de la suerte cada vez que tienen que pasar por uno de los numerosos controles militares. La gran mayoría de los soldados se muestran amables. No todos, sin embargo. Reporteros del diario británico The Guardian fueron, por ejemplo, detenidos y obligados a permanecer de rodillas durante más de una hora.

Más peligroso es topar con los grupos de inmovilistas armados con porras y cuchillos, que ya no pululan por toda la ciudad sino que se concentran al norte de la plaza de la Liberación en busca de pelea y de extranjeros. El Ejército les mantuvo a distancia de los manifestantes de la plaza, usando al menos en una ocasión disparos de ametralladora al aire. A pesar de ello hubo algunos enfrentamientos callejeros, de escala muy inferior a los registrados el jueves.

El Gobierno sigue alimentando la patraña de que la masiva revuelta está inspirada y dirigida desde el exterior por enemigos de Egipto, difundiendo rumores y protestando contra las "injerencias" del secretario general de la ONU, de Estados Unidos y, en general, de cualquier institución foránea que reclamara diálogo, reformas y el fin de la represión. Grupos de matones asaltaron sedes de la televisión Al Yazira y de los Hermanos Musulmanes. Varios periodistas de Al Yazira decidieron abandonar temporalmente Egipto por razones de seguridad y los equipos de la estadounidense CNN optaron por refugiarse en un "paradero desconocido".

Fuente Diario "EL PAIS"

A FONDO

¿Quien son los pro-mubarak?

Armados con garrotes, navajas y machetes. Vestidos de civil como el resto de egipcios que patean las calles. En formación, físicamente dispuestos, ordenados y con un objetivo claro: el choque con los manifestantes que claman contra el Gobierno egipcio de Hosni Mubarak. Grosso modo y caos informativo mediante, así son los miles de hombres que han puesto la cara -aparentemente- en favor del régimen y contra la presencia en las calles de las ciudades de El Cairo y Alenjandría de las miles de personas que desde hace nueve días piden que se vayan todos y, el primero, Mubarak. El líder opositor Mohamed el Baradei ha responsabilizado directamente al Gobierno de urdir la arremetida de estos grupos contra los acampados. "Es otra síntoma", ha dicho en la BBC, "de un régimen criminal que lleva a caboactos criminales".

Recuerdan a las maneras utilizadas por la policía durante las primeras horas de manifestaciones la pasada semana. Pero resulta todavía difícil asegurar que cada uno de los partidarios del régimen que desde anoche se han ido desplegando por El Cairo son agentes de seguridad. La represión inicial del cuerpo de la Policía llevó a encerrar en el cuartel a los agentes y sacar los tanques a la calle en una suerte de táctica de contención ante la presencia creciente de egipcios en torno a la plaza Tahrir de la capital. No obstante, testigos de los primeros episodios de pillaje acontencidos en el quinto día de rebelión aseguraron que los policías, ya de paisano, se mezclaron entre ladrones y maleantes.

A caballo y camello, llegados también en autobuses, los grupos pro-Mubarak han desatado un violenta batalla campal alrededor de Tahrir que a primera hora de la tarde alimentaba un balance de al menos un muerto y 500 heridos. Según el relato de la periodista de EL PAÍS en El Cairo Nuria Tesón , igual que la marcha durante estos nueve días de los manifestantes, gente a todas luces que se puede calificar como "normal", ha seguido el ritmo de la improvisación en torno a un ambiente de protesta en el centro de El Cairo, los grupos pro-Mubarak han aterrizado en la zona armados y en columnas con un plan aparentemente premeditado.

"Los matones de Mubarak comparten los mismos puntos de encuentro, signos y hostilidad hacia los periodistas" ha comentado en esta línea el corresponsal de The New York Times Nick Kristof a través de su Twitter. "Es una ofensiva organizada". El reportero británico Peter Beaumont va un poco más allá, según recoge The Guardian: "No tengo ninguna duda de que son policías" afirma el periodista en un audio. "Son los mismos que salieron la semana pasada. Se han infiltrado de nuevo".

La periodista Jane Dutton, del canal catarí Al Yazira, ha asegurado haber visto a agentes de seguridad entre los pro-Mubarak, una afirmación que comparten las organizaciones pro derechos humanos Human Rights Watch y Amnistía Internacional.

¿Quiénes son los Hermanos Musulmanes?

En el Egipto de Mubarak no resultaba tan difícil cubrir un mitin de los Hermanos Musulmanes o entrevistar a sus dirigentes. Y sin embargo, oficialmente no existían. Su estatuto era ambiguo: el régimen los toleraba en ocasiones (llegaron a conseguir una quinta parte de los escaños en las elecciones parlamentarias de 2005, aunque presentándose bajo el manto de candidaturas independientes) y los reprimía siempre con mayor o menor dureza. En realidad, el capital político de Mubarak hacia su pueblo y, aún más, hacia el exterior consistía en presentarse como la única alternativa posible en el Valle del Nilo a los que él llamaba "los barbudos", esto es, los islamistas de la vieja cofradía.

¿Qué son los Hermanos Musulmanes? La cofradía de los Hermanos Musulmanes (Al Ijuan al Muslimin) es la más vieja, extendida e influyente organización integrista del mundo árabe y musulmán, la madre o la abuela de casi todos los grupos, moderados, mediopensionistas o radicales, estrictamente sociopolíticos o practicantes de la violencia, que en los últimos años han tenido un gran protagonismo internacional predicando la necesidad de que sus países vuelvan a practicar un islam puro y riguroso, derroquen a los autócratas que los gobiernan y se independicen de Estados Unidos.

¿Cómo nació? La cofradía fue fundada en Egipto en 1928 por un maestro de escuela llamado Hassan el Banna (1906-1949), abuelo, por cierto, del actual pensador del llamado euroislam Tariq Ramadán. La cofradía tuvo un importante papel en la lucha contra el dominio colonial británico en el valle del Nilo. Fue reprimida brutalmente tanto por el último rey de Egipto, Faruk, como por su sucesor, el "rais" o presidente laicista, panarabista y socializante Nasser. Jamás ha sido legal bajo el régimen de Mubarak, aunque éste toleraba algunas de sus actividades y le permitía en ocasiones concurrir a las elecciones en forma de candidaturas independientes. Mubarak tiene en prisión a miles de islamistas, tanto militantes pacíficos de los Hermanos Musulmanes como activistas de organizaciones violentas.

¿Por qué es popular en Egipto? Se calcula que entre medio millón y un millón de los 80 millones de habitantes de Egipto son miembros o simpatizantes de la octogenaria cofradía. Su popularidad deriva tanto de que el mismo Mubarak le concedió la condición de principal oposición a su régimen como de su acción social. Los Hermanos Musulmanes, que obtienen sus ingresos de miembros adinerados, ofrecen escuelas, ambulatorios y pensiones a los egipcios más pobres. Este modelo de intensa acción social ha sido seguido por otros grupos islamistas. El libanés Hezbolá y el palestino Hamás, movimientos que podríamos llamar de resistencia islamo-nacionalista y que Occidente tilda de terroristas, han conseguido también su popularidad gracias a ofrecer un sistema de protección social que no cubren los Estados.

¿Tienen relación con los sindicatos? Sí. La cofradía es también muy activa e influyente en el seno de las organizaciones de trabajadores egipcios.

¿Se limita a actuar en Egipto? No. Desde su nacimiento la cofradía tuvo una vocación más amplia, extendiendo su acción a toda la umma o comunidad musulmana. Históricamente, su influencia ha sido intensa en Palestina (el movimiento Hamás es un hijo de los Hermanos Musulmanes), Jordania, Siria y los países del Golfo. Los Hermanos Musulmanes sirios fueron brutalmente masacrados en 1982, en la localidad de Hama, por el Ejército de Hafez el Asad, padre del actual presidente Bachar. Murieron 10.000 civiles.

¿Es un grupo violento? Hassan el Banna ya se oponía en su tiempo a la acción insurreccional y sus sucesores siempre han rechazado el terrorismo contemporáneo. La violencia, según los Hermanos Musulmanes, sólo es legítima para defender una tierra musulmana de un ataque extranjero. Cuando entrevisté en 2001 a Mohamed Al Hudaibi, entonces su portavoz, condenó sin ambages a Bin Laden, Al Qaeda y los atentados del 11-S. Otra cosa es que hijuelos de los Hermanos, como los grupos yihadistas egipcios que hoy tienen en Al Zawahiri su principal figura mundial, derivaran a partir de los setenta hacia el terrorismo, empezando por el asesinato de Sadat. También es diferente el que organizaciones como Hamás reivindiquen el derecho a la resistencia armada a la ocupación.

¿Qué pretenden? Su objetivo es el regreso del valle del Nilo y los demás países musulmanes a una aplicación estricta y literal de la sharia o ley islámica. "El islam es religión y Estado, libro y espada, toda una forma de vida", me dijo en 2001 Al Hudaibi, un hombre de pelo escaso y barba canosa y recortada que vestía una sahariana gris y decoraba su despacho con una maqueta de la mezquita de El Aksa y el escudo de la cofradía: dos sables cruzados sobre un Corán. Pretenden conseguir ese objetivo mediante la predicación, la acción política y el ejemplo de su acción social.

¿Cuándo comenzó su ascenso? En los tiempos contemporáneos, el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto y de otras formaciones islamistas en el resto del mundo árabe comenzó tras la derrota del Egipto de Nasser en la guerra de 1967, a manos de israelíes y sus protectores estadounidenses. Muchos jóvenes vieron en ello el fracaso del proyecto laicista y nacionalista y optaron por el regreso a un islam rigorista.

¿Tienen alguna relación con el Irán de los ayatolás? Los Hermanos Musulmanes pertenece al islam sunní e Irán es un país de islam shií. No obstante, las ideas de los grandes pensadores de la cofradía, el fundador Hassan el Banna y el teórico radical Sayyed Qutb, ahorcado en 1966 por Nasser, también influyeron en el ayatolá Jomeini.

¿Han conseguido "reislamizar" Egipto? Sí. En relación a los tiempos de Nasser y Sadat, ahora hay en el valle del Nilo más mujeres que se cubren los cabellos, más asistencia a las plegarias del viernes en las mezquitas y la venta de ejemplares del Corán y casetes con discursos religiosos es toda una industria. También se han ido reduciendo los espacios de libertad para el consumo del alcohol o la danza del vientre.

¿Quién es ahora su líder? En enero de 2010 eligieron como nuevo "guía supremo" a Mohamed Badie, un profesor de Medicina Veterinaria de 67 años. Es un conservador que estos días subraya que los Hermanos Musulmanes están dispuestos a negociar con el régimen una transición a la democracia, una vez desaparecido Mubarak, eso sí. Y que añade que la cofradía podría vivir perfectamente en un Egipto democrático, pluripartidista y religiosamente plural (el país cuenta, de hecho, con una importante minoría cristiana copta).

¿Hacia donde puede evolucionar la cofradía? Simplificando mucho, podría decirse que los Hermanos Musulmanes pueden situarse hoy entre el Irán de Jomeini y la Turquía del partido islamista moderado y democrático de Erdogan. Su evolución hacia el extremismo o la aceptación del juego democrático dependerá en gran medida de la salida de la actual revolución democrática egipcia. Si ésta triunfa, los Hermanos Musulmanes podrían integrarse en ella e ir moderando su discurso y su política. En caso contrario, la tentación de la radicalización será muy intensa.

¿Debe el miedo a los Hermanos Musulmanes impedir el apoyo a la revolución democrática egipcia? La respuesta a esta pregunta es un no rotundo. Negarle a un pueblo la libertad sólo porque un partido que no gusta a tal o cual podría ganar las elecciones es una barrabasada. Los países latinoamericanos, España y Portugal ya fueron víctimas de esa retorcida visión en tiempos de la guerra fría. Además, no está escrito en ninguna parte que la cofradía sea el seguro ganador de unos comicios egipcios libres. Como ha escrito esta semana Robert Fisk en The Independent , agitar ahora el fantasma de los Hermanos Musulmanes para sostener a Mubarak es "una chorrada".

El régimen pide tiempo y ofrece diálogo

El vicepresidente promete reformas y agradece a los jóvenes que hayan encendido la revolución - La oposición se encara con los fieles de Mubarak la víspera de un día clave

Una dictadura no pide disculpas. Cuando lo hace, revela su propia debilidad. Y ayer el régimen de Hosni Mubarak se esforzó precisamente en eso, en disculparse, en rogar comprensión, en pedir tiempo, en ofrecer diálogo a los ilegales Hermanos Musulmanes. Fue una señal de que la situación, que seguía siendo muy violenta en el centro de El Cairo, estaba fuera del control del presidente y su Gobierno. A la espera de que hoy volvieran a tomar las calles cientos de miles de personas para exigir la caída del régimen, no se percibía una solución próxima para la crisis política y social egipcia.

El vicepresidente Omar Suleimán, exjefe de los servicios secretos y mano derecha de Mubarak, apareció en televisión para calmar los ánimos. No lo consiguió. Primero, porque es difícil calmar desde la pantalla a dos multitudes que se pegan con todo lo que tienen a mano y porque la mayor violencia provenía justamente del bando gubernamental, que fomentaba el furor de sus fieles, armados en algunos casos con armas de fuego. Los muertos, según el Ministerio de Sanidad, eran 13 (una cifra destinada a crecer mucho cuando se conozcan datos reales), con miles de heridos. Segundo, porque no se pueden emitir mensajes contradictorios con la esperanza de que alguno funcione.

Suleimán tendió la mano a todos los grupos de oposición, ofreció diálogo a los Hermanos Musulmanes y elogió a las fuerzas del 25 de Enero (como se conoce a los jóvenes y profesionales que convocaron para esa fecha la primera gran manifestación), y a la vez defendió los logros del régimen y expresó una rotunda voluntad de continuismo a pesar de que descartó que Gamal, el hijo de Mubarak, compita por la presidencia en las próximas elecciones. Por otra parte, atribuyó la situación del país a vagas conspiraciones extranjeras.

"Le digo a la juventud: gracias por lo que habéis hecho, sois la chispa que ha puesto en marcha las reformas", dijo. Y añadió, acto seguido: "No sucumbáis a los rumores y a las televisiones por satélite [Al Yazira y en menor medida las occidentales] que os azuzan contra vuestro propio país". Es decir, les agradeció ser un impulso y al tiempo les acusó de ser manipulados desde el exterior.

Suleimán rogó paciencia para aplicar reformas, sugirió que las elecciones presidenciales de septiembre podrían adelantarse a agosto y habló continuamente del "marco constitucional". Ese marco, hecho a medida de Mubarak con sus 30 años de estado de excepción y sus elecciones amañadas sin supervisión judicial, era precisamente lo que rechazaba el movimiento del 25 de Enero.

Suleimán y el nuevo primer ministro, Ahmed Shafik, se reunieron con varios representantes de la oposición, sin incluir a los Hermanos Musulmanes. No se alcanzó acuerdo alguno. Según diplomáticos que asistieron al encuentro, Suleimán y Shafik se mostraron conciliadores. Poco antes, el primer ministro había pedido literalmente perdón por la violencia desatada en El Cairo y había asegurado que los instigadores de la violencia serían localizados y perseguidos.

No hacía falta investigar demasiado para descubrir que desde el viernes, cuando manifestantes y antidisturbios se enfrentaron con tremenda dureza, se había abierto un periodo de relativa calma y ánimo festivo, combinado con graves saqueos nocturnos, hasta que el miércoles el Gobierno lanzó a sus fieles y a sus matones (armados, organizados, muy peligrosos) contra la gente del 25 de Enero y contra los periodistas extranjeros. A partir de ese momento, el centro de El Cairo se convirtió en el infierno.

Esa localización reducida del conflicto constituía un elemento muy importante de la crisis. Unos y otros eligieron la plaza de la Liberación y sus alrededores como campo de batalla. El resto de la ciudad y el país era otra cosa: grupos de matones, controles improvisados por ciudadanos-vigilantes organizados contra los saqueos, paralización, ansiedad, calles desiertas y comercios cerrados.

La gran mayoría de los egipcios, afligidos por el desabastecimiento (el toque de queda y los controles hacían casi imposible el suministro de mercancías), el alza de precios, el cierre de los centros de trabajo y la desaparición del turismo, una de las grandes fuentes de ingresos del país, deseaban sobre todo un desenlace rápido.

Suleimán no olvidó subrayar el daño que la revuelta causaba sobre el turismo. Afirmó que se habían perdido un millón de turistas y más de 1.000 millones de dólares en solo una semana. Tal vez exagerara, pero no mucho. En plena temporada alta, Egipto se había quedado sin otros visitantes que periodistas y activistas. El sector iba a tardar en recuperarse.

Anoche, los fieles a Mubarak cantaban "vamos a liberar el país". Los manifestantes contra Mubarak confiaban en que el viernes, tras los rezos de mediodía, llevara a las calles una nueva riada humana que quebrara de una vez el espinazo del régimen. Hoy era el día que la oposición había fijado, en una especie de ultimátum, para que el presidente abandonara. Cabía esperar una jornada muy dura. Todo apuntaba a que Egipto se aprestaba a vivir el día más áspero e incierto desde el inicio de la revuelta.

Los periodistas, objetivo de los partidarios de Mubarak


Algunos enviados especiales en El Cairo sufren el robo de cámaras y teléfonos mientras retransmiten en directo los enfrentamientos en Egipto.- Un reportero belga y cuatro israelíes, detenidos

Los periodistas han empezado a correr por las calles de El Cairo. De pronto, se han convertido en el objetivo de aquellos que defienden al todavía presidente de Egipto, Hosni Mubarak. Su delito, según los partidarios del mandatario egipcio, mostrar al mundo una imagen que no se ajusta a la realidad. La manifestación multitudinaria de ayer , pacífica hasta que el presidente anunció que no dimitiría, se convirtió en un enfrentamiento cara a cara contra los defensores del régimen , que salieron a la calle para encontrarse con los detractores. Éstos, indignados por el comunicado de Mubarak, elevaron el tono de las protestas y se negaron a moverse de la plaza de la Liberación. Comenzó entonces una batalla campal de la que los periodistas no han salido indemnes. Perseguidos por las calles, se han encontrado a grupos de personas perfectamente organizados con machetes en las manos. Escondidos para evitar ser golpeados, varios periodistas se han encontrado indefensos en mitad de los enfrentamientos y han tenido que esquivar palos, piedras y navajazos. Algunos, han sido golpeados mientras retransmitían en directo y han sufrido el robo de cámaras y teléfonos móviles.

"¡Mentirosos, mentirosos, nosotros sí queremos a Mubarak!", gritaban a los periodistas, que se han visto obligados a resguardarse en hoteles. Un coche de la Cadena Ser ha sido apedreado mientras el enviado especial de RAC1, Sal Emergui, se ha visto obligado a cortar su narración en directo para evitar que le robaran el teléfono "a puñetazos". Algo parecido le ha tocado vivir al enviado especial de TV3, Joan Roura , que también ha tenido que cortar su emisión en directo. Tras "desaparecer" durante unos minutos ha retomado la conexión y ha explicado que le habían golpeado "la mar de bien" y ha sido saqueado. "Se sienten totalmente agredidos por la cobertura internacional de la revueltas. Consideran que la prensa se ha posicionado totalmente del lado pro Mubarak", ha explicado

Anderson Cooper, periodista de CNN Internacional, ha narrado a través de un vídeo que ha colgado en su página web los incidentes en los que se ha visto envuelto junto con su productora y su cámara. "No podemos hacer fotos, en cuanto ven las cámaras nos persiguen. Hemos recibido golpes en la cabeza y en la cara. Lo más seguro aquí es permanecer juntos e irte a un sitio seguro", ha contado desde la terraza de un edificio.

Un belga y cuatro israelíes, detenidos

Peor suerte ha corrido el periodista belga del diario Le Soir Serge Dumont, que además de haber sido agredido ha sido detenido mientras cubría los enfrentamientos entre defensores y detractores del presidente. El viceprimer ministro de Exteriores belga, Steven Vanackere , ya se ha movilizado para pedir, a través de un comunicado, la libertad "inmediata" del reportero. "El diálogo abierto con la sociedad civil implica que las autoridades aseguren el respeto de la libertad de expresión", ha recordado.

La Embajada de Bélgica en El Cairo ha podido contactar con el periodista vía telefónica. "(Dumont) ha sido detenido por las fuerzas del orden egipcias después de haber sido agredido cuando seguía las manifestaciones en calidad de periodista", ha informado en una nota el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Cuatro reporteros israelíes también se encuentran detenidos en El Cairo, al parecer por violar el toque de queda y entrar en el país con visado de turistas en lugar de con visado de trabajo. El Ministerio de Exteriores de Israel ya está en contacto con las autoridades egipcias para pedir su liberación. "Pedimos a todos los reporteros israelíes que llegan a El Cairo que se mantengan alerta, actúen con responsabilidad y cumplan las normas del lugar", ha señalado el Ministerio en un comunicado.

La reacciones a la situación violenta no se ha hecho esperar. EEUU se encuentra "profundamente preocupado" por los ataques contra los medios y manifestantes pacíficos y, a través de un comunidado, "deplora y condena la violencia" que ocurre en Egipto. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs , ha reiterado el llamamiento de su Gobierno a la calma en el país árabe.

"EEUU deplora y condena la violencia que tiene lugar en Egipto y nos encontramos profundamente preocupados por los ataques contra los medios de comunicación y los manifestantes pacíficos. Reiteramos nuestro firme llamamiento a la calma", indica el comunicado de la Casa Blanca.

El columnista de New York Times Nicholas Kristof, ha contado a través de su blog lo que ha vivido durante todo el día en la plaza de la Liberación. "Es absurdo pensar que lo que está pasando aquí es el enfrentamiento entre dos grupos rivales. Los que están a favor de la democracia protestan pacíficamente, y los que apoyan a Mubarak llegan en autobuses, organizados y utilizan armas", narra el periodista, que acaba su post con un llamamiento: "Espero que la comunicad internacional denuncie este tipo de brutalidad, aparentemente organizada por el Gobierno".

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